Capítulo 20
Mandalore Parte 2
Ahsoka
detuvo el disparo de blaster aturdidor, saltó diez metros y golpeó al clon
haciéndolo perder el equilibrio, luego lo tomó y lo usó de escudo para detener
otros tres disparos, mientras saltaba a una plataforma superior para
enfrentarse a cinco clones, a los que empujó con la Fuerza, haciendo un split y
dejando que algunos disparos pasaran sobre su cabeza.
Ahsoka no se
quedó quieta y se lanzó sobre la pasarela, recogiendo las piernas y rodando
varios metros, ya que los clones cercanos avanzaron, tratando de abrumarla con
su número. Ahsoka los esquivó y usó el impulso de la rodadura para saltar una
vez más hacia el piso inferior, donde se encontraba el mayor número de clones.
Era hora de ponerse seria, así que sacó su sable de luz y, mientras caía,
desvió unos diez disparos, haciendo que varios clones cayeran.
Ahsoka
sonrió y continuó con su estrategia de abrumarlos con su velocidad, mientras
los clones persistían en utilizar sus números y disparos precisos, sin darle un
segundo para pensar.
…
—¡Ahsoka!
—reprendió Anakin, llegando al final de su entrenamiento, cuando Ahsoka
sostenía a los cinco últimos clones en el aire con la Fuerza, y estos trataban
de dispararle con sus blasters.
Ahsoka
parpadeó, ya que Anakin retiró el casco del sistema 0 de su cabeza usando la
Fuerza, lo que la dejó un poco descolocada. Ahsoka comenzó a respirar con
dificultad al darse cuenta de lo cansada que estaba, y luego se tensó al mirar
a su alrededor, apresurándose a retirar la Fuerza de los clones que sostenía,
incluido el Capitán Rex.
Anakin
corrió rápidamente y sostuvo a Rex, quien Ahsoka notó que tenía un brazo roto.
—Rex, ¿estás
bien? —preguntó Anakin con preocupación.
—Estoy bien,
General, solo es una pequeña fractura —dijo Rex, mientras los demás clones en
el suelo gemían de dolor.
Ahsoka no se
había dado cuenta de que sus golpes habían sido tan brutales... Bueno, sí se
dio cuenta, pero sabía que las heridas sanarían, y su objetivo era evitar ser
aturdida, por lo que la forma más eficaz de hacerlo era incapacitarlos a todos.
Con más de doscientos clones atacándola, ella no podía simplemente empujarlos o
desarmarlos, ya que eso requeriría enfrentarse varias veces al mismo oponente.
Ella debía incapacitarlos en un solo movimiento, o su resistencia no sería
suficiente. Esa fue la elección que le brindó el sistema 0, y ella... la
aceptó.
Al darse
cuenta de lo que había hecho, Ahsoka se mordió los labios, observando el casco
del sistema 0 en las manos de Anakin y el brazo torcido de Rex en una posición
extraña. “Esto no terminará bien", pensó Ahsoka. Era hora de tomar medidas
extremas.
—¡Maestro!
—dijo Ahsoka con tono respetuoso...
…
Una hora
después, Anakin le había confiscado el casco del sistema 0, y ahora Ahsoka
esperaba a que los clones terminaran de organizar todo con el transporte que la
llevaría a su misión de castigo. Ahsoka suspiró con abatimiento y miró a Rex a
su lado, que llevaba su brazo derecho en cabestrillo. Ahsoka se sintió
culpable.
—Capitán
Rex, lo siento, yo... estaba enojada —dijo Ahsoka, decidida a ser sincera.
El sistema 0
no habría podido afectarla si ella no hubiera actuado con ira en ese momento,
por lo que las heridas que infligió a los clones eran su responsabilidad.
—¿Estabas
enojada? —preguntó Rex con un tono insinuante. Ahsoka miró al frente, pero
después de unos segundos, volvió a suspirar.
—Estoy
enojada —dijo Ahsoka—. Creo que en verdad sería mejor tomar un descanso
—agregó, y la expresión de Rex cambió a una serena. Ahsoka volvió a mirarle.
—Cuando él
se enoja, esa ira no desaparece hasta que golpea cosas muy específicas —dijo
Rex, con una insinuación en su voz.
—Rex,
¿sugieres que vaya a golpear a Anakin hasta que me calme? —preguntó Ahsoka. Rex
hizo una mueca.
—Era una
broma —se excusó Ahsoka, mientras R2 se acercaba para informar que todo estaba
listo. Ahsoka asintió.
Anakin era un
inmaduro, ella era una adulta, aunque lo sucedido con los clones fue su
responsabilidad, no habría ocurrido si el sistema 0 no estuviera presente. Ella
no era Anakin, solo necesitaba un poco de espacio lejos de él, porque desde
hacía un mes no podía verle sin desear sacar su sable y cortarle una o dos
manos, darle muchas patadas, tal vez algunos puñetazos en el rostro…
Ahsoka
reprimió sus emociones a la fuerza y, junto a R2, caminó hacia su transporte.
…
Unas horas
después, Ahsoka abordó una fragata donde la esperaba Obi-Wan. Ahsoka lo saludó
con una reverencia.
—Maestro
Obi-Wan —dijo Ahsoka, pero Obi-Wan la miró con sospechas. Ahsoka no entendió su
reacción, ya que había estado meditando y su estado era de calma.
—Ahsoka,
sígueme —dijo el Maestro Obi-Wan y la llevó a la sala de comunicaciones, donde
los esperaba el holograma del Maestro Windu.
—Maestro
Obi-Wan, Padawan Ahsoka —saludó el Maestro Windu y miró al Maestro Obi-Wan—.
¿Sucede algo, Maestro Obi-Wan? —preguntó el Maestro Windu. Ahsoka se tensó,
pero después de un segundo, el Maestro Obi-Wan negó con la cabeza, y el Maestro
Windu la miró a ella.
