Capítulo 6 Attack of the Clones parte 2
Al día siguiente, Anakin practicaba con su sable de luz, y
Obi-Wan, que no se separaba de él desde el incidente con el Consejo, era su
oponente.
En general, Anakin estaba satisfecho con el estilo de lucha
que escogió, que era el mismo que en las películas en los recuerdos de Xión, pues
en verdad era el que más le convenía. Este estilo usaba la fuerza en todo
momento, y Anakin la tenía de sobra.
Cuando hubo terminado el calentamiento, Anakin fue contra su
maestro, que era capaz con el sable de luz, y romper la forma III, que este
usaba y que a su vez se destacaba por ser la mejor defensa, sería un entrenamiento
apropiado. Por supuesto, él no se esforzaría por completo, porque al igual que
todos los jedi, su maestro era un vago en la práctica con su sable de luz, y
más con su condición física, si Anakin se pusiera serio, le daría una paliza
severa por descuidado.
…
—Anakin, te he hecho disgustar recientemente —preguntó
Obi-Wan con tono indignado, porque Anakin estaba atacando con fuerza.
—Maestro, tenemos una guerra a las puertas, y has estado
remoloneando en tu práctica con el sable, planeo darte algunos problemas, hasta
que te tomes tus entrenamientos en serio, ya que no puedo obligarte a practicar
—explicó Anakin. Obi-Wan rezumaba impotencia.
—Anakin, no habrá ninguna guerra, y si la hay, vas a matarme
antes de que empiece —se quejó Obi-Wan sobándose la mejilla donde tenía un
pequeño corte quemado, por lo que se había quejado de su brutalidad.
—Maestro sé que tú puedes hacerlo. Con práctica, esquivar
tajos tan cargados de fuerza no requerirá que bloquees con el sable, por favor
continúa —animó Anakin, sonriéndole con malignidad, mientras se preguntaba
cuántas veces Obi-Wan saldría volando antes de aprender a esquivar sus cortes
devastadores, que era lo que lo metía en problemas en la actualidad.
Anakin envistió, mientras Obi-Wan le miraba amenazador.
Obi-Wan detuvo su tajo vertical potenciado, interponiendo su sable solo el
tiempo suficiente para dejarle espacio para hacerse a un lado, y desvió el
resto de la fuerza, volviendo a su defensa. Anakin no detuvo su ataque y lanzó
un golpe lateral, que le fue más fácil esquivar sin hacer mucho contacto.
Anakin se convenció de que la forma V era ideal para él,
porque había estado lanzando tajos potenciados desde el principio y apenas
sentía nada. En cambio, Obi-Wan, que se vio obligado a recibirlos, no podía
ocultar su dolor y el daño que le causaban. Él ya estaba cansado, lo único que
lo mantenía en pie era el orgullo, y después de enviarlo a volar cuando no
pudiera esquivarlo, Anakin planeaba terminar con esto.
Obi-Wan perdió el equilibrio y Anakin cargó su golpe para
mandarlo a volar, pero la puerta de la sala se abrió y Anakin retrocedió,
mientras su maestro suspiraba de alivio.
Anakin supuso que Obi-Wan agradecía no ser visto siendo
enviado a volar por su propio Padawan, pero su rostro pronto lució conmocionado
al ver a la persona que entró. Anakin, que también vio quién era, se apresuró a
enfundar su sable y a ponerse de forma respetuosa detrás de Obi-Wan.
—¡Anakin, no seas descarado! —reprendió Obi-Wan con un
gruñido, porque hacía segundos, Anakin estaba a punto de mandarlo a volar sin
ninguna compasión y ahora lo usaba como escudo ante el peligro entrante.
—Maestro, por favor, cumpla con su deber —dijo Anakin entre
dientes, mientras el Maestro Windu se acercaba a ellos.
Anakin ya no estaba seguro de que haber buscado una sala
vacía fuera una buena idea. Si este tipo pretendía intimidarlos, ni siquiera el
miedo a parecer un matón podría defenderlos, ya que aquí no había nadie. En
cuanto a enfrentar a esta Bestia Parda, él dudaba que incluso el Maestro Yoda
fuera capaz de hacerlo, aunque no se dejaría intimidar con facilidad.
—Maestro Windu —dijeron Anakin y Obi-Wan al mismo tiempo,
saludando con una reverencia respetuosa.
—Caballero Kenobi, joven Padawan —saludó Windu sin pasar por
alto el aspecto cansado de Obi-Wan y su herida en la mejilla.
—Mi Padawan ha tenido algunos progresos recientemente, y me
temo que estoy algo fuera de práctica —dijo Obi-Wan, admitiendo su culpa con
vergüenza.
—No recuerdo que fueras alguien fácil de manejar, parece que
tu Padawan es sobresaliente —dijo Windu mientras sacaba su sable de luz.
Anakin hizo una mueca. “Mierda”, pensó Anakin. Este tipo era
demasiado vengativo.
—Padawan Anakin, es muy difícil ver tus progresos, ya que en
todas las pruebas solo obtienes calificaciones promedio —dijo Windu mientras
revisaba su estado.
