Capítulo 16 Padmé
Padmé respiró hondo. Anakin ya hizo su parte, pensó Padmé
para darse ánimos a sí misma. Su tío Ono colocó una mano sobre su hombro. Él
intentaba consolarla, pero la verdad era que lucía tan atribulado como ella,
pues sobre sus hombros pesaba el haber llevado a su planeta, Rodian, a esta
guerra sin sentido.
Padmé no había participado en la decisión que los condenó a
todos, porque Palpatine la apartó del camino, pues sin su aprobación, nunca
hubiese conseguido arrastrarles a esta locura. Él chantajeó a uno de sus
apoyos, amenazando a su familia, y este la traicionó, dando su voto a la
guerra.
Sus apoyos confiaron en este senador y votaron a favor de la
guerra, condenándoles a todos, y ella no pudo hacer nada más que apartarse
mientras todo sucedía, para no parecer una loca radical, en una situación que
requería actuar de forma radical, pero nadie lo sabía, pues ella era la única,
además de Anakin, que sabía que un Sith psicópata controlaba el Senado. Pero si
ella lo decía, sería el final de la orden Jedi y la República, a quienes el
psicópata Sith ahora había tomado de rehenes, mientras concluía sus planes,
aumentando su poder.
No, pensó Padmé. Palpatine no podía caer como un Sith, o la
República sería destruida con él, él debía caer como un político corrupto,
junto a todos sus seguidores, y Padmé se preparaba para dar el primer paso en
esa dirección en este momento.
Para ello Padmé estaba acompañada de las únicas tres personas
a las que podía confiarles su propia vida, y actuarían con la misma resolución
que ella, para detener la guerra.
Estos eran el rodiano, Anaconda Farr, al que ella llamaba tío
Ono; Bail Organa, senador de Alderaan; y Mon Mothma, senadora de Chandrila.
Padmé tenía otra tres docenas de senadores que apoyaban su
causa, pero después de ser traicionada, no podía confiarles nada más que lo
esencial de sus planes, y en momentos como este, ella solo podía actuar en el
más estricto secreto, sin revelar nada, pues si Palpatine se enteraba, ella ni
siquiera llegaría al Senado.
La democracia en la República se perdió con el ascenso de
Palpatine, y Padmé era dolorosamente consciente de eso. Ella debía actuar
siempre en secreto, conspirando, planeando y esperando, como un vulgar
criminal, pues la libertad y la democracia habían sido sustituidas por mafias y
intereses económicos.
Padmé entró a su palco de senadora, y observó al Senado
discutiendo asuntos inútiles, que solo aportaban recursos a la guerra, mientras
traían la miseria y el hambre a la República, todo lo que haría que Palpatine
desregularizara leyes y normas, poniendo más poder en sus manos para dar una
falsa sensación de haberlo solucionado, pero al final, el problema regresaba
aumentado y Palpatine exigía más poder para solucionarlo.
Ahora el Senado debatía la creación de más cruceros, para
apoyar la reciente victoria de Anakin sobre los separatistas, que debido a su
desastrosa derrota, habían perdido varias flotas, que eran fundamentales para
proteger sus rutas de comercio.
—¡Tiene la palabra la senadora Amidala de Naboo! —intervino
el vicepresidente del Senado, Mas Amedda, que acompañaba a Palpatine en la
plataforma central.
La plataforma donde estaba Padmé se acercó al centro, y junto
a ella se movieron los senadores que la apoyarían en esta intervención: Bail
Organa, Anaconda Farr y Mon Mothma.
Padmé miró la imitación del teatro de Palpatine, su escenario
para convencer a la galaxia de que la democracia nunca podría traerles el orden
y que solo dándole todo el poder a él, este llegaría.
—Canciller Supremo, Vicepresidente, senadores, asistentes y a
todo el pueblo de la República que observa esta sesión del Senado, les doy mi
saludo —dijo Padmé. Algunos asintieron, otros la miraron con enemistad y la
mayoría era indiferente—. Senadores, pueblo de la República, sin duda, la
discusión de hoy es de gran importancia para nosotros y el futuro de este
indeseado conflicto.
»Sin embargo, me temo que tengo un asunto aún más urgente, y
es que como algunos sabrán, el Virrey de la Federación de Comercio, Nute
Gunray…
—¡Protesto! Nute Gunray es un rebelde, no tiene ninguna
relación con la Federación de Comercio —reprendió el senador de la Federación
de Comercio.
—Senador, guarde silencio, tiene la palabra la senadora
Amidala —intervino Palpatine con tono grave, mirando al senador de la
Federación de Comercio, luego la miró a ella—. Senadora Amidala, ya se ha
establecido en los tribunales que Nute Gunray no tiene relación alguna con la
Federación de Comercio —explicó Palpatine con propiedad. Su intervención
silenció a todos, dando una ilusión de orden que no era real.
Los senadores se callaban porque temían a Palpatine, no era
debido a las leyes o al orden en sí. Esto no era un Senado; era un teatro.
