Capítulo 11 Anakin
Anakin miró a su padawan desmayada en el suelo y parpadeó al
ver su ombligo expuesto.
“¿Quién demonios la vistió así? Anda medio desnuda”,
reprendió Anakin en su mente. “No saben esos descerebrados que hay gente
enferma por allí suelta”, suspiró. Por supuesto, él no era uno de esos
enfermos, él se preocupaba por el bienestar de su padawan, y ella misma había
dicho que no le importaba su apego hacia ella.
Algunos recuerdos de la vida de Xión llegaron a la mente de
Anakin, específicamente de un episodio en el que Ahsoka era parte de una banda
de mujeres y parecían ser amigas cercanas.
Anakin se quedó en shock, tratando de forzar a su cerebro a
darle una respuesta negativa, pero no podía negar los recuerdos que tenía.
¿Podía ser que Ahsoka fuera lesbiana? Anakin sacudió la cabeza, descartando
todas esas locuras. Si ella lo era, entonces lo era, y no era asunto suyo.
Además, él era su maestro y esos sentimientos absurdos debían ser descartados.
Anakin decidió arreglar el asunto de la ropa de su padawan en
cuanto se despertara.
…
Cuando Ahsoka recuperó la conciencia, él la ayudó a
levantarse.
Después que ella estuvo recuperada y él la vio en el estado
de animo normal, Anakin habló con propiedad.
—Ahsoka, vamos a comprar ropa para ti —dijo Anakin—. Esa ropa
no es agradable, necesitas algo más llamativo, los brazaletes están bien, pero
necesitas algo que imponga más… —Anakin recibió un codazo que se hundió en su
estomago con fuerza, y le dejó sin aire.
Cómo él prometió antes, no se defendió en lo absoluto, pero
no pensó que ella le golpeara con tanta saña. Ahsoka le tomó del brazo, y le
empujó fuera de su cuarto.
—¡Maestro, su ropa tampoco me parece la más bonita! —dijo
Ahsoka antes de lanzarle la puerta en la cara. Anakin se masajeó la nariz. Ella
se lo había tomado como una critica personal a su gusto por la moda.
—Ahsoka, esto no es lo que parece. Me gusta mucho tu ropa —dijo
Anakin tratando de explicarse, pero Ahsoka abrió la puerta y lo miró con
frialdad.
—Ya me voy —dijo Anakin apresuradamente y salió de allí a
toda velocidad.
Anakin corrió hasta su habitación y se miró al espejo. Él
observó su rostro liso y su cabello largo, su ropa resistente y ajustada al
cuerpo, apropiada para la guerra. A diferencia de sus recuerdos de Xión, Anakin
no tenía ninguna herida en su rostro gracias a su control sobre la Fuerza y sus
emociones.
—Tonterías, mi apariencia es genial —se dijo a sí mismo antes
de ir directo a su laboratorio para crear más esferas y estrellas de la muerte
para su padawan.
Anakin había recolectado datos durante los últimos dos meses
y los aplicó a sus creaciones, mejorando su velocidad de respuesta. Él creó
cinco esferas más para Ahsoka y continuó trabajando en las estrellas de la
muerte. Anakin llamó a la Fuerza para ayudarlo a crear sus herramientas de
destrucción y esta acudió presta a ayudarlo.
…
—Caballero Skywalker, veo que ha conseguido más cristales
Kyber —dijo Windu acercándose.
Anakin se dio vuelta y vio que Windu, Yoda, Adi Gallia y Shaak
Ti se acercaban a él. Él estaba aturdido y no entendía el propósito de esta
redada, ya que habían prometido amnistía para cualquier cosa que hubiera dicho
o hecho.
Anakin creyó estar a salvo, pero ahora se encontraba en medio
de una redada, lo que significaba que había una doble redada. Quizás a estos
ancianos simplemente les gustaba acosar a la gente. Mientras Anakin descartaba
cualquier sobresalto o emoción que pudiera meterlo en líos, el Maestro Yoda
caminó con su bastón para asomar su cabeza detrás de su espalda.
