Capítulo 21
Sith parte 2
—Conde
Dooku, la República no dejará estas acciones impunes —dijo Padmé apenas
entraron al puente del crucero separatista en el que ahora viajaban.
—Senadora
Amidala, permítame recordarle que hay cámaras en este lugar, y todos pueden ver
que, al igual que usted, también enfrentamos una amenaza a nuestra seguridad
con este ataque pirata —dijo el conde Dooku, que estaba sentado en la silla del
capitán, con la senadora separatista, Mina Bonteri, y su hijo Lux a su lado
derecho.
El resto del
personal de la nave eran droides, y como escolta para su grupo de tres personas
(la senadora Amidala, la senadora Rio Chuchi y la misma Ahsoka), estaba
Ventress y su lengua seseante.
En frente
del crucero y su pequeña guardia de otros dos cruceros, estaba una flota de
diez naves piratas que estaban desplegando bombarderos en este momento. Era
evidente que Dooku planeaba matarlas a las tres, pero Ahsoka no esperaba que él
fuera a confesarlo, porque como él mismo había dicho, estaban transmitiendo en
vivo y las comunicaciones no habían sido cortadas. Más evidencia de que Dooku
estaba detrás de esto. No había forma de que los piratas hicieran un ataque de
tal magnitud y les permitieran transmitirlo…
La nave se
estremeció, y un droide informó que se acababan de quedar sin motores, y el
crucero sufrió daños graves. Padmé apretó los dientes; ella entendía que no
había forma de que Dooku tuviera sus manos fuera de esto. Él se había ofrecido
a escoltar la comitiva diplomática solo para poder asegurar sus muertes, y
todos allí sabían eso, incluyendo a Ventress, que respiraba hostilidad al lado
de Ahsoka, aunque Ahsoka no podía sentir más que amabilidad del conde Dooku. Aun
así, el anciano era un Sith, y Ahsoka no dudaba de sus malas intenciones.
—Senadora
Bonteri, ya estableceremos responsabilidades sobre este acto desleal. De
momento, mi deber es ponerla a salvo, y este crucero no es un lugar seguro
—dijo Dooku.
La senadora
Monteri asintió, pero Ahsoka sentía las dudas en ella, mientras Dooku se
levantaba y guiaba el camino.
Ahsoka llevó
la mano a su sable de luz, y Ventress a su lado hizo lo mismo, dándole un ceceo
de advertencia.
—Solo
inténtalo, pequeña padawan —siseó Ventress en un susurro inaudible para
sentidos comunes.
—Ventress,
has ganado confianza desde nuestro último encuentro —dijo Ahsoka también en un
susurro.
—Esa era una
situación en la que no podía tomarme mi tiempo para lidiar con un pequeño
ratón. Tú no eres Skywalker —gruñó Ventress.
—No, yo no
soy Anakin, y no “escaparás” una segunda vez —dijo Ahsoka, dejando claro que no
serían las únicas en caer en este plan de Dooku.
—Silencio
—ordenó el conde Dooku en otro susurro imperceptible, y Ventress retiró la mano
de su sable. Ahsoka hizo una mueca y también retiró la mano de su sable.
El grupo
caminaba con prisas por los pasillos del crucero, mientras el conde Dooku
evitaba los pasillos y corredores más peligrosos sin siquiera mirarlos. De esta
forma, a pesar de que el crucero explotaba por todos lados, su grupo llegó al
hangar y a una lanzadera, sin nada que se interpusiera.
—Veo que tu
habilidad para emprender la huida es una táctica que los Sith practican con
frecuencia —susurró Ahsoka.
—Jedi… —las
palabras de Ventress fueron interrumpidas por una mirada del conde Dooku, que
supervisaba, o más bien se aseguraba de que ellos no escaparan en otra nave y
se escabulleran de sus manos.
Ahsoka
tampoco conseguía que el anciano perdiera el control y tuviera una oportunidad
para aprovechar el caos y salir corriendo. Ahsoka pensó que un Sith no debería
tener tal control de sus emociones.
—Senadora,
mi ayudante es una piloto capaz —dijo el conde Dooku cuando Padmé intentó tomar
el mando de la nave. Ella entendía que Ahsoka apenas podría defenderlas si sus
dos guardias pretendían atacarlas. Padmé se apartó de mala gana.
—Conde
Dooku, ¿a dónde planea llevarnos ahora? —dijo Padmé, cuando salieron y vieron a
los otros dos cruceros ser rodeados y destruidos.
—Senadoras,
pronto esos cazas y bombarderos vendrán por nosotros. Me temo que solo podemos
aterrizar para evadir la destrucción o captura y esperar un rescate. El planeta
sobre el que estamos ahora nos servirá para evadir a los piratas porque tiene
zonas montañosas y cuevas donde podemos ocultarnos hasta que la flota
separatista llegue hasta nosotros —dijo el conde Dooku, señalando el planeta.
Ventress no dudó y marcó el rumbo a una zona montañosa.
—Conde
Dooku, le recuerdo que nuestra seguridad está en sus manos, y cualquier
incidente en esta negociación será su responsabilidad —gruñó Padmé ante la
evidente trampa.
—Le aseguro,
senadora Amidala, que mi palabra será cumplida al pie de la letra, y una vez
evadamos la captura, seremos rescatados por la flota que ya se aproxima
—aseguró el conde Dooku.
…
Dos horas
después, mientras cruzaban un puente de rocas entre dos picos montañosos,
después de ser perseguidos por piratas por una hora, Ahsoka supo cuál era el
objetivo de Dooku, pero no lo entendía.
«Fuerza,
¿por qué soy yo su objetivo?», se preguntó Ahsoka con verdadera sorpresa,
cuando Dooku les ordenó a ella y a Ventress mantenerse detrás. Ahsoka sintió el
asesinato en sus palabras en esa orden, pero no podía entenderlo. ¿Qué
pretendía Dooku matándola a ella? Las responsables de la negociación eran las
senadoras.
—Conde
Dooku, Ahsoka…
—Senadora
Amidala, no insista. Es el deber de un Jedi velar por la seguridad de sus
protegidos. Estoy seguro de que la Padawan está de acuerdo conmigo —dijo el
conde Dooku con una sonrisa amable.
Ahsoka miró
el puente de doscientos metros delante de ellas y el desfiladero por el que
habían caminado hasta ahora. Para ella no sería difícil escapar, pero en estas
condiciones, Padmé y Rio Chuchi no podrían hacerlo. Ahora el conde Dooku
también amenazaba sus vidas si ella no obedecía.
