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Chapter 15 - Capítulo 15

Capítulo 15 Sith parte 1

 

—"¡Comiencen el ataque!" —ordenó Ventress, ya que

el crucero de la República que pretendían asaltar se había dado cuenta de la

presencia de sus naves y les estaban disparando.

Los droides obedecieron y se lanzaron a toda velocidad,

dispuestos a perforar el casco del crucero. Sus naves eran de infiltración y

llevaban solo unos pocos cientos de droides para infiltrarse y crear una

distracción, que ella aprovecharía para rescatar a Nute Gunray.

El plan salió según lo esperado y la mayoría de las naves

pudieron llegar al casco del crucero y descargar a los droides. Ventress no

participó en la batalla y apenas los droides despejaron la sala en la que se

infiltraron, ella salió de la nave e ingresó en los conductos de ventilación.

El plan de Ventress era inutilizar el crucero y escapar en

una fragata, que sabía que estaba allí gracias a un infiltrado clon al cual

habían sobornado para este plan. Por eso, antes de revelarse a los Jedi que

protegían su objetivo, ella debía sabotear el crucero para que no pudieran

seguirlos.

Ventress silenció su presencia en la Fuerza y siguió la ruta

para llegar a los motores del crucero. Esquivar a los vigilantes, ya fueran

droides o soldados clon, le resultó fácil, ya que sus sentidos estaban

enfocados en las docenas de droides que invadían el crucero. Sin duda, estos

serían destruidos, pues no eran suficientes para tomar el crucero, y con dos

Jedi presentes, las posibilidades eran aún menores.

...

Después de unos minutos, los soldados y los Jedi habían

controlado la situación en el crucero, pero Ventress ya estaba cerca de los

motores y nadie la había visto.

Ventress podía sentir a uno de los Jedi, la maestra Luminara.

Ella estaba concentrada y su presencia era serena. Una presa fácil para ella,

si se enfrentaban. Jedis como ella eran fáciles de derrotar usando trucos. La

preocupación de Ventress estaba lejos de ella, en la segunda presencia, o más

bien, en la ausencia de esta.

Se trataba de Ahsoka Tano, la padawan de ese Caballero Jedi,

Anakin Skywalker. Un Caballero Jedi al que Ventress consideraba más peligroso

que cualquier maestro del Consejo, incluso más que el Maestro Yoda, aquel enano

verde al que una vez se enfrentó. Con el uso de la Fuerza, la paralizó sin que

ella pudiera hacer nada y le arrebató sus sables de luz de las manos, sin que

ella pudiera ofrecer ninguna resistencia, y lo hizo de frente, no fue ningún

ataque furtivo.

Ventress había crecido desde entonces y esperaba su venganza.

Ella había ideado varias formas de enfrentarse al pequeño enano creído, pero

con quien no tenía ninguna esperanza era con Anakin Skywalker. Ella no podía

idear una forma de enfrentarlo. Él no atacaba de frente a menos que su oponente

fuera el primero en presentarse para la pelea. Incluso si atacaba de frente, no

dejaba quieto a su oponente, y de alguna forma, se infiltraba en la mente de

sus oponentes y despedazaba su voluntad mientras se enfrentaban a él. Su propio

maestro, alguien que estaba muy por encima de ella, se vio afectado por su

lengua afilada hace unos meses y desde entonces estaba algo loco. Ventress lo

había sorprendido varias veces hablando solo.

Ventress sentía cierto temor de terminar igual. Cada vez que

veía a Skywalker, ella huía por el bien de su salud mental. Por fortuna, ese

loco estaba obsesionado con los cristales Kyber y saltaba tras ellos cuando

Ventress lanzaba sus sables de luz. Su maestro nunca le había reprochado que

ella huyera y menos ahora que él mismo había tenido que huir en dos ocasiones

al enfrentarse al Jedi.

En esta misión, Skywalker no estaba, pero su molesta aprendiz

sí, y la última vez que se enfrentaron, ella usó las esferas que usaba

Skywalker, aunque no tenía la misma lengua afilada de este. Ventress no se

confiaba, y la tenía como el mayor peligro que enfrentaba en esta misión, en la

que ella no podía fallar, porque la república ya había capturado a otro líder

separatista, y al general Grievous. Sus fuerzas eran un caos en este momento,

no necesitaban más confusión en la línea de mando. Nute Gunray era su contacto

con la federación de comercio, quienes ya estaban enojados, porque no habían

podido deshacerse de la senadora Amidala, y esta respiraba en su cuello,

llevando a la ruina política y económica a todos los que podía atrapar en

escándalos de corrupción. Ahora también había atrapado a su representante en el

consejo separatista.

Por todo esto, la actual misión de Ventress no podía fallar

en lo absoluto, y si lo hacía, más le valía no volver, porque ella estaba

segura de que su maestro, el conde Dooku, no la perdonaría.

Ventress reforzó su ocultación, porque ya estaba llegando a

los motores de la nave, donde plantaría cargas explosivas…

—Así que la pequeña serpiente intenta infiltrarse —dijo

Ahsoka Tano, que estaba a diez metros sobre ella, de pie sobre cuatro esferas,

mientras otra esfera flotaba a su alrededor.

