Capítulo 13 Ryloth
Una hora después, la flota salió del hiperespacio, y Ahsoka y
el maestro Plo Koon estaban algo asustados, porque…
Los pensamientos de Ahsoka fueron interrumpidos por un
sentimiento de alarma que la hizo estremecer. En frente de ellos había una
enorme flota.
—R2, activa los escudos —ordenó su maestro.
—Señor, hay una flota de más de cincuenta cruceros bloqueando
el planeta que está marcado como nuestro objetivo —informó un clon, que al
igual que todos allí, parecía querer recordarle a su maestro que su flota
estaba compuesta por siete cruceros y algunas fragatas, no deberían levantar
escudos, deberían dar media vuelta y huir.
—Tenemos que retirarnos —dijo el maestro Plo Koon, mirando la
línea de batalla enemiga de más de cincuenta cruceros, no había forma de que
pudieran con esa flota solo con seis cruceros, algunas fragatas y el Verdad y
Reconciliación.
—Bien, anciano miserable, has decidido darme una batalla
real, vamos a ver si logras destruir mi nave y frustrar mis planes —dijo su
maestro con una sonrisa llena de dientes, era como si él no pudiera oírlos.
Ahsoka también estaba algo extrañada porque la última vez que
su maestro se encontró con el Conde Dooku, ambos fueron respetuosos el uno con
el otro, pero ahora su maestro irradiaba hostilidad.
—Maestro Plo Koon, formación de batalla. Ahsoka, activen los
cañones de iones en cuanto estemos a una distancia de tiro, aprovecharemos el
alcance superior para hacer uno o dos disparos antes de que el enemigo pueda
disparar sobre nosotros, los escudos deberían resistir por unos minutos
mientras igualamos el combate —ordenó su maestro mientras trazaba un plan de
ataque para la flota, posicionando los cruceros en formación de batalla con el
Verdad y Reconciliación.
—Maestro, ¡ellos sabían que veníamos, debemos retroceder!
—dijo Ahsoka viendo la muralla de naves que protegía el planeta, de más de
cincuenta cruceros, y detrás, unas cien fragatas, y una nube de droides
buitres, con toda clase de bichos droides, y cientos de bombarderos, el planeta
era una verdadera fortaleza.
Solo los bombarderos eran suficientes para destruir una flota
del doble de su tamaño, ni hablar de la nube de droides con cientos de miles de
naves de asalto, la mayoría droides buitres, era una locura, y si llegaban
hasta ellos, su flota sería desmantelada sin que pudieran hacer nada para
defenderse.
—Por supuesto que lo sabían, no hay forma de que me dejen
conservar esta nave —dijo su maestro.
—Entonces el plan ha fallado, no podemos enfrentar a esta
flota, debemos aprovechar que sus fuerzas están concentradas y atacar otros
puntos estratégicos —dijo Plo Koon. Su maestro negó con la cabeza.
—Como me preparaba para darles un dolor de cabeza, es
evidente que esta pequeña flota estaba en mis planes.
»En cuanto a objetivos estratégicos, con las fábricas de
Geonosis tomadas y destruidas, el ejército droide ya ha sufrido un duro golpe.
Si destruimos esta flota, y todos esos droides, sus refuerzos serán escasos y
otros bloqueos serán menos eficientes. Por otro lado, si no enfrentamos esta
batalla, esto se convertirá en un juego del gato y el ratón, y no le sacaremos
ningún provecho a esta nave más que perder tiempo en un juego —explicó su
maestro.
Ahsoka miró los niveles de energía generados por el motor,
era evidente que su maestro contaba con que el escudo resistiera los ataques de
cincuenta cruceros, por al menos unos minutos, mientras la abrumadora potencia
de fuego del Verdad y Reconciliación les permitía emparejar el combate. El
problema…
—Aunque los escudos resistan, esa nube de droides nos hará
pedazos, y nos abordarán. También pueden bombardearnos —dijo el maestro Plo
Koon, que había visto el mismo defecto que ella en el plan de su maestro.
Incluso sin los cruceros y fragatas en ese lugar, debían haber cientos de miles
de droides, ellos serían abordados por todos lados. Su maestro asintió.
—R2, ¿está lista nuestra abominación devoradora? —preguntó su
maestro, y R2 le envió un informe—. Bien, que vengan, necesitaremos muchos
recursos para reparación de daños luego de esta batalla —dijo su maestro, y
Ahsoka entendió que en efecto, la cosa amorfa de la bodega de carga era un arma
de terror.
Ahsoka, el maestro Plo Koon y los comandantes clones miraron
cómo la flota enemiga avanzaba hacia ellos, pero ninguno puso más objeciones y
se prepararon para entrar en combate, no porque no tuvieran objeciones, sino
porque era evidente que su maestro no iba a retirarse sin importar lo que le
dijeran.
—La flota enemiga está adoptando una formación de ataque…
extraña —dijo un clon.
La flota enemiga, que bloqueaba el planeta, se estaba
dispersando, dejando una enorme distancia entre sus cruceros. Ahsoka, que ya
había leído las especificaciones del Verdad y Reconciliación, sabía por qué
estaban haciendo esto.
Los cañones de iones del Verdad y Reconciliación podían
inutilizar toda una flota de cinco cruceros en formación de batalla con un solo
disparo. Eso significaría que con la máxima eficiencia de disparo, toda la
flota enemiga caería después de disparar unas ocho veces los cañones de iones.
En resumen, ellos conocían las especificaciones de su nave y sus capacidades no
serían una sorpresa. Ahsoka miró a su maestro.
—Maestro, ellos van a rodearnos y se agruparán para hacer
formaciones en todos los puntos ciegos de los cañones de iones —advirtió
Ahsoka, porque el plan enemigo era evidente, y era una táctica de manual, ante
un enemigo que era menos numeroso, la mejor táctica era rodearlos.
En este caso, el enemigo aplicaba esta táctica para adoptar
una formación en la que los cañones de iones fueran inútiles y sus bajas serían
mínimas.
—Tranquila, si las flotas actúan en formación es por algo,
puede que estén evitando caer en grandes números, pero también les estamos
obligando a dispersar sus fuerzas, haciéndolas menos efectivas, más difíciles
de manejar y menos efectivas en concentrar el fuego mientras nos rodean
—explicó su maestro.