—Antes de la interrupción, iba a decir que el Virrey de la
Federación de Comercio fue capturado, y en su viaje hacia acá para someterlo a
juicio, este dio una confesión a los Jedi que lo trasladaron. Esta confesión
está en mis manos e incluye información sobre el plan de la Federación de
Comercio para fingir exiliar al virrey. Sin embargo, este aún ostenta todo el
poder en la Federación de Comercio y ha estado financiando los ejércitos
separatistas con fondos de la Federación de Comercio.
»Para todos los senadores presentes, aquí tengo una copia de
sus declaraciones firmadas y juradas, respaldadas por los dos Jedi que las
obtuvieron.
»Senadores, pueblo de la República, pueden ustedes mismos ver
si he dicho algo que no esté confirmado por el propio virrey —dijo Padmé,
introduciendo la información en la red y publicándola para toda la República en
los documentos públicos del Senado.
—¡Protesto! Esto es un obvio intento de Nute Gunray de
perjudicar el buen nombre de la Federación de Comercio, como antes hizo en los
trágicos acontecimientos de Naboo —intervino el senador de la Federación de
Comercio, y la mitad del Senado armó un alboroto.
—¡Canciller Palpatine, tenga la bondad de hablar, para
silenciar al Senado! —dijo Padmé con tono duro, pero no fue necesario que el
canciller hablara, porque ante sus palabras, cargadas de acusaciones, todos los
senadores comprendieron que esto era un ataque directo y una acusación al
canciller, por lo tanto, un desafío.
El asombro por su atrevimiento dejó al Senado mudo, lo que a
su vez hizo que Padmé sonriera.
—Senadores, su “respeto” por la figura del Canciller Supremo
es admirable. Sin duda, esto demuestra que el canciller Palpatine goza de una
gran “admiración” de parte de todos ustedes. Porque aún recuerdo una vez,
cuando era reina, y otro canciller era el líder, este mismo Senado carecía de
ningún orden. Pero ahora, todo parece estar bajo “control”, y al fin tenemos un
orden —dijo Padmé y aplaudió suavemente hacia Palpatine, que la miró con
frialdad, e iba a hablar, pero Padmé no lo dejó.
—Senadores, como ven, en la confesión del virrey de la
Federación de Comercio, estos no son los únicos que fueron nombrados por él.
Hay un gran número de senadores aquí presentes que están en esta lista de pagos
y son nombrados como infiltrados de los separatistas, a los que este consejo ha
declarado la guerra. Además, la mayoría de ellos son acérrimos defensores del
Canciller Palpatine.
—¡Senadores! —reprendió Padmé con ira, cuando algunos salían
de su aturdimiento, lo que los hizo seguir aturdidos, porque ella era una
diplomática, y la ira era algo que nunca habían visto en ella en el Senado.
Padmé solo necesitaba un poco más de tiempo.
—Senadores —repitió Padmé—. Hoy, considero que hay
suficientes indicios para proponer un voto de no confianza en el Canciller
Palpatine, y ordenar una investigación por corrupción en su contra, y en contra
de todos los senadores mencionados en el testimonio del virrey de la Federación
de Comercio, Nute Gunray —concluyó Padmé, y esta vez el Senado se quedó en
shock por todo un minuto.
—Parece que este Senado no puede ni siquiera concebir la idea
de que pueda ser depuesto usted de su cargo, Canciller Palpatine, aun cuando es
el suyo un puesto temporal. Su control sobre todo este Senado parece ser
absoluto.
»No me sorprendería que en la votación que yo misma he
propuesto, hasta yo, debido a no soportar haber acusado a un hombre que goza de
tal respeto en la República, pueda llegar a arrepentirme.
»La votación en su contra será un no rotundo y de carácter
unánime en todo el Senado, a pesar de que cualquiera en su posición, y con los
indicios que he presentado, ya sería vetado de su puesto al momento y sometido
a una investigación. Sin duda, este Senado y toda la República gozan de su
absoluta confianza —concluyó Padmé con un suspiro, mientras miraba al Senador
Palpatine, que le dedicaba una mirada serena.
Padmé sintió escalofríos, pero la presencia de 02 a su lado
le daba seguridad. Anakin había prometido que una legión de clones no podría
protegerla mejor que 02, y Padmé confiaba en él. Ella confiaba en sobrevivir
para ver a la República y a este Senado libres de Palpatine, por lo que no
desvió la mirada de Palpatine.
El resto del Senado estaba dividido. Algunos confiaban
plenamente en Palpatine. Otros dudaban, pero la gran mayoría solo pensaba en
las consecuencias que tendría para su carrera política si se atrevieran a
desafiarlo. Y eran estos senadores, que eran mayoría, los que en verdad eran el
mayor apoyo de Palpatine, no sus pocos seguidores fanáticos, pues era el miedo
lo que Palpatine usaba para mantenerlos bajo su control.
—¿Senadora Amidala, es consciente de que sus acusaciones
podrían ocasionar la caída de la República en manos de los separatistas, al
dividir nuestros esfuerzos y hacernos débiles ante nuestros enemigos? —acusó
Palpatine, devolviéndole el golpe y acusándola a ella de ser una separatista.