—Padawan,
Mandalore enfrenta una situación difícil. Debido a su postura política en esta
guerra, algunos mundos de la República y el mismo Senado han tomado medidas en
su contra, lo que ha generado problemas en las rutas de comercio de Mandalore y
el grupo de planetas a los que representa.
»La Duquesa
Satine ha pedido ayuda al Consejo Jedi, pero no somos comerciantes y no podemos
tomar una posición política. Por lo tanto, optamos por una solución más
diplomática, aceptando enviar un consejero para evaluar la situación —explicó
el Maestro Windu, transmitiendo los datos de su misión.
Ahsoka leyó
los detalles de la misión y le pareció una tontería, ya que no veía cómo darles
clases de ética profesional a los futuros líderes de Mandalore podría resolver
la trama de corrupción y la situación económica que se presentaba allí. Sin
embargo, ella asintió a las órdenes y no presentó ninguna queja. Esta misión
era un castigo para ella, y si se quejaba, Anakin simplemente la enviaría a
algún otro lugar igual de fastidioso.
El Maestro
Windu pareció conforme y cerró la comunicación, pero cuando Ahsoka miró al
Maestro Obi-Wan, este hizo una mueca y parecía haber comido algo en mal estado.
—Maestro,
¿sucede algo? —preguntó Ahsoka, controlando su tono para hablar con suavidad,
aunque su actitud ya empezaba a molestarla.
—Ahsoka,
¿algo te molesta? —preguntó el maestro Obi-Wan. Ahsoka frunció el ceño, porque
no entendía cómo él lo había notado.
—¿Por qué lo
dice? —preguntó Ahsoka con curiosidad, pensando que quizás estaba tan enojada
que ella no lo notaba, pero ahora creía estar en calma, porque Anakin estaba
lejos.
—Bueno,
cuando Anakin se comportaba de acuerdo a lo que se esperaría de un padawan, eso
siempre significaba…
—¡No soy
Anakin! —reprendió Ahsoka, y el Maestro Obi-Wan dio un respingo mientras
levantaba las manos—. Quiero decir, él y yo somos diferentes —dijo Ahsoka
apresurándose a recuperar la calma y olvidarse de Anakin.
—Padawan,
por favor, sal un momento —dijo el Maestro Obi-Wan, y Ahsoka vio antes de que
él cerrara la puerta que llamaba al Consejo Jedi.
Ahsoka
suspiró, preguntándose si la llamarían al Templo para meditar con el Maestro
Yoda o si Anakin la enviaría a algún planeta desértico como castigo.
…
Unas horas
después, el Maestro Obi-Wan la miraba con renuencia mientras la despedía en el
puerto mandaloriano, presentándola al Primer Ministro, que suspiró al preguntar
si ella era toda la ayuda que habían enviado para mil quinientos mundos. Ahsoka
opinaba lo mismo que él, por lo que no dijo nada. Ella estaba más sorprendida
porque el Consejo le permitiera continuar en esta misión después de su
arrebato, y parecía que el Maestro Obi-Wan también estaba incrédulo.
Ahsoka no
entendía nada, pero cumplió con su misión, que consistía en dar clases a
algunos cadetes, entre los que se encontraba el sobrino de la Duquesa. Dado que
la corrupción era el mayor problema de Mandalore en este momento, ese fue el
tema que ella explicó, siguiendo las directrices y definiciones del Templo
Jedi.
…
La
corrupción era el resultado de funcionarios corruptos que, por ambición
personal, estaban dispuestos a saltarse las reglas, y correspondía a los
ciudadanos tomar cartas en el asunto y estar siempre alerta con respecto a
estos pocos descarriados para mantener el orden…
Ahsoka, que
estaba en la habitación que le habían asignado después de terminar sus clases,
miró la ciudad de Mandalore, compuesta por edificios que se extendían por
kilómetros bajo una gran cúpula debido a las guerras civiles que convirtieron
al planeta en un desierto.
Ahora los
mandalorianos decían haber reflexionado sobre la guerra y elegían vivir en paz.
Ahsoka bufó y lanzó la tableta de datos al sofá. Desde que ella llegó a este
lugar, solo podía sentir emociones reprimidas y caos a punto de desatarse. Esta
gente se estaba engañando a sí misma.
Ahsoka miró
el paquete de datos que había arrojado. «También el Consejo se está engañando a
sí mismo», pensó Ahsoka, y se apresuró a sacudir la cabeza mientras su corazón
latía con fuerza.
—¡Esto es tu
culpa! —gruñó Ahsoka molesta.
Ahsoka
intentó controlar su enojo, pero no pudo porque la propia Fuerza le confirmaba
que sus pensamientos estaban en lo correcto. Esto era culpa de Anakin, él no
dejaba de decir tonterías sobre la República y cómo era corrupta y servía a
intenciones oscuras, ignorando a sus ciudadanos y sus propias leyes.
Ahsoka
levantó la mano, y el paquete de datos volvió a ella. Ella lo volvió a leer y
lo arrojó de nuevo.
—Una verdad
a medias —dijo Ahsoka, y R2, que la vigilaba en nombre de Anakin, emitió un
sonido para indicar que estaba de acuerdo con su opinión.
R2 se acercó
a ella desde el otro lado de la habitación, y Ahsoka lo miró con sospecha, ya
que R2 era el guardia de seguridad en esta misión y ella la prisionera que
debía vigilar.
—R2, ¿sabes
lo que es una verdad a medias? —preguntó Ahsoka. Luego, dio un respingo cuando
R2 respondió.