—Maestro Windu, todas esas pruebas son para los iniciados y
algunos padawans que buscan un maestro. Yo ya tengo un maestro y estoy
satisfecho con todo lo que me ha enseñado, por lo que esas pruebas no tienen
ningún sentido para mí. Destacar sobre esos niños u otros padawans es
innecesario; dejarlos lucirse es más adecuado —dijo Anakin mientras sacaba su
sable de luz. Windu mostró una sonrisa que no era una sonrisa.
—Padawan Skywalker, tu confianza en tu propia fuerza me
sorprende —dijo Windu de forma amenazante.
—Siempre es un placer sorprenderlo —dijo Anakin, consciente
de que lo que Windu sentía no era sorpresa, él creía que Anakin era arrogante y
por eso le molestaba. Su declaración era una forma indirecta de decirle a Windu
en su cara que le encantaba molestarlo.
—Maestro Windu, Anakin está un poco alterado debido… —Windu
levantó la mano para detener las explicaciones de Obi-Wan, quien parecía
dispuesto a suplicar perdón en su nombre.
—Caballero Kenobi, haznos espacio. Tu padawan no parece
cansado y sus pequeñas provocaciones no me afectan —sentenció Windu, indicando
que seguía en control y que no le cortaría la cabeza por ira, aunque era
evidente que estaba molesto con él y que quería darle una paliza. Él miró a
Anakin—. Padawan, en guardia. No te contengas, no hay otros estudiantes a
quienes tus habilidades superiores puedan desanimar —dijo Windu con sorna.
—Como desee, maestro —dijo Anakin y adoptó la postura de la
Forma V. Windu lo imitó.
Anakin sabía que Windu usaba su propio estilo, pero era
evidente que no se lo tomaba en serio, porque él estaba en la posición de la
forma V.
Anakin sonrió maliciosamente en su mente. Windu quería darle
una paliza, pero sus ganas de hacerlo solo eran la mitad de las de Anakin. Esta
Bestia Parda era la que siempre lo reprendía en el Consejo, ni siquiera
escuchaba explicaciones, solo regañaba sin más. Y ahora, el muy cretino pensaba
que podía detenerlo con facilidad.
Si Windu hubiese adoptado una postura desconocida, Anakin
habría sido muy cauteloso. Pero esa postura era una declaración de que no se lo
estaba tomando en serio, y eso quería decir que su guardia estaba baja. Si
Anakin atacaba con todo, sin duda podría golpearlo varias veces. Aunque esta Bestia
Parda debía ser más fuerte que Dooku, la diferencia no debía ser mucha.
Anakin creía que si Dooku se atreviera a bajar la guardia
ante él, le daría la paliza de su vida. Por lo tanto, este jedi rabioso al
menos debía llevarse un par de golpes.
—¡Anakin, no! —exclamó Obi-Wan, quien lo conocía como si
fuera su hermano, y comprendió de inmediato que no estaba planeando nada bueno.
Anakin lo ignoró y envistió con todo lo que tenía. Windu
parpadeó cuando sus sables chocaron y sintió el impulso de Anakin,
comprendiendo su error de inmediato, pero ya era tarde para cambiar su forma, y
Windu recibió todo el daño del golpe con su fuerza al máximo. Para empeorar las
cosas, Anakin no le permitió retroceder y adoptar una nueva postura de combate.
Él atacó con toda la velocidad, fuerza y agilidad que pudo desatar, y su sable
quemó el costado izquierdo de Windu, seguramente dejando una fea quemadura.
Windu lo miró conmocionado mientras intentaba contener su
fuerza y velocidad con todo su esfuerzo para retroceder y cambiar su forma,
pero estaba atrapado en sus garras y Anakin no le daría piedad de ninguna
manera. Él sabía que cuando Windu se recuperara, le devolvería el favor. Por lo
tanto, Anakin siguió atacando con todo.
…
Apenas un minuto después de comenzar la batalla, Windu hizo
un movimiento inesperado y en un microsegundo desató un ataque de fuerza que
hizo retroceder a Anakin diez pasos. Anakin no sufrió heridas ni cayó al suelo,
pero cuando volvió a ver a Windu, este ya adoptaba una postura extraña y lo
miraba con furia.
Anakin sonrió y volvió a su postura de la Forma V, observando
el miserable estado de Windu. Él tenía un corte en la mejilla derecha y un feo
golpe en la izquierda, que pronto se convertiría en un gran bulto. En su
costado derecho, tenía un corte y su piel había sido marcada. Pero Anakin
estaba seguro de que lo que más le dolía era haber recibido más de diez ataques
a plena potencia de la Forma V, en la cual él era un especialista, y sabía el
daño contundente que causaba. Sin duda, a Windu le esperaban un par de días de
dolor muscular.
—Padawan, ¡te subestimé! —gruñó Windu, admitiendo su error,
mientras le advertía con la mirada que él también sentiría el mismo dolor,
pronto.
Anakin, quien se había lanzado con todo y aún así había sido
repelido en un minuto, sabía que la Bestia Parda no fanfarroneaba. Pero si
quería golpearlo, más le valía esforzarse.