—¿Tiene el Canciller Supremo una confesión firmada y
atestiguada por los Jedi, defensores de esta República, en donde se mencione mi
nombre o el de mis allegados como miembros de los separatistas? Si es así, seré
la primera en aceptar una investigación sobre mí y sobre aquellos que me
apoyan.
»La razón de esto no es que quiera paralizar a la República,
es que comprendo que si los apoyos de los separatistas están entre nosotros,
eso quiere decir que esta guerra no es más que un teatro.
»Los enemigos de la República están entre nuestras propias
filas. Son las organizaciones que dicen respaldar nuestra lucha, como la
Federación de Comercio, el Clan Bancario Intergaláctico y demás.
»Todos ellos se nutren y enriquecen, mientras el pueblo de la
República sufre hambre y penurias, todo para financiar una guerra sin ningún
sentido. Una guerra donde toda negociación está prohibida por la absurda razón
de no dar legitimidad a los separatistas.
»“No dar legitimidad”, Canciller, ¿se atreve usted a decir
eso cuando miles de mundos sufren la invasión de los ejércitos separatistas?
¿Cuándo día a día nuestros ciudadanos ven reducidos sus salarios y condiciones
de vida por esta guerra? ¿Cuáles son los reclamos de los separatistas? Ellos
nos acusan de corrupción.
»Financian esta guerra porque este Senado se ha negado a
investigarse a sí mismo. Estamos en una guerra porque decimos que somos justos
y puros y nos negamos a demostrarlo, aunque eso signifique la pérdida de vidas
y el sufrimiento de miles de millones de personas, solo en este planeta —declaró
Padmé.
—Senadora, le ruego que reflexione. Los separatistas han
cometido genocidios y violaciones claras a las leyes de la República. Son
criminales —dijo el Senador Palpatine, y algunos senadores empezaron a
despertar y apoyaron al Canciller con tono indignado.
—Todos esos crímenes fueron cometidos por los ejércitos
separatistas. Ejércitos de droides al mando de la Federación de Comercio, como
los que una vez invadieron Naboo. Ejércitos de droides pertenecientes al Clan
Bancario. Ejércitos de droides pertenecientes al Gremio de Comercio. Senador
Palpatine, a mi juicio, la República libra una guerra en contra de
organizaciones económicas.
»Los dueños de estos ejércitos son los líderes de estas
organizaciones. Y realmente no sabemos nada de lo que han hecho o dejado de
hacer los mundos separatistas porque usted ha prohibido cualquier tipo de
negociación.
»Es más, por lo que sabemos, los separatistas podrían ser
rehenes de estas organizaciones o ni siquiera tener que ver con ellas.
»Si estoy equivocada, por favor, senadores, levántense y alcen
la voz, aquellos de ustedes que hayan presenciado o tengan alguna prueba de los
separatistas, los representantes de aquellos planetas que exigen que el Senado
sea investigado, ordenando o haciéndose responsables de los crímenes que
menciona el Canciller Palpatine —exigió Padmé, pero de nuevo se hizo el
silencio, quizás porque todos comprendieron que en realidad no tenían ninguna
prueba de ningún crimen, o quizás porque se dieron cuenta de que no podían
alzar sus manos, pues levantarlas sería admitir que han hablado con los
separatistas, y eso era ilegal. Padmé solo miró al Canciller Supremo.
—Senadora Amidala, me llena de tristeza que hayamos llegado a
esta situación, y sin duda este consejo discutirá sobre ello, pero debemos tratar
un asunto a la vez, y creo que coincidirán en que el primer tema planteado, el
cual es su voto de no confianza en mi persona, sea tratado según lo estipula la
ley.
»Yo, como Canciller Supremo, soy el primero que debe
someterse a esto, por lo que estoy de acuerdo en proceder con ello —dijo
Palpatine con tono solemne y la mitad del Senado aplaudió, mientras la otra
mitad se apresuró a seguirles.
—Canciller, su permiso no es necesario, pero si quiere
demostrar que apoya las leyes de la República, puede hacerlo aceptando una
investigación sobre su persona. Eso sí sería un gesto genuino que demostraría a
este Senado y a la República que estamos en las manos correctas —dijo Padmé, y
los aplausos cesaron de inmediato, mientras algunos senadores no podían
esconder su asombro al verla, era como si de repente ella fuera una completa
desconocida para ellos.
—Senadora, le recuerdo que en la actualidad soy el líder de
esta República y, por tanto, en mi actual posición, la ley me obliga a
mantenerme en el cumplimiento de mis funciones, y aceptar una investigación
pondría en riesgo la estabilidad de la República en este momento de crisis que
parece usted ignorar —replicó Palpatine.
—No lo he olvidado, Canciller Supremo, y es justo por el
peligro que representa para la República que he hecho esta propuesta de voto de
no confianza, pues si resulta que usted y sus seguidores han provocado esta
guerra, también serían los responsables directos de todos los crímenes que se
han cometido en ella y del sufrimiento de nuestro pueblo. Por lo tanto, en su
nombre, las leyes me obligan a tener en cuenta todas las posibilidades y actuar
de forma contundente…
—¡Senadora! —reprendió el Vicepresidente—. ¡Al orden! Esta
sesión se reanudará en una hora para votar sobre su primera propuesta, que fue
un voto de no confianza en el Canciller Supremo —sentenció el Vicepresidente y
el Senado se alborotó, la mayoría diciendo cualquier cosa para no pronunciarse
al respecto, una pequeña parte ofreciendo su apoyo a gritos al Senador
Palpatine y negándose a realizar cualquier investigación.