—¡No, R2,
estás equivocado, solo siento ira, nada más! —se excusó Ahsoka—. Bueno —dijo
para interrumpir a R2—. Estás equivocado, pero si estuvieras en lo correcto,
eso sería una media verdad, por lo que en verdad lo comprendes —dijo Ahsoka de
forma apresurada. R2 estuvo de acuerdo, pero su tono era falso. Ahsoka miró la
ciudad.
—R2, lo
escrito por el Consejo es una media verdad, porque la corrupción no es algo que
afecte a unas pocas personas. Todos deseamos cosas, todos tenemos personas que
nos son queridas. Y si podemos ayudarlas, aunque nos saltemos algunas reglas,
lo haremos.
»Y ese, R2,
es el origen de la corrupción, nuestro propio egoísmo. Una pequeña cosa al
principio, y luego en algún momento nos damos cuenta de que hemos cruzado la
línea, pero al mirar atrás, ya ni siquiera es importante, porque nosotros
estamos bien y los que apreciamos también, los demás pueden arreglárselas por
sí mismos.
»Este es el
comienzo del fin, supongo que luego los límites se expanden, y llegamos a donde
está Mandalore y la República en este momento, donde la corrupción y el crimen
van de la mano —dijo Ahsoka con un suspiro—. Si tomamos en cuenta esto, la
información del Consejo, y el código de ética, es una media verdad —concluyó
Ahsoka.
R2 replicó,
y Ahsoka pensó.
—No, no
puedo considerarlo información superficial, porque esto es el código de ética
del Senado, no un resumen para niños, aquí debería estar toda la información, y
si no lo está, fue porque quien lo escribió decidió ser vago —dijo Ahsoka. R2
volvió a replicar.
—Sí, existe
la posibilidad de que lo ignorara, pero esto es obra de un político y si yo
puedo verlo, ellos que están en esto también deberían poder hacerlo —dijo
Ahsoka, que no se tragaría ninguna excusa.
El código de
ética era vago a propósito, y si daba esto por hecho, ¿no serían las leyes de
la República, también hechas de esta forma? Entonces, la corrupción de la
República era algo intencional, y el hecho de que el Senado se mantuviera en
una discusión constante y sin final también podría ser obra de alguien, algo
hecho a propósito…
Ahsoka
sacudió la cabeza porque no estaba en el estado de ánimo adecuado para pensar
en estas cosas, sus sentimientos…
Ahsoka
sacudió la cabeza con fuerza, descartó todo a la fuerza y miró a R2.
—R2, ¡voy a
dormir! —sentenció Ahsoka.
…
Al siguiente
día, Ahsoka parpadeó porque al llegar a su salón de clases encontró a un grupo
de sus alumnos esperándola, y aún faltaban algunos minutos para comenzar su
hora de clases. Ellos también tenían más clases, por lo que se habían saltado
su hora con otros profesores.
«Estas son
las pequeñas cosas que nos llevan al desastre, y de las cuales debía advertir
ese código de ética inútil», pensó Ahsoka con un suspiro.
—Padawan
Ahsoka…
Para
sorpresa de Ahsoka, sus clases solo fueron inútiles a medias, porque los chicos
de su clase se habían saltado las reglas para hacer una investigación
anticorrupción por su cuenta e incluso habían descubierto algo.
—¿Padawan
Ahsoka? —preguntó Korkie, que era el sobrino de la Duquesa Satine.
Ahsoka se
recuperó del aturdimiento que le produjeron las acciones de estos chicos. Ella
no pudo evitar pensar en sí misma y también en Anakin, que era famoso por
saltarse las reglas de forma constante.
«Sin duda,
estas son las consecuencias de tratar a los estudiantes con medias verdades»,
pensó Ahsoka, creyendo que su rebeldía en el fondo también podía ser culpa de
la República. También podía ser que el saltarse las reglas de estos chicos
fuera coincidencia, pero Ahsoka ya no creía en las coincidencias.
—Muéstrenme
esa grabación —dijo Ahsoka con seriedad, y Korkie pareció algo sorprendido,
pero se apresuró a darle la grabación.
—Ustedes ya
han hecho suficiente. Llevaré esto con la Duquesa Satine para que las
autoridades se encarguen, pero no deben volver a hacer algo así. Las reglas
están ahí para protegerles del peligro, y si anoche algo hubiese salido mal,
tanto ustedes como sus familias lo lamentarían —aconsejó Ahsoka, sintiéndose
algo hipócrita, pero no podía permitir que estos chicos corrieran peligro
debido a su falta de orientación.
—Ya hemos
ido con mi tía Satine —dijo Korkie con un suspiro de abatimiento. Ahsoka
parpadeó.
—¿Le
contaron lo que me han contado a mí? —preguntó Ahsoka con dudas, y los chicos
asintieron.
Ahsoka miró
la grabación en sus manos, luego hizo una mueca y suspiró para no enojarse,
porque comprendió que si ella no hubiera estado escuchando las tonterías de
Anakin, también habría ignorado a estos chicos, y más, porque al sentirse
identificada con ellos, le generaban un sentimiento de rechazo, y ella se
negaría a escuchar a la Fuerza a su alrededor.
—Me
encargaré de que ella atienda, no mencionen esto a nadie más… —Ahsoka se detuvo
y, en otras circunstancias, esto sería lo último que diría, pero de nuevo,
recordó a Anakin, y los chicos dieron un paso atrás.
—Les digo
esto porque no deben confiar en nadie cuando se trata de estas cosas. Es mejor
aparentar que todo es normal hasta que las cosas se resuelvan —advirtió Ahsoka,
recordando las veces que se había metido en problemas por instrucciones
confusas que simplemente ignoró porque creyó que sus maestros solo querían
deshacerse de ella.
Los chicos
parecieron tomar en serio su advertencia o estar intimidados, por lo que Ahsoka
supuso que mantendrían la boca cerrada y salió del salón para dirigirse a la
Duquesa Satine.