—¡Conde
Dooku! —reprendió Padmé, comprendiendo que habían sido tomadas como rehenes y
que Ahsoka era el blanco del conde y no ella.
—Senadora
Amidala, la sugerencia del conde Dooku es apropiada —dijo Ahsoka, porque al
entender que ella era el objetivo, podía dejar ir a salvo a las dos senadoras,
y eso también le daría la mejor oportunidad.
Si se
rehusaban a colaborar, no era seguro que Dooku no decidiera sacrificar a todos,
incluyendo a Lux y a su madre. Padmé también lo entendía, por lo que apretó los
dientes. La senadora Bonteri puso una mano sobre el hombro de su hijo, y la
senadora Chuchi había mantenido silencio y la cabeza baja desde que el viaje
había comenzado.
—Entonces
avancemos. Me encargaré de cubrir el frente; Ventress, tú y la Padawan cubrirán
nuestra retaguardia —ordenó el conde Dooku y avanzaron por el puente.
…
Cinco
minutos después, cuando estaban a veinte pasos del otro extremo del puente y el
conde Dooku y las senadoras ya habían cruzado, el puente tembló y Ahsoka sintió
las cargas explosivas en su interior explotar.
—Salta, y
ellas mueren —amenazó Ventress que fingía perder el equilibrio a su lado.
Para
disimular la traición, justo delante, los piratas atacaron y el conde Dooku
avanzó para detenerlos. Por los costados del puente se acercaban naves, y
Ahsoka comprendió por qué Ventress, que fingía perder el equilibrio, saltó
hacia atrás, alejándose de ella.
Ahsoka vio
las naves aproximándose e intentó desplegar sus esferas guardianas, pero eso
tomaría un par de segundos…
La senadora
Chuchi llegó en frente de Ahsoka y extendió los brazos. Un segundo después, las
naves pasaron sin haber disparado, y las dos caían al vacío, porque el puente
ya se había estado derrumbando debajo de sus pies. Ahsoka estaba atónita por
las acciones de la senadora Chuchi, pero la abrazó por la cintura con su mano
izquierda…
Ahsoka
empujó con la Fuerza a su lado derecho, logrando desviar el extraño objeto que
le arrojó Ventress, cubriéndole con las rocas que volaban por todos lados. Sin
embargo, el objeto también era impulsado por la fuerza, y a pesar de ser
desviado de su pecho, hizo un corte profundo a la altura de su hombro derecho.
Ahsoka apretó los dientes pero no soltó a la senadora Chuchi.
—¡Arriba!
—dijo la senadora Chuchi.
Ahsoka miró
hacia arriba con incredulidad. Lux había saltado, pero luego ella notó que
estaba atado con una cuerda, extendiendo las manos hacia ella, y la senadora
Chuchi, rodeándolas con la cuerda, para sujetarlas. Ventress, que caía con una
gran sonrisa al principio, también dejó sentir su incredulidad primero y luego
su furia cuando Lux las alcanzó a las dos, y ella seguía cayendo, demasiado
lejos de cualquier pared para poder sujetarse…
Otro objeto
había sido arrojado con la Fuerza por Ventress. No, eran tres, le indicaron los
sentidos de Ahsoka, que había intentado sacar su sable, pero con su mano
herida, apenas podría encargarse de uno de los objetos, y sus esferas seguían
en su mochila.
Los tres
objetos pasaron y rompieron la pared donde se sujetaba la cuerda, con lo que
ellos tres empezaron a caer de nuevo.
«Mierda»,
pensó Ahsoka viendo la muerte a la cara, pero por arriba de todos ellos, la
cuerda se tensó y logró sostenerles, o al menos evitar que siguieran cayendo en
picada. Ahsoka miró hacia arriba para ver a R2 sosteniendo el peso de todos, al
mismo tiempo que capeaba el derrumbe de rocas sobre ellos.
…
—¿Por qué?
—preguntó Ahsoka apretando los dientes, diez minutos después, cuando lograron
arrastrarse a una cueva.
R2 había
usado su cuerda para aferrarse a un saliente, con lo que también las aseguró a
ellas, y Ahsoka ya protegía a la senadora Chuchi. El problema era que antes de
eso, Lux ya había chocado varias veces contra las paredes, rompiéndose una
pierna y su cabeza sangraba. Ahsoka había logrado amortiguar y solo estaba
aporreada por el peso de la senadora Chuchi, pero los músculos en su hombro
estaban desgarrados y su brazo derecho casi inutilizado.
La senadora
Chuchi era la única de su grupo de tres que no parecía herida.
—Supuse que
si el conde Dooku no nos tenía a nosotros como objetivo, era que venía por ti.
Lux aceptó ayudarme si tenía razón —dijo la senadora, comprobando el estado de
Lux, a quien R2 había arrastrado hasta allí.
Ahsoka no
entendía cómo era que el astromecánico había logrado sobrevivir a las rocas que
se estrellaron contra él, los golpes en las paredes y el sobreesfuerzo de
cargar con ellos tres sin sufrir ninguna abolladura.
Ahsoka miró
a la senadora Chuchi que llevaba un bláster y también Lux, además de un
botiquín, por lo que Ahsoka comprendió que siempre estuvieron preparados para
un ataque. Pero, ¿cómo era que ella no lo había sentido?
—¿Cómo
supiste que venían por mí y cómo es que Dooku no se fijó en ustedes? —preguntó
Ahsoka.
—Eres la
única a la que vigilaban, además de Padmé —dijo Chuchi. Ahsoka hizo una mueca,
pero Chuchi bajó la cabeza y miró a Lux, luego a ella.
—Ellos
quieren hacer daño al general Skywalker, y supuse que si no venían por Padmé
entonces serías tú —dijo Chuchi en un susurro avergonzado.
Ahsoka
parpadeó y después se quedó paralizada ante lo que ella sugería.
—¡No diga
tonterías! —reprendió Ahsoka, pero su corazón latió con más fuerza, al notar
que el haber gritado fue un error.
—Tranquila,
no diré nada. Entiendo que quieran mantenerlo en privado —dijo Chuchi con un
tono tímido. Ahsoka sintió ganas de abofetearla, pero estaba más preocupada
porque Ventress la sintiera, y se apresuró a descartar sus emociones a la
fuerza.
—No hay nada
entre Anakin y yo —susurró Ahsoka, y Chuchi la miró.
—¿Por qué?
—preguntó la senadora Chuchi con un parpadeo confuso.
—¿Cómo que
por qué? —preguntó Ahsoka, descartando todo a la fuerza, pero la senadora
Chuchi levantó las manos en señal de rendición, por lo que Ahsoka supuso que su
ira era evidente.