Los que gritaban su apoyo eran los senadores que estaban en
la lista de Nute Gunray.
—Vicepresidente —intervino Bail Organa a su lado.
—Senador, esta sesión ha terminado —dijo el Vicepresidente
con tono grave.
—Esa declaración es una flagrante violación a las leyes de la
República —advirtió Bail Organa.
El Vicepresidente se tensó, y el silencio volvió a hacerse
cuando un segundo senador estaba en clara rebelión, y Bail Organa era conocido
como alguien que siempre estaba dispuesto a escuchar razones y no siempre
estaba del lado de Padmé o de los pacifistas.
—Senador Organa, ¿qué quiere decir? La votación propuesta se
llevará a cabo según lo exige la ley —dijo el Canciller Palpatine, levantando
la mano.
—Canciller, no me refiero al voto de no confianza propuesto
por la senadora Amidala. Solo quiero recordarles a este Senado que tenemos una
declaración jurada de un elemento criminal que implica a varios senadores de
este ente administrativo, y que es deber de este Senado decidir si se debe o no
iniciar una investigación. Pero eso puede esperar. Lo que no puede ser tratado
luego es el propio testigo del caso, que si no me equivoco, pronto será puesto
en manos de la cancillería, institución cuya legalidad se pone en duda por el
testimonio antes mencionado.
»Senadores, la ley es clara respecto a esto, y es un claro
conflicto de intereses que la cancillería tenga acceso a este testigo. Ya sean
reales o falsas sus declaraciones, se debe velar por el debido proceso en todo
momento, o el buen nombre de este Senado será manchado cuando nuestros
ciudadanos se den cuenta de que por un descuido hemos ignorado de forma
flagrante nuestras propias regulaciones y leyes —explicó el senador Organa.
—La oficina del canciller es el máximo ente rector —dijo el
vicepresidente que al parecer no sabía cómo salir de este predicamento, porque
todo estaba subordinado a la oficina del canciller supremo.
La ley exigía que el testigo no estuviera en manos de los
acusados, pero no había una institución a donde mandarlo en la República que no
estuviera bajo el mando de la oficina del canciller, incluso el gran ejército
de la República, era subordinado al Canciller Supremo, desde que inició la
guerra, y este fue creado.
Padmé sonrió en su mente cuando Palpatine miró al
vicepresidente, y este comprendió con horror que como diría Anakin, había
metido la pata hasta el fondo al decir estas palabras.
—Parece entonces que ninguna institución de la República está
libre de la influencia de nuestro Supremo Canciller. Él es como un emperador,
su control podría ser absoluto si él lo quisiera —dijo Padmé, pues Bail era la
voz de la razón. Él no podría acusar sin pruebas absolutas, y por el bien de su
grupo rebelde, esto debía seguir así. Ella sería la encargada de hacer
acusaciones.
—¡Senadora Amidala!…
—De hecho, hay una institución que no está bajo el control de
la cancillería y en la cual este Senado confía en todo momento, y es la Orden
Jedi —se apresuró a interrumpir Bail Organa, para que el vicepresidente no
diera excusas a sus acusaciones.
—El prisionero será escoltado a la Orden Jedi. Ahora
retírense para iniciar una nueva sesión en una hora —dijo Palpatine, que había
sido tomado desprevenido por una declaración de guerra que no esperaba, y debía
estar ansioso por tener un lugar para dar instrucciones que evitara que sus
peones hablaran fuera de lugar, como hizo el vicepresidente al decirle a toda
la República que el Canciller Supremo gobernaba todas las instituciones en la
República.
…
—Treinta y cinco por ciento a favor —dijo su tío Ono con
incredulidad, cuatro horas después, cuando la votación terminó.
—A lo sumo esperaba un cinco por ciento en la votación
—confesó Bail Organa. Padmé solo esperaba que su pequeño grupo de cuatro votara
a favor.
—Las palabras del vicepresidente han hecho un gran daño a la
reputación del Canciller —dijo Mon Mothma, yendo a sentarse en un sofá de su
sala privada en el Senado. Padmé se sentó a su lado.
—Palpatine no se quedará de brazos cruzados ante esta
declaración de guerra flagrante —dijo Padmé, porque necesitaban tomar medidas
lo más pronto posible. Ella miró a 02.
Sus compañeros también miraron a 02, que se había convertido
en su sombra desde que la Orden Jedi lo puso en sus manos. Su tío Ono suspiró.
—El general Skywalker diseñó este droide —dijo su tío Ono,
pero su tono no llevaba mucha confianza.
—Tío Ono, Anakin es un prodigio en esta área, y ya les dije
que su victoria en Ryloth se debió a esto, no a la Fuerza. Estoy segura de que
estos droides cumplirán su propósito —dijo Padmé.