—Cristales nuevos has conseguido —confirmó Yoda con un
asentimiento—. Asajj Ventress, de nuevo has perdido —dijo Yoda.
Ventress había lanzado sus sables por un precipicio mientras
escapaba por otro lado, y Anakin había prometido a su linda padawan que traería
esos cristales, por lo que la decisión fue obvia y se lanzó por el precipicio
en busca de los cristales.
—Maestro, he sido descuidado —admitió Anakin con humildad.
De todas formas, esto también era culpa de los Jedi, que no
le daban cristales Kyber y le obligaban a perseguir los de los Sith.
—De nuevo, purificados han sido —dijo Yoda.
—Qué extraño, ya estaban así cuando los encontré —mintió
Anakin de forma descarada.
Mace Windu apretó los dientes, pero Anakin no admitiría por
ningún motivo que podía purificar objetos Sith. Eso podía terminar con él en
situaciones perturbadoras y peligrosas.
Las cosas poseídas por las emociones de los Sith, por lo
general, formaban parte de alguna historia de terror muy desagradable y
espantosa. Él no cometería la temeridad de acercarse al lado oscuro por
voluntad propia y facilitarle las cosas a Palpatine.
Anakin se paró firme ante la presión de Windu. Esta bestia
parda ya ni siquiera podía intimidarle con el sable de luz, por lo que podía
salir impune de su ira. Adi Gallia se apresuró a pararse frente a Windu.
—El mecanismo de disparo has cambiado. Un usuario de la
Fuerza debes ser si estas armas quieres activar —dijo Yoda mirando el sable de
luz.
—Has modificado tu sable de luz —dijo Windu. Eso
definitivamente era una herejía para él, pues de hecho, existía un ritual para
armar estas cosas.
—Agregué algunas mejoras de seguridad —dijo Anakin, y todos
los Maestros miraron su sable de luz estilizado con un diseño pulido—. También
he agregado algunas skins, ¿no se ve genial? —preguntó Anakin, aunque estos
ancianos nunca en su vida debían haber usado la palabra “genial”.
—Genial —dijo Yoda, y Anakin casi dio un respingo creyendo
que leía su mente, pero el enano verde solo repetía sus palabras, al parecer le
parecían extrañas.
—Explicar seguridad debes —dijo Yoda.
—Maestro Yoda, decenas de Jedi han muerto porque una persona
común ha tomado sus propios sables y les ha cortado la cabeza con ellos. Mi
mejora no necesita más explicaciones que eso —dijo Anakin—. Incluso un Sith que
robe mi sable de luz tendrá problemas para usarlo de la forma correcta,
suponiendo que sepa que debe usar la Fuerza para activarlo y no pierda tiempo
preguntándose dónde está el botón de encendido —añadió Anakin.
—Eso podría ser útil —dijo la maestra Shaak Ti.
—Interesante —aprobó el maestro Yoda.
—Caballero Anakin, ¿tienes algún otro proyecto en marcha? —preguntó
la maestra Adi Gallia.
Por su pregunta, Anakin comprendió que esto no era una
redada, sino una visita de paz. Era su primera visita de paz, ya que antes sólo
habían hecho redadas donde terminaban peleados y él era castigado. Pero ahora,
la redada la había sufrido su padawan y venían en paz. Este método no estaba
del todo mal y confirmaba su plan de usar a Ahsoka como embajadora ante estos
ancianos. Él era demasiado obstinado y ellos demasiado aferrados a la tradición
para llevarse bien, necesitaban un intermediario.
—Estoy trabajando en varios proyectos, el más importante de
ellos es este —dijo señalando una esfera negra de 20 centímetros de diámetro
con aspecto superficial de metal pulido.
Anakin la tocó y la esfera cambió de color, su superficie se
volvió blanca y aparecieron un par de ojos electrónicos azules que parpadearon.
—Masacre 2.0 activado, buscando objetivos —dijo el robot con
voz robótica. Los maestros jedi se tensaron, pero Anakin se rio.