Ventress apretó los dientes, sin entender cómo pudo sentirla.

Ella solo pudo salir y dar la cara, revelando su presencia, lo que hizo que la

segunda jedi corriera hacia ellas.

Ventress activó sus sables de luz. Ya que estaba allí, bien

podía adelantar su trabajo, y mientras luchaba, haría volar el lugar…

Ahsoka saltó hacia ella, en lo que sería un ataque suicida,

si no fuera porque sus esferas dispararon con fuego de bláster y una velocidad

que no le daba espacio para nada más que saltar y correr.

Ventress saltó fuera de la sala de motores. Si se enfrentaban

allí, sin espacio para esquivar, ella estaría condenada.

Ventress huyó a las bodegas de carga, donde había suficientes

obstáculos y espacio para que ella pudiera moverse y las jedi no podrían

coordinar sus ataques. Ahsoka Tano aún no estaba a su nivel. Si no fuera por

esas condenadas esferas, ella podría hacerle frente sin ningún problema.

—Ventress, no eres mi misión. Deja tus sables de luz y te

garantizo que podrás salir de aquí como si no nos hubiésemos encontrado…

Ventress saltó sobre la voz, que estaba detrás de unas cajas,

pero su sable de luz solo chocó con un escudo de una de las esferas de la

padawan, que reveló su presencia a su espalda, saltando sobre ella y golpeando

con su sable. Ventress consiguió detenerlo, pero no era su único problema,

porque las demás esferas empezaron a disparar y Ventress solo pudo defenderse,

agradeciendo que el espacio disponible no permitiera que las esferas pudieran

rodearla. Sin embargo, maldijo y volvió a saltar, porque las esferas se

alejaron y pretendieron dispararle desde arriba.

Ventress apretó los dientes cuando la presencia de la padawan

volvió a desaparecer. Ella definitivamente no lucharía limpio.

—Ventress, no voy a dejar que salgas de aquí con esos sables

de luz —advirtió la padawan. Ventress no saltó esta vez y se mantuvo oculta.

Antes solo tenía que preocuparse de los escudos generados por

esas esferas. Pero ahora también podían disparar. Eso era una locura. Era como

enfrentarse a minidroidekas. Porque estas esferas también tenían escudos. Si

fuera una pelea frontal sería una lucha de sentidos y ella no perdería. Pero

esta padawan intentaba rodearla apenas cruzaban sables y que le dispararan por

la espalda era algo que ella no podría enfrentar.

Muy pocos usuarios de la Fuerza podrían enfrentar algo así, y

estaba más que probado, porque era la táctica favorita de Grievous. Enfrentarse

a los jedi de frente mientras su guardia los acosaba por la espalda. En cuanto

estos trataban de usar la Fuerza para tomar ventaja, sus guardias atacaban y la

pelea terminaba. Ventress no lo intentaría.

Ventress apretó los dientes. En verdad detestaba jugar a la

defensiva, pero no había nada que hacer en este caso, porque la otra jedi

estaba a un minuto de llegar a su posición.

Ventress usó la Fuerza para convertir algunas cajas en

pequeños fragmentos, lo que hizo que la padawan la localizara y saltara hacia

ella, mientras sus esferas disparaban. Pero esta vez, se encontró con una

lluvia de fragmentos, que obligaron a sus esferas a dejar de disparar y

concentrarse en su defensa. Ella no tenía la suficiente habilidad para mantener

a las esferas disparando y defenderse al mismo tiempo, y esas esferas no eran

droides. No podrían atacar por su cuenta…

Las esferas dispararon al tiempo que eran movidas para

defender, por lo que Ventress apenas pudo esquivar un disparo que rozó su

hombro y volver a saltar para correr de forma decisiva, mientras la padawan

corría detrás de ella.

—¡No tienes honor! —reprendió Ventress mientras era

perseguida y esquivaba los disparos en extremo precisos de las esferas. La jedi

ya no se molestaba en ocultar que eran droides.

La padawan se carcajeó como si fuera un Sith.

—Si tu maestro estuviera tan loco como el mío, el honor sería

la menor de tus preocupaciones. Ahora entrega esos sables —gruñó la padawan con

ira.

Ahsoka saltó y usó una de las esferas como trampolín para

darse impulso y saltar sobre ella.

Ventress no dudó y mientras ella saltaba, Ventress dio un

salto y entró a los conductos de ventilación. La padawan saltó detrás de ella y

a duras penas Ventress llegó a un recodo antes de ser alcanzada por los

disparos de sus esferas. Ventress empezó a preocuparse. Ella abrió el conducto

usando el sable para esconderse en otra bodega.

Ventress ya no sabía qué hacer. Ella estaba metida en la

misma trampa que usaba Grievous para capturar jedis y hasta ahora, ningún jedi

que hubiera plantado frente a esta táctica había salido con vida. La única

táctica efectiva era escapar, pero ella no podía escapar. Su maestro la mataría

si no tenía éxito en esta misión. Ella debía pensar.

Grievous fue capturado por un jedi, por lo que su táctica no

era invencible. El problema era que ese jedi era Skywalker y en su contra, los

droides eran inútiles, al menos de que fueran decenas de miles de ellos. La

guardia de Grievous sufrió un destino trágico al enfrentarlo y Grievous no tuvo

ninguna oportunidad. Su situación era diferente, porque su oponente protegía a

sus droides usando la Fuerza. Ella no podía usar la Fuerza en su contra sin

quedar expuesta a un ataque. Ella no era Skywalker.