—El general
Skywalker no es alguien que prestaría atención a esta regla —dijo la senadora
Chuchi encogiéndose como un ratón asustado.
—No hay nada
entre nosotros; Anakin es mi maestro —dijo Ahsoka serenándose y agachándose
para tocar a Lux. La senadora Chuchi se apresuró a asentir mientras Lux
comenzaba a despertar.
—Lo siento
—dijo Lux apenas abrió los ojos, luego hizo una mueca de dolor.
—Tu pierna
está fracturada —dijo la senadora Chuchi apresurándose a abrir el kit de
primeros auxilios.
—Senadora,
tenía razón, ellos iban por Ahsoka, pero ¿por qué? —preguntó Lux aguantando el
dolor. Ahsoka se tensó.
—La padawan
Ahsoka es una de las encargadas del Verdad y Reconciliación —dijo la senadora
Chuchi sin dudar. Ahsoka apenas percibió la mentira; estos políticos eran
expertos mentirosos, aunque parecieran tímidos…
Ahsoka
sacudió la cabeza en su mente para descartar esos pensamientos, y Lux extendió
la mano para detener a la senadora Chuchi que pretendía inyectarle un calmante.
—Es
demasiado, me quedaré aquí. Ya ha quedado claro que ellos no van a matarnos;
esos cazas no dispararon —dijo Lux. Ahsoka recordó los cazas que no dispararon
cuando la senadora Chuchi se interpuso; Dooku debió advertirles que no
dispararan sobre las senadoras.
—Ella trató
de matarnos igual. Creo que para ellos es más importante matar a Ahsoka que
mantenernos con vida, pero esos mercenarios solo recibieron órdenes básicas. Si
nos ven de nuevo, no creo que vuelvan a dudar —dijo la senadora Chuchi
administrando el calmante y examinándole la cabeza a Lux.
—Tenemos que
seguir moviéndonos —dijo Ahsoka—. La senadora Chuchi tiene razón; no podemos
dejarte aquí —dijo Ahsoka, escuchando el familiar ruido que hacían los droides
al marchar sobre las rocas.
…
—Puedo
caminar —insistió Lux diez minutos después.
Ahsoka miró
a la senadora Chuchi, y Lux parpadeó al ver que le habían puesto un segundo
sedante y esta vez él se desmayó. El primer sedante lo había dejado algo
borracho, y Lux ya había desobedecido tres veces la orden de guardar silencio.
…
Una hora
después, Lux seguía dormido, y habían logrado llegar a una pequeña cueva, donde
Ahsoka ya no podía escuchar el sonido de los droides.
—¿Cómo lo
sabe? —susurró Ahsoka, mientras Chuchi examinaba sus raciones, y ella examinaba
la pierna de Lux.
—No es la
primera vez que veo a una mujer celosa —dijo Chuchi, y Ahsoka se sintió muy
avergonzada. Ella en verdad había subestimado a esta senadora; se veía muy
inocente, pero ese idiota de Anakin tenía razón, ella era muy capaz y también
valiente.
—No se
preocupe, Anakin no siente lo mismo por mí —dijo Ahsoka, que a pesar de sus
sentimientos no pensaba meterse en los enredos de Anakin; ella era una jedi…
—Dooku,
¡cobarde! —gruñó Ahsoka. Chuchi parpadeó.
—Dooku y los
suyos ya han intentado ir por Padmé antes, pero Anakin siempre se aparece con
el ejército de la República para rescatarla —dijo Ahsoka con un suspiro. Ella
al fin había entendido el plan de Dooku.
Dooku no
quería que Anakin se lanzara por él con un ejército, por lo que la apuntaba a
ella. Ahsoka en verdad quería golpear a ese anciano.
—Entonces el
general Skywalker viene en camino —dijo la senadora Chuchi con un tono
esperanzado. Ahsoka la miró con frialdad.
—Dooku se ha
asegurado de mantener a Padmé a salvo —gruñó Ahsoka, y la senadora Chuchi
levantó las manos y no dijo más.
Ahsoka salió
de la cueva, para ver cómo seguía su hombro, pero las vendas solo habían
detenido el sangrado; ella necesitaba una sala médica para curar el músculo
desgarrado.
…
Una hora
después, Ahsoka corría con Lux sobre su espalda, mientras las esferas
guardianas y un escudo desplegado por R2 desviaban el fuego de los droides. La
senadora Chuchi disparaba su bláster mientras corría, pero al frente de ellas
apareció Ventress, activando sus sables de luz.
—Lucha con
libertad, jedi. No te tengo miedo… —Ventress hizo una mueca mirando el hombro
de Ahsoka—. Bien, no importa, aún tienes esas cosas —gruñó Ventress, haciéndole
un gesto para que bajara a Lux y peleara. Los droides a su espalda dejaron de
disparar y se detuvieron. Ahsoka pensó que ella en verdad había ganado
confianza.
—Ventress,
puedo derrotarte con una sola mano —dijo Ahsoka con una sonrisa, porque ella en
verdad quería golpear algo en este momento, y Ventress era una de las mejores
opciones que se le ocurrían.
La senadora
Chuchi arrastró a Lux a un lado, y Ahsoka dejó una esfera guardiana con ella y
R2, luego fue a enfrentar a Ventress.
Ventress se
movió con rapidez y sus sables de luz chocaron; luego intentó apuñalarla con
uno de ellos, pero Ahsoka no retiró su defensa y detuvo el segundo sable con
una esfera guardiana.
Ahsoka
intentó blandir su sable, pero su hombro sangró y la herida se agravó. Ahsoka
retrocedió cubriéndose con las esferas guardianas, cuyos escudos detuvieron los
sables de Ventress y dispararon sobre ella mientras Ahsoka cambiaba el sable a
su mano izquierda y continuaba la pelea.
Ahsoka en
verdad debía aceptar que Ventress había mejorado mucho; ella parecía tener un
momento difícil con los disparos de las esferas, pero no había retrocedido como
lo hizo en su último enfrentamiento.
—Jedi,
quería derrotarte usando todas tus habilidades, pero la Fuerza no lo ha querido
así —dijo Ventress y la fuerza advirtió a Ahsoka del peligro.
Ahsoka saltó
hacia atrás cuando cinco fragmentos de metal atravesaron el suelo bajo sus
pies, y atravesaron los escudos de las esferas debido a su baja velocidad.
Ahsoka logró
esquivar cuatro de ellos, pero un quinto golpeó su costado derecho, chocando
contra una de sus costillas y fracturándola.
—Ahsoka,
¡retrocede! —dijo Chuchi mientras R2 hacía rodar varias granadas por debajo de
ella, y estas estallaban para llenar el túnel de humo, mientras detrás de ella,
explotaban otras, derrumbando el túnel sobre los droides.