—Ellos no entrarán en nuestra distancia de disparo hasta que
no hayan retomado sus formaciones y estén listos para derribarnos —dijo el
maestro Plo Koon, aunque era evidente para todos que esa sería la táctica
enemiga, debido a los movimientos de su flota. Su maestro sonrió.
—Ellos no han tenido en cuenta todas nuestras armas —dijo su
maestro con una sonrisa que daba miedo. Él parecía dispuesto a matar o a
morir—. R2, muéstrales que nuestros colmillos son más grandes de lo que ellos
creen, fuego del cañón Kyber —ordenó su maestro y el maestro Plo Koon dio un
respingo al escuchar el nombre del arma.
R2 ejecutó las órdenes y un rayo concentrado, como el de un
sable de luz pero de muchas veces el diámetro regular, salió disparado desde
debajo de la batería de cañones frontales.
A Ahsoka no le sorprendió porque ella ya sabía que estaba
allí. Aunque no sabía qué tan efectivo sería, porque los escudos de los
droidecas no podían ser atravesados por los sables de luz, y un crucero tenía
escudos…
Ahsoka se quedó aturdida cuando el haz de energía chocó
contra los escudos de un crucero enemigo, creando una explosión masiva que
cubrió a otros dos cruceros que empezaban a alejarse para adoptar su formación
en contra de los cañones de iones.
Ahsoka miró al maestro Plo Koon, que tenía una expresión de
horror retratada en su rostro y al parecer no podría salir de su conmoción en
mucho tiempo. Ahsoka no obtendría una respuesta de él en este momento.
Ella no entendía nada, esta era la misma arma que las
Estrellas de la Muerte que su maestro hizo para ella, y esa arma era igual que
un sable de luz, pero con más potencia. Esto no era un arma igual que un sable
de luz, era un arma de destrucción masiva.
“Las Estrellas de la Muerte son armas muy poderosas, pero al
final, son armas antipersonales, si causaran explosiones así, el que las usara
acabaría convertido en cenizas, eran armas cuyas capacidades eran reducidas.
Este cañón estaba diseñado para una nave espacial”, concluyó Ahsoka y miró a su
maestro, que asintió como si pudiera leer sus pensamientos.
R2 notificó que sin los demás cañones disparando, y toda la
energía dirigida al cañón Kyber, en poco tiempo el cañón estaría cargado de
nuevo, y podían volver a disparar. Del lado de sus enemigos, los cruceros, que
adoptaban una formación dispersa, si es que algo así existía a este nivel,
activaron sus motores triplicando su velocidad de separación.
—¡Estamos a tres veces la distancia de alcance máximo de
disparo! —murmuró un clon. Ahsoka supuso que los separatistas estaban igual de
conmocionados.
—No puedo sentir nada —dijo su maestro, frunciendo el ceño—.
No hay pérdidas de vidas —agregó cuando Ahsoka lo miró sin entender.
Eso significaba que solo había droides en las tripulaciones
de esos cruceros. Ahsoka también frunció el ceño. Su maestro era conocido por
hacer desastres con los ejércitos de droides, si los separatistas querían
destruir el Verdad y Reconciliación, no tenía sentido que emplearan droides en
su contra.
—Sigamos probando —dijo su maestro.
Ahsoka comprendió que él quería dejar a los droides al mando,
deshaciéndose de los comandantes. Pero si podían esconderse de la percepción de
su maestro, esto sería una lotería.
…
El Verdad y Reconciliación disparó otras quince veces, usando
el cañón Kyber, y una vez usando el cañón de iones, antes de que la flota
enemiga llegara a distancia de disparo. El enemigo ya había perdido diecinueve
cruceros. Eso era una locura, y serían más si los cruceros no estuvieran
dispersos, y solo el primer disparo afectó a tres de ellos, los otros disparos
solo afectaron a un crucero…
Ahsoka sacudió la cabeza por las locuras que estaba pensando.
Un disparo, un crucero destruido, eso era una locura, y el Verdad y
Reconciliación tenía tres de estas armas. Para los cañones de iones, solo
podían disparar uno a la vez, porque estaban a babor y a estribor, pero el
cañón Kyber estaba ubicado debajo de los cañones delanteros y podía girar con
un ángulo de noventa grados a derecha e izquierda, por lo que cubría toda la
batalla y su maestro solo debía seleccionar su objetivo.
Esto hizo que la flota enemiga desistiera de mantener la
distancia mientras los rodeaban, y se acercaran para disparar y tratar de
causar algún daño, lo que les había puesto a rango de tiro de los cañones de
iones.
Su maestro hizo una mueca.
—Imposible —dijo su maestro. Ahsoka no sabía en qué estaba
pensando.
…
La batalla comenzó cuando los cruceros enemigos entraron en
el rango de ataque.
—Baterías de cañones, ¡fuego! —ordenó su maestro y los más de
quinientos cañones turboláser del Verdad y Reconciliación concentraron su fuego
en un solo crucero enemigo. Los demás cruceros, también abrieron fuego, pero ni
siquiera juntos podían igualar la potencia de fuego del Verdad y Reconciliación
con sus más de quinientos cañones.
El enemigo que estaba disperso por todos lados, y parecía
querer rodearlos para poder reagruparse sin temor a los cañones de iones al
atacarlos por sus puntos ciegos, también empezó a disparar, concentrando la
mitad de su ataque sobre ellos, pero…
—Fuego ligero, los escudos resisten —informó un clon. Su
informe era preciso, pero había veinte cruceros disparándoles, era una lluvia
de fuego, el problema era que la formación enemiga era un desastre, el cañón de
iones los mantenía asustados.
—Cañón de iones, ¡fuego! —ordenó su maestro, y los clones
obedecieron sin dudar, aunque lo máximo que podían afectar era un crucero.
—Imposible —dijo el maestro Plo Koon, que apenas venía
saliendo de su conmoción, al ver lo que podía hacer el cañón Kyber.
R2 envió un informe de la batalla prediciendo una victoria
aplastante para ellos. Ahsoka ya había llegado a la misma conclusión antes. El
enemigo jamás los rodearía, no podrían atacar en formación y el Verdad y
Reconciliación no se vería afectado por un fuego disperso.