Ventress apretó los puños. En estas condiciones, ella no

podría cumplir la misión de rescate. La única posibilidad era destruir todo y

asegurar la muerte de Nute Gunray. Su maestro no estaría contento, pero tampoco

la mataría…

Una comunicación interrumpió sus pensamientos. Ventress

apretó los dientes y contestó.

—Maestro, no puedo rescatar a Nute Gunray —dijo Ventress. Lo

demás no era necesario informarlo y a su maestro no le interesaría.

—¡Olvida a Nute, regresa aquí inmediatamente! —ordenó su

maestro. Ventress pudo sentir la aprensión en sus palabras.

—Maestro, necesito tiempo. Tengo a dos jedi a mis espaldas…

—¡Inmediatamente! —reprendió su maestro y cortó la

transmisión.

Ventress parpadeó. Algo extremadamente grave debía haber

pasado.

Ventress sintió ganas de llorar. Ella hubiera preferido

arriesgar su vida tratando de matar a Nute Gunray que lo que iba a hacer a

continuación para poder cumplir las órdenes de su maestro.

Ventress reveló su presencia y en un par de segundos, la

padawan estaba sobre ella.

—Te daré los sables —dijo Ventress y la padawan parpadeó de

incredulidad. Ventress le arrojó los sables de luz.

La padawan tomó los sables de luz, destrozándolos ante sus

ojos para quedarse con los cristales Kyber. Ventress pudo sentir su triunfo y

sintió ganas de vomitar. Esta era una gran humillación para ella.

—Empieza a correr, estaré detrás de ti —ordenó la padawan.

Ventress no perdió tiempo y se apresuró a correr.

—¿Problemas? —preguntó la padawan mientras ambas corrían

ocultando su presencia y la otra jedi pedía indicaciones por radio que la

padawan ignoraba de forma descarada.

La padawan podía sentir su aprensión, así como Ventress podía

sentir su alivio por obtener los sables de luz.

—No es asunto tuyo, jedi —insultó Ventress. La padawan solo

sonrió.

—Claro —dijo con una sonrisa despreocupada.

A Ventress le recordó a ese bastardo de Skywalker y de nuevo

lamentó tener que irse. Esta era su oportunidad de vengarse de él, pero de

nuevo, había tenido que entregar los sables de luz.

Ventress escapó en una nave, mientras la padawan causaba un

alboroto en su propio crucero, destruyendo los sensores para que no la

localizaran. Ventress colaboró ofreciéndole una coartada, al darle la identidad

de su espía dentro de la nave.

Al dejar el crucero Tranquilidad, Ventress puso rumbo al

planeta Serenno, bastión separatista y el planeta de nacimiento de su maestro.

En su camino, Ventress serenó sus emociones para percibir la

situación y tratar de obtener respuestas. Antes de esta misión, su maestro le

había advertido que bajo ningún motivo podía fallar, pero ahora lo dejaba todo

para que ella regresara a su lado. Ventress tenía un mal presentimiento sobre

este asunto y sentía una perturbación en la Fuerza.

Al llegar a Serenno, ella fue recibida por la línea de

cruceros que protegían el planeta. No había batallas ni nada parecido, pero la

Fuerza estaba inquieta y algo grande se acercaba.

Al descender a la plataforma de aterrizaje, en un palacio que

estaba junto a un acantilado, que era donde se quedaba su maestro, este le

esperaba y con él, dos sables de luz, que le entregó con expresión serena.

Ventress estaba aturdida, pero su maestro solo se dio media vuelta.

—Sígueme y mantente a mi lado en todo momento —ordenó su

maestro.

Ventress le siguió en silencio, sin poner ninguna queja por

haberla obligado a retirarse de forma vergonzosa, porque nunca había sentido

aprensión en su maestro y ahora lo sentía. Su maestro estaba nervioso. Ella no

percibía nada de él más que control, pero sus sentimientos e instintos la

advertían de ello.

—Ventress, te has hecho fuerte. Antes he subestimado tu

potencial. Pero ahora pienso diferente y a partir de ahora te consideraré mi

aprendiz —dijo su maestro. Ventress no entendía nada.

—Maestro, ya soy su aprendiz —dijo Ventress aunque eso era

una obviedad.

—Sí, eso te he dicho, pero hasta ahora solo te he considerado

un asesino cualificado. Un lord Sith no puede tener aprendices si él mismo es

un aprendiz —explicó su maestro. Ventress se tensó y su maestro sonrió.

Tres horas después, Ventress entraba a una habitación que su

maestro le asignó al lado de la suya. Ventress estaba aturdida ante todo lo que

le contó su maestro.

La identidad de Dark Sidious como Palpatine. Cómo planeaban

deshacerse de la orden jedi y cómo esta guerra no era más que el juego de un

titiritero, cuyo fin era ascenderles en el poder a su maestro y a Palpatine. En

este plan, ella no era más que un peón destinado a ser abandonado, porque

Palpatine, Dark Sidious, no permitiría que ella fuera entrenada de forma

adecuada, pues esto podría significar su propia caída. Pero ahora todo había

cambiado.