…
—Padawan,
los niños suelen tener una gran imaginación, estoy demasiado ocupada…
Ahsoka
ignoró a la Duquesa y de inmediato le dio la grabación a R2, que comenzó a
reproducirla, mostrando una escena en la que un encapuchado negociaba un
intercambio de mercancías en lo que parecía ser un almacén.
—R2,
muéstrame quién está bajo esa capucha —dijo Ahsoka, ya que como Padawan y
comandante en la guerra, ella tenía esa autoridad.
La Duquesa
abrió mucho los ojos cuando la apariencia del encapuchado fue revelada. Ahsoka
suspiró, porque ella también había querido sorprenderse.
—Al menos no
eres tú —dijo Ahsoka, y la Duquesa la miró con un parpadeo, dándose cuenta de
que ella también había sido una de sus sospechosas. Lo que ella no sabía era
que Ahsoka todavía no la había descartado. Bien podría ser una socia del
culpable, ya que el corrupto era su Primer Ministro, el hombre que recibió a
Ahsoka al llegar, Almec.
—¿Duquesa,
de qué forma piensa actuar? —preguntó Ahsoka con propiedad. La Duquesa solo
parpadeó, aún aturdida.
Ahsoka no
sentía nada más que conmoción emanando de ella. Era posible que ella no
estuviera involucrada en este asunto. Ahsoka decidió dejarla reflexionar y,
junto a R2, se apartó del escritorio de la Duquesa, quien pareció agradecer que
se le diera tiempo para pensar. Ahsoka, junto a R2, observó la vista desde las
vidrieras de la oficina de la Duquesa, que daban al centro de la ciudad.
…
—Almec debe
ser arrestado —dijo la Duquesa unos minutos después. Ahsoka asintió y se dio
media vuelta para salir, y planificar su siguiente clase, donde pensaba
saltarse el libro y dar una verdadera clase de ética a los chicos.
«La
esperanza no debe perderse», pensó Ahsoka, aunque parecía que esta generación
de mandalorianos estaba perdida. Quizás en el futuro, sus palabras podrían
significar algo para esos chicos, después de todo, ellos habían actuado debido
a ellas la primera vez, por lo que se podía llegar a pensar que estaban
dispuestos a escuchar…
—Padawan,
por favor, espera —dijo la Duquesa Satine, interrumpiendo sus pensamientos.
Ahsoka se
detuvo a medio camino hacia la puerta y miró a la Duquesa, que de repente no
parecía saber por qué se había dado media vuelta, a pesar de que fue ella quien
la llamó.
—Yo… parece
que no estás de acuerdo con mi decisión —tartamudeó Satine con dudas.
—No,
sospecho que es cómplice de Almec, pero no tengo pruebas de ello, por lo que
solo puedo apartarme y volver con los chicos —dijo Ahsoka con sinceridad.
De nuevo, la
Duquesa Satine pareció conmocionada de incredulidad. Si ella era cómplice de
Almec, en verdad era la mejor actriz que Ahsoka conocía, pero si no era
cómplice de Almec, ¿no significaría eso que ella era una completa incompetente
en ejercer su puesto? Se preguntó Ahsoka, mirando a la Duquesa tratando de
replicar a su acusación.
—Mandaré a
arrestar a Almec —logró decir la Duquesa, y Ahsoka solo pudo concluir que ella
era una incompetente. «¿Eran así todos los gobernantes de la República en la
actualidad?», se preguntó Ahsoka con tristeza.
—Almec es su
primer ministro. Si él está involucrado en esto, significa que hay cientos de
personas, quizás miles debajo de él. Esto es una organización. Arrestarlo no
acabará con la corrupción, solo hará que esta esté más desorganizada y, en
consecuencia, sea aún más peligrosa.
—Usted tiene
dos opciones: negociar con Almec y su organización criminal, dejándoles actuar
bajo cierto control, o actuar con fuerza para suprimirles a todos… —la Duquesa
le miró horrorizada, ante lo que sería una guerra civil. Ahsoka hizo una mueca.
—Pediré al
Consejo Jedi que envíen por mí —dijo Ahsoka y se dio media vuelta para ignorar
a la Duquesa, que la llamó varias veces.
Ahsoka no
quería verlo. Ella fue directo a su habitación y comenzó a meditar.
En su
meditación, Ahsoka sintió el vínculo con su maestro, y ella le siguió de mala
gana, apareciendo en el puente de una extraña nave piramidal. Su maestro estaba
sentado en frente de ella en un trono dorado. Él tenía la misma presencia de
Anakin, pero su apariencia era la de un hombre rubio de ojos azules.
—¿Maestro,
me llamaste? —preguntó Ahsoka.
—Tus
sentimientos están algo más revueltos de lo que deberían ser debido a tus
hormonas alborotadas —dijo su maestro.
—¡No tengo
las hormonas alborotadas! —exclamó Ahsoka avergonzada.
—Padawan, tu
narcisismo y el de Anakin me entretienen, pero no hablaremos de ello. Debes
resolver estos asuntos por tu cuenta. ¿Qué ha sucedido? —preguntó su maestro.
Narcisismo,
pensó Ahsoka. Según su maestro, Narciso era un loco que se enamoró de sí mismo
en un espejo, él decía que Anakin y ella eran lo mismo porque eran muy
similares.
Ahsoka se
enfadó, pero su maestro era una bestia parda, y ella no se atrevía a replicar,
y tampoco se sentía con ánimos de hacerlo. Ella no estaba enamorada de Anakin.
—¿Maestro,
tiene la República alguna esperanza? —preguntó Ahsoka.
Su maestro
se carcajeó. Ahsoka hizo un puchero.