Masacre 2.0 voló y los examinó a cada uno de ellos, haciendo
que los maestros jedi parpadearan debido a la velocidad con que se movía.
—Masacre 2.0 es un prototipo creado por mi mayor invención
hasta el momento: la nanotecnología. Son células artificiales con miles de
veces la capacidad de cálculo de los droides más avanzados, lo que le brinda un
control de movimientos superior y un despliegue táctico inigualable —presentó
Anakin con sinceridad.
Shaak Ti intervino antes de que Windu hablara:
—¿Qué tienes pensado hacer con este proyecto?
—La tecnología de células artificiales la he diseñado para el
Templo Jedi. La seguridad de este lugar es desastrosa y con esta tecnología
mejoraría en varios niveles. En cuanto a Masacre 2.0, es un prototipo de
guardián de paz para sustituir a los soldados clones si esta guerra termina
algún día. Estoy planeando regalarle este prototipo a Padmé como prueba de
inicio. Ella siempre está metiéndose en problemas —dijo Anakin.
—Padmé, descargando archivos. Senadora Padmé Amidala del
Consejo Galáctico, descargando registros, usuario aprobado, esperando
confirmación biométrica —dijo Masacre 2.0.
—¿Registros? —preguntó Windu.
—Es un algoritmo para archivos públicos. Si el senador no
cumple con algunos estándares en cuanto a transparencia, no será aprobado por
el sistema, pues este también tiene entre su programación velar por el
cumplimiento de las leyes de la República —explicó Anakin.
—¿En qué se basan esos estándares? —preguntó Adi Gallia.
Anakin se dio media vuelta y comenzó a mostrarles la programación de Masacre
2.0 en cuanto a sus asignaciones.
—Probar esto debemos. La senadora, una buena candidata es —dijo
Yoda. Anakin levantó una ceja.
—Hace algunas horas, la senadora irrumpió en la guarida de un
conocido jefe criminal al enterarse de que estaba involucrado en el secuestro
de un niño en el clan Hutt —explicó Shaak Ti.
Anakin hizo una mueca, recordando algo de eso. Padmé no era
como otros senadores. Otros senadores iban y denunciaban los crímenes, y si la
policía les decía que estaban ocupados, algunos insistían, pero eso era lo más
que llegaban a hacer. Padmé era diferente. Ella iba y denunciaba, y si le
decían que estaban ocupados, sacaba su bláster y cambiaba su profesión de
senadora a Terminator, lanzándose a la acción y dejando un rastro de criminales
muy sorprendidos y heridos detrás.
En las raras ocasiones en las que ella misma no podía
encargarse, Anakin ya sabía que tenía que llegar con un ejército detrás, porque
las cosas eran realmente graves. Así, Padmé era la única pacifista de armas
tomadas que él conocía, por lo que diseñó a Masacre 2.0 pensando en ella y, por
supuesto, en su madre, porque a Palpatine podría ocurrírsele la insana idea de
querer hacerle daño.
—La seguridad del templo no necesita mejoras —dijo Windu
cambiando de tema y llamando su atención. Anakin solo pudo parpadear ante esa
declaración.
—Podríamos emplear uno o dos robots guardianes para probar —dijo
Adi Gallia. Shaak Ti asintió. Ellos subestimaban gravemente las capacidades de
los robots Masacre, pero Anakin asintió y ordenó a las computadoras la creación
de otros dos prototipos.
Windu abrió mucho los ojos mientras la computadora hacía el
presupuesto.
—¿De dónde sale todo ese dinero? —preguntó Windu—. ¿Y por qué
estos robots son tan caros? —agregó.
—Del Canciller Palpatine. Él heredó toda la fortuna de su
familia. Es un patrocinador muy bueno. En cuanto al costo, las células
artificiales de estos droides no son fáciles de producir, y se necesitan
materiales superconductores para su fabricación —explicó Anakin.
Los maestros jedi parpadearon ante su descaro al aprovecharse
de Palpatine. Él le había dado un cheque en blanco y Anakin supuso que pensó
que él no se aprovecharía, pero ya se había gastado millones y millones en sus
proyectos personales.