Dark Sidious estaba conspirando para reemplazar a su maestro

y su maestro necesitaba a su propio aprendiz para hacerle frente a sus planes,

por lo que le ofrecía comprometerse a entrenarla, convirtiéndola en su

aprendiz. Y cuando todo terminara, serían ellos los que tomaran el poder en

lugar de Dark Sidious, del cual se desharían por el camino, cuando fuera el

momento apropiado.

Ventress reflexionó mientras meditaba y buscaba la guía en la

Fuerza para aclarar sus ideas. La guerra era falsa, pero a ella no le

interesaba la guerra. Esto se trataba de la república y los jedi. Los corruptos

debían caer y ellos instaurarían el orden. Los objetivos no cambiaban, pero

ahora sabía más. Ahora ella sería una verdadera Sith, por lo que Ventress

sonrió, pues ya tenía su respuesta. Pero siguió en su meditación por dos horas

más.

Al terminar su meditación, Ventress se dirigió a la sala de

entrenamiento de su maestro, en un salón vacío, con paredes y pisos de piedra.

—Ventress, parece que ya has tomado una decisión —dijo el

conde Dooku, levantándose de su meditación en el centro de la sala y tomando su

sable de luz.

Ventress llegó hasta él y se puso sobre una rodilla.

—Maestro, he decidido ser tu aprendiz y traer orden a la

galaxia —juró Ventress. Su maestro encendió su sable de luz y lo dejó a unos

centímetros de su hombro.

—Entonces levántate mi aprendiz. Juntos traeremos el orden a

esta galaxia. ¡Levántate Asajj Ventress! —ordenó su maestro, apartándose tres

pasos y de una vez adoptando una posición de guardia. Parecía que su

entrenamiento comenzaría ahora.

Ventress no dudó y se levantó para activar sus sables de luz

y atacar.

—Velocidad, aprendiz, pero no sacrifiques tu flexibilidad.

Debes responder en el momento adecuado, no antes ni después. Cada vez que

fallas en captar la oportunidad es un paso atrás que das en tu camino hacia la

victoria —advirtió su maestro después de enviarla volando tras un ataque de Fuerza

cuando por décima vez en una hora ella no pudo sostener su velocidad, dándole

tiempo para emplear la Fuerza y enviarla volando.

Era igual que enfrentarse a Skywalker. Su maestro y este eran

duelistas con estilos opuestos, pero Ventress no conocía mejores esgrimistas de

sables de luz. De hecho, cuando ellos se enfrentaron en su duelo de sables ese

bastardo de Skywalker no se atrevió a tratar de usar sus trucos. Su maestro lo

cortaría en dos si se atrevía a tratar de usar la Fuerza en su contra. Eso

quería decir que enfrentarse a su maestro era como luchar con Skywalker. Ella

tardaría años en igualarlos sin importar lo bien que fuera entrenada.

Ventress no podía aceptar eso. No aceptaría la humillación.

No estaba dispuesta. Ahora también estaba esa mocosa padawan y sus trucos

sucios…

Una idea vino a la mente de Ventress y la Fuerza y sus

emociones le urgieron a probarla. El lado oscuro la alentó arremolinándose a su

alrededor con sed de sangre y venganza. Ella miró a su maestro que se acercaba

y que levantó una ceja al sentir sus emociones y el alboroto de la Fuerza.

Ventress saltó hacia atrás y del suelo donde ella había

estado se levantaron esquirlas de roca que volaron hacia su maestro como dagas

afiladas. Su maestro levantó la mano para usar la Fuerza y detener su ataque.

Ventress se lanzó a toda velocidad para cortar con sus sables de luz. Su

maestro dispersó los fragmentos y detuvo su embestida, dejando espacio de sobra

para volver a empujarla, pero él no hizo ningún movimiento con la Fuerza, sino

que se apartó y cruzó su sable varias veces para deshacerse de los fragmentos

de rocas afiladas que habían vuelto al ataque después de que él las envió

volando. Esta vez él usó su sable de luz para cortarlas y que no pudieran

volver a lanzarse en su contra, pero eso evitó que él usara la Fuerza en su

contra y cruzaron los sables por todo un minuto antes de separarse.

—Interesante efecto, parece que has aprendido de tus

encuentros con Skywalker —dijo su maestro y la miró pensativo.

Ventress asintió. Después de tantos encuentros viendo la

forma en que Skywalker y ahora su aprendiz usaban la Fuerza para suprimirla,

ella había aprendido que también podía usar esto para aumentar su propia

habilidad. Su maestro desactivó sus sables de luz y Ventress le imitó.

—Este es un movimiento que delata tu impaciencia por el

poder, pero en este caso no tenemos tiempo para ser pacientes —dijo su maestro

mirando el polvo de roca que no había caído al suelo aún. Él se dio media

vuelta mientras mostraba una sonrisa.

—Sígueme aprendiz, consigamos algo mejor que simples rocas

como tu arma secundaria —dijo su maestro guiando el camino y Ventress caminó a

su lado.

En la noche, Ventress meditaba cuando sintió una perturbación

en la Fuerza, como un escalofrío del lado oscuro, por lo que abrió los ojos.