…
Dos horas después, Obi-Wan y Anakin caminaban detrás del
Maestro Windu hacia el Consejo Jedi. Windu lucía una mejilla hinchada y parecía
algo cansado. A pesar de esto, caminaba con paso suaves. Detrás, Anakin
presentaba exactamente los mismos golpes que Windu y lucía igual de cansado.
Aun así, Obi-Wan mantenía una leve sonrisa.
—Maestro, soy su Padawan. No debería alegrarse de que un
matón me haya dado una paliza —se quejó Anakin, quien había pasado dos horas
luchando contra Windu y su estilo demoníaco de ataque y defensa, tan veloz y
agresivo como el suyo. Además, este matón también potenciaba sus golpes, y su
control sobre la Fuerza no se podía comparar con el suyo en este momento.
Windu logró acertarle varios golpes e incluso se tomó la
molestia de infligirle los mismos daños que Anakin le había causado, bajo la
excusa de medir sus habilidades. Pero no era más que pura intimidación. Sin
embargo, para satisfacción de Anakin, a Windu le tomó dos horas completar su
venganza y cuando lo hizo, ambos estaban demasiado cansados. Continuar sería
peligroso, por lo que detuvieron el combate.
Anakin estaba satisfecho, ya que a pesar de la brutalidad de
Windu, esto le serviría más que los combates con Obi-Wan. Su futuro oponente
sería Dooku, un desgraciado en la misma escala que Windu, aunque había una gran
diferencia entre ellos. Dooku no era rival para Windu, al menos según lo que él
sabía.
—Padawan, mantén la compostura en tus palabras —dijo Obi-Wan
ampliando su sonrisa de forma descarada.
…
Al llegar al Consejo, los maestros parpadearon al ver sus
estados lamentables. Sin embargo, como Windu los guiaba personalmente y no
decía nada al respecto, los demás optaron por ignorarlo o fingir que no lo
habían notado, observando la extraña similitud entre sus heridas y las de
Windu.
Una vez que Windu asumió su posición, a Obi-Wan se le asignó
una nueva misión. El Consejo les informó que había habido un intento de
asesinato contra la senadora a la que él conocía, Padmé Amidala, y los
enviarían a protegerla, como lo habían hecho en el pasado. Como nadie le habló
directamente, Anakin se mantuvo en su papel de Padawan de manera obediente. Él no
estaba en desacuerdo con la disciplina, de hecho, valoraba las reglas. Lo que
no le gustaba eran las reglas absolutas, ya que consideraba que todo en este
mundo tenía excepciones.
Por otro lado, sus visiones le confirmaban que la guerra
estaba comenzando y Palpatine estaba moviendo sus fichas para incluirlo en su
juego, acercándolo a Padmé y obteniendo algo con lo que ejercer presión sobre
él, algo que lo alejara del Consejo y lo acercara a él. La Fuerza se lo
advertía y también lo sabía a través de los recuerdos de Xión.
Padmé era una de las piezas que Palpatine planeaba utilizar
en su contra para mantenerlo bajo control. Aunque en una vida pasada lo había
logrado, esta vez no tendría éxito, simplemente porque Anakin ya no era el
mismo y, aunque debía admitir que le gustaba Padmé, no sentía una pasión
desenfrenada que Palpatine pudiera utilizar en su contra.
Anakin podía ver que él y Padmé eran demasiado diferentes y
que lo que admiraban el uno del otro nunca sería suficiente para una relación
sincera, algo que, según los recuerdos de Xión, nunca habían tenido. Sus formas
de pensar eran opuestas.
¿Qué habría pasado si ese Anakin hubiera mostrado quién era
realmente? Según los recuerdos de Xión, Anakin se asustó ante la posibilidad de
que ella lo rechazara y mantuvo oculto todo en lo que creía. Anakin nunca fue
capaz de decirle hasta dónde estaba dispuesto a llegar y todo lo que haría por
ella al entregarle su corazón, pero al final eso ocurrió y, como era de
esperar, ella lo rechazó…
Anakin sacudió su cabeza mentalmente y forzó todos sus
sentimientos fuera de su mente. La guerra se acercaba y su frustración por no
poder detenerla llenaba su mente de pensamientos inútiles.
…
Después de un baño necesario y un cambio de ropa, Anakin y
Obi-Wan se dirigieron a encontrarse con Padmé, la senadora de Naboo, quien los
recibió en sus habitaciones en el Senado. Ella había venido a Curuscant para
oponerse a la creación de un ejército y era una de las partes con mayor
influencia en este asunto debido a los eventos en Naboo, lo cual le había
otorgado gran fama y reputación.
Papmé los atendió de inmediato cuando llegaron a su
departamento, recibiendolos en la sala de visitas junto a parte de su comitiva.
Anakin la saludó de forma respetuosa, pero con una sonrisa. Ellos no se habían
visto en diez años, pero habían mantenido correspondencia regularmente.