El plan separatista se basaba en los cañones de iones, y de
seguro no planeaban perder más de un cuarto de su flota antes de entrar al
rango de disparo, y a este ritmo, perderían la mitad de su flota antes de tomar
las posiciones que querían. Ellos estaban condenados porque no habían tomado en
cuenta el cañón Kyber, cuyo alcance y ángulo de disparo sería su perdición en
esta batalla.
—¿Ganamos? —dijo el Maestro Plo Koon con incredulidad.
—El enemigo retrocede, la nube droide y las fragatas de
retaguardia avanzan —informó un clon. La sonrisa que ya mostraba Ahsoka
desapareció.
—Demasiado rápido, pero solo hay droides en esa flota —dijo
su maestro volviendo a fruncir el ceño, cuando otro crucero enemigo estalló en
mil pedazos al ser impactado por el cañón Kyber.
—Dooku, él está aquí —dijo su maestro después de varios
segundos.
—Cañón de iones listo para disparar en diez segundos —dijo un
soldado clon.
—Disparo del cañón Kyber en cinco segundos —informó otro
clon.
—Cañón de iones, disparos continuos —ordenó su maestro.
Ante la nube de droides buitres y saboteadores, el cañón
Kyber no les sería de ayuda, porque su maniobrabilidad era mil veces superior a
la de los cruceros, solo el cañón de iones sería util en este caso y debían
invertir toda su energía en él.
—Preparen el lanzamiento de nuestros propios droides buitres
—dijo su maestro colocando la mano sobre el extraño casco que seguía a su lado.
Ahsoka se preguntó si el casco era algún artefacto de control
remoto con el que planeaba controlar a los droides buitres, pero controlar
cientos de droides él solo los haría deficientes, era más efectivo dejarles por
su cuenta, por lo que Ahsoka no entendía lo que su maestro pretendía hacer.
—Rex, son demasiados enemigos, nuestra arma sorpresa no podrá
con todos, los nuestros deben salir y también organizar equipos de defensa
interna, ellos irán por nuestros motores, el cañón de iones y el puente. No
peleen con todos, solo reténganlos, mientras nuestras abominaciones limpian el
perímetro.
»Los que salgan fuera, sigan el mismo patrón, dejen que
limpie el camino usando a los droides buitres, ustedes se encargarán de las
pequeñas papas fritas que deje atrás —ordenó su maestro y los clones empezaron
a organizarse.
Las palabras de su maestro confirmaban que, en efecto,
planeaba controlar a los droides buitres, y por lo que decía, planeaba barrer
con la mayor parte de los enemigos que amenazaran sus cañones principales por
su cuenta.
—Maestro Plo Koon, si los cruceros toman la retaguardia, los
droides los ignorarán —dijo su maestro mirando al maestro Plo Koon.
—No resistiremos su ataque en solitario —replicó el maestro
Plo Koon.
—Maestro Plo Koon, estoy siendo amable, retire los cruceros,
me están estorbando —ordenó su maestro mientras se ponía el extraño casco que
seguía a su lado en la cabeza.
De inmediato, los sistemas de armas del Verdad y Reconciliación
se congelaron.
—Ahsoka, a menos que esos cruceros se escondan detrás del
planeta, sigue disparando el cañón Kyber, y escogiendo los que te parezcan
mejores blancos —ordenó su maestro y el control del cañón Kyber pasó a su
estación.
La nube de droides se acercaba a gran velocidad y el maestro
Plo Koon se apresuró a ordenarles a los cruceros que se retiraran, porque entre
la nube droide había bombarderos, y en tal cantidad, destrozarían todo a su
paso.
…
El cañón Kyber disparó una segunda vez desde que estaba en
manos de Ahsoka, y un crucero enemigo, además de una fragata, fueron
destruidos. La fragata había intentado hacer de escudo, pero el disparo la
atravesó y golpeó al crucero, parecía que su escudo no tenía suficiente
resistencia para que la explosión se produjera.
—La nube droide está al alcance de nuestras armas, baterías
de cañones en posición óptima, descartando el uso de los cañones de iones
—informó un clon y todas las armas abrieron fuego…
La fuerza se arremolinó alrededor de su maestro, llamando su
atención y la del maestro Plo Koon. Ahsoka creyó que era una amenaza, pero su
maestro seguía inmóvil en su silla de mando.
—Imposible —dijo un clon con incredulidad y Ahsoka se
apresuró a mirar su estación.
“Imposible”, pensó Ahsoka y miró a su maestro con
incredulidad. El maestro Plo Koon, al ver los datos, tenía la misma expresión
de horror que puso al ver disparar el cañón Kyber.
Los cañones del Verdad y Reconciliación, cuyos controles
estaban en manos de su maestro, no estaban errando ni un solo disparo. Era un
droide derribado por cada disparo, y el Verdad y Reconciliación tenía más de
quinientos cañones disparando al mismo tiempo.
Su maestro había creado otra arma aterradora, y esta ejercía
un uso directo de la fuerza para causar una destrucción en masa.
—Caballero Anakin, ¿Qué está haciendo? —preguntó el maestro
Plo Koon con tono desesperado; se veía que le costaba contenerse de no
intervenir de una vez.
El cañón Kyber ya era algo conocido, y usaba solo cristales
Kyber, pero esta era un arma que directamente usaba la fuerza.
—Maestro Plo Koon, calma, solo estoy sacándole algo de
provecho al entrenamiento que me dieron en mis primeras clases como iniciado.
Ahsoka parpadeó porque todo tuvo sentido, y comprendió cómo
funcionaba esta arma de destrucción masiva, que hasta un iniciado sería capaz
de usar, porque su maestro no mentía. Esta era una habilidad que aprendías como
iniciado, cuando te enseñaban a percibir las cosas con la fuerza, cubriendo tus
ojos, pero su maestro había convertido un ejercicio infantil en un arma de
destrucción.
El maestro Plo Koon también entendió la habilidad que se
usaba y pareció intentar hablar varias veces, pero no pudo.
—Tranquilícese maestro, son solo droides —dijo su maestro, y
el maestro Plo Koon suspiró de impotencia.
Ahsoka volvió a disparar el cañón Kyber, y el haz de energía
atravesó la nube de droides e impactó en otro crucero que ya estaba fuera de la
distancia de disparo habitual. El cañón Kyber no parecía tener un límite de
distancia, y su potencia actual solo eran los cristales que ya tenían ella y su
maestro, y los que le quitó al general Grievous, que sumaban poco más de veinte
cristales. Además, la energía proporcionada venía del Verdad y Reconciliación.