Ahsoka no
dudó, y mientras la aprendiz Sith maldecía su cobardía, Ahsoka corrió hacia Lux
y lo recogió, justo antes de que esos extraños objetos que ahora usaba Ventress
se clavaran en la pared donde había estado Lux.
Ahsoka
corrió, y R2 los cubrió lanzando más granadas. Ahsoka guio a la senadora
Chuchi, que no veía nada, y las granadas obligaron a Ventress a salir corriendo
para no ser aplastada.
…
Ahsoka se
había visto obligada a deslizarse por un desfiladero, y solo gracias a las
esferas guardianas y a R2, ellos lograron sobrevivir.
—No podemos
seguir moviéndonos —dijo Chuchi vendando la herida en su costado.
Ahsoka, que
estaba recostada de una roca, y podía sentir sus huesos rasgando su carne,
estaba de acuerdo con ella. Lux también había despertado, y se aferraba a su
blaster recostado de una pared, para asegurarse de que no le volvieran a sedar,
pero ya no tenía caso.
—No puedo
detener el sangrado —dijo la senadora Chuchi con preocupación.
—Solo haz
presión; nos quedaremos en este lugar —dijo Ahsoka; el sangrado no era mucho.
—Lux,
¿puedes ayudar a R2 a cerrar la entrada? Él necesita ayuda —dijo Ahsoka.
Lux miró la
entrada de la habitación a unos veinte metros de ellas, donde R2 trataba de
entrar a la red de este lugar, pero la puerta tenía una cerradura manual además
de una electrónica. Lux se levantó con decisión para arrastrarse a la puerta.
—R2, el
código es ushwb66 —dijo Ahsoka.
Lux arrastró
su pierna inmovilizada hacia la puerta. Este lugar era una habitación segura, y
Ahsoka ya entendía cómo era que Ventress los había localizado antes; esto era
una base separatista, ella tenía sensores por todos lados.
—Hay un
maletín de primeros auxilios al fondo; coloca la mano sobre la roca saliente de
la izquierda —dijo una voz en su cabeza.
Ahsoka
repitió sus instrucciones, y Chuchi avanzó sin dudar después de que Ahsoka las
llevara allí; ella estaba dispuesta a creer que la Fuerza le daba
instrucciones. Por supuesto, Ahsoka sabía que la Fuerza no daba instrucciones,
pero ella ya no podía moverse y también estaba a punto de perder el
conocimiento…
…
Ventress
hizo una mueca cuando la débil presencia a la que se aferraba se desvaneció.
Ella apretó los dientes y cortó en dos al droide que le pidió instrucciones.
Ventress
volvió a la sala de control y ordenó una búsqueda profunda; ella no entendía
cómo la Padawan había desaparecido de los sensores. Eso era imposible; esta
base estaba cubierta por todos lados. Su maestro no quería errores, y aunque no
contaban con la presencia de la otra senadora, su muerte no importaba mucho
porque Padmé estaba a salvo. Ellos querían enojar a Skywalker, no enloquecerlo,
y el jedi enloquecía cada vez que alguien posaba sus ojos sobre esa senadora
metiche. Ese era un asunto que hacía gruñir a los líderes de la Confederación,
que habían intentado, cada uno a su manera, deshacerse de la molesta senadora,
solo para encontrarse con el más terrible de los jedi y un ejército de la
república sobre sus cabezas.
A pesar de
esto, Lord Sidious quería darle una lección al jedi, que no les dejaba
respirar, y lo quería centrado en perseguirles a ellos y no a sus cruceros. Ellos
planeaban enfadarle, algo que no era muy difícil; Skywalker se apegaba a
cualquier cosa. Ventress había logrado huir muchas veces de él, solo amenazando
la vida de los clones bajo su mando. Ella suponía que si su padawan moría en
este lugar, Skywalker se olvidaría de la flota y solo querría perseguirles.
Esto dejaría satisfecho a Sidious, que necesitaba al menos medio año más para
preparar todo con el clan bancario y asegurar los fondos tanto de la República
como de la Confederación.
Lo que
Sidious no sabía era que su maestro no planeaba convertirse en el blanco de
Skywalker, y ellos le enviarían el cadáver de la padawan a Sidious. Luego
ejecutarían el plan de Sidious por él, tomando control de la Confederación y
luego tomando su lugar en la República.
Ventress
sabía que el plan funcionaría, pero ahora la padawan había desaparecido delante
de ella, y su maestro ya llamaba para pedir su cadáver y enviárselo a Sidious.
…
Tres días
después, las alarmas sonaban por todos lados mientras Ventress miraba lo que
creía era el Verdad y Reconciliación en órbita del planeta. El enorme acorazado
era más chatarra que una nave, pero aún había podido encargarse de la flota
pirata, que después de perder tres cruceros huyó sin mirar atrás.
Ahora,
Ventress suponía que el propio Skywalker se dirigía hacia donde estaba ella.
Ventress maldijo en su mente, viendo a la padawan tendida en el suelo de una de
sus habitaciones seguras, a las que se suponía solo ella y su maestro tenían
acceso. Ventress sostuvo sus sables de luz, pero la sala de control se
estremeció con una explosión cercana, y antes de que la habitación estallara en
pedazos debido a la autodestrucción de los droides, ella había visto al
fantasma sangriento de Skywalker avanzar entre ellos y, sin importarle la
autodestrucción programada en ellos, atacarles.
Ventress no
entendía nada. La senadora metiche estaba a salvo, pero sus planes tuvieron el
mismo resultado que si la hubieran secuestrado…
Ventress no
pensó más y salió corriendo, porque por lo que vio en las cámaras, si Skywalker
le encontraba allí y veía el estado de su padawan, ella no iba a tener tiempo
de explicarle que el responsable de todo esto era Sidious.
Ventress
destruyó la sala de control. Si el jedi no encontraba a su padawan, esta igual
moriría. Aun así, Ventress no planeaba quedarse a comprobarlo, porque si hacía
eso, el costo sería su propia vida, y los muertos no podían reclamar
recompensas.
—Maul, ¡eres
un completo inútil! —gruñó Ventress mientras corría por un túnel de escape.
…
Ahsoka
despertó y abrió los ojos para ver a Anakin cayendo a su lado, y a la senadora
Chuchi sosteniéndolo mientras sus lágrimas se derramaban. Ahsoka se apresuró a
palpar su propio cuerpo, que no tenía heridas.
—¿Está bien,
comandante Tano? —dijo una voz grave, y Ahsoka miró hacia arriba para ver a Rex
de pie a su lado.