El maestro Yoda fue el único en fruncir el ceño, encontrando
rara tanta generosidad, pues Palpatine no era ningún filántropo.
—Gran consideración el Canciller Supremo hacia ti tiene —dijo
Yoda, haciendo una pregunta velada que sonaba como un halago. Anakin hizo como
si no prestara atención y respondió:
—Soy un héroe para Naboo, el Canciller siempre me lo dice—. Esta
vez incluso Adi Gallia, que era la más distraída de los maestros, pues revisaba
la programación del sistema de seguridad que Anakin había diseñado, volteó a
mirarlo—. La Senadora Amidala también me respalda, pero no tiene tanto dinero,
y siempre está respirando en mi cuello para ver qué hago con él… —Anakin no
dijo más, solo los miró y suspiró. La maestra Shaak Ti carraspeó.
—Deberíamos llamar a la Senadora para avisarle del proyecto
del Caballero Skywalker —Anakin asintió, pues en un principio no pensaba
pedirles permiso y de seguro hubiera sido otra pelea.
…
La Senadora Amidala llegó una hora después y fue llamada al
consejo, donde le dedicó una sutil mirada de “¿Qué demonios hiciste esta vez?”.
—No he hecho nada, esta vez soy parte del panel de jueces,
porque el Consejo quiere ofrecerte algo —dijo Anakin como presentación, y Padmé
se quedó sorprendida, porque siempre que iba allí, terminaba tomando la
responsabilidad por las acciones de Anakin.
El Consejo habló y Padmé estuvo de acuerdo en probar el robot
Masacre 2.0, pues todo lo que fuera en favor de retirar al ejército de servicio
era de su agrado. Después de despedirse de ella, a Anakin no se le olvidó pasar
por la oficina de Palpatine para presumir de sus logros y acusar, de forma
sutil, al Consejo de acosar a su padawan. También presumió haberle dado una
paliza al Conde Dooku, y por último, regresó a su laboratorio, pero a media
noche hizo una mueca y se dirigió a una sala de meditación.
…
—Dolor y desasosiego, tristeza y melancolía —dijo una voz
anciana y suave delante de él. Anakin abrió los ojos para ver a la Maestra Yaddle
frente a él. Ya era mediodía del siguiente día.
—No son mis sentimientos —dijo Anakin mientras la Maestra Yaddle
se sentaba frente a él—. Otra guerra, otra invasión separatista, o Jedi cuya
vida se extingue —dijo Anakin—. Traición… no, simple desesperación —agregó con
una mueca. La Maestra Yaddle asintió.
—Es lamentable y es la carga de un Jedi sensor, en especial
uno tan poderoso como tú —dijo Yaddle. Anakin asintió—. Aunque reprimas tu
propio poder y sientas miedo de él —agregó, y Anakin detuvo un asentimiento a
medio camino, luego frunció el ceño mirando a Yaddle.
—Anciana, no sé de lo que está hablando —dijo Anakin.
—La ira siempre es tu reacción cuando la realidad no se
ajusta a tus planes —dijo la Maestra Yaddle, y Anakin se apresuró a descartar
sus emociones a la fuerza. Yaddle hizo una mueca.
—¿Qué? —preguntó Anakin sin entender—. ¿Acaso quiere que
conserve estas emociones? —preguntó Anakin. Yaddle negó con la cabeza.
—Lo que estás haciendo ahora es precisamente lo contrario,
estás reprimiendo tus emociones y creando una barrera entre tus sentimientos y
tu razón, sin darte tiempo a reflexionar. Y lo haces de forma consciente —acusó
Yaddle, haciendo que Anakin se tensara—. Caballero Anakin, ¿qué es lo que te
asusta tanto, qué te causa tanto miedo? —preguntó Yaddle, y Anakin dejó de
sentir su corazón latir. Él se apresuraba a descartar todo a la fuerza, cuando Yaddle
volvió a hablar.
—El Consejo es consciente de tus sentimientos hacia Ahsoka,
por lo que tuve que usar mi influencia para que ella fuera asignada a ti —dijo Yaddle,
y Anakin se quedó en shock.