Si se aumentaran los cristales Kyber y la fuente de energía, ¿no podría esta
arma hacer estallar un planeta?
Ahsoka entendió por qué los maestros habían amenazado con
castigos severos a aquel que pusiera cristales Kyber en manos de su maestro,
pero él se los había robado a los separatistas, y cada vez aumentaba más la
potencia del arma que había creado con ellos.
Ahsoka suspiró, comprendiendo que tal vez el Consejo tenía
razón en pelear tanto con su maestro. Él siempre se las ingeniaba para
causarles problemas. Ahora había convertido un entrenamiento para niños en una
habilidad de batalla que hasta un niño podría comprender, aunque ella dudaba
que pudieran usarla con libertad porque su maestro era un jedi censor, y su
control de la fuerza era increíblemente preciso. Él también pretendía enseñarle
lo mismo a ella, y cuando no estaban en el campo de batalla, ella debía usar la
fuerza en todo momento, incluso cuando dormía.
Ahsoka miró, faltaban dos segundos para el siguiente disparo,
y fijó su blanco. En frente de ellos, los droides explotaban de un disparo,
pero eran cientos de miles, y los cañones del Verdad y Reconciliación, a pesar
de ser muchos, no superaban los seiscientos. Los droides sin duda llegarían
hasta ellos. Aun así, esta era otra victoria porque su maestro no disparaba al
azar, y los bombarderos enemigos estaban sufriendo un desastre.
…
—Están sobre nosotros —informó un clon cuando algunas decenas
de segundos después de lanzarse al ataque, la nube droide llegó hasta ellos,
sin sus bombarderos, pero con sus números. Si cada uno de ellos se llevara un
pequeño trozo de su nave, todavía faltaría material.
—Lanzando droides, Rex, ordena a tus escuadrones que me sigan,
si destruyen los cañones habremos perdido —ordenó su maestro, pues el sistema
de los droides buitres también estaba en sus manos.
Varias centenas de droides buitres fueron lanzados, y
llevaban parches negros por toda su estructura, pero esto no fue lo que
sorprendió a Ahsoka, porque ya lo había visto. Lo que la sorprendió fue que los
droides volaban con el mismo estilo loco y agresivo de su maestro, esquivando
disparos de cañones blaster por milímetros mientras disparaban y eliminaban a
sus blancos de un disparo, y pasaban al siguiente. Era como si también formaran
parte de los cañones de la nave.
Detrás de los droides buitres, que se dividían en
escuadrones, estaban los escuadrones de clones, limpiando a los droides que
quedaban detrás de la estela de destrucción dejada por los droides buitres
controlados por su maestro.
Sin embargo, el enemigo era una flota de cientos de miles, y
unas pocas centenas de droides buitres no hicieron mucho daño, ni eran un muro
que no pudieran atravesar, por lo que llegaron al Verdad y Reconciliación. La
nave se estremeció.
—El escudo resiste, pero esto es un ataque de taladro, y se
abrirán algunas brechas —informó un clon.
—Ignórenlos, las defensas se encargarán de los que logren
atravesar los escudos, sigan disparando el cañón Kyber —ordenó su maestro, que
seguía derribando enemigos.
Él se centraba en los droides que trataban de impactar el
puente, creando una cortina de puro fuego de cañones entre el puente y los
droides que intentaban hacerles volar por el espacio. Con tantos enemigos, a
Ahsoka le resultaba difícil mirar los cruceros.
El cañón Kyber era su arma más poderosa y, en lo que iba de
batalla, ya había derribado más de veinte cruceros enemigos, más que los que
derribaron con el cañón de iones, que fueron cinco. Pero no era su única arma,
porque el Verdad y Reconciliación era una plataforma de armas, y ahora que el
enemigo había adelantado sus fragatas y también las había dejado sin la
protección de la nube de droides para tratar de abordarlos, estas estaban, de
forma literal, siendo diezmadas por las baterías de cañones del Verdad y
Reconciliación, y los cruceros de refuerzo, que eran ignorados por los droides.
Las fragatas trataban desesperadamente de volver a la línea de destructores, y
los destructores trataban de adelantarse a la línea de fragatas para devolver
el fuego.
—¡Esto es una masacre! —murmuró Ahsoka.
El enemigo había sido sorprendido una y otra vez por armas
que ni siquiera sabían que existían, pero que sin duda fueron diseñadas
teniendo en cuenta cada uno de los eventos de esta batalla.
—Se han colado bombarderos entre esos droides, ¡Escudos al
cincuenta por ciento! ¡nos están destrozando! —dijo un soldado clon—. ¡Han
abierto una brecha en el casco superior, en frente! —agregó.
Ahsoka parpadeó; ella no podía imaginarse cómo se escaparían
esos bombarderos de la percepción de su maestro.
—Dooku, ¡lo has forzado demasiado, ya te descubrí! —dijo su
maestro con una sonrisa.
Él se quitó el casco, y los clones volvieron a tomar el
control de las torretas porque los bombarderos infiltrados fueron destruidos al
revelarse. Su maestro miró al maestro Plo Koon.
—Maestro Plo Koon, Dooku está dirigiendo el ataque desde
Ryloth, iré a destruir su base, eso le dará una batalla fácil contra los
droides —dijo su maestro mientras se levantaba y la miraba a ella.
—Ahsoka, tú y yo atravesaremos las líneas enemigas y
destruiremos la base enemiga en el planeta, así los droides no tendrán a un
comandante. El maestro Plo Koon usará el sistema 0, que he creado para
encargarse de los droides restantes. Sin Dooku al mando, no habrá más
estrategias furtivas ni reacciones rápidas.
»Rex, no quiero que ninguno de esos cruceros salga de esta
batalla, ese anciano miserable va a pagar por cada abolladura que le haga a mi
nave con uno de sus cruceros —ordenó su maestro, que ya caminaba hacia el
ascensor para bajar al hangar y atravesar las líneas enemigas.
Luego, de alguna forma, ellos dos se infiltrarían en una base
enemiga que debía tener decenas de miles de droides custodiándola y miles de
cañones antiaéreos protegiéndola, y la destruirían. Mientras arrastraba los
pies para seguir a su maestro, Ahsoka solo podía pensar que este en verdad
sería su final.