—Padawan, le
pones demasiado cuidado a las tonterías de Anakin, no sigas sus pasos. Ahora,
muéstrame —ordenó, y Ahsoka hizo una mueca para mostrarle lo sucedido con la
Duquesa Satine.
—Ella es
incompetente, y tú ya das un paso atrás y planeas llamar al Consejo. Padawan,
al tratar con políticos, la incompetencia es la mayor bendición con la que te
encontrarás. Ella también puede ser ignorante, corrupta, negligente, malvada o
peor que todo esto, haber llegado a un punto donde la maldad es una norma de
vida —dijo su maestro con un suspiro, y luego la miró con seriedad.
—Padawan,
también te equivocaste en tus opciones, pues en realidad, la Duquesa tiene
cuatro opciones —dijo su maestro.
…
Una hora
después, Ahsoka volvió a la oficina de la Duquesa, que la miró con sorpresa
mientras dejaba un comunicador sobre su mesa. Ella parecía estar sufriendo una
crisis, y Ahsoka se sorprendió de que en tan poco tiempo, y con solo las
palabras que ella dijo, la Duquesa ya se hubiera informado del alcance de la
situación.
—No he
llamado al Consejo —dijo Ahsoka—. He hablado con mi maestro, y él me ha
convencido de “aconsejarle” —agregó remarcando sus palabras finales.
—¿El General
Skywalker? ¿Qué propone él? —preguntó la Duquesa con esperanza en su voz.
Ahsoka se
quedó aturdida por un segundo, luego recordó que Anakin era un héroe para la
gente de la República.
—Sí, él me
ha enviado —mintió Ahsoka de forma descarada—. Las otras dos opciones son
mentirle al Primer Ministro sobre la negociación, y una vez estén negociando,
apresarlos a todos —explicó Ahsoka.
—Almec me
conoce demasiado bien, jamás creerá que he aceptado negociar con criminales
—dijo la Duquesa con abatimiento. Ahsoka, que llegó hasta el escritorio, se
sentó en el sillón en frente de la Duquesa.
—Entonces la
cuarta opción, usar una fuerza absoluta para aplastar a Almec y los suyos sin
hacer escándalos —propuso Ahsoka.
—Pero no
poseo tal fuerza… —la Duquesa guardó silencio.
—No puedo
hacer eso —dijo con dudas.
—¿Quiere
decir que prefiere condenar a su planeta a un caos de anarquía y corrupción?
—preguntó Ahsoka con el ceño fruncido, preguntándose si, además de
incompetente, ella también era de los políticos malvados que decía su maestro.
—No
entiendes, he trabajado toda mi vida para que el nuevo Mandalore mantenga la
paz —dijo Satine con tono de tristeza.
—¿Paz? Este
planeta está a punto de hundirse en la anarquía y la corrupción. ¿Cuánto cree
usted que deben ser presionados los actuales mandalorianos para que el caos
reine? —preguntó Ahsoka con curiosidad, por saber cuán buena era la apreciación
de la situación de la Duquesa.
—¡No puedo
hacerlo! —replicó la duquesa. Ahsoka asintió y la duquesa la miró con sorpresa.
—Mi maestro
dice que pocas personas están dispuestas a sacrificarse por el bien de los
demás, y debo aceptar que yo soy una de ellas —dijo Ahsoka—. Nunca sacrificaría
las cosas en las que creo —agregó, y la duquesa la miró confundida—. Pero yo no
soy la gobernante de un planeta ni tengo un deber basado en las leyes con
ninguna persona. Al final, sacrificarme o no es mi decisión.
»Usted,
duquesa, no es igual que yo, y la ley que representa es clara. Usted debe
servir siempre a los intereses de su pueblo, y a menos que planee unirse al
Primer Ministro como una corrupta más, su deber es actuar, aunque sea en contra
de sus principios, porque la ley y su juramento de proteger este planeta así lo
exigen —dijo Ahsoka. La duquesa se puso pálida, y Ahsoka se levantó de su
asiento.
—Estaré en
mi habitación —dijo Ahsoka.
…
Medio día
después, Ahsoka recibió un paquete en su habitación, y unos minutos después un
mensaje de la Duquesa Satine para ir a su oficina.
—Jedai —dijo
la voz de una mujer que llevaba una túnica larga con capucha.
Ahsoka
sonrió. Ella ni siquiera llevaba su sable de luz, porque en Mandalore los Jedi
no eran populares, pero esta mandaloriana la había reconocido.
—Bo-Katan,
supongo —dijo Ahsoka, porque su maestro le había informado de la Guardia de la
Muerte y de esta mujer, y si la Duquesa Satine se comunicaba con alguien en ese
círculo, esta sería Bo-Katan, su hermana, y princesa del clan Kryze, al igual
que ella. La mujer gruñó.
—Ahsoka es
la padawan del General Skywalker, quien me ha recordado mi deber para llamarte
—dijo Satine.
—Entonces,
¿estoy aquí porque es tu deber? —preguntó Bo-Katan, sin dejar de mirar a
Ahsoka, que llevaba una gran caja envuelta con ella.
—¿No tienes
tú también un deber como princesa del clan Kryze? —preguntó Ahsoka acercándose
y colocando la caja envuelta sobre el escritorio.
Ahsoka
rompió la envoltura para revelar la caja, y luego quitó la tapa para revelar
una armadura mandaloriana completa, con partes azules y el emblema del clan
Kryze marcado en el casco.
—Mi maestro
dice que no se deben dejar rastros de la Guardia de la Muerte. Esta armadura
asegurará tu mando sobre el sable oscuro y la nueva guardia mandaloriana —dijo
Ahsoka.
Bo-Katan
sacó un blaster y apuntó a Ahsoka.
—Jedi, ¡no
pienses que voy a traicionar a los míos siguiendo tus instrucciones! —reprendió
Bo-Katan, y Ahsoka puso los ojos en blanco.