Ahsoka
asintió, sintiendo todo su cuerpo frío. Rex tenía heridas por todo el cuerpo, y
su armadura era roja en vez de blanca, pero de alguna forma seguía en pie. Uno
de los clones que le acompañaban incluso había perdido un brazo.
—Se ve peor
de lo que realmente es —dijo Rex—. El general Skywalker ha usado el Sistema 0
por tres días antes de llegar aquí y transportarnos a todos —dijo Rex mirando a
Anakin. Su pregunta era evidente. Ahsoka habría dado su vida para no tener que
responder esa pregunta.
—No puedo
sentirle —dijo Ahsoka.
—Él sigue
con vida, llévale con el consejo jedi —dijo una voz en su cabeza.
Ahsoka
parpadeó y miró en frente de ella para vislumbrar la figura de un hombre que
desapareció. Ahsoka saltó y colocó su cabeza contra la de Anakin.
—Hazle caso
—dijo la voz de su maestro en su mente, y Ahsoka se apresuró a levantarse y a
tratar de cargar a Anakin. Pero ella no había comido en tres días, por lo que
los clones tuvieron que ayudarla a caminar, y fue Rex quien corrió con Anakin.
—Teniente
Jesse, informe —ordenó Ahsoka al maltrecho clon que le ayudaba a caminar,
mientras veía la montaña que estaba agujereada por todos lados y las masas de
nanobot que se arrastraban por el lugar como si fueran serpientes.
—Hace tres
días, la senadora Padmé nos informó que el enemigo iba detrás de usted, por lo
que el general Skywalker puso rumbo a este planeta. El ejército separatista
trató de impedirlo, y nuestros saltos se vieron interrumpidos en varios sitios
fortificados, pero todos fueron destruidos.
—Comandante
Tano, creo que ya hemos ganado esta guerra. No creo que los separatistas tengan
más cruceros, ni siquiera creo que tengan más bombarderos —dijo el teniente
Jesse, con un tono de voz que revelaba su estado de confusión.
Ahsoka
parpadeó. Ellos estaban en medio del territorio separatista, y si el Verdad y
Reconciliación llegó hasta allí, las palabras de Jesse realmente podían ser
ciertas.
—Comandante
Tano, los transportes están descendiendo, apresúrese en abordar. Lo que queda
de nuestros sensores está rastreando veinte cruceros entrando —informó Rex por
radio. Jesse la cargó en brazos y corrió.
Ahsoka no se
quejó y solo se aferró a él porque suponía que el estado del Verdad y
Reconciliación no era nada bueno, y sin el sistema 0 activo, no creía que algo
en esa nave funcionara.
…
Ahsoka vio
el estado del Verdad y Reconciliación mientras se acercaban a su muelle, y
apenas era un esqueleto; tres de sus cinco cubiertas no estaban, los cañones de
iones eran chatarra, apenas quedaba alguna torreta, aunque el cañón Kyber y
todas las defensas adyacentes seguían intactas como si los escudos en esa área
no hubieran sido atravesados.
…
Cuando
Ahsoka entró al puente, el lugar más acorazado de la nave, lo único que no
echaba chispas o estaba fundido por fuego de circuitos quemados era el casco
del Sistema 0, y Ahsoka supuso que era porque era un artefacto externo a los
controles de la nave.
Ahsoka
entendió por qué los clones la habían llamado y se apresuró a colocarse el
casco del sistema 0, pero la nave no respondió. El Verdad y Reconciliación
había sido destruido; solo era una carcasa, y lo único que impedía que se
desmoronara eran las masas de nanobots, que habían sido programados para
adoptar la configuración de los sistemas de control y mantenimiento de vida.
Gracias a los nanobots, tenían motores y también las armas frontales, y algo
parecido a escudos, aunque Ahsoka no entendió qué era. Los nanobots le
aseguraban que aún podían aguantar el fuego enemigo si ella podía indicarles
dónde sería el impacto.
Ahsoka
supuso que estaban perdidos, porque ella estaba a punto de desmayarse y no
había forma de que usara la Fuerza para predecir el fuego de veinte cruceros.
—Rex, nos
marchamos —ordenó Ahsoka. No había forma de enfrentarse a veinte cruceros en su
estado actual.
—Los
nanobots no han cargado, el general Skywalker ha sido claro, no podemos
dejarles atrás —replicó Rex.
—¿Hemos
perdido los transportes? —preguntó Ahsoka.
—Solo
tenemos un hangar, pero lo que nos falta son pilotos, el general Skywalker ha
dejado a la mayoría de la legión atrás —dijo Rex.
Ahsoka hizo
una mueca; Anakin ya sabía que el Verdad y Reconciliación no sobreviviría a
esta aventura y dejó a los clones detrás.
Ahsoka
suspiró; a ella siempre la arrastraba sin importar qué tan peligrosa fuera la
misión. Esta diferencia de trato empezaba a preocupar a Ahsoka.
—¿Cuánto
tiempo? —preguntó Ahsoka.
—Diez
minutos —dijo Rex. Por lo que decía, Anakin había bajado a la mitad de las
masas de nanobots a la superficie.
Ahsoka vio
los datos de la flota que se acercaba; a lo sumo, tenían diez minutos. Ahsoka
dio vuelta a sus pensamientos en su mente.
—Serenidad,
padawan. Aleja tus temores, reflexiona, usa la Fuerza y discierne —dijo una voz
en su mente.
Ahsoka se
sentó sobre sus rodillas y retiró el casco del Sistema 0 para concentrarse en
la Fuerza.
…
Cinco
minutos después, Ahsoka abrió los ojos, sintiendo el escalofrío del lado oscuro
recorrer su cuerpo.
—¡Maul!
—dijo Ahsoka con una gran sonrisa. Ella nunca se había alegrado tanto de sentir
la salvaje y enloquecida presencia del Sith.
Ahsoka se
apresuró a ponerse el casco del Sistema 0 y dio órdenes a los nanobots de
moverse y cargar el cañón Kyber.
…
—General,
salida del hiperespacio en las coordenadas establecidas en cinco segundos
—informó el droide comandante.
Maul apretó
los puños. Ya podía saborear la sangre de Skywalker; él aún no decidía si
enviarle su cadáver a Palpatine o Kenobi. La verdad era que él ya no veía
razones para obedecer a Lord Sidious; el Jedi había destrozado todos sus planes
en un solo movimiento, e incluso en la República, Lord Sidious se debilitaba, y
su poder caía en manos de una simple humana. Sidious era viejo, y sus intrigas
políticas habían fallado de forma miserable; el poder que había acumulado era
un teatro.