El maestro Plo Koon trataba de argumentar algo, pero no
encontraba palabras. También estaba el asunto de que su maestro le había dejado
su lugar para que usara su nueva arma en defensa del Verdad y Reconciliación.
—Maestro Plo Koon, el resto de la batalla es suya —animó su
maestro, que empezó a correr cuando la nave se estremeció por una explosión.
Ahsoka pudo sentir la renuencia y el temor del maestro Plo
Koon. A él le urgía ir con su maestro, Ahsoka sintió… protección. El maestro
Plo Koon no quería que su maestro corriera ningún peligro, pero tenía las manos
atadas.
Mientras Ahsoka abandonaba su puesto y corría detrás de su
maestro, ella se preguntó si todo el consejo pensaba igual que el maestro Plo
Koon, porque estaba segura de que la conducta del maestro Plo Koon era por la
llamada profecía…
Al salir del ascensor, su maestro usó la velocidad jedi para
correr cien metros, hasta donde retrocedían los clones ante una avalancha de
droides que apenas cabían en los anchos pasillos, decididos a llegar al puente.
Pero su maestro pasó como una bala en medio de ellos, y detrás solo iban
quedando partes desarmadas.
Esta era una habilidad que él le estaba enseñando, y Ahsoka
ya la dominaba lo suficiente para desarmar un par de droides, pero para nada
comparado con lo que veía ahora, pues su maestro tenía la capacidad de usar la
velocidad jedi y esta habilidad que consumía gran parte de su concentración.
…
Mientras corrían y después de doblar en un pasillo, Ahsoka
vio una fila de droides en retirada, siendo perseguidos por masas amorfas de lo
que parecía una masa negra inmune a los disparos de blaster, que usaba
tentáculos para tragarse a los droides, que chillaban y pataleaban al ser
apresados, pero al final, desaparecían dentro de esa cosa, y se hacía el
silencio. Ahsoka no quería saber nada, y siguió corriendo detrás de su maestro.
Ahsoka llegó al hangar superior con todos los músculos del
cuerpo doloridos, mientras que su maestro, que probablemente había desarmado
miles de droides mientras usaba la velocidad jedi, ni siquiera sudaba. Él le
sonrió mientras los soldados clon les guiaban hacia la única nave del lugar, un
caza de dos puestos, y les entregaban una mochila llena de bombas de alta
potencia, pero para nada suficientes para volar una base entera.
Ahsoka se dio cuenta de que estas bombas también tenían
parches negros, y no se sintió nada cómoda cargándolas porque su maestro las
había modificado.
—Descansa a partir de ahora, en cuanto bajemos al planeta,
serás tú quien se encargue de la sala de mando, porque Dooku y Ventress me
mantendrán ocupado —dijo su maestro, y Ahsoka sintió lo que era llevar la
presión de un mundo sobre su espalda.
«Bueno, de todas formas no vamos a llegar a ninguna sala de
mando», pensó Ahsoka, porque ellos no disponían de un ejército para abrirse
paso, y terminarían vaporizados al tratar de entrar.
Su maestro, ignorante de su estado, subió al caza espacial y
tomó los controles de mando, fijando un rumbo para el droide astromecánico que
les asistiría. R2 seguía en el puente del Verdad y Reconciliación; él no era
parte de este plan suicida. Parecía que su maestro le tenía más aprecio que a
ella.
…
El vuelo entre el planeta y la flota fue una locura, porque
los cruceros, viendo que no importaba si estaban lejos o cerca, no podían
escapar del cañón Kyber, volvían a acercarse, pero ignoraron a la flota y le
dispararon a su pequeña nave con todo lo que tenían. Los droides buitres
también les siguieron por docenas, pero su nave era unas cinco veces más rápida
que ellos y los dejaron detrás, porque esta era una de las naves parcheadas por
su maestro.
En cuanto a los cruceros que les disparaban, sus cañones eran
potentes pero lentos, y unas cuantas volteretas bastaban para esquivar sus
disparos. Por lo que su pequeña nave se dirigió como un misil guiado hacia el
planeta, donde su maestro decía que estaba el conde Dooku coordinando el
ataque.
Ahsoka, llena de aprensión y temor, se apresuró a seguir el
consejo de su maestro y, además de descansar, también meditó para recuperar el
control de sus emociones.
…
Por desgracia, las cosas no fueron diferentes a lo que Ahsoka
previó, y apenas entraron a la atmósfera del planeta, fueron recibidos por una
lluvia de fuego de cañones antiaéreos que destruyó su pequeño caza,
convirtiéndolo en polvo.
Ahsoka no tenía idea de cómo ella seguía viva, y cómo ahora
su maestro y ella caían en picada hacia la superficie del planeta, donde era de
noche, pero eso no importaba porque el cielo estaba iluminado como si fuera de
día debido a la cantidad de cañones que les disparaban.
—¡Aaaaaaaah! —Ahsoka no pudo más y gritó con toda su fuerza
mientras caían… no, volaban en picada, esquivando los disparos de los cañones y
haciendo más rápido su ya de por sí loco descenso hacia la superficie.
—¡Tranquila, respira hondo, y disfruta el viaje! ¡Esto es
genial! —gritó su maestro, su tono era eufórico.
Ahsoka, que al igual que él, iba de cabeza y estaba entre sus
brazos, protegida de la atmósfera y los elementos por el asombroso dominio de
su maestro sobre la fuerza, que les protegía de morir asfixiados, volvió a
gritar y creyó que también maldijo varias veces a su maestro, acusándolo de ser
un completo demente. Su maestro solo se carcajeó y aumentó la velocidad.
…
El vuelo de caída duró varios minutos aterradores, pero en
algún momento se detuvo, y ellos estaban dentro de una inmensa sala de control
de droides. Ahsoka no tenía ninguna idea de cómo llegaron allí. Ella estaba
temblorosa y sentía vértigo en todo su cuerpo.
—Conde Dooku, Ventress, es un gusto verles de nuevo —saludó
su maestro, descendiendo al piso con suavidad, con ella cargada en sus brazos.
Ellos ya no estaban de cabeza.