—Senadora, 02 en línea y esperando blancos —dijo 02 con voz
robótica, y sus ojos brillaron convirtiéndose en estrellas por un par de
segundos. Padmé sonrió, y Mon Mothma suspiró.
—Eso espero, si no es así, nuestro pequeño acto de rebeldía
terminará muy pronto —dijo Bail Organa.
Padmé había compartido con ellos todo lo que sabía,
incluyendo que Palpatine era un Lord Sith, que ya había intentado matarla en al
menos tres ocasiones, que fue él quien organizó el ataque a Naboo y que no
dudaría en matarles a todos o amenazar a sus familias si se le daba la
oportunidad.
—Entonces me pondré en marcha —dijo Padmé levantándose,
porque Palpatine ya debía estar contratando asesinos y ofreciendo recompensas
por sus cabezas en este momento.
…
Media hora después, Padmé estaba en el Templo Jedi, y tres
Jedi estaban allí para recibirla. Eran: el Maestro Yoda, el Maestro Windu que
era un holograma, y una Jedi que ya no era parte del Consejo, la Maestra Yaddle.
—Senadora Amidala, su intervención de hoy ha dejado a media
galaxia en caos —dijo el Maestro Windu con tono exigente.
—Maestro Windu, le aseguro que mis razones para desconfiar
del Canciller Palpatine son serias, y el Senado también las compartiría si
abrieran una investigación sobre él —dijo Padmé.
—Sus sospechas no las compartirá con nosotros —dijo el
Maestro Yoda.
Padmé se sintió un poco mal por la desconfianza que esto
generaría entre ella y los Maestros Jedi, pero Anakin tenía razón, lo menos que
necesitaban era a los Jedi yendo a capturar a Palpatine con sus sables de luz
en la mano.
El Senado no se recuperaría de ese golpe, y la Orden Jedi
quedaría manchada para siempre. Sería el último paso para que ellos se
convirtieran en una facción política más.
—Maestros, la Orden Jedi siempre ha sido la defensora de la
paz y la justicia para la República. Y en este momento, son la única
organización que puede mantenerse neutral en este conflicto. Por lo tanto, les
ruego que se mantengan al margen de esta lucha política, por más que el
Canciller u otros senadores les pidan intervenir para dar su opinión —pidió
Padmé.
—Y eso convertirá a la Orden Jedi en una organización en
contra posición directa a la oficina del Canciller Supremo —dijo el Maestro
Windu de mal humor.
—Eso es porque la cancillería ha acaparado todo el poder
—replicó Padmé. El Maestro Yoda y el Maestro Windu no parecieron conformes.
—Este es el camino del Elegido, y es él quien traerá el
equilibrio a la Fuerza. Los ancianos debemos hacernos a un lado y dejar a la
nueva generación a cargo de nuestro futuro —intervino la Maestra Yaddle.
El Maestro Windu apretó los puños, y el Maestro Yoda tampoco
parecía contento, haciendo una mueca al masticar su saliva.
—Entonces continuemos —dijo el Maestro Windu con renuencia,
haciéndole un gesto para invitarla a pasar.
…
—Valiente y sincero es el Caballero Skywalker —dijo la
Maestra Yaddle, después de más de diez minutos de caminar en silencio por los
anchos pasillos del Templo Jedi.
Padmé parpadeó sin entender nada, luego se apresuró a
asentir, porque los Maestros la miraron, y Padmé se preguntó si sentirían cómo
su corazón se aceleró.
—El Caballero Skywalker no esconde sus sentimientos, y sus
ideas son claras. Siempre responde ante las injusticias y no calla aunque vaya
en detrimento de sí mismo. Creo que el Consejo Jedi podría dar fe de ello —dijo
la Maestra Yaddle. Padmé realmente no entendía de qué iba esta conversación;
ella solo pudo volver a asentir.
—Eso debe ser algo muy raro en su mundo político, donde las
personas aprenden el valor del silencio desde muy jóvenes, una cualidad que
podría hacer que una joven mujer se enamore —dijo la Maestra Yaddle, y el
corazón de Padmé dio un vuelco.
Esta vez, ellos definitivamente lo notaron. El Maestro Windu
hizo muchas muecas, y el Maestro Yoda estuvo varios segundos masticando su
saliva. Pero en contra de todo lo que Padmé pensaba, ninguno de ellos le
recordó que los Jedi no podían tener apegos.
—El Elegido ha llegado tarde a nosotros. Su camino no es el
de un Jedi debido a esto. Es algo que nos entristece, pero la Fuerza tiene
caminos misteriosos, y lo más probable es que el camino del Elegido no esté con
nosotros —dijo la Maestra Yaddle, y Padmé casi se enredó con sus propios pies.
«¿Está ella diciéndome que la Orden Jedi no se opone a que
Anakin y yo estemos juntos?», se preguntó Padmé en estado de shock.
—Por supuesto, rebeldía no es su única virtud. El Caballero
Skywalker también es una persona confiable, fuerte, amable y bondadosa. Es
honorable, y la debilidad no está en él.
»Es una persona que nos inspira a seguir con seguridad hacia
el futuro, porque podemos apoyarnos sobre sus hombros con la seguridad de que
no se convertirán en un terreno pantanoso. Es una persona que goza de gran
fuerza personal —dijo la Maestra Yaddle.