Esta no era la presencia de su maestro, era una Fuerza salvaje y descontrolada

que rezumaba odio y venganza.

Ventress se levantó y salió de su habitación para ir hacia su

maestro, pues este peligro se acercaba a ellos y debía ser parte de la traición

mencionada por él.

La habitación de su maestro estaba a su lado, por lo que

Ventress solo caminó unos metros y se disponía a tocar la puerta cuando se

quedó inmóvil.

—Un nombre Sith no era necesario, es una tradición más que

debe ser olvidada —dijo su maestro.

Ventress no tocó la puerta porque dentro no había nadie más.

«Él está hablando solo de nuevo», pensó Ventress sintiendo algo de aprensión.

—No quiero una bestia estúpida como Maul, quiero a alguien

capaz de seguir mis pasos, por eso le enseño control y no ira —replicó su

maestro como si hablara con alguien más.

—Pierdes tu tiempo, mi camino está decidido, soy un Sith, no

hay retorno del lado oscuro —dijo su maestro y Ventress sintió ¿pesar?

—Te advertí antes, las visiones del futuro pueden arrastrar a

un jedi a la desgracia y Skywalker seguirá el mismo camino.

—Te equivocas, Sifo-Dyas selló su propio destino, poco tuve

que ver. Su seguridad en lo que veía a lo lejos cegó su visión de lo que tenía

al frente y lo mismo pasará con Skywalker. No es una esperanza y no tengo

ningún…

—Haces bien. El orden llegará por mi mano, yo soy la única

esperanza de esta galaxia —dijo su maestro.

Ventress se apartó de la puerta, porque parecía que el ataque

de locura llegaba a su fin y su maestro volvía a la calma.

Ventress regresó a su propia habitación. Se sentó y volvió a

meditar. Su maestro había perdido el juicio. Esto explicaba por qué el otro

lord Sith lo había abandonado y se había buscado a otro aprendiz. Eso

significaba que su posición no era segura. Sin embargo, Ventress no huiría. Hoy

había aprendido más de Dooku de lo que había aprendido desde que se conocieron

y ella aceptó ser su aprendiz.

Dooku estaba loco, pero seguía siendo muy poderoso. De no ser

así, su maestro hubiese venido aquí a deshacerse de él antes de buscarse otro

aprendiz. Él se había vuelto loco, pero Ventress sentía cómo su poder seguía

creciendo y la Fuerza se fortalecía. Por esto, ella se quedaría. Aprendería de

él, ganaría experiencia, contacto e influencias, porque todo esto le fue

prometido. Cuando lo tuviera todo y junto a Dooku destruyeran al otro Sith y su

nuevo aprendiz, entonces sería el momento en que ella tomaría todo de él y le

daría descanso al anciano y su mente inestable. Ese sería su camino.

Dolor, sufrimiento, odio. Venganza. Los sentimientos se

arremolinaban en su mente mientras despertaba de su largo sueño, mirando su

cuerpo o lo que quedaba de él. El frío y una sensación persistente de dolor le

invadieron mientras los droides médicos se apresuraban a unir su cuerpo con las

prótesis.

Maul soportó el dolor gruñendo de furia y rabia y ahora, un

día después, pudo liberarse de sus ataduras y liberar su furia en contra de los

droides que le causaron tal sufrimiento.

—Bien, aprendiz, libera tu odio. Alimenta tus emociones al

lado oscuro y usa tu ira para fortalecerte —se carcajeó su antiguo maestro,

Dark Sidious.

Al satisfacer su ira, Maul se puso sobre una rodilla frente a

su maestro.

—Maestro, estoy preparado para seguir sirviendo y aprendiendo

—dijo Maul.

—Bien, porque mientras estuviste desaparecido, un nuevo sith

fue entrenado. Pero su talento es deficiente y ahora que estás de vuelta, ya no

es necesario. Juntos nos encargaremos de él y luego gobernaremos la galaxia

como debió haber sido desde un principio.

»Ahora descansa, aprendiz. Una vez lo hayas hecho, debo

enseñarte lo que aún no sabes, por lo que tu entrenamiento comenzará —dijo su

maestro y salió de la enfermería dejando su antiguo sable de luz para él… No,

un modelo igual.

Maul dejó que se marchara y luego se levantó y se miró a sí

mismo en un espejo roto de la enfermería. Él llevó la mano a su cabeza.

Dark Sidious había instalado una computadora allí. Era un

dispositivo de control para sus piernas y también una mejora para sus

habilidades físicas. También eran parte de un sistema de control de droides con

lo que el lord Sith pretendía que él ocupara el puesto de su general caído.

Toda la información ahora estaba en el cerebro de Maul que no sabía si seguía

siendo él o era una máquina…

Maul activó su sable y destruyó el espejo.

«Dark Sidious», gruñó Maul en su mente. Un día lo mataría. A

él y a Obi-Wan. Obi-Wan le había hecho pasar el peor tormento de su vida y

Sidious lo había usado, luego desechado y sustituido. Ahora volvía a reclamarlo

como una pieza más. Eso podía entenderlo ahora. Sidious era demasiado arrogante

haciendo ajustes a su cerebro y pensando que le sería imposible sacar

conclusiones…

No. Sidious ya sabía que él sacaría estas conclusiones. «Él

simplemente me ve como basura que puede usar y luego desechar», razonó Maul.