—Mi
transporte ya está listo para partir. Mandalore está en sus manos, princesas
del clan Kryze. Traicionen a su pueblo y pierdan su honor, siguiendo sus deseos
egoístas, o actúen como demanda su deber y sus leyes, y protejan a los suyos,
creando un nuevo futuro —dijo Ahsoka, dándose media vuelta para marcharse.
—Si
Mandalore cae en la anarquía después de la guerra, nos volveremos a ver —dijo
Ahsoka antes de salir, porque Mandalore era parte de la República.
…
Mientras
Ahsoka salía del planeta en su pequeño transporte personal, piloteado por R2,
ella le preguntó a R2 de dónde su maestro consiguió Beskar para hacer una
armadura completa. Él también había integrado el sistema 0 en el casco de la
armadura, y Ahsoka pudo sentirlo. No había forma de que Bo-Katan perdiera el
duelo por el liderazgo de la Guardia de la Muerte si usaba esa armadura…
La respuesta
de R2 dejó a Ahsoka aturdida. Aunque R2 no sabía de dónde sacaron su maestro y
Anakin el Beskar, la respuesta de R2 era otra pregunta: ¿cómo su maestro creó
una armadura personalizada para las medidas de Bo-Katan, si ni siquiera la
había visto una vez? “Mi maestro es un ser aterrador”, pensó Ahsoka.
…
—¿Nada?
—preguntó el Maestro Windu con tono acusador, un día después, cuando Ahsoka
seguía en uno de los cruceros liderados por el Maestro Obi-Wan, porque Anakin
aún estaba enojado y no la había dejado volver al Verdad y Reconciliación.
—Maestro,
llevo un día aquí, lo último que supe de Mandalore era que la Duquesa Satine se
disponía a enfrentarse a algunos corruptos, entre los que estaba su primer
ministro. Sin duda, eso es algo significativo, quizás haya sido lo que provocó
este movimiento en la Fuerza —sugirió Ahsoka. El maestro Windu la miró
amenazador.
Hace poco
más de un año, antes de conocer a Anakin, Ahsoka habría temblado y soltado todo
mientras temblaba aterrorizada, pero ahora ella solo sonreía en su mente,
sintiendo curiosidad por lo que sucedería en Mandalore, porque había una
pequeña tormenta en la Fuerza allí, lo que indicaba que algo grande estaba
pasando o a punto de pasar. Ella quería ir a meditar y preguntarle a su
maestro.
—Padawan,
regresa al Templo Jedi para algunos días de meditación —dijo el Maestro Windu
con frialdad y cortó la comunicación. El Maestro Obi-Wan suspiró.
…
Tres días
después, las cosas en Mandalore seguían revueltas, pero el Consejo Jedi no
había logrado sacarle nada a Ahsoka, que había sido enviada a la biblioteca, un
lugar tranquilo que la ayudaba a relajarse, mientras escuchaba refunfuñar a R2,
que no tenía nada que hacer y se quejaba de que él no le rompió los huesos a
los clones.
Ahsoka lo
ignoró hasta que un mensajero llegó para informarle que una senadora quería
verla.
Ahsoka pensó
que era Padmé, pero al salir de la biblioteca a uno de los patios exteriores,
quien la esperaba era la senadora Ryo Chuchi.
Ahsoka había
escuchado a los clones cuchichear sobre esta senadora y lo encantadora que se
volvía su voz cuando decía “general Skywalker”, pero sacudió la cabeza en su
mente y alejó lo que su maestro llamaba “hormonas descontroladas” de ella.
—Senadora,
me buscaba —preguntó Ahsoka, y la senadora la miró algo extrañada.
Ahsoka no
entendió lo que pasaba hasta que R2 a su lado le recordó que no había saludado.
Ahsoka sintió unas ganas terribles de patear al droide, porque por la reacción
de la senadora, ella también lo había entendido.
—R2 dice
cosas muy graciosas. No he olvidado saludar. El mensajero me dijo que era un
asunto urgente —se excusó Ahsoka, haciendo un pequeño asentimiento en gesto de
saludo. La senadora asintió.
—He venido
en cuanto me enteré de que estabas aquí. Tengo que enviar un mensaje al General
Skywalker con urgencia —dijo la senadora mirando a todos lados. Ahsoka solo
pudo rogar que ella no intentara enviar cartas de amor.
—¿Qué
mensaje? —preguntó Ahsoka con un poco de temor. La Senadora Chuchi la miró con
preocupación e indecisión.
—Es algo
privado. ¿Hay alguna forma en que pueda comunicarme con él? —preguntó la
senadora, y Ahsoka sintió ganas de abofetearla para que se fuera a trabajar y
dejara de perseguir a los Jedi, pero se contuvo.
—La
ubicación del General Skywalker es alto secreto, y solo el Consejo puede
comunicarse con él —mintió Ahsoka. Ella también podía hacerlo a través de su
vínculo e incluso localizarlo, pero por nada del mundo iba a hacer de mensajera
para esta senadora descarada.
La Senadora
Chuchi emanó algo de desesperación, pero al final la miró con decisión. Ahsoka
decidió simplemente aceptar su tonta carta y luego romperla, haciendo como si
esto no hubiera pasado, ya que era demasiado escandaloso para mencionárselo a
alguien.
—El Senado
sigue poniendo excusas para no abrir negociaciones de paz, y su principal
excusa es que los separatistas no han enviado ninguna propuesta de negociación.
Por esto, la Senadora Amidala planea viajar a territorio separatista para
proponer una conversación de paz y una posterior negociación en nombre de los
senadores que nos apoyan.
»Todos
aceptaron, porque ella dijo que pediría ayuda a un Jedi amigo suyo, y todos
pensaron que era el General Skywalker, pero yo sé que ella se dispone a ir sola
—dijo la Senadora Chuchi mirando a todos lados mientras su corazón latía con
fuerza, ella estaba asustada.