Maul no
cometería los mismos errores; en este año, él había estado localizando a los
jefes criminales. Las sombras eran el lugar de un Sith, y Palpatine lo había
probado con su fracaso.
Maul no
cometería sus mismos errores. Él primero se desharía de Skywalker y su padawan;
luego iría por Kenobi.
Maul se
levantó y comenzó a dar órdenes mientras la flota salía del hiperespacio.
—Dispérsense,
desplieguen los cazas y los bombarderos. El enemigo apenas puede disparar; los
escuadrones de bombarderos se encargarán de su arma principal. No quiero que
destruyan el resto de la nave; el cadáver de Skywalker debe ser mío… —Las
palabras de Maul fueron interrumpidas por un escalofrío mortal que recorrió su
cuerpo, un escalofrío que él ya conocía.
Delante de
la flota, una nave que apenas era un cascarón, con un pequeño bache al frente
en buen estado, estaba a unos pocos kilómetros en frente de su flota, y una luz
brilló en la parte media de ese bache que aún parecía intacto.
En un
segundo, el as de luz impactó contra uno de los cruceros delanteros, y Maul vio
cómo la explosión alcanzaba los cruceros en frente de él, que a su vez
explotaron y su puente fue arrasado por la explosión, enviándole a volar como
si fuera una muñeca de trapo.
…
—Me has
decepcionado, aprendiz —dijo Sidious con un tono amenazador y cortó la
comunicación.
Maul no solo
había perdido la flota de ataque, sino que la flota de asalto que dirigía, y
que fue enviada para terminar con un agonizante Skywalker, había sido destruida
de un solo disparo. La conmoción de Maul se había sentido en toda la Fuerza, y
ahora había una conmoción como Ventress nunca había sentido. Ella incluso se
sentía presionada por un extraño sentimiento que la invadía, pero era un
sentimiento de calma y serenidad, que no le gustaba pero que le costaba trabajo
mantener a raya; era desagradable.
El conde
Dooku miró el artefacto de comunicación con frialdad, y luego a Ventress que
estaba en frente de su escritorio. Él se levantó y dio la vuelta.
Sus planes
habían fallado de forma miserable, y ahora no había forma de que la flota de la
Confederación aguantara seis meses más; ya no tenían con qué enfrentar a la
República. Por fortuna, estos no habían ordenado la creación de más cruceros
como quería Sidious.
—Aprendiz,
me has decepcionado —dijo su maestro. Ventress apretó los dientes mientras
recibía una descarga de Ligning Sith.
—¡Ella sabía
de las salas seguras! —gruñó Ventress con ira. Su maestro detuvo su ataque y
caminó fuera de su salón de oficina sin decir nada.
Ventress
apretó más los dientes y le siguió ocultando su presencia; ella no se dio prisa
porque ya sabía a dónde iba su maestro.
…
—¡Me has
traicionado! —reprendió su maestro, pero no hablaba con Ventress, que se
ocultaba a dos habitaciones de la suya.
—Sidius
quería a la chica, pude usarlo para que Skywalker fuera tras él, pero lo has
arruinado todo… —Las palabras de su maestro se interrumpieron.
Ventress
sintió una gran conmoción, y luego silencio y más conmoción, por varios minutos
de silencio.
Ventress
maldijo para sus adentros; el viejo estaba cada vez más loco, ahora también
informaba al enemigo de sus planes…
Ventress
corrió y volvió a la oficina porque su maestro volvía a salir.
—Aprendiz,
prepara una reunión en el Senado; con casi la totalidad de nuestra flota
destruida, pronto empezaremos a perder territorio y los planetas serán
invadidos. Para producir más cruceros, solo podemos pedir crédito al clan
bancario o rendirnos —ordenó su maestro.
—Maestro,
Sidius dijo que debíamos esperar seis meses para que nuestros planes en la
República fueran terminados —le recordó Ventress, porque si desobedecían a
Sidious, el Lord Sith vendría a exigirles cuentas con su sable de luz en la
mano.
—Sidious ya
nos ha traicionado; la amante de Skywalker no es la senadora, es su padawan
—dijo su maestro. Ventress abrió mucho los ojos, pero eso explicaba por qué
ella estuvo a punto de morir.
Si la mocosa
jedi no era solo la padawan de Skywalker, él sin duda vendría por ellos, y eso
significaba que Sidius había tratado de matarles con el mismo plan que ellos
pensaban usar para que Skywalker lo matara a él.
Ventress
apretó los dientes e ignoró lo podrido que estaba los jedi; si el resto de la
galaxia se enterara de las andanzas de esa basura de Skywalker…
«En verdad los
jedi merecen desaparecer», pensó Ventress, pero no era el momento de pensar en
ello; quizás podían usarlo luego, ahora debían ocuparse de sus propios asuntos.
—Maestro,
los jedi en verdad son corruptos, pero ¿cómo vamos a enfrentar a Palpatine en
nuestra actual condición? —preguntó Ventress, porque si actuaban contra las
órdenes de Palpatine eso sería declararle la guerra. Su maestro sonrió.
—Aprendiz,
antes de tu siguiente tarea, te enseñaré a comunicarte con aquellos que ya no
están entre nosotros —dijo su maestro, y Ventress hizo una mueca en su mente.
«Este viejo
ya no me sirve; tengo que encontrar la oportunidad para matarlo en este mismo
momento, o terminará haciéndome participar en sus episodios esquizofrénicos»,
pensó Ventress, pero luego sacudió la cabeza en su mente.
La
esquizofrenia del anciano dio con la respuesta de por qué Skywalker enloqueció,
y también de alguna forma les salvó del desastre, pensó Ventress con más calma.
Era posible que, aunque estuviera loco, el cerebro del anciano aún funcionara,
y si ella le seguía el juego, obtendría sus recompensas. Después de todo,
actuar en contra de Sidious era lo que debían hacer ahora que estaba débil, y
Maul también había salido del camino.
—¡Enséñeme,
maestro! —dijo Ventress con tono humilde.
Ventress ya
participaba en los teatros de Palpatine, seguirle la corriente a este anciano
que le caía mil veces mejor que Palpatine era algo que no le molestaría tanto.
Después de todo, este viejo loco, a pesar de su crueldad, nunca había tramado
en su contra y hasta ahora había sido sincero; casi podía pensar en él como un
aliado…
Ventress
sacudió la cabeza en su mente; el apego era debilidad, el anciano debía morir,
y en su rebelión contra Palpatine, ella se aseguraría de ser la única que
saliera con vida de ese enfrentamiento. Su influencia en la Confederación solo
estaba por debajo de la de Dooku; el anciano senil le había confiado todo, y
ella ya estaba lista para tomar el poder en sus manos.