Al ver a Papmé, ahora un poco más mayor, Anakin le dio una
calificación dudosa de siete. Ella era baja, tenía buenas piernas pero era
plana de pecho, sus rasgos estaban por encima del promedio, su cabello no era
llamativo y sus ojos no destacaban. Era una belleza decente en el mejor de los
casos, nada que le hiciera enamorarse a primera vista, aunque podría ser
atractiva para un niño de nueve años con opciones limitadas. Sin embargo, el
carácter moral y ético de esta mujer no debía ser subestimado, ya que ni
siquiera Palpatine pudo manipularla. Por eso ahora intentaba matarla, o
lanzársela encima a él, Anakin no estaba seguro, pero no importaba lo que
Palpatine intentara, no tendría éxito.
Mientras la saludaba, Anakin le sonrió. Su amistad había
crecido en los últimos años y él le había regalado tres libros, la trilogía de
El Señor de los Anillos, que sabía que le encantarían. A Papmé le había gustado
tanto que incluso los había publicado, pero donó las ganancias a obras
benéficas y aceptó enviar una copia a su madre en Tatooine, pero no colaboró
con su laboratorio. Ella era demasiado estricta. A pesar de eso, Padmé le
ofreció una sonrisa triste, aunque su encuentro fue formal debido a la presencia
de su comitiva de Naboo y su traje oficial de senadora.
Después del reencuentro, Papmé se fue a ocuparse de sus
asuntos y descansar. Anakin no podía meditar en ese momento, así que decidió
observar la ciudad.
…
—¿Ella es la amiga que mencionaste en el Consejo? —preguntó
Obi-Wan a su espalda después de revisar el departamento, mientras Papmé ya
dormía en su habitación tras la partida de sus sirvientes y guardias. Anakin
asintió.
—Cordé, su doble, era una amiga para ella. Hoy fue asesinada
y puedo sentir su dolor. Me siento algo culpable porque si hubiera llegado
antes, ella no estaría sufriendo. Soy su amigo, pero… —Anakin no dijo más, él
había decidido invertir su tiempo en salvar a su madre y dejado morir a la
amiga de Papmé.
—Parece que tus sentimientos hacia ella no son comunes —dijo
Obi-Wan con una sonrisa insinuante.
—Maestro, ella y yo no podemos estar juntos —dijo Anakin
seriamente.
—Anakin, el código no exige que seamos célibes —dijo Obi-Wan.
—Lo sé, pero mis sentimientos por ella pueden ir más allá de
lo apropiado. Si nos acercamos demasiado, sin duda le haría daño. Me limitaré a
proteger su vida y que cada uno tome su propio camino —explicó Anakin,
descartando cualquier sentimiento de apego que surgiera en él. Obi-Wan negó con
la cabeza.
—Es tu decisión, pero según lo que explicas, me parece
prudente —dijo Obi-Wan con la mente en otro lugar.
—¿Usted no se contuvo a tiempo? —preguntó Anakin. Obi-Wan se
tensó. Anakin sonrió.
—Anakin, la venganza es el camino hacia el lado oscuro
—reprendió Obi-Wan indignado.
—Maestro, debería seguir su propio consejo antes de sonreír
porque han golpeado a su propio Padawan —dijo Anakin rodando los ojos. Obi-Wan
carraspeó incómodo.
—Anakin, estás imaginando cosas —dijo y optó por una retirada
estratégica. Anakin negó con la cabeza y continuó observando la ciudad mientras
comenzaba a llover.
…
Un par de horas después de que Papmé se fue a dormir, Anakin
frunció el ceño.
—¿Sucede algo? —preguntó Obi-Wan, notando su estado de alerta
y cómo la Fuerza se intensificaba a su alrededor.
—Se acerca el peligro a esa habitación —dijo Anakin
sinceramente. Obi-Wan parpadeó.
—¿Qué? —preguntó con cierta incredulidad.
—Hay un droide volador acercándose a la habitación. Lleva
algunos insectos venenosos —dijo Anakin mientras comenzaba a dirigirse hacia el
lugar.
Obi-Wan estaba aturdido. Anakin lo comprendía. Esto nunca
antes había sucedido. La Fuerza no solía revelar información de esa manera. Lo
que Obi-Wan desconocía era que todo esto formaba parte del conocimiento de
Anakin, y la Fuerza simplemente lo confirmaba.
Anakin no planeaba quedarse de brazos cruzados esperando a
que todo sucediera según sus recuerdos. Él odiaba no poder hacer nada para
cambiar el curso de los eventos y no se quedaría quieto ahora que tenía la
oportunidad de actuar.
—Maestro, hay dos personas afuera. Si me lo permite, puedo
capturar a una de ellas con facilidad. Usted vigile que esos insectos no dañen
a Papmé —dijo Anakin mientras se dirigía hacia la puerta.
Obi-Wan pareció indeciso por un segundo, pero asintió y se
apresuró a posicionarse junto a la puerta de la habitación. Anakin corrió hacia
el ascensor y subió a la terraza.
Una vez en la terraza, Anakin corrió con toda su fuerza
potenciada y saltó hacia el edificio de enfrente, cayendo sobre un sorprendido
metamorfo como si fuera una flecha y el sujeto fuera el blanco al que la flecha
era atraída.