—¡Mátenlo! —ordenó el conde Dooku, y cinco destructores
avanzaron, pero antes de que alcanzaran cinco metros desde las paredes de donde
salieron a cien metros de ellos, ya habían sido convertidos en piezas, al igual
que unos quinientos droides que vigilaban y controlaban el lugar.
Dooku estaba en el centro de la sala de mando con Ventress a
su lado, y ambos colocaron expresiones de ira al ver que los droides encargados
de las consolas, que debían ser los que dirigían el ataque en la órbita del
planeta siguiendo sus órdenes, eran desmantelados.
Con Dooku ocupado, eso significaba que el maestro Plo Koon ya
solo tendría que enfrentarse a los droides, por lo que sus posibilidades de
supervivencia se habían multiplicado varias veces.
—Conde Dooku, me temo que esta vez no podré acompañarle,
porque sus droides están causándole problemas a mis tropas —dijo su maestro
dejándola sobre el suelo—. Destruye todo —ordenó su maestro y de una vez saltó
hacia el conde Dooku y Ventress.
Su maestro atacó rápido, con seriedad, y sin sus habituales
juegos, que no eran juegos, solo un estudio minucioso de sus alrededores, y un
intento de hacer perder la calma a sus rivales…
«Es un farol, él está agotado», comprendió Ahsoka, y de una
vez activó su sable de luz y corrió hacia las consolas y terminales para
destruir todo lo que podía mientras plantaba las bombas en su camino. Ella
también usaba la habilidad que le enseñó su maestro para desarmar todo lo que
podía.
Ahsoka no se contuvo y ni siquiera miró cómo iba la pelea
entre su maestro, el conde Dooku y Ventress. Si ella no les daba razones a
estos dos Sith para creer que la batalla estaba perdida y que no tenía caso
quedarse allí, ella y su maestro estarían en graves problemas.
Los separatistas también habían mejorado a sus droides, y
estos ya no se desactivaban por perder la sala de control. Sin embargo, si un
general al mando caía, los droides serían decenas de veces más fáciles de
derrotar. Por lo que su maestro se lanzó contra la sala de mando en solitario…
Ahsoka sintió un peligro de muerte cerniéndose sobre ella,
pero no venía de Ventress y el conde Dooku. Ambos, al igual que ella, sintieron
el peligro y se retiraron de la batalla para correr sin mirar atrás.
—¡Skywalker! ¡Pagarás por esto! —reprendió Dooku con ira.
Ahsoka pudo sentir con claridad toda la ira del lord Sith; él
en verdad quería beber la sangre de su maestro, pero sentía la muerte sobre él
y no dudó en escapar, después de escupir veneno e impotencia, prometiendo
venganza.
Ahsoka, que tenía el mismo presentimiento de muerte, también
iba a correr, pero su maestro apareció frente a ella, desde en medio de la
sala, aclarándole cómo fue que escaparon de su nave y cómo entraron a la base
enemiga sin ser vaporizados por sus defensas.
«Teletransportación», pensó Ahsoka aturdida, mientras su
maestro la abrazaba, y el mundo se convertía en un cielo despejado, y ellos
volvían a caer en picado.
…
Unos cinco segundos después, a varios kilómetros de ellos,
una explosión hizo erupción en una montaña, y Ahsoka se preguntó si el conde
Dooku y Ventress saldrían con vida, porque ellos no podían teletransportarse.
—Maestro, nos vamos a estrellar —advirtió Ahsoka. Parecía que
a su maestro seguía divirtiéndole caer en picada, pero a ella le daba vértigo.
Su maestro no le hizo caso y solo cuando estuvieron a punto
de llegar al suelo, él se teletransportó a una cueva.
Esta vez, Ahsoka sintió un latigazo y tocaron el suelo con
fuerza.
—Ahsoka, ahora estamos en territorio enemigo, y necesito
descansar. Sal de la cueva y revisa el perímetro, me sentaré un rato —dijo su
maestro recostándose en una pared de la cueva con evidente cansancio.
A Ahsoka le sorprendía que no se hubiera desmayado aún;
además, ella solo había escuchado de la teletransportación de la fuerza en
teoría, no conocía a nadie que pudiera hacerlo. El maestro Yoda decía que la
fuerza era un aliado poderoso y todo era posible, pero ella nunca creyó que la
teletransportación estuviera en ese paquete.
—Maestro, yo también estoy cansada —se quejó Ahsoka, aunque
estaba más asustada que cansada. Hoy vio la muerte cara a cara en más de una
ocasión y necesitaba meditar para calmar su estado anímico.
—Ahsoka, estamos en territorio enemigo, y Dooku debe estar
buscándonos para despellejarnos vivos. Yo ya ni puedo caminar, si nos
encuentran será nuestro fin, ve a vigilar el perímetro —ordenó su maestro.
Ahsoka suspiró y salió de la cueva que estaba en la ladera de
una montaña. El paisaje era desértico y el aire era seco. Este era Ryloth, el
planeta de los twi’leks. Ahsoka miró los alrededores y trató de afinar sus
sentidos en la fuerza, aunque gracias a su maestro, sus nervios estaban
alborotados y sus sentidos opacados; muchas cosas podían pasarle por alto en
este momento, y si no fuera por sus recientes entrenamientos en control, en
este momento estaría desmayada.
Ella no podía creer que después de todo lo que hizo su
maestro, él no estuviera…
Ahsoka parpadeó y corrió de vuelta a la cueva, donde encontró
a su maestro desmayado. Ella corrió y tocó su cuello.
—¡Idiota, me asustaste! —chilló Ahsoka. Por un segundo creyó
que él la había enviado fuera para que no lo viera morir.
Él solo la envió fuera para que no lo viera desmayarse…
Eso no tenía mucho sentido, pensó Ahsoka, mientras un
sentimiento de dolor que no le pertenecía llegaba a ella, pero no era suyo.
Ahsoka miró a su maestro y suspiró. Ella lo tomó y lo recostó
sobre sus piernas. Su plan de alejarla y que ella no sintiera su vínculo había
fracasado, ella había podido calmarse más rápido de lo que él esperaba, y se
dio cuenta de su treta.
—¡No soy tonta! Ya imaginaba que serías tú —reprendió Ahsoka,
haciéndole descansar en su regazo y acariciando su cara.
Era una cara más cuadrada, unos ojos más severos, un cabello
más oscuro. Pero eran sus ojos, y era… era el mismo abrazo. Su maestro había
sido aquel niño que le enseñó a controlar la fuerza como parte de ella misma.