Pero Sidious se equivocaba. Él sería quien lo usara. Un día su momento

llegaría. El actual aprendiz de Sidious se había salido de control. Él se vio

obligado a traerlo de vuelta. Él creía que Maul no lo sabía, pero con este

agregado de cerebro, todo lo que él veía había sido registrado, procesado y

convertido en un historial.

En los registros, constaba que él había sido rescatado pocos

días después de su duelo con Obi-Wan, tratado, y luego congelado. Su cerebro no

tenía más datos, hasta que de nuevo fue despertado en manos de Sidious. Eso

significaba que él sabía que Maul estaba vivo, y cuando lo encontró, le guardó

como una carta que podía usar en caso de que su aprendiz se rebelara.

«¿Cómo supo Sidious que yo seguía con vida?», se preguntó

Maul. No lo sabía. Tendría que averiguarlo luego. De momento, su cerebro

computarizado le advertía que era más importante trazar un plan.

—¡Máquina estúpida! —reprendió Maul.

El plan solo podía ser uno, matar a Sidius. Pero no ahora. No

tenía el poder, ni las habilidades. Pero tenía la oportunidad para obtenerlas,

porque Sidius lo necesitaba. Su otro aprendiz se había convertido en una

amenaza para él, y gracias a eso, ahora Maul tendría su oportunidad. Él

aprendería y mientras lo hacía, se convertiría en una figura de poder y

autoridad, la mano derecha de Palpatine, un escalón apropiado para dar un paso,

y tomar todo su poder. Pero no ahora. Él debía esperar.

Esperar a que el otro aprendiz cayera. Esperar por el poder

que llegaría. Esperar por la influencia y la riqueza, mientras su fuerza

crecía. El primer paso, era tomar el control del ejército de droides, y

corregir sus fallos. Él necesitaba hacer méritos y ganar batallas.

Con todo esto en mente, Maul se sentó a meditar.

Al siguiente día, su entrenamiento comenzó, y Sidius se lo

tomó en serio, enseñándole todo lo que podía aprender por quince días.

A los quince días, Maul tenía muchas cosas que practicar para

hacerse más fuerte, y ya era hora de presentarlo con aquel por el que fue

reemplazado, por lo que fue enviado a Sereno.

Al llegar a Serenno, aquel por el que fue reemplazado después

de su caída le recibió junto a su aprendiz y a pesar de que Maul caminaba al

lado de un holograma de su maestro cuando bajó de la nave en el hangar del

palacio del aprendiz, este no se puso sobre una rodilla para recibirlo, como

era debido.

—Maestro —saludó Dooku, que era Dark Tyranus, el aprendiz por

el que Maul fue reemplazado.

—Lord Tyranus —saludó su maestro como si no notara nada

extraño—. La pérdida de Grievous ha sido un golpe para nuestros planes que no

podemos dejar pasar. Skywalker debe ser detenido y me temo que no basta con el

regreso de Grievous, pues jamás podrá plantar cara a Skywalker —dijo su

maestro.

—Opino igual —dijo Dooku—. Por eso estaba pensando en que

Ventress ocupara su lugar —agregó señalando a la aprendiz a su lado.

Maul pensó que su maestro primero se rebanaría el cuello a sí

mismo antes que permitir que este aprendiz en rebelión controlara un ejército.

—Tu idea es buena, «aprendiz» —enfatizó Sidious—, pero ya he

resuelto este asunto para que tu agente siga sirviéndonos con más libertad de

movimiento. Ante ti están los restos de Dark Maul, mi anterior aprendiz.

»He recuperado su cuerpo y le he convertido en un droide leal

a nuestra causa, que desempeñará el papel de Grievous sin ningún inconveniente,

pues Skywalker no podrá hacerle frente —dijo su maestro—. Dark Maul es una

herramienta sin más voluntad que la de obedecer, para gloria del futuro imperio

Sith. Puedes confiarle nuestras operaciones, estoy seguro de que no te

decepcionará —agregó Sidious.

—Por supuesto, maestro, será como usted diga —dijo Dooku.

El cerebro electrónico de Maul le indicaba que ni un niño de

cinco años se creería ninguna palabra de lo que se había dicho en esta reunión,

pues carecía de todo sentido.

Por otro lado, todos allí actuaban como si las tonterías

dichas tuvieran perfecto sentido. Maul entre ellos, porque esta farsa debía

continuar hasta que él tuviera el poder en sus manos. Luego, todos pagarían el

precio de su traición.

Anakin

Una semana después de llegar a las Mil Lunas, Anakin

controlaba el Sistema 0 para reparar los daños en el Verdad y Reconciliación

cuando recibió una alarma de R2.

Anakin se apresuró a quitarse el casco y por un segundo vio

doble debido al sonido de la alarma que por poco lo deja sordo. Anakin miró a

R2.

—R2 la venganza y la ira son el camino al lado oscuro

—aconsejó Anakin.

R2 se excusó diciendo que sus sensores aún no estaban en

línea y romper sus tímpanos no fue su intención.

—¿Qué sucede? —preguntó Anakin con un suspiro.