Mientras tanto, Obi-Wan se apresuró a entrar en la habitación
de Padmé y mató a los insectos que habían logrado entrar. Anakin, que estaba de
espaldas sosteniendo a su capturado inconsciente, sacó su brazo de manera
casual y detuvo un dardo destinado a su objetivo con la punta de sus dedos, ya
que había estado vigilando al otro individuo en todo momento.
El mercenario que disparó el dardo mostró sorpresa y decidió
huir. Anakin entregó al asesino a las autoridades y regresó a la habitación de Padmé,
donde ella estaba en ropa de dormir, siendo vigilada por Obi-Wan.
—¿Fácil? Anakin, ¡saltaste de un edificio a otro! —reprendió
Obi-Wan con impotencia.
—Maestro, saltar es algo sencillo. Lo aprendí en las primeras
clases —dijo Anakin, sorprendido por el descaro de Obi-Wan, quien en los
recuerdos de Xión, se lanzó sobre un droide volador en medio de una calle a
miles de metros de altura.
Anakin le arrojó a Obi-Wan el dardo que lanzó el mercenario.
—El otro asesino lo tenía. Parece ser algo especial —dijo
Anakin. Él sabía que esto era una pista de Palpatine para que Obi-Wan
descubriera el camino hacia el ejército de clones.
—Anakin, ¿estás bien? —preguntó Padmé con preocupación.
—Padmé, estoy bien, solo fue un pequeño salto, no hubo mucho
que hacer. Ese tipo estará en el hospital algunos días —explicó Anakin, mirando
a su alrededor y notando que no había nadie más presente.
—Con el maestro Obi-Wan aquí, los guardias están asegurando
los demás departamentos —aclaró Padmé. Anakin asintió.
…
Al amanecer, Padmé fue obligada a retirarse a su planeta por
orden de Palpatine. Ella sospechaba que él planeaba algo, pero los Jedi también
estaban del lado de Palpatine, y ella tuvo que ceder. Convertirse en una
extremista que no atendía a consejos podría afectar su carrera política, y
Palpatine utilizaría eso en su contra.
—Anakin, me he enterado de tu hazaña de anoche. Te
recomendaré para un reconocimiento del Senado —dijo Palpatine cuando todos se
fueron y quedaron solos.
Anakin sabía que este anciano miserable solo pretendía
retrasarlo mientras tramaba su caída hacia el lado oscuro, pero no podía sentir
nada más que amabilidad y halagos provenientes de él. Era como si fuera un
abuelo favorito elogiando a su destacado nieto.
—Gracias, canciller, será un honor —respondió Anakin con una
sonrisa. Palpatine asintió.
—¿Cómo ha estado tu situación en el templo? —preguntó con un
aparente interés, y tal vez lo tenía.
—El Consejo se reunió para decidir si podían expulsarme, por
décima vez, y el maestro Windu tuvo un combate de entrenamiento conmigo. Nunca
antes había visto su estilo de lucha ni es ninguna forma Jedi que conozca —dijo
Anakin, mostrando curiosidad. Anakin debía ser el mejor espía de Palpatine en
el templo Jedi.
—¿Y qué tenían en contra tuya esta vez? —preguntó Palpatine
con interés.
—He expresado públicamente mi desacuerdo con el código Jedi.
Considero que es un reglamento obsoleto y el Consejo lo sigue al pie de la
letra, como si tuvieran miedo de que alguien lo transgreda —explicó Anakin.
Palpatine guardó un par de segundos de silencio, seguramente
preguntándose cómo diablos Anakin seguía siendo parte de la Orden Jedi después
de decir tantas tonterías sobre su sagrado reglamento.
—Anakin, los Jedi son ancianos y a esta edad, la gente
comienza a temer el cambio. Anakin no debes apresurarte en estos asuntos,
porque en el futuro, y como lo demuestran tus actuales hazañas, te convertirás
en uno de los Jedi más grandes que existan y el Consejo deberá escuchar tu
opinión —aseguró Palpatine, aparentemente deseando que su espía no se metiera
en problemas y fuera expulsado.
—Canciller, lo intento, pero había tantas cosas mal allí que
simplemente me siento frustrado —dijo Anakin con sinceridad.
El canciller no perdió tiempo y procedió a darle algunos
premios más para tranquilizarle y evitar que atacara nuevamente al Consejo. El
anciano era rico y le hizo un cheque en blanco, por lo que Anakin era
completamente sincero cuando salió de su oficina feliz como una lombriz.
…
—Anakin, ¿qué te ha dado el canciller esta vez? —preguntó
Obi-Wan cuando se encontraron de nuevo.
Anakin pensó que, dado que era un espía para Palpatine,
también podía serlo para la Orden Jedi.
—El canciller cree que soy un héroe y se ha comprometido a
aumentar su patrocinio para mi laboratorio porque le comenté que la vida en el
templo era algo aburrida —informó Anakin. Obi-Wan solo pudo parpadear—. Bueno,
puede que me haya quejado un poco del Consejo, y el canciller me aconsejó que
no me metiera en problemas con ellos hasta que fuera un Jedi poderoso y famoso
—añadió sin darle importancia.