—¡Qué! —reprendió Anakin con ira. Yaddle asintió.
—Basándome en los sentimientos que expresaste la primera vez
que la conociste, supuse que ella podría ayudarte a destruir la barrera que has
impuesto entre tus emociones y tu razón, pero me equivoqué, y solo conseguí que
intentaras hacerlo con más empeño, por lo que ahora debo usar un método más
directo —dijo Yaddle.
Anakin apretó los dientes, pues todas sus desgracias
recientes eran culpa de esta anciana.
—Maestra Yaddle, no tiene idea de las tonterías que está
diciendo —gruñó Anakin tratando de controlar su furia, pero que alguien le
dijera a la cara que deliberadamente le había causado problemas, le hacía
extremadamente difícil mantener la calma.
—Los sentimientos no son tonterías, Caballero Skywalker, y
menos los de un Jedi con tal afinidad con la Fuerza, como lo eres tú —dijo la
Maestra Yaddle con calma, una calma que contrastaba con la creciente furia de
Anakin.
—Anciana, no tiene idea del tipo de tonterías que está
diciendo…
—Pero tú sí, Caballero Skywalker, porque posees conocimientos
sobre ellos, como antes sabías de esta guerra. El Consejo te escuchó, y como
les advertiste en muchas ocasiones, el momento en que podías decirnos el futuro
que conoces ya ha pasado, y ahora tratas de salvar a todos por tu cuenta,
teniendo una batalla en la que todas las armas apuntan en nuestra contra —dijo Yaddle
con un suspiro. Anakin se quedó paralizado. Realmente no pudo decir nada. La
Maestra Yaddle asintió con gravedad.
—Haberme retirado del Consejo para estar a tu lado me ha dado
ciertas perspectivas, y también pude imaginar quién sería mi verdugo cuando
Dooku resultó ser un Sith —dijo Yaddle, y Anakin se puso pálido. Ella era una
Jedi, y solo con eso, la Fuerza ya debió guiarla. Yaddle asintió con un suspiro
de pesar.
—Palpatine y los soldados clon —dijo Yaddle, y Anakin miró a
su alrededor—. Caballero Anakin, cuando tus sentimientos se liberan, pierdes tu
afinidad con la Fuerza. Hace rato he puesto escudos en este lugar. De no
haberlo hecho, todo este planeta sentiría tus emociones descontroladas, como
resultado de reprimirlas durante años sin enfrentar las razones detrás de
ellas. Solo las has estado acumulando, no deshaciéndote de ellas —reprendió Yaddle
con tono suave—. Caballero Skywalker, ¿a qué le temes tanto? —preguntó Yaddle
con seriedad. Anakin no pudo evitar que recuerdos de una armadura negra,
imágenes de Padmé y una descendencia que nunca tendrían, pasaran por su mente.
—No estoy evitando mis sentimientos, Padmé en realidad no me
ama, se apartaría de mí sin en verdad llegara a conocerme —dijo Anakin
apretando los dientes. Para su sorpresa, Yaddle asintió.
—Ella es joven, solo conoce gente que oculta sus pensamientos
día a día. Admira tu rebeldía —dijo Yaddle sacudiendo la cabeza con una media
sonrisa—. Pero no ve más allá de ello —dijo volviendo a ser seria—. Ignora tu
dolor, y no ve tu frustración, aunque sería evidente para cualquier persona que
te conozca realmente, por lo que tienes razón. Ella no te conoce, y no creo que
entienda lo que significaría que decidieras estar con ella siendo un Jedi. Ella
no entendería el peso de semejante decisión —concluyó con pesar.
Anakin cerró los ojos. Esas palabras, ya las conocía, él
mejor que esta anciana, pues había visto con sus propios ojos cómo Padmé lo
veía en la oscuridad y daba media vuelta, rindiéndose y abandonando todo,
dejándolo en la oscuridad para siempre. Una oscuridad a la que él se lanzaría
sin dudar por ella, guiado por su egoísmo y su propio orgullo, que solo
necesitaban un pequeño empujón, y perdía la razón.