Padmé casi asintió, pero al intentarlo, vio de reojo al
Maestro Windu, que la miraba sin saber qué decir.
—Senadora… —la Maestra Yaddle carraspeó para interrumpir las
palabras del Maestro Windu, que suspiró con impotencia.
Padmé no entendía nada, pero el Maestro Windu y el Maestro
Yoda, le parecían diez años mayores de un momento a otro.
Padmé quería preguntar, pero ellos se detuvieron frente a
unas puertas dobles, parecía que habían llegado a su destino.
La Maestra Yaddle avanzó para abrir la puerta, pero el
Maestro Yoda pareció sorprendido, y a Padmé incluso le pareció que no quería
que abrieran la puerta. Sin embargo, la Maestra Yaddle se apresuró a usar la
Fuerza, y las puertas se abrieron de par en par.
El lugar era un salón de entrenamiento de los Jedi, un gran
espacio despejado de cien por cien. En medio de la sala, estaban Anakin y su
padawan, Ahsoka Tano. Anakin estaba sobre ella, aplicándole una llave
estranguladora, mientras cinco esferas disparaban fuego continuo de blaster
sobre su espalda, que eran absorbidos por una especie de escudo invisible.
—¡Maestro! —gruñó Anakin.
—¡Anakin! —gruñó Ahsoka sosteniendo sus brazos y tratando de
retorcerse y liberarse.
Anakin repitió “Maestro” y Ahsoka repitió “Anakin”. Padmé
solo podía parpadear.
—¡Hmmmm! —carraspeó el Maestro Windu con ira.
Anakin y Ahsoka saltaron al mismo tiempo. Las esferas dejaron
de disparar y volvieron a la mochila metálica que llevaba Ahsoka. Los sables,
que habían estado en el suelo, volaron a sus cinturones. Todo ocurrió en un
segundo, y al siguiente, ambos se acercaban a su grupo como si no hubiera
pasado nada.
—Senadora Amidala, ¿ya dije antes que el Caballero Skywalker
es una persona extremadamente sincera y madura? El futuro de nuestra galaxia
está en sus manos. Sin duda esta es la causa de que el Consejo Jedi tenga
noches de sueño tranquilas y una fe inquebrantable en las habilidades y
capacidad del Elegido de la Fuerza —concluyó la Maestra Yaddle.
Con esas palabras, y mientras Anakin se acercaba, Padmé
comprendió el sentido de las palabras de la Maestra Yaddle hasta ese momento,
pero su mente estaba en negación, mientras el Maestro Windu se llevaba la mano
a la cara, y el Maestro Yoda masticaba su saliva con impotencia.
—Caballero Skywalker, tus sentidos siguen perdiendo eficacia
cuando tus emociones salen a relucir —dijo la Maestra Yaddle.
—Maestra Yaddle, deje de crear escudos mentales a su
alrededor —se quejó Anakin mirándola con enemistad—. Hola Padmé, felicidades.
Con tus acciones, puedo sentir que la guerra se acerca a su fin —dijo Anakin.
Padmé hizo una mueca; ella ya no se sentía nada segura en este momento.
—Caballero Anakin, creo que tenía algo que mostrarnos —dijo
el Maestro Windu. Anakin asintió con propiedad, mientras Ahsoka le hacía un
asentimiento para saludarla.
Antes, esta chica le inspiraba confianza, pero ahora acababa
de ver un espectáculo deplorable, y ella le parecía otra chica rebelde y
cabezadura…
«Inmadura», sentenció Padmé en su mente. Ser rebelde no tiene
nada que ver con ser inmaduro.
…
Mientras Padmé trataba de pensar con claridad, Anakin los guio
a un almacén, donde estaba R2, junto a una gran cantidad de cajas. R2 se acercó
para saludarlos. Padmé lo saludó, notando algo extraño en él, aunque no podía
decir qué era.
—Protocolo masacre 2.0 activado —dijo Anakin, y las cajas se hicieron
pedazos o fueron hechas pedazos por decenas de droides similares a 02.
—¿De dónde sacaste los recursos para construirlos? —preguntó
el Maestro Windu.
—Los cruceros separatistas tienen algunos materiales
valiosos. Pensé usarlos en el Verdad y Reconciliación, pero creo que ya tiene
suficientes mejoras, y lo que pondrá fin a esta guerra no será desarmar
droides. Esta guerra solo puede terminar en el Senado —dijo Anakin.
—Inaceptable, no podemos autorizar el uso de estas armas en
tal cantidad —sentenció el Maestro Windu.
—¡Confiar en la Fuerza debemos! —dijo el Maestro Yoda, pero
sus palabras estaban cargadas de impotencia.
El Maestro Windu suspiró con la misma expresión de no
aceptación.
—Maestros, no se preocupen, ustedes solo deben firmar las
órdenes de protección, yo y Padmé decidiremos a quién entregar estos droides
—dijo Anakin.
—¿Y yo? —preguntó Ahsoka, que retrocedió cuando todos la
miraron.