Obi-Wan frunció el ceño en ese momento, pero luego lo dejó
pasar, descartando sus sospechas. Anakin se preguntó cuántas veces tendría que
hacer esto para que Obi-Wan corriera con
el Consejo.
…
En la tarde de ese mismo día, Anakin fue designado como el
guardaespaldas de Padmé y viajaron a Naboo, mientras Obi-Wan investigaba al
asesino que escapó. Anakin decidió ser cortés con Padmé, pero mantener cierta
distancia. Él mantuvo la cabeza fría y descartó cualquier sentimiento extraño
que surgiera, ya que realmente no podían estar juntos. Afortunadamente, no se
había enamorado de ella cuando era niño y simplemente la consideraba una amiga.
…
La estancia en Naboo fue aburrida. El lugar solo era especial
porque Padmé estaba allí, pero aparte de eso, no le interesaba, ya que todo
eran paisajes naturales y a Anakin le gustaba más la tecnología. Lo bueno de
estar allí fue que Anakin pudo practicar su control con la Fuerza de una forma
que nunca pudo hacer en el templo, utilizándola en todo momento. Él hacía
trucos para Padmé, comía e incluso se bañaba, controlando las gotas de agua.
…
—Anakin, he notado que no llevas una trenza —dijo Padmé—. ¿No
se supone que todos los padawan las llevaban? —agregó.
Anakin y Padmé estaban en unas praderas observando a unas
especies de quimeras, una mezcla desagradable de garrapatas, cervatillos y
vacas.
—Los que tienen cabello sí, pero noté que el cabello corto me
hacía ver inmaduro, y esa trenza era extraña, así que me la corté y dejé crecer
el cabello. Obi-Wan me llevó ante el Consejo, pero gané, o mejor dicho, los
ignoré, ya que la trenza no está en el código y no pueden obligarme a llevarla,
solo es una costumbre más —explicó Anakin. Padmé rodó los ojos.
—Tienes problemas con la autoridad —dijo Padmé.
—Para nada, me gusta el orden y la autoridad, pero cuando el
orden y la autoridad se utilizan para causarme molestias por cosas triviales
como un corte de cabello, es porque han ido demasiado lejos y deben retroceder
—dijo Anakin.
—Anakin, ¿qué piensas de la República entonces? —preguntó Padmé—.
En la actualidad, la gente dice que hemos perdido el orden y que el Senado es
corrupto. La popularidad de Palpatine se debe a que promete orden en contra del
caos y la corrupción —dijo Padmé haciendo una mueca.
—Una corrupción que él mismo fomenta en las sombras y un caos
que él mismo provoca. Padmé, Palpatine no busca el orden, busca el control, y
hará lo que sea necesario para lograrlo, incluso si tiene que destruir la
República y gobernar sobre las cenizas. Si él logra su objetivo, no habrá lugar
para nosotros, los Jedi, ni para la República en esta galaxia —dijo Anakin.
—¿Cómo podemos enfrentarnos a él? Incluso me desplaza de mi
puesto cuando quiere, y no puedo hacer nada para detenerlo —se quejó Padmé con
desesperación. Anakin se recostó sobre la hierba y miró el cielo azul.
—Padmé, ya te lo dije antes, la única forma de enfrentarlo,
con todo el poder que tiene, es jugar su propio juego, y eso significa que a
veces tendrás que retroceder si el juego así lo exige. Esa es la forma en que
puedes ganar una posición en el tablero —dijo Anakin.
—Hemos estado siguiendo su juego durante una década, y él
solo se vuelve más poderoso y gana más influencia —se quejó Padmé.
—Sí, pero tú haz hecho lo mismo, y también yo. Ahora estamos
en una posición de poder en su juego, y él esta obligado a jugar las cartas que
ha mantenido ocultas. Él usará esa influencia y esta comenzará a desgastarse
—dijo Anakin.
—Estás siendo enigmático, ¿qué estás ocultando? —preguntó Padmé,
levantándose de su lado y poniéndose frente a él para mirarlo amenazadoramente.
Anakin frunció el ceño.
—Te estoy ahorrando el dolor de lo que no puedes cambiar
—dijo Anakin con seguridad. Padmé lo miró horrorizada e intentó correr, pero
Anakin se levantó y la tomó por la cintura.
—Anakin, ¡déjame ir! —reprendió Padmé con ira.
—Padmé, no puedes cambiar lo que sucederá ahora, y si actúas
usando tu poder, te desgastarás en lugar de Palpatine, perdiendo así la
oportunidad de usarlo en el futuro —explicó Anakin mientras Padmé pataleaba,
comprendiendo que ella tenía razón y que Palpatine se había deshecho de ella
para provocar una guerra.
—¡Anakin, me has engañado! ¡Suéltame! —reprochó Padmé y le
dio una bofetada. Anakin suspiró y la soltó.
…
Unos minutos después, llegaron a la villa y Padmé comenzó a
hacer sus maletas furiosamente.
—¿Qué has visto? —preguntó Padmé, derramando una lágrima y
metiendo su ropa con más lentitud.
—La guerra comenzará en unos días —dijo Anakin.
—¡Eso es imposible! —negó Padmé con vehemencia, dejando su
ropa y mirándolo a los ojos para tratar de averiguar si le estaba mintiendo.