Pero más que eso, él…
—¡Maestro, te he buscado por todos lados! —se quejó Ahsoka,
abriendo el vínculo que había creado aquel día, y sintiéndole a su lado.
Su vínculo era cómodo, tranquilo, y con una seguridad
absoluta en sí mismo. No había temores o dudas. Él era la voluntad de seguir
adelante. Una voluntad que él le había ofrecido aquel día. Ella no lo había
entendido en ese momento, pero sus sentimientos llegaron a ella con total
claridad, y por eso decidió aceptar su ayuda sin ninguna duda.
Después, el tiempo pasó y ella creció, llegando a
comprenderlo. Él le había ofrecido confianza y apoyo desinteresado. Todo a
cambio de nada. Ella era valiosa para él, por el simple hecho de existir, y fue
esa sinceridad y esos sentimientos lo que formó su vínculo. Un vínculo que ella
no había querido romper y siempre buscó a ese ayudante, pero los maestros no
quisieron decirle quién era, y él tampoco daba su nombre a sus clases, ni
siquiera tenía un horario establecido, llegaba y se iba.
Ahsoka sintió su vínculo. Sus sentimientos llegaron a ella, y
a pesar de sorprenderse, ella estaba tranquila. También le dio un pequeño
coscorrón.
—¡Mentiroso! —reprendió Ahsoka.
Ella lo había buscado, y en su corazón existían gratitud y
buenos sentimientos, pero entendía que sus sentimientos por ella iban más allá.
Por eso lo ocultaba, por eso no quería un padawan, él sabía que ella sería la
elegida.
Los maestros ya le habían advertido de esto cuando le
conoció, la primera vez que volvieron al templo y ella vivió aquella terrible
experiencia, cuando tuvo que enfrentarse al consejo por primera vez en su
nombre. Eso fue una pesadilla. Luego, su maestro desapareció por varios días, y
nadie quiso decirle dónde estaba, pero el maestro Yoda y Windu hablaron con
ella para advertirle que su maestro se tomaba muy en serio sus visiones sobre
el futuro, y como su padawan, era su deber mantenerlo en el presente. Eso no
tenía ningún sentido para ella en ese momento, pero ahora entendía todo.
—¡Hablen con claridad! —se quejó Ahsoka.
Por supuesto, las palabras del maestro Yoda y Windu eran
sobre los sentimientos de su maestro hacia ella. Él tenía sentimientos por una
Ahsoka que conocía de sus visiones, y eso en opinión del consejo era tomarse
las visiones demasiado en serio. Si debía decirlo, ella pensaba lo mismo, pero
las visiones de su maestro no eran nada comunes, y siempre que decía algo, en
verdad sucedía. Así que ella le creía y también creía en sus sentimientos. Pero
ella no tenía tales sentimientos; siempre quiso ser una jedi. Había estudiado
toda su vida cómo ser un jedi. Nunca había pensado en otra posibilidad, y menos
esta posibilidad…
Ella no había pensado en muchas posibilidades; los jedi eran
su máxima aspiración y un modelo a seguir, pero apenas llevaba más de un mes
con su maestro y muchas cosas ya habían cambiado, incluyendo su visión sobre
esta guerra. Hacía solo dos meses, los separatistas eran seres malvados y
locos. La república era todo lo bueno, los separatistas todo lo malo. El
consejo era absoluto.
Ahsoka suspiró y acarició el cabello de su maestro. Él había
cambiado su visión de este mundo. Aún quería ser una jedi. Pero el consejo no
era supremo, cometían errores, en especial cuando su maestro estaba cerca; él
tenía un don especial para hacerles perder la calma y hacerles parecer
impotentes y cansados, muy cansados, incluso frustrados…
Bueno, hasta Dooku, que era un Lord Sith, parecía cansado
cuando su maestro tenía tiempo para molestarlo…
—Qui-Gon bastardo, no creas que no puedo sentirte —dijo su
maestro, y Ahsoka se tensó, mirándole, pero él seguía dormido.
—¿Qui-Gon? —preguntó Ahsoka, pero su maestro siguió
desmayado.
Ahsoka negó con la cabeza, seguro era otra persona que perdía
la calma cuando estaba al lado de su maestro, y ahora trataba de evitar
encontrarse con él; eso no era raro.
Ahsoka se preguntó qué debía hacer ahora. Ella no quería
hacerle daño, además, sentía dolor en su maestro. Un dolor que llegaba desde su
vínculo, pero no lograba identificarlo; era un sentimiento extraño para ella.
No sabía cómo ayudarlo, pero envió sus propios sentimientos de satisfacción por
encontrarlo, y ese sentimiento de dolor se calmó, por lo que pensó que eso
estaba bien y siguió haciéndolo.
…
Tres horas después, su maestro empezó a despertar, y Ahsoka
se apresuró a cerrar su vínculo. Estaba lista para saber, pero no para
enfrentar una situación tan incómoda, y su maestro tampoco parecía dispuesto a
hablar sobre ello, por lo que ahora ambos fingirían demencia y seguirían
aparentando que no sabían nada. Ahsoka se sintió satisfecha porque ella ya
sabía lo que quería saber, y eso era suficiente para ella.
Su maestro despertó y al verse sobre su regazo, su corazón se
aceleró, pero se apresuró a retomar el control de sus emociones. Ahora Ahsoka
entendía que a él le gustaba, y no se alarmó por ello ni pensó que lo estaba
incomodando. Otra cosa que haría más llevadera su relación porque este tipo la
ponía muy nerviosa a veces, y sentía que quería probar qué se sentía hacerle un
agujero con el sable de luz. Ella no era inmune a ese cansancio de tratar con
él. Pero ahora que sabía lo que estaba pasando, podía tomárselo con calma al
tener una comprensión de su situación.
Anakin se levantó con un horrible sentimiento de pérdida y
renuencia, pero controló sus emociones y no estuvo en el regazo de su padawan
más del tiempo estrictamente necesario, aunque no se puso en pie porque estaba
algo mareado. Él había usado su fuerza al límite en varias ocasiones, se había
movido por el espacio varias veces, y por último, se enfrentó a Dooku y
Ventress cuando ya estaba agotado, sobreexplotando su fuerza para que pareciera
que estaba en su mejor momento y que el anciano no arriesgara demasiado en su
pelea, al pensar que por mucho que lucharan, solo pondría en riesgo su escape
si se quedaba.