R2 le notificó que el consejo Jedi le estaba llamando y era

una emergencia. Anakin asintió y se levantó para ir a la sala de comunicaciones

seguido por R2 que se estrelló varias veces con sus pantorrillas con la excusa

de que tenía problemas con sus nuevos sistemas operativos.

—¿Maestros? —preguntó Anakin cuando conectó la comunicación.

En frente de él estaba todo el consejo de maestros y también

Obi-Wan.

—Anakin, ¡hay una perturbación evidente en el lado oscuro,

deja de fingir ignorancia! —reprendió Obi-Wan.

—Maestro, no estoy fingiendo ignorancia, aunque se equivoca,

no es una perturbación, es una hermosa tormenta —dijo Anakin mostrando una gran

sonrisa.

—¿Caballero Anakin? —preguntó Windu levantando una ceja.

—¿Maestro Windu? —preguntó Anakin sin dejar de sonreír.

—¡Anakin! —reprendió Obi-Wan.

—Maestro, me llaman para pedir un favor, ¿no le parece que no

es a mí a quien tiene que reprender por ser maleducado? —se quejó Anakin.

El holograma azul claro de su maestro cambió de color a un

azul más oscuro por lo que Anakin supuso que se estaba poniendo púrpura en este

momento pero cuando iba a hablar Windu levantó la mano.

—Caballero Skywalker, este consejo sabe que tus sentidos son

sobresalientes. ¿Nos harías el favor de explicarnos qué te dicen tus sentidos

de este asunto? —preguntó Windu con propiedad.

Anakin hizo una mueca. Por alguna razón no le gustaba cuando

estos ancianos se rendían y le concedían una victoria fácil. Le hacía sentir

cierta pérdida.

—Los Sith están alborotados, yo diría que están dispuestos a

rebanarse el cuello unos a otros. El lado oscuro es un caos en este momento y

está dividido. Parece que todos los candidatos tienen su aprobación por lo que

sus ambiciones deben de ser muy serias —dijo Anakin con una sonrisa. Luego

levantó la mano antes de que empezaran a acusarlo.

—No soy el responsable de esto, otro jedi ha estado

susurrando en los oídos de Dooku y esto ha puesto muy nervioso a su maestro y

le ha obligado a buscar refuerzos —explicó Anakin y todos le miraron como si

trataran de decidir si decía la verdad.

—¿Qué jedi ha tenido contacto con Dooku? —preguntó Obi-Wan

que le conocía mejor y sabía que él no mentía.

—Qui-Gon, el bastardo se ha estado escondiendo de mí, supongo

que él que le diga que se murió por no hacerme caso es demasiado para su

orgullo, por lo que prefiere ir a hablar con su antiguo maestro —dijo Anakin.

Él ya había sentido a Qui-Gon, aunque el bastardo no diera la

cara él sabía que estaba allí. El consejo le miró con indignación y se

preparaban a reprenderlo, pero su maestro hizo una reverencia.

—Maestros, Anakin no jugaría con esto, de hecho ha estado

esforzándose en contactar con mi maestro los últimos años. Y yo… —Obi-Wan no se

atrevió a seguir hablando porque todo el consejo lo miró de repente.

—Maestro, me sorprende. Ocultándole información al consejo

—dijo Anakin algo molesto porque por sus palabras era evidente que este tipo ya

había contactado con Qui-Gon y no le dijo nada.

—¡Anakin! —reprendió Obi-Wan y luego miró al resto del

consejo—. Maestros, no estaba en buenas condiciones en ese momento, pensé que

tal vez lo había soñado, pero ahora que Anakin ha hablado, mis instintos me

dicen que no estoy equivocado —se excusó su maestro.

El resto del consejo guardó silencio. La mayoría aún no

aceptaba el estado actual de Qui-Gon y lo daba por tonterías dichas por él a

pesar de todas las pruebas.

—Meditar sobre esto debemos —dijo Yoda y lo miró a él—.

Caballero Skywalker, tus acciones han sido el inicio de esto, la visión de los

Sith sobre ti estará —advirtió Yoda. Anakin asintió, él ya estaba preparado

para esto.

—Maestros, pronto no será solo sobre mí, el lado oscuro

querrá librarse de todas esas pequeñas luces que se le oponen. Necesitaré su

permiso para protegerles —dijo Anakin.

—Quiénes son, decirnos no harás —dijo el maestro Yoda.

—Maestros, puedo sentir el lado oscuro creciendo en la orden

jedi…

—¡Anakin! —reprendió Obi-Wan.

Yoda y Windu intercambiaron miradas y el resto del consejo al

verlo se abstuvieron de reprenderlo.

—Caballero Skywalker, después de tu misión acércate al

templo, meditaremos sobre ello —dijo Windu. Anakin asintió y el resto del

consejo lució desanimado pero desde la caída de Dooku su fe en ellos mismos

había caído un poco.

Anakin tampoco mentía, con la guerra y la muerte por todas

partes las dudas llegaban y corromper a los jedi no era algo que se le diera

mal a Palpatine menos ahora que sus planes se estaban convirtiendo en un caos.

—Caballero Skywalker, le esperaremos —dijo Windu y la

comunicación se cortó.