—Padmé, te lo advertí desde el principio. Palpatine tiene
demasiado poder en sus manos, ya estaba planeando esta guerra cuando nos
conocimos. Sin embargo, al seguirle el juego durante estos diez años, ahora
estás en una posición de popularidad similar a la suya, y tu poder político
aumenta junto con el suyo porque son del mismo planeta. Aunque aprovechó tu
popularidad para aumentar la suya al intentar matarte, ahora es él quien
impulsa tu carrera política, quieras o no.
»Padmé, no puedes enfrentarte a Palpatine por tu cuenta, pero
déjame luchar a tu lado. Ahora tengo la fuerza para hacerlo. Sé dónde golpear a
Palpatine para debilitar su poder gradualmente y hacerlo más vulnerable. Con el
tiempo, puedo lograr que el Consejo te apoye a ti en lugar de a él. Permíteme
darle la vuelta a su ejército y eliminar a sus marionetas uno a uno.
»Padmé, mi plan implicará muchas muertes en el camino, pero
en este momento, el tuyo enterrará todas nuestras esperanzas, así como las de
la galaxia, porque nos enviarás directo a una muerte segura al regresar al
Senado —dijo Anakin. Padmé, que se preparaba para responder, quedó inmóvil.
—¿Vendrías conmigo? —preguntó Padmé bajando la cabeza. Anakin
se tensó.
“¿Por qué actúas de manera tímida?”, reprendió Anakin en su
mente y carraspeó.
—Soy tu “amigo”, y fui yo quien te metió en todo este lío. Lo
menos que puedo hacer si mi plan te lleva a la muerte es acompañarte —dijo
Anakin. Padmé lo abrazó y lloró en silencio.
“Tiene pechos pequeños, recuerda que te gustan las mujeres
con pechos grandes. No hagas locuras. Recuerda que una relación entre ustedes
terminará en su muerte…”
Anakin pensó en todas las razones por las que no podía cruzar
la línea con Padmé, pero cada vez que su razón ponía una excusa, su corazón le
replicaba con una fuerte queja y un latido acelerado.
Afortunadamente, cuando su corazón estaba a punto de vencer a
su razón, Padmé lo sacó de su habitación al darse cuenta de que estar solos
allí no era apropiado.
Anakin suspiró aliviado después de tragar saliva y corrió a
meditar para liberarse de todas las emociones desatadas. Su tonto enamoramiento
también había desatado las emociones que había estado reprimiendo durante los
últimos meses, cada vez que tenía una visión de la guerra inminente. Sin
embargo, al mencionarla, era ignorado y terminaba en una pelea con el Consejo. La
paciencia no era una de sus virtudes, lo cual lo convertía en un terrible
negociador cuando solo tenía su palabra para convencer a los demás.
Ni siquiera Obi-Wan apoyaba a Anakin o trataba de creerle, y
eso lo llenaba de frustración. Podría hacer tantas cosas con el respaldo del
consejo, pero esos ancianos simplemente lo ignoraban. Anakin entendía por qué
otra versión de sí mismo caería al lado oscuro, ya que Palpatine no tenía que
esforzarse mucho. Él estaba lleno de frustración al ver cómo todo estaba fuera
de su control y saber que pronto sería arrastrado a una guerra que podría
evitar si solo recibiera un poco de apoyo. Esto le generaba ira, furia y una
gran frustración…
Anakin desechó todo con la Fuerza. Él no caería, no importaba
lo que ocurriera, debía seguir adelante. Dejar de lado la frustración, la ira y
la furia. Eran un ciclo destructivo que solo le traería problemas y dolor. Ante
la frustración, respondería con despreocupación. Ante la ira, con humor, y ante
la guerra inevitable…
Algo surgiría, la Fuerza siempre le daría una respuesta, y él
no creía que ahora lo abandonara. Anakin no era capaz de imitar la paciencia de
Palpatine, pero sí podía controlarse a sí mismo si eso significaba que lograría
sus objetivos. Por lo tanto, él dejaría todo eso atrás y la despreocupación
reemplazaría a la frustración. Él debía seguir su propio consejo y esperar su
momento.
…
Al tercer día en Naboo, Anakin sabía que la muerte de su
madre ocurriría pronto y decidió comprobar lo que el consejo le había
prometido. Con esa decisión tomada, y después de una actuación digna de un
Oscar, Padmé decidió ir a Tatooine para verificar el estado de su madre.
…
La nave de Padmé, guiada por Anakin, aterrizó en la granja de
la nueva familia de su madre. Los habitantes de la granja de humedad salieron a
ver la nave, entre ellos su madre, quien tenía heridas por todas partes y
caminaba con muletas.
—¿Anakin? —preguntó Padmé al ver que él retrocedía cuando la
puerta de la nave se abría.
—Padmé, por favor, tráela aquí, pero no menciones que estoy
aquí. Dile que te enteraste de que estaba herida y que tienes medicamentos para
ella —pidió Anakin. Padmé lo miró confundida, pero Anakin se apresuró a
esconderse cuando la puerta se abrió.