—Los padawan rebeldes no generan confianza —dijo Anakin, y
esta vez todos lo miraron a él.
—Yo soy un Caballero Jedi —se excusó Anakin.
—Maestros, creo que debemos dejar solos al General Skywalker
y la Senadora —dijo la Maestra Yaddle.
Yoda masticó su saliva, pero siguió a la Maestra Yaddle, que
no esperó una respuesta y empezó a caminar. Ahsoka estiró el cuello y se
preparaba para caminar detrás del maestro Windu, cuando se tensó y detuvo sus
pasos.
Si no hubiera visto la escena anterior, Padmé asumiría que
ella estaba nerviosa por algo o simplemente le parecería extraño su gesto, pero
ahora ella miró a Anakin, que tenía sus manos a la espalda. “Él la ha apresado
usando la Fuerza”, pensó Padmé.
Anakin le puso una mano en el hombro a Ahsoka.
—Ahsoka, como mi «padawan», tienes mi plena confianza, puedes
quedarte —reprendió Anakin.
Padmé entendió que él no permitiría que ella le preguntara
por qué estrangulaba a su padawan hace unos minutos.
…
Padmé volvió al edificio del Senado un par de horas después,
porque después de la votación en la que el Canciller Supremo Palpatine quedó
muy mal parado, dejando claro que la gente sospechaba de él, seguía la sesión
suspendida, en la que se decidía si crear más cruceros y, por consiguiente,
clones para apoyar la victoria de Anakin, y terminar la guerra lo antes
posible, o eso prometía Palpatine, que luego buscaría alguna excusa para seguir
posponiendo la paz.
Padmé trajo consigo cuatro droides, uno de ellos 02, y tres
más que eran para Bail Organa, su tío Ono y Mon Mothma.
…
Padmé se reunió con su grupo de rebeldes y les entregó unas
tarjetas, que eran los permisos del Templo Jedi para los droides.
—Los droides de protección para mi familia y las suyas ya han
sido enviados —explicó Padmé, y sus tres aliados miraron a 02 y sus compañeros.
—¿No se meterán en problemas los Jedi si estos robots nos
apoyan? —preguntó Bail.
—Modo furtivo activado —dijo una de las esferas, y se
convirtió en una sustancia negra, que voló hacia ambos brazos del senador y se
convirtió en un par de brazaletes.
Los otros dos droides hicieron lo mismo, pero se fusionaron
con las ropas.
—No sabía que podían hacer eso —dijo Padmé, 02 siempre estaba
a su lado.
—Las especificaciones sobre nuestro funcionamiento son alto
secreto —dijeron los cuatro droides al mismo tiempo.
—Bien, creo que me siento algo más seguro ahora —dijo Bail
Organa, al ver las capacidades de los droides.
—Volvamos a la sesión del Senado, o ignorarán nuestros votos
—dijo Mon Mothma.
…
Padmé observó la sesión del Senado, en la que la mayoría de
senadores parecían dispuestos a aprobar más presupuesto para cruceros y tropas,
mientras Palpatine parecía indiferente y sereno, pero Padmé sabía que sus manos
estaban metidas hasta el fondo en esto, y como una forma de demostrar su poder,
estaba decidido a demostrar el apoyo del Senado a la guerra y a él mismo
apoyando esta votación.
—Senadora Amidala, si no tiene algo más que decir, que
suspenda esta sesión por segunda vez, por favor adelante —dijo el
vicepresidente del Senado.
Padmé no respondió a su intento de crear conflictos y miró a
los senadores, ignorando al vicepresidente y a Palpatine.
—Senadores, antes ya les he mencionado cómo nuestro pueblo
sufre por esta guerra. Como la República, en vez de servir a sus ciudadanos y
su bienestar, los exprime para financiar una guerra sin sentido.
»Aunque ya he dicho todo esto, hoy también diré algo más,
porque ustedes parecen pensar que les estoy dando la espalda a nuestros
soldados por un ideal de paz, y si bien podría ser así, pues prefiero negociar
la paz antes que ir a la guerra, hoy les traigo otra voz, diferente a la mía
—dijo Padmé, introduciendo algunos datos en su interfaz, y un holograma gigante
apareció en la sala del consejo, y también en cada plataforma de cada senador.
El holograma era de Anakin, y este estaba sentado en una
silla de mando, de alguna nave.
—¿Un mensaje para el Senado en lo referente a la guerra?
—preguntó Anakin como si fuera una pregunta casual—. ¿Más cruceros, más armas,
más soldados? —añadió, y negó con la cabeza.
Anakin se levantó de su asiento, y caminó unos diez metros
hasta detenerse. Él no se dio la vuelta llevando las manos a la espalda en una posición
militar. Él contemplaba el horizonte, que bien podía ser el espacio o la vista
de un atardecer. Su tono era solemne cuando volvió a hablar:
—Como un jedi, en cada batalla, y mientras ha durado esta guerra,
he sentido las vidas que se pierden en ellas. El sufrimiento de cada planeta y
pueblo que se ven involucrados en ella, ya sea de un bando o del otro. La
guerra trae la miseria a todos.