«Fuerza, en
verdad mis hormonas me han vuelto loca», pensó Ahsoka escandalizada y
avergonzada de sus propias tonterías. Luego parpadeó y miró a la Senadora
Chuchi con sorpresa, quien también la miró sorprendida. Ambas comprendieron que
sabían las mismas cosas, aunque Ahsoka no entendía cómo eso era posible.
—Yo estaba
allí, y después de que él se marchó, la Senadora Amidala no ha actuado igual
—explicó la Senadora Chuchi en un susurro nervioso. Eso fue suficiente para que
Ahsoka entendiera.
Ahsoka
supuso que Anakin no fue el único afectado por su conversación con Padmé. Ahora
esta Senadora también estaba involucrada, y la misma Padmé había enloquecido.
Ahsoka hizo muchas muecas en su mente. Si algo le sucedía a Padmé, Anakin
enloquecería sin remedio.
«Él
enloquecería si se enterara de este plan», pensó Ahsoka.
—Senadora
Chuchi, me pondré en contacto con mi maestro —dijo Ahsoka. La Senadora Chuchi
dio un gran suspiro de alivio.
—Ella
partirá mañana… —La Senadora Chuchi le dio toda la información del viaje.
…
Al día
siguiente, Padmé, que esperaba en una plataforma de transporte junto a la
Senadora Chuchi, miró a esta con los ojos entrecerrados al ver acercarse a
Ahsoka, que llevaba una capa con capucha.
—¿Por esto
has decidido unirte? —preguntó Padmé. Su voz era fría.
—Senadora
Amidala, marchar en solitario es una locura que solo Anakin haría —dijo Ahsoka,
y Padmé se encogió, como si la hubiesen golpeado.
Ahsoka se
sintió un poco mal por recriminarle que sus sentimientos estaban le afectando el
juicio, justo cuando ella misma se había fugado del Templo Jedi para evitar que
el idiota de Anakin corriera hasta ella una vez algo sucediera e hiciera algún
desastre.
—Lo siento,
Ahsoka —se disculpó Padmé, acercándose más a ella—. Esta misión no puede ser
ignorada. Debemos presionar para lograr la paz, y necesitamos acciones para
respaldar nuestra posición —dijo Padmé. Ahsoka lo entendía, pero se preguntaba
cuánto tiempo estaría castigada por haber escapado de un castigo.
…
Su grupo de
tres, acompañadas por R2, abordaron un transporte civil hasta las fronteras en
guerra de la República con el Borde Exterior, y después hicieron lo mismo al
llegar a territorio separatista, para llegar al planeta Raxus y a su capital,
Raxulon, donde estaba el Senado separatista.
Mientras
viajaban, Ahsoka se mantuvo alerta en todo momento, desviando todos sus
sentimientos a través de la Fuerza. Ella no entendía cómo demonios terminó con
estas dos. Tampoco entendía cómo era que ellas eran tan amigas si ambas estaban
enamoradas de Anakin, y parecía que ellas no lo ignoraban. Ahsoka quería
preguntar qué demonios les pasaba, pero no se atrevía, porque además de los
clones, que eran unos chismosos, nadie sabía que ella…
Ahsoka
sacudió la cabeza con fuerza en su mente mientras llegaban a la capital de
Raxus, donde debía esperarles una antigua senadora que ahora era separatista.
La capital
de Raxus no era para nada parecida a Coruscant. Aunque el paisaje también
estaba desprovisto de árboles, no había grandes edificios…
—Gracias por
acompañarnos —susurró Padmé con algo de vergüenza. Ahsoka la miró.
El
transporte ya se detenía para dejarles en su último destino, por lo que a ella
le había tomado bastante tiempo reconocer su presencia.
—Padmé,
¿sabes que Anakin causaría un alboroto si algo te pasara? —preguntó Ahsoka.
Padmé miró a
la Senadora Chuchi y se sonrojó. A Ahsoka no le hacía ni una pizca de gracia;
ella era una inconsciente.
—Anakin y yo
no estamos de acuerdo…
—No creo que
eso implique que él ya no se preocupe por ti —interrumpió Ahsoka con un
suspiro—. Padmé, todos queremos el fin de esta guerra —dijo Ahsoka.
—Anakin está
dispuesto a iniciar una segunda guerra —acusó Padmé.
—Es posible
—dijo Ahsoka, y Padmé lució sorprendida—. Es hora de salir —dijo Ahsoka,
interrumpiendo la conversación.
Al parecer,
Padmé creía que Anakin era el único al que le parecía inaceptable la situación
actual de la República, cuando la mitad de la Orden Jedi luchaba en esta guerra
porque fueron hundidos en ella hasta el cuello desde el principio, y el resto
lo hacía porque no quería abandonar la Orden.
…
Al bajar del
transporte, guardias droide vigilaban e identificaban a todos los pasajeros.
Sin embargo, una mujer de cabellos cortos envió a sus sirvientes a distraer a
los droides en la plataforma mientras sacaba a su grupo detrás de la gente que
esperaba la revisión y las llevaba a un transporte privado.
…
Unos minutos
después, llegaron a un palacio, y Ahsoka eligió quedarse fuera para mantener el
protocolo, ya que su castigo se agravaría si la convertían en parte de esta
reunión.
Ahsoka
observó a la senadora que las recibía. Al parecer, ella y Padmé eran amigas.
Con la senadora estaba un joven que se quedó detrás y que emanaba un
sentimiento de tristeza perceptible. Él no parecía tener mucho interés en la
conversación y se quedó fuera, centrando su atención en ella.
—¿Eres un
Jedi? —preguntó el joven sin siquiera presentarse—. Dicen que los Jedi son
demonios, ellos mataron a mi padre —dijo el joven, y Ahsoka comprendió su
hostilidad apenas perceptible.