Padmé bajó de la nave y su madre la reconoció. Ellas hablaron
por un momento y luego Padmé la ayudó a caminar hasta la nave, ya que su madre
necesitaba apoyo para moverse. Padmé intuyó que él no quería que nadie los
viera.
Al regresar a la nave, R2 cerró la puerta por orden de
Anakin. Su madre miró extrañada por unos segundos hasta que Anakin salió y
corrió hacia ella para abrazarla con fuerza.
—¡Anakin, vas a lastimarla…!
Las palabras de Padmé se detuvieron cuando vio como la cara
hinchada y los rasguños de su madre empezaron a desaparecer. En un minuto, ella
estaba completamente sana, incluso más sana que la última vez que se vieron
hace diez años. Su madre se separó rápidamente de él al no sentir más dolor y
lo miró perpleja mientras tocaba su rostro.
—Esta habilidad es algo que he aprendido para salvar mi vida
o la de aquellos cercanos a mí en momentos de vida o muerte, pero tengo
enemigos y nadie debe enterarse de ello —explicó Anakin.
Padmé seguía mirando a su madre incrédula y esta volvió a
abrazarlo.
…
—Él dijo que pasaba por aquí por casualidad, pero yo sabía
que tú le habías enviado —dijo su madre varios minutos después mientras les
preparaba comida, después de liberar sus piernas y manos de un montón de
vendas.
—Bueno, le dije al consejo que si no te ayudaban, haría las
maletas y te ayudaría yo mismo, así que se apresuraron a brindar ayuda —dijo
Anakin. Padmé lo miró acusadora, sentada frente a él en la pequeña mesa de la
cocina de la nave.
—Bueno, fue algo caótico y tuve que tirar de algunas barbas y
jugar algunos trucos, pero esos son detalles —dijo Anakin y su madre se rio. Padmé
sacudió la cabeza imaginando el desastre.
…
Apenas un día después de llegar a Tatooine, recibieron una
llamada de Obi-Wan.
—¿Anakin, qué haces en Tatooine? —preguntó Obi-Wan indignado.
—La senadora Amidala mostró curiosidad por conocer el estado
de mi madre cuando le dije que había sido secuestrada por los Tusken. Ella
decidió venir y no me quedó más opción que seguirla —se excusó Anakin
descaradamente. Obi-Wan suspiró impotente, sabiendo que solo estaba diciendo
tonterías pero sin poder hacer nada para evitarlo.
—Anakin, transmite este mensaje al consejo Jedi —dijo Obi-Wan
y comenzó a explicar la situación en el planeta Geonosis, donde se encontraba y
donde los separatistas estaban finalizando la construcción de un ejército de
droides.
Al finalizar su mensaje, Obi-Wan fue capturado. Anakin supuso
que Dooku y Palpatine querían que los Jedi llegaran allí para iniciar la
guerra, y dejó que se enteraran de todo.
…
Padmé no esperó a que le preguntaran y decidió ir en una
misión de rescate. Anakin encogió los hombros y no protestó. Él se despidió de
su madre, quien presumió ante los suyos de recibir tratamiento por parte de la
reina de Naboo, que la curó en tan solo un día.
Anakin sabía que ya no podría regresar, lo que le provocó una
gran tristeza, pero en el camino a Geonosis meditó para recuperar la calma. Él
debía poner en práctica todas sus habilidades con absoluta precisión y, si las
cosas salían como las había planeado, enfrentarse a Dooku.
Al llegar a Geonosis, Padmé puso en marcha su plan de rescate
y Anakin la siguió hasta las colmenas donde vivían los geonosianos.
Apenas entraron, fue evidente que los estaban esperando.
Anakin, no dispuesto a seguir adelante, fingió perder su sable de luz cuando
comenzaron a perseguirlo y este se partió en tres partes al golpear el suelo,
lo que facilitó su captura. Padmé parecía esperar más de él y se veía aturdida
mientras los apresaban. Luego los llevaron a la entrada de una arena, donde
fueron conducidos a una especie de coliseo. Allí les esperaba un carro de dos
ruedas en el que planeaban exhibirlos.
—Anakin, ¿qué demonios fue eso? —gruñó Padmé.
—Infiltración —respondió Anakin con confianza mientras los
subían al carro.
—Anakin, ¡Nos han capturado! —lloró Padmé molesta.
—Tranquila, yo cuidaré de ti —dijo Anakin mostrándole su
sable roto. Los geonosianos no vieron ningún problema en dejárselo. Padmé lo
miró con hostilidad, mostrándose muy ingrata. Ella no le dio las gracias por
ahorrarle minutos de terror al casi ser incinerada. Anakin suspiró.
…
Ellos fueron llevados a unos pilares y atados junto a su
maestro.
—¡Anakin! —reprendió Obi-Wan con indignación.
—Tranquilícese, maestro. La senadora Amidala ha venido a
rescatarlo. Yo solo soy su guardaespaldas, y le aseguro que ella no recibirá ni
un rasguño —aseguró Anakin. Obi-Wan y Padmé le miraron con ira mientras los
ataban y los fragmentos del sable caían a los pies de Anakin, al no