—Anakin, ¿conoces la razón de que el Consejo Jedi tenga tan
mala opinión de las visiones del futuro? —preguntó Yaddle.
—¿Porque son unos ancianos cabeza dura? —preguntó Anakin con
una mueca.
—Porque los Jedi que ven el futuro viven con miedo a él,
justo como te pasa a ti en este momento —dijo Yaddle—. En el pasado, muchos
cayeron en el lado oscuro por esto, y es lo que Palpatine sin duda usará en tu
contra, pues tú mismo se lo estás permitiendo, dándole toda la carga emocional
para nublar tu razón.
»Anakin, tu miedo a convertirte en un Sith te está llevando a
sus manos, es la emoción que reprimes lo que te hará caer, pues son estas la
mayor fuerza del lado oscuro en contra de un sensible. No estás luchando contra
Palpatine al negarte a sentir, estás haciendo lo que él quiere, por eso está
jugando tu juego y dándote todo lo que quieres para que creas estar ganando
—dijo Yaddle con pesar.
—No, usted no entiende. Conozco sus planes —dijo Anakin entre
dientes—. Él quiere usar a Padmé y empujarme a la desesperación…
—Anakin, ya estás en la desesperación, no tienes esperanza
alguna. No confías en ti mismo. No te atreves a sentir, a soñar o a llorar
—concluyó Yaddle, y sus palabras lo sumergieron en la desesperación.
—Si fracaso, los Jedi mueren. Yo caigo al lado oscuro. Me
convierto en una herramienta en perpetuo sufrimiento. Antes, había una pequeña
luz al final de esto, una esperanza de un futuro, pues mi muerte traería el
anhelado equilibrio.
»¡Pero todo eso es una mierda! —reprendió Anakin—. No hay
paz. Mi hijo muere como cualquier basura, también mi hija, su descendencia es
tal basura que solo por él decidiría no tener hijos, y nada por lo que se
supone que moriré vale nada. Todo es basura, no hay ninguna esperanza, no puedo
aceptar esa mierda de futuro —dijo Anakin, pero no con ira, solo dolor y una
sensación de derrota creciente, porque todo lo que decía la Maestra Yaddle era
cierto.
Él estaba recorriendo el mismo camino que aquel Anakin en los
recuerdos de Xión… no, él era aún peor, aquel Anakin al menos se permitía
sentir, él no lo hacía, solo desechaba todo, aun cuando él mismo pensaba que
los Jedi eran idiotas por hacerlo, pero se había dicho a sí mismo que él era
diferente.
Anakin se dobló por la cintura y sus lágrimas se derramaron.
—No quiero ser un Sith, ya sé lo que es y en qué me
convertirá. Pero no puedo ser un Jedi —dijo Anakin.
—Aún hay un camino, y tú te niegas a tomarlo, puedo sentirlo
—dijo Yaddle.
—Maestra Yaddle, deje de decir tonterías, estoy sufriendo una
crisis aquí —reprendió Anakin haciendo un gran esfuerzo por no ponerse a
llorar.
Por supuesto, había más sentimientos en él, y eran los
sentimientos de un friki de mierda que se creía un dios. Para él, Anakin era un
personaje que le gustaba, y este mundo, a lo sumo, un sitio turístico. Lo que
pasara le daba igual, porque al final, él era un dios, y su poder estaba más
allá de la simple razón.
Por supuesto, ese friki de mierda olvidaba que si moría antes
de su mierda de ascenso a la divinidad, no habría nada que hacer, y también
omitía que igual podía ser que su poder fuera sellado para siempre en este
mundo, con lo cual ya no sería un dios. Estaban apostando con sus vidas y todo
lo que era valioso para Anakin…
La Maestra Yaddle se había levantado en algún momento y puso
la mano sobre su cabeza.
—Elegido, aún tienes un camino, pero solo tú puedes elegir
recorrerlo —dijo Yaddle y se dio media vuelta para marcharse.
—¡Solo eres un friki de mierda! —reprendió Anakin.