Anakin sabía que Maul había vuelto, parecía que Palpatine se

enteró de la busqueda de los jedi de Maul en Naboo, y fue más eficiente que

ellos en buscarlo. Esto podía ser un error suyo, o una ventaja, considerando

que los Sith habían vuelto a sus orígenes, y habían empezado a planear unos

contra otros, el tiempo diría si esto le daría una ventaja o sería algo que le

causara problemas.

Anakin volvió a las reparaciones de la nave, pero unas horas

después, R2 volvió a gritar en sus oídos porque una pequeña nave se acercaba.

Anakin estaba extrañado porque se suponía que nadie sabía que

estaba allí, pero la que se acercaba era Ahsoka y las defensas no se activaron.

Anakin se levantó y fue al puente superior para recibirla

porque ella no fue al hangar de la base sino al del Verdad y Reconciliación.

Anakin estaba algo nervioso porque había una forma de llegar hasta allí para

ella y la Fuerza le confirmaba que sus instintos estaban en lo correcto, ella

había seguido su vínculo.

—Anakin entrenemos —dijo Ahsoka apenas bajó de su caza.

Anakin solo pudo parpadear porque ella no le llamó maestro y

había frialdad en sus palabras. Anakin notó que hasta ahora él gozaba de un

gran respeto de parte de Ahsoka pero solo ahora que ella lo llamaba por su

nombre sin ninguna señal de este respeto Anakin se daba cuenta de ello.

—Ahsoka, ¿cómo ha ido tu misión? —preguntó Anakin con

aprensión.

—Nute Gunray escapará de su prisión pero he obtenido mucha

información sobre sus operaciones. La senadora Amidala parecía feliz por ello.

Nute Gunray es un miembro del consejo separatista y por debajo de Grievous y

Dooku es el más alto de ellos y quien tiene mayor información. Muchos senadores

estaban en sus listas de pago —dijo Ahsoka y sacó un cristal Kyber—. Ya he

tomado el mío —informó.

Anakin estaba algo asustado. Él tomó el cristal Kyber.

—Ahsoka, debes estar cansada por el viaje, deberías descansar

y meditar. Ahora también estoy ocupado y luego debemos partir pues el consejo

me ha llamado —se excusó Anakin.

—Anakin, entrenaremos ahora —dijo Ahsoka.

—Padawan… —Anakin interrumpió su reprimenda porque Ahsoka

llevó su mano a su sable de luz.

—Bien, entrenaremos ahora —dijo Anakin dándose por vencido.

Parecía que tendría que darle una lección a su padawan que al parecer planeaba

darle una paliza.

Algunos minutos después ellos dos estaban en una bodega de

carga despejada y Ahsoka desplegó cinco esferas y activó su sable. Anakin

suspiró y activó el suyo.

Ahsoka abrió con un ataque de potencia mientras sus esferas

disparaban. Anakin no planeaba dejar que su padawan se creyera demasiado porque

eso la metería en problemas luego. Su intención era mostrarle a Ahsoka que su

control de la Fuerza no estaba en el mismo nivel por lo que con su mano

izquierda detuvo los disparos bláster y con su sable de luz su ataque de sable

empujando al mismo tiempo con la Fuerza.

—Maestro, Padmé le envía saludos —dijo Ahsoka y el corazón de

Anakin se saltó varios latidos.

—¡Aaaaaah! —gruñó Anakin cuando un disparo de bláster impactó

en su mano derecha haciendo caer su sable de luz.

Ahsoka aprovechó para hacer un golpe cargado mientras sus

esferas disparaban sin cesar. Anakin se vio obligado a usar la Fuerza en gran

cantidad para absorber todos los disparos bláster a la vez que dirigía esta

misma habilidad a su mano izquierda para detener el sable y usaba telequinesis

para enviar volando a Ahsoka junto a sus esferas.

Ahsoka voló unos diez metros y sus esferas se estrellaron

contra la pared. Si fueran droides comunes, estas hubiesen sido destruidas,

pero como eran células artificiales, los daños fueron reparados al momento y

volaron de nuevo hasta Ahsoka, que después de levantarse, volvió a estar en

guardia.

—¡Ahsoka! —reprendió Anakin.

—Anakin, solo cura tu mano y continuemos —dijo Ahsoka.

Anakin parpadeó.

—¡Xión! —reprendió Anakin, entendiendo todo.

—Si no te pones serio, mi padawan va a darte una paliza —dijo

él mismo.

—¡Es mi padawan! —reprendió Anakin.

—Es a mí a quien llama maestro —se burló Xión.

Anakin se sintió traicionado, pero no tuvo tiempo de

quejarse, porque Ahsoka volvió a atacar con intenciones de cortarle la cabeza,

por lo que él saltó mientras curaba su mano y usaba la Fuerza para recuperar su

sable de luz.

—Anakin, ¿quién es Dark Vader? —preguntó Ahsoka y Anakin

recibió otro disparo en una pierna.

—¡Xión, te voy a matar! —gruñó Anakin.

NA: los Sith planean sus traiciones y Ahsoka ha sido robada.

En el próximo capítulo veremos a Padmé y las consecuencias de todo lo que soltó

Nute Gunray ante los métodos de interrogación de Ahsoka.

 

 

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