Anakin pensó que su cuerpo era muy débil, pero no había
conseguido hacer nanitos apropiados; lo más cercano eran las células
artificiales. Él podía hacer alquimia Sith, pues ya tenía los conocimientos, y
sería superior a cualquier Sith que lo intentara, pero no quería meterse con el
lado oscuro si no era absolutamente necesario, y ahora no lo era. Él tenía
suficientes cartas para lidiar con Palpatine, y si seguía usando sus
conocimientos tecnológicos para darle una ventaja en la guerra, los
separatistas pronto estarían respirando en el cuello de Palpatine,
preguntándole dónde estaba la victoria fácil que les prometió y por qué estaban
perdiendo tantas batallas…
—¿Maestro, qué vamos a hacer ahora? —preguntó Ahsoka,
devolviéndole a la realidad porque seguían en territorio enemigo.
Anakin respiró hondo y se sentó sobre sus rodillas.
—Meditaremos y recuperaremos nuestro estado. Puedo sentir que
la batalla aún no termina, pero no podemos hacer nada por ellos. No te
preocupes por el maestro Plo Koon, con Dooku fuera del juego, debió tener una
batalla mucho más fácil contra los droides y la flota enemiga; el “Verdad y
Reconciliación” tampoco caerá tan fácil —consoló Anakin, porque él sabía que la
relación entre Ahsoka y el maestro Plo Koon no era simple, y él fue el jedi que
la llevó al templo.
Ahsoka asintió y se sentó sobre sus rodillas. Ella lucía
diferente, y quizás ya había sentido su vínculo, pero como ella no lo
mencionaba, Anakin solo podía respirar aliviado y hacer como si no pasó nada.
No estaba preparado para otra ruptura dolorosa, aunque estaba dispuesto a
enfrentar sus sentimientos, si podía hacerlo, se tomaría las cosas con calma.
Después de abusar del uso de la Fuerza, a Anakin le tomó
medio día volver a estar en forma. Le sorprendió que nadie estuviese buscándole
en un planeta lleno de enemigos, pero se encogió de hombros y una hora después,
ya había tomado un puesto de guardia junto a Ahsoka y pirateado una radio.
…
—Maestro, el maestro Plo Koon informa que la batalla ha
terminado. El Verdad y Reconciliación es más agujeros que nave, dos de nuestros
cruceros tienen daños graves y cuatro necesitan reparaciones urgentes, pero en
cuanto a naves, fue una victoria arrolladora —informó Ahsoka, mientras él
vigilaba los alrededores.
—¿Cómo está la 501? —preguntó Anakin; esta había sido una
dura batalla para ellos.
—Rex informó de pocas bajas. Los droides fueron devorados por
sus mascotas y ellos solo tenían que retrasar su avance el tiempo suficiente
para que se hicieran más grandes. Ahora ocupan varias bodegas de carga.
»En cuanto a los grupos de pilotos, sus bajas fueron mínimas.
Los droides buitres sirvieron de punta de lanza y escudos para los disparos
blásters de los droides buitre enemigos, y sus misiles eran demasiado lentos
para la nueva velocidad de las naves de asalto —informó Ahsoka, leyendo un
informe en una unidad holográfica. Anakin asintió.
—Dile a Rex que prepare la ceremonia de despedida para los
clones caídos. Oficiaremos la ceremonia en cuanto organicemos todo —ordenó
Anakin.
Anakin rara vez dejaba que los clones entraran en batallas
como esta; ellos eran esclavos, Anakin era muy consciente de ello, pero si se
negaba a comandarlos en la guerra, simplemente le harían a un lado y entonces
todo estaría perdido, incluyendo a los clones. Anakin miró a Ahsoka.
—¿Tú estás bien? —preguntó Anakin, dejándole espacio para que
ella se quejara de esta loca aventura.
—Estoy bien —dijo Ahsoka.
Anakin parpadeó; ya llevaban más de un mes juntos y para este
momento, ella ya se estaría quejándose y advirtiéndole que se iban a morir la
próxima vez. Anakin no dijo nada; él no iba a quejarse de su suerte.
—Bien, tenemos que volver a la nave y traer al ejército a
este planeta. Sería genial si pudiéramos capturar a Dooku, porque ya tenemos a
Grievous —dijo Anakin.
—Maestro, el maestro Plo Koon informa que en este momento ya
hemos recibido refuerzos, y las fuerzas de la República desembarcaron en el
planeta casi sin ninguna oposición. El ejército separatista y el conde Dooku
han huido en cuanto destruimos su base de mando —informó Ahsoka con un parpadeo
de incredulidad.
Anakin pensó que Dooku se había tragado su farol de estar en
plena forma, y temía que él lo persiguiera. Ahora que sabía que podía moverse
por el espacio, él sería el doble de cauto. Por supuesto, esto era solo una
posibilidad. La otra posibilidad era un fantasma de mierda susurrando al oído
de Dooku. Anakin juraría que lo vio cuando se movió a la sala de mando de
Dooku, pero solo fue por un segundo. Aun así, él no olvidaría la presencia de
Qui-Gon.
—Maestro, el maestro Plo Koon dice que el Consejo quiere
hablar con nosotros. Ya están enviando una lanzadera a nuestra posición —dijo
Ahsoka con un suspiro abatido.
Anakin sonrió, pero esto estaba en sus planes; él ya sabía
que el Consejo querría prohibirle siquiera mencionar algo sobre el Verdad y
Reconciliación fuera del Consejo. Si él no les hubiera declarado antes que el
Verdad y Reconciliación sería su nueva nave, seguro ya estarían pidiendo que la
destruyera.
—Entonces esperaremos —dijo Anakin. Ahsoka volvió a suspirar.
NA: Hola a todos, como ven, Anakin sigue creando armas de
destrucción ahora que tiene su propio acorazado. El sistema 0 fue creado
pensando en las habilidades de percepción de los Jedi, y en el próximo
capítulo, se explicará su funcionamiento, pues la Fuerza es solo parte de él,
aunque es la parte fundamental. En cuanto al nombre y la idea para crearlo,
vienen de un anime, a ver si lo conocen, es de mis favoritos.