—Yo no tengo miedo de mí mismo —se dijo a sí mismo con una
calma absoluta. No había miedo, no había desesperación o un gramo de
frustración allí.
—Es doloroso —dijo Anakin.
—El dolor y la felicidad son parte de la vida. Si no quieres
sufrir, solo muere —se dijo a sí mismo.
—Tus consejos son una mierda —dijo Anakin.
—Tú eres más mierda que mis consejos. Solo deja de quejarte.
Si vas a llorar, llora y sigue adelante. Es muy estúpido tener miedo de ti
mismo —dijo Anakin y sus lágrimas se convirtieron en sollozos.
…
Al día siguiente, Anakin observaba el amanecer. La Maestra Yaddle,
que se acercaba a su habitación de meditación, entró por la puerta.
—Caballero Skywalker —saludó Yaddle y Anakin asintió, aunque
no le apetecía hablar, y ambos contemplaron el amanecer.
…
—¿Estás bien? —preguntó Yaddle cuando Anakin suspiró.
—No, es demasiado doloroso. No puedo verla en este momento,
no puedo ocultar el vínculo que he creado —dijo Anakin. Yaddle asintió.
—No lo estoy reprimiendo, solo no quiero molestarla… —dijo
Anakin.
—¿Con tonterías? —preguntó Yaddle y Anakin asintió con una
media sonrisa.
—No estoy reprimiendo nada, solo no quiero darle un mal
ejemplo —dijo Anakin.
—Elegido, siempre que te aceptes a ti mismo, tu camino
siempre será el correcto, porque es hacia donde la fuerza te guía —dijo Yaddle.
—Maestra Yaddle, ya le dije antes dónde terminará mi camino.
Lo que sigo ahora son… —Anakin se sentía demasiado avergonzado de sí mismo para
decir que ahora seguía los consejos de Xión, ese friki de mierda que ponía más
atención a una araña vistosa que a una batalla de vida o muerte, aunque para él
solo era entretenimiento. Aun así, Anakin prestaría atención a la batalla. Él y
Xión eran demasiado opuestos, y Anakin solo seguía su camino porque en verdad
no tenía opción.
—Puedo conseguirte dos días —dijo Yaddle antes de salir de la
habitación. Anakin respiró hondo. En verdad, no podía enfrentar a Ahsoka en ese
estado. Y pensando en ella, se dio cuenta de que en verdad era una mala
influencia.
Anakin suspiró. Su apuesta con el Anakin en los recuerdos de Xión
iba muy mal en cuanto a Ahsoka. Su encuentro fue un desastre.
—Todavía puedo arreglarlo —sentenció Anakin y volvió a
contemplar el amanecer.
…
El siguiente amanecer fue igual que el primero, y también el
tercero.
Anakin salió de su habitación de meditación, donde no había
meditado nada. Hacía más de diez años que no se tomaba un día libre de su
meditación.
Anakin respiró hondo y salió de la habitación.
—¡Adiós Padmé! —dijo con solo un poco de dolor en su tono de
voz.
…
—Maestro —llamó Ahsoka a su espalda mientras Anakin se
dirigía a ver al Consejo caminando por uno de los amplios pasillos del templo
Jedi. Anakin le hizo una señal para que caminara a su lado.
—Maestro, se ve diferente —dijo Ahsoka entrecerrando los ojos
y fijando sus sentidos en él.
—He dejado algo atrás que consideraba muy valioso —dijo
Anakin con sinceridad. Ahsoka parpadeó sin saber a qué se refería.
—Ahsoka, debido a mis sentimientos de apego hacia ti, he sido
algo laxo como maestro, y creo que me falta ajustar tu disciplina —dijo Anakin
con seriedad, porque ella en verdad era demasiado alocada y él solo alentaba
ese comportamiento debido a su propia personalidad. Eran demasiado parecidos
como para que él viera las cosas, pero si no la reprendía, esto solo
aumentaría.
Anakin debía actuar como Obi-Wan para que Ahsoka mantuviera
la calma y creara ciertos límites en su disciplina. Aunque sería difícil ver
sus errores porque eran iguales a los suyos, al menos debía intentarlo.