…
El
entrenamiento de su maestro comenzó, y Ventress solo esperaba tonterías, pero
fue la experiencia más aterradora de toda su vida.
…
Tres días después,
Ventress salió arrastrándose de una cueva, llena de conmoción y dolor.
—¿El apego
es debilidad? —preguntó una voz en frente de ella—. Ventress, ¿a qué es lo que
llamas apego? —preguntó con amabilidad—. Ese sentimiento de querer el bien de
los demás y sentirte bien a su lado, te impulsa y te da esperanzas; una de las
fuerzas más poderosas que conocemos. ¿Cómo puede ser eso debilidad? —agregó, y
Ventress tragó saliva, porque esa no era la voz de su maestro, cuyos pies
estaban del otro lado.
Ventress
miró hacia arriba para ver a la figura de un hombre humano de cabellos largos
que llevaba una túnica de jedi.
«¡Fuerza!», pensó
Ventress. Ella había visto cosas extrañas en su vida, pero en verdad esta era
la primera vez que veía un fantasma.
—Siempre
fuiste alguien para mirar las cosas desde otro punto de vista, pero la
esperanza también puede ser una debilidad, y en la actualidad, es lo que
mantiene a las masas de desesperados en nuestras manos —replicó su maestro. Su
tono de voz era familiar, el mismo que usaba en sus ataques de esquizofrenia.
…
Ahsoka
apenas pudo llegar a Coruscant, y al quitarse el casco del Sistema 0 que la
mantenía consciente, ella se desmayó. Cuando Ahsoka volvió a despertarse, ella
había recuperado sus fuerzas y estaba en una enfermería, junto a Rio Chuchi y
Lux Bonteri.
Ellos
estaban en el templo Jedi, y cada uno estaba en una cama de una habitación
privada de la enfermería. Ahsoka se sentó y vio a Rio Chuchi que ya estaba
sentada en su propia cama y llevaba sus ropas normales, lo que significaba que
ella ya se había levantado hacía rato. Lux seguía dormido; él tenía un fuerte
golpe en la cabeza y su pierna rota, y Anakin apenas pudo curarla a ella.
Ahsoka
parpadeó mirando a su alrededor; la sensación era extraña, era como si ella
pudiera ver… más…
Ahsoka no
entendió demasiado lo que estaba pasando, pero la Fuerza a su alrededor parecía
estarse fortaleciendo.
—¿Estás
bien? —preguntó Ahsoka a Rio Chuchi. Esta senadora en verdad la había
sorprendido, porque a pesar de su apariencia tímida, Anakin no decía tonterías
sobre ella y en verdad era valiente. De no ser por ella, Ahsoka habría muerto
en la emboscada del conde Dooku.
—Estoy bien,
pero debo volver al trabajo y ver cómo está la situación en el Senado; no
podemos permitir que lo sucedido cause problemas en las negociaciones de paz
—dijo Chuchi mirando a Lux Bonteri. Ahsoka entendió por qué ella seguía allí;
necesitaba a Lux como prueba de que los separatistas querían la paz tanto como
ellos.
—¿Has visto
a Anakin o sabes algo de él? —preguntó Ahsoka, levantándose de su cama para
caminar hasta Lux y tocar su frente.
Lux estaba
sedado, pero despertaría en un día más, y no había problemas con su mente.
—No lo sé,
¿no puedes sentirle? —preguntó Chuchi con preocupación. Ahsoka se mordió los
labios.
Ella podía
sentir su vínculo, pero era una presencia como una fortaleza lo que había allí,
y ese para nada era Anakin, sino su maestro Xión, y Ahsoka estaba un tanto
nerviosa de contactar con él. Aun así, no podría ignorarlo para siempre, y ella
sabía que mientras más esperara, más duro sería el castigo, por lo que abrió su
mente.
—Padawan, me
has decepcionado —fueron las primeras palabras que transmitió su maestro, y
Ahsoka sintió ganas de llorar.
—Maestro,
fui emboscada en territorio enemigo —se excusó Ahsoka, pero su maestro no
respondió.
Su maestro
tenía razón; ella estuvo a punto de morir porque los celos la habían cegado y
se había negado a colaborar con Padmé o con Chuchi. Ella había sido orgullosa y
la razón detrás de ese orgullo eran celos y resentimiento. Sus sentimientos
pudieron con ella, y Ahsoka lo aceptaba, y como lo había superado, ella
esperaba algo de compasión humana, pero su maestro solo le daba silencio por
respuesta. En resumen, él lo entendía, pero no dudaría en aplicar el máximo
castigo por su falta. No habría piedad para ella.
«Mi vida es
muy dura», pensó Ahsoka, y dio un suspiro para mirar a Chuchi.
—Sígueme,
Lux estará bien aquí, supongo que la orden Jedi también entiende su importancia
para la paz y por eso no lo han dejado en manos del Senado —dijo Ahsoka, y
caminó para salir de su habitación. Ella llevaba una túnica de la enfermería,
pero la Fuerza le advertía que si se tomaba tiempo para cambiarse, los maestros
Jedi llegarían allí para interrogarla antes de que lograra salir.
Ahsoka guio
el camino hacia la habitación donde estaba Anakin, alejado de la enfermería,
porque él no estaba enfermo o herido, simplemente necesitaba descansar.
Ahsoka bajó
algunas plantas para dirigirse a la habitación de Anakin, seguida por Chuchi.
Ella entró a la habitación de Anakin y le encontró sobre su cama, dormido.
Chuchi miró
a su alrededor, y Ahsoka pudo sentir la calidez emanando de ella, un
sentimiento de familiaridad, que venía de un collar colgado en la pared, algún
elemento tribal de los pantoranos, que Ahsoka supuso ella le había dado a
Anakin. Ahsoka sonrió y caminó hacia Anakin, para abrazarlo, y dejar que sus
sentimientos fluyeran a través de su vínculo.
—Lo siento,
he sido una tonta, estaba celosa —admitió Ahsoka. Ella no podía comprender los
sentimientos de Anakin, y a sus ojos, él solo jugaba con ella, o peor, la
ignoraba.
Ahsoka
sintió a Anakin despertar con su vínculo y la Fuerza se arremolinó a su
alrededor. Ahsoka habría huido en este momento, pero ella no lo hizo, y mantuvo
su vínculo abierto, con lo cual se fortaleció, y ella también recibió los
sentimientos de Anakin hacia ella.
Anakin abrió
los ojos y trató de cerrar su vínculo, pero ella lo abrazó con más fuerza.