»El sufrimiento, la indefensión, la ira y el odio, cada uno
de ellos creyendo que luchan por las razones correctas, como lo creo yo mismo,
y todos los soldados que me siguen.
»Mis soldados y yo, luchamos por la republica, luchamos
porque creemos, en lo que representa, y lo que representa es la paz, el orden y
la razón. No la guerra y el sufrimiento, sin embargo, no por esto podemos
permitir que sea destruida, si luchar es necesario, entonces lucharemos, y no
dejaremos que la Paz, y el orden caigan en el caos.
»Esas son mis razones para estar en esta guerra. Por eso pongo
mi máximo esfuerzo. Mis victorias son a causa de mi determinación de terminar
esta guerra. Mis soldados avanzan conmigo, para que la República descanse
tranquila. Nuestros esfuerzos son para traer la paz, no necesitamos más naves,
no necesitamos más tropas, necesitamos que la paz llegue, y el horror de la
guerra termine —declaró, y se dio media vuelta para mostrar una expresión de
determinación.
—Senadores, mi mensaje para ustedes es que no se preocupen
por la guerra, yo ya tengo todos los soldados y naves que necesito bajo mi
mando. Soldados valientes, que si es necesario, obtendrán victorias para la
República de mil contra uno.
»Por esto —dijo colocando una expresión solemne—. ¡Dejen la
guerra sobre mis hombros! ¡Descansen tranquilos con el resto de la República! ¡Que
los números separatistas no les quiten el sueño! Dos a uno, tres a uno, hasta
un millón a uno. Mientras yo siga en pie, la República estará tranquila.
Déjenme tomar esa responsabilidad, y no teman por la seguridad de la República,
porque esta guerra está en mis manos —concluyó Anakin con tono firme y el
holograma finalizó.
El Senado guardó silencio, y Padmé, que antes estaba confiada
en sus planes, dudó, porque en su cabeza, mientras escuchaba el discurso de
Anakin, ella solo pensaba en las palabras de la maestra Yaddle.
«Rebelde, fuerte, amable, maduro, sincero, una persona que
engendra confianza». Todas eran palabras con doble sentido, pero hasta que
Padmé no vio a Anakin estrangulando a su propia padawan y luego comportarse
como si nada hubiese pasado, no entendió nada de lo que le estaban diciendo.
Para ella, el consejo siempre peleaba con Anakin porque él
tenía ideas nuevas que ellos no podían aceptar, jamás se le ocurrió pensar que
no aceptaban esas ideas porque le consideraban un inmaduro y sin ninguna
responsabilidad, en cuyo caso tenía perfecto sentido que, aunque Anakin tuviese
razón, no generara ninguna confianza en el consejo Jedi.
«¿Qué más saben los Jedi sobre Anakin que yo ignoro?», se
preguntó Padmé con nerviosismo…
Un aplauso sacó a Padmé de sus pensamientos, luego otro y
otro. Era evidente que el Senado no tenía las mismas dudas que ella, y Anakin
ya los había engañado a todos…
Padmé sacudió la cabeza en su mente; que Anakin fuera
inmaduro y quizás su personalidad fuera diferente a lo que ella imaginaba no
quería decir que no fuera confiable. Ella hablaría de forma sincera con él la
próxima vez que se encontraran. Quizás también podría hablarle de sus propios
sentimientos, y ser sincera con él; quizás la razón por la que no era sincero
con ella era que le estaba dejando ver una postura demasiado formal de su
parte. Ella no iba a rechazarlo porque ya tenía sentimientos por él, pensó
Padmé, y sonrió por sus dos victorias seguidas sobre Palpatine.
Ahora esperaba la investigación sobre la lista de nombres de
Nute Gunray, y ella ya había colocado suficientes sospechas sobre la
Cancillería para quitarles el derecho de llevar la investigación. Por lo tanto,
al igual que el virrey, esta sería llevada por el consejo Jedi, que había
decidido apartarse y dejarles actuar a ella y a Anakin.
NA 1: aclaración: Si Anakin va ahora con el consejo Jedi y
les dice que Palpatine es un Sith, ellos sin duda le creerán, y también sin
duda se lanzarán contra Palpatine. No escucharán a Anakin sobre esperar, y
debido a la ola que esto provocaría en la Fuerza, Palpatine se enteraría de
todas formas.
Si Palpatine se ve al descubierto, por supuesto, activará la
Orden 66 y usará los clones contra todos los que se le opongan. Él quiere una
victoria limpia, pero en ningún momento dudará en ensuciarse las manos y hacer
una matanza indiscriminada. Aún ahora, el Senado no haría mucho por ello, y con
el poder que tiene, deshacerse de sus enemigos no es un problema.
Los Jedi jamás podrían contra el ejército clon, ni siquiera
si estuvieran todos juntos. Anakin menos, él no es Superman, y aquí hablamos de
un ejército de millones de clones. Tendrían suerte si logran huir con vida.
No ignoren el poder de Palpatine, él es el amo absoluto del
ejército clon. Tiene bajo su control la economía y la política. Si no los ha
matado a todos, es porque quiere una victoria total, no una guerra encarnizada,
donde sus enemigos sepan a que cabeza apuntar.