—¡Maestro, lo de su ropa fue una broma! —lloró Ahsoka.
—Ahsoka, primera lección, tu maestro es un Jedi sensor y tus
sentimientos siempre están a la vista —dijo Anakin, y Ahsoka se tensó.
Antes, en la nave de carga cuando iban hacia Tatooine, ya se
lo había advertido de manera sutil, pero ella solo pensó en eso por un segundo
y luego lo descartó, como él mismo haría con tales cosas.
Anakin suspiró mientras Ahsoka caminaba tan rígida como una
tabla. Para que ellos entendieran, debían usar un garrote y darles por la
cabeza directamente, las tácticas furtivas solo serían ignoradas.
—Trabajaremos en ello. Las habilidades que te estoy enseñando
servirán, pues aumentarán tu control de la Fuerza, y con ello podrás mejorar
tus escudos mentales. Así, aunque tus emociones se desborden, otros no podrán
usarlas en tu contra —explicó Anakin. Ahsoka suspiró.
—¿Es lo que hace usted? —preguntó con un cierto tono
acusador, porque Anakin siempre escondía sus sentimientos de ella, y era
imposible que no lo notara. Anakin asintió, y Ahsoka parpadeó de sorpresa.
—Ante la ira, la calma de la despreocupación, y ante la
frustración, la tranquilidad de la diversión. Aun así, no es suficiente.
Siempre debes afrontar tus problemas cara a cara —dijo Anakin con un suspiro.
—Entonces bajará sus escudos —acusó Ahsoka.
—Ahsoka, he dicho tus problemas, no los míos —dijo Anakin.
Ahsoka puso los ojos en blanco. Ella sospechaba que él era
quien creó ese vínculo con ella, pero eso no la ayudaría. Si acaso, crearía más
confianza entre ellos, y esta Padawan necesitaba disciplina, porque al igual
que él, la confianza la tenía por toneladas.
NA 1: Bueno, ya era hora de que Anakin se diera cuenta de que
no estaba descartando sus sentimientos, solo los estaba reprimiendo detrás de
un montón de excusas mediocres. Él era el típico caso de una persona que no
atiende sus propios consejos, criticando al Consejo por negar los sentimientos,
pero él iba un paso más allá y directamente se negaba a sentir, pues creía, que
eso lo llevaría a convertirse en Lord Vader, lo que lo llevaría a Luke, a Leia,
a las muertes miserables de estos, a Kylo y, en general, a todo lo visto en las
secuelas. Para alguien que se suponía que murió para crear un futuro mejor, tal
futuro sería una pesadilla y un completo despropósito de su vida.
Anakin ha llegado al mismo punto que en las películas, sin
opciones y con un miedo constante a perderse y, como conoce el futuro, a perder
a los que ama. También he querido mencionar por qué los Jedi temen ver el
futuro y ponen tantas excusas para deshacerse de tales posibilidades, ya que,
por mucho que conozcas el futuro, en casos como el de Anakin, es imposible que
no te invada el miedo y tomes medidas extremas para evitar llegar a ese futuro.
En vez de salvarte a ti mismo, solo consigues hundirte más rápido.
Ahora, Anakin ha comprendido que no puede seguir solo y ha
decidido seguir el consejo de Xión, alguien que es muy parecido a él pero
difieren en un punto importante, y es que Xión sí confía en sí mismo y no teme
el futuro, pues siempre ha tenido la seguridad de alcanzar sus objetivos. Algo
de lo que Anakin duda constantemente, pues su mayor miedo es convertirse en
Darth Vader, lo que hace que no pueda confiar en sí mismo.
NA 2: En el siguiente episodio, volveremos con Ahsoka, y
comenzará la guerra, con batallas espaciales y fuego de bláster desatado, pues
es hora de centrarse un poco más en la política, que fue la trama central de
las Guerras Clon y las invasiones de la Federación a los mundos de la República
y neutrales, para añadirlos a sus filas. Así que se viene Ryloth.