—Te amo
—dijo Ahsoka vertiendo todos sus sentimientos en sus palabras, y haciendo que
Anakin se quedara paralizado por un segundo, pero al final, él no se alejó, y
sus brazos se movieron para abrazarla.
—Yo también
te amo, lo siento, no debí dejarte ir sola —dijo Anakin.
—Es mi culpa
por no llamarte; quería hacerlo sola, pero somos un equipo, las cosas siempre
terminan mejor cuando estamos juntos —dijo Ahsoka—. Yo quiero ser una Jedi
—agregó Ahsoka, y Anakin guardó silencio por unos segundos.
—Lo sé,
siempre lo he sabido, por eso he querido apoyarte en ello. Siento que haya
parecido que no te he tomado en cuenta —se disculpó Anakin y trató de sentarse.
Ahsoka se apresuró a ayudarle.
Anakin logró
sentarse y miró a Chuchi, quien agachó la cabeza.
—General
Skywalker, me alegra que esté bien —dijo Chuchi, y sus palabras eran
completamente sinceras, por lo que Anakin le respondió con una sonrisa.
Ahsoka ahora
podía entender por qué ella le gustaba a Anakin. Chuchi era capaz de amar de
forma desinteresada; a ella solo le importaba el bienestar de Anakin. Lo único
que quería era que él estuviera bien. Ahsoka no podía entender ese sentimiento
hasta ahora, que había logrado aclarar sus propios sentimientos. Chuchi era una
persona muy especial; hasta ahora, Ahsoka no había conocido a alguien capaz de
mantener un sentimiento puro hacia otra persona. Como decía el maestro Yoda, el
apego era un sentimiento que te llevaba a la avaricia, y ella misma lo había
experimentado.
Solo ahora,
que Ahsoka había aceptado sus propios sentimientos, ella podía entender eso,
pero ella no hizo esto por su cuenta, y Chuchi sí.
—Anakin, los
maestros Jedi me están buscando, puedo darte un día. La senadora Chuchi te
pondrá al corriente de lo que pasó con Padmé —dijo Ahsoka soltándole y
caminando hacia la puerta de la habitación.
Chuchi
parpadeó al escucharla y se disponía a salir de forma apresurada, pero Ahsoka
se apresuró a cerrar la puerta y asegurarla. A menos que Anakin se levantara y
viniera a abrirle, Chuchi no podría salir de allí.
—Ge… General
Skywalker, no puedo abrirla —dijo Chuchi con un tartamudeo.
Ahsoka se
rio y caminó de vuelta a su habitación para cambiarse. Ella lo sentía por
Padmé, pero creía que Anakin estaría mejor con Chuchi; ella parecía poder
entenderle mejor.
…
Después de
llegar a su habitación y cambiarse, Ahsoka se sentó a meditar sobre el extraño
comportamiento de la Fuerza a su alrededor. Pero solo cinco minutos después, el
maestro Yoda y la maestra Jadle entraron en su habitación.
—El lado
luminoso de la Fuerza lo que puedes sentir es—dijo el maestro Yoda, y Ahsoka
abrió los ojos para verle a él y a la maestra Jadle.
—El velo del
lado oscuro se ha debilitado, y los planes de nuestros enemigos podemos ver
—dijo la maestra Jadle.
—Ayuda has
recibido, contarnos lo sucedido debes —dijo el maestro Yoda. Eso significaba
que Ahsoka no estaba escuchando voces después de todo.
—¿Anakin?
—preguntó Ahsoka, ignorando la pregunta, y tomándola como rehén, para hacer la
suya. Ella quería saber qué iban a hacer el consejo Jedi con Anakin.
El maestro
Yoda golpeó el bastón contra el suelo y la miró con desaprobación. Luego
masticó su saliva en gesto de impotencia.
—Una vez
más, el caballero Skywalker ha desobedecido. Una vez más, un gran cambio sus
acciones han provocado. Entender lo sucedido aún no podemos —dijo el maestro
Yoda, dejando a Ahsoka sorprendida; eso casi sonaba a admitir de forma directa
que el consejo Jedi ya no sabía qué hacer.
—El Elegido
está bien, aunque estará una semana en recuperación, y luego en meditación,
junto a su padawan que también evadió su castigo. El Senado había retirado los
rangos militares de general al caballero Skywalker por negarse a retroceder a
territorios de la República. Pero después de la batalla y su oportuno rescate,
los senadores que propusieron tal cosa y el propio Senado están en una
situación comprometida —dijo la maestra Jadle.
Ahsoka
supuso que el Consejo Jedi no era el único en tener un gran dolor de cabeza en
este momento. Pero la noticia de que ella se sumiría en meditación las próximas
semanas hacía que contemplara su futuro en sombras; sin duda, su maestro
estaría cada segundo de esta meditación a su lado, y eso también le hacía doler
la cabeza.
…
—¡Maul!
¡Hijo mío! ¡Despierta! —susurró una voz tan tenebrosa y llena de odio como el
mismo infierno.
Nota Autor 1:
Ahsoka es team Chuchi, y Maul sigue sobreviviendo. Para aquellos que se
pregunten cómo Anakin destruyó la flota separatista y los dejó apenas con
defensas para sus planetas, y sin posibilidades de realizar ningún ataque, se
hablará de ello en el siguiente capítulo, pero no será un flash back.
Tranquilos, la historia seguirá avanzando.
Nota Autor
2: Anakin ha sido retirado del ejército de la República al no obedecer al
Senado e ir de cabeza contra la flota separatista. El Consejo Jedi no está
demasiado sorprendido, ya que la mayoría de las veces, Anakin ignora sus
órdenes. Pero esta vez, ha desobedecido al Senado Galáctico. Tenemos que tener
en cuenta que, con sus acciones, los planes de Palpatine para apoderarse del
control absoluto de la economía de la República y los separatistas han ido al
traste. El Lord Sith está realmente enojado esta vez, sobre todo porque
pretendía todo lo contrario: alargar la guerra enviando a Anakin a perseguir a
Dooku en lugar de destruir cruceros.
Nota Autor
3: El plan de Palpatine al que me refiero es el mismo que su plan en la
historia original: apoderarse del control de todas las supercorporaciones,
empezando por el clan bancario, al tomar todos sus fondos. Pero para eso,
Palpatine necesitaba que tanto los separatistas como la República actuaran para
mover ese dinero y él quedarse con todo. Ahora la República no hizo nada, y
solo los separatistas están obligados a actuar, lo que deja los planes de
Palpatine con una efectividad de solo el 50%, y para alguien que planea el
control total, eso es inaceptable.