Ahsoka
también comprendió, que este joven era una persona amable y buena, porque a
pesar de la campaña de los lideres separatistas para convertir a los jedi en no
más que demonios, este joven podía mantener su razón. Tristemente, que hubiesen
buenas personas entre los separatistas, no era una sorpresa para Ahsoka, porque
desde hacía mucho tiempo, ella ya sabía que esta guerra no tenía sentido, y eran
buenas personas matándose unas a otras, por el bien de intereses ocultos.
—Soy una
padawan, pero he participado en esta guerra. Siento mucho lo de tu padre —dijo
Ahsoka con sinceridad. El joven se acercó, luciendo extrañado.
—Mi nombre
es Lux Bonteri, la senadora Mina Bonteri, es mi madre —se presentó el joven
tendiéndole la mano—. No pareces un demonio —agregó. Ahsoka retiró la capucha
que cubría su cabeza…
—¡Ahsoka
Tano! —exclamó Lux y dio tres pasos atrás retirando su mano.
—No muerdo
—dijo Ahsoka con una sonrisa. Ella no creía que fuera famosa entre los separatistas.
—Eres quien…
El Verdad y Reconciliación —dijo Lux con un tartamudeo.
—Supongo que
sí —dijo Ahsoka, volviéndole a tender la mano.
—Hay una
recompensa por ti y el general Skywalker —dijo Lux. Ahsoka supuso que era
cierto.
—Entonces es
bueno que esto sea una reunión de paz —dijo Ahsoka, cuando él se acercó de
nuevo y estrechó su mano.
—No pareces
para nada un demonio —dijo Lux, mirándola de arriba abajo. Ahsoka puso los ojos
en blanco.
—¡Hombres!
—dijo Ahsoka con un suspiro, soltando su mano—. Pero no, no somos demonios, y
no nos gusta esta guerra —agregó Ahsoka.
—Los Jedi
dirigen los ejércitos de la República —dijo Lux en confusión.
—Sí, es lo
que hacemos. Se supone que somos pacificadores, y ustedes rebeldes, así los ha
declarado el Senado de la República. Cualquiera que los reconozca como otra
cosa es un traidor a la República —explicó Ahsoka con abatimiento—. Por eso
esperamos que estas negociaciones tengan éxito —concluyó.
…
Ahsoka pasó
la tarde con Lux mientras Padmé y Chuchi negociaban. Luego de unas horas, Padmé
y compañía salieron y se dirigieron al Senado separatista, cuya sede era un
gran palacio.
El grupo
pasó en compañía de la senadora separatista, y entre la multitud, Ahsoka
observó cómo la sesión del Senado comenzaba. Pero pasó algo que ellos no
esperaban, ni siquiera Ahsoka, porque sus sentidos fueron bloqueados, y ella
estaba igual de sorprendida que todos los demás cuando el Conde Dooku y
Ventress llegaron en persona al Senado.
—¿No habías
dicho que él dirigía las reuniones usando una proyección holográfica? —preguntó
Ahsoka a Lux, en un susurro.
—Así ha sido
siempre —respondió Lux en otro susurro, mientras Dooku y Ventress tomaban el
centro del salón, y los senadores lucían sorprendidos.
Dooku no
hizo nada extraño y declaró el inicio de la sesión del Senado. Ahsoka, que
tenía su sable en la mano y las esferas guardianas listas para hacer de escudo
mientras ella saltaba para tratar de cubrir el escape de sus protegidas, no
tuvo nada que hacer. Incluso cuando la senadora propuso sus conversaciones de
paz con la República, y se armó un gran escándalo, Dooku no intervino y se
limitó a pedir una votación, cuando los senadores no llegaron a un acuerdo. Él
no intervino en la votación, pero cuando esta terminó y ganó la opción de
negociar, él miró directo hacia donde estaba su grupo, concentrando su atención
en Padmé.
—Senadora
Amidala, supongo que debemos agradecer este acto de paz a usted. He oído que ha
estado muy activa en el Senado de la República para pedir negociaciones de paz
—dijo el conde Dooku y todos miraron a su grupo.
Padmé, que
al igual que ella y la senadora Chuchi llevaba una túnica con capucha, la
retiró y miró al conde Dooku.
—Conde
Dooku, aunque usted no esté de acuerdo, la paz llegará y esta guerra terminará
—declaró Padmé con la frente en alto. El conde Dooku sonrió.
—Senadora
Amidala, se equivoca. Mi único deseo siempre ha sido la paz, al igual que el de
todos los senadores aquí presentes. Son las circunstancias y las cargas que la
República ha puesto sobre nuestros hombros lo que nos ha llevado a esta guerra.
Si no me equivoco, es su propio Senado el que se niega a hablar de paz
—respondió el conde Dooku con tono amable.
—Conde
Dooku, no parecía opinar lo mismo la última vez que nos vimos, incluso
recomendó mi ejecución —acusó Padmé. Los senadores separatistas la abuchearon y
la acusaron de levantar calumnias.
—Circunstancias
—dijo el conde Dooku—. Y para demostrar mi apoyo a su causa y su valentía al
venir aquí, yo mismo encabezaré la misión de paz que llevará a nuestros Senadores
a la República. Espero que usted me acompañe para demostrar su propia
sinceridad —propuso el conde Dooku.
«Esto va a
ser un desastre», pensó Ahsoka, sintiendo una calamidad acercarse a ella.
NA 1: Este
iba a ser un solo capítulo, pero solo he escrito la mitad y aún no concluye,
por lo que dejaré el resto para el siguiente capítulo, donde seguiremos con
este POV de Ahsoka y un POV de Ventress, para ver que es lo que planea Dooku y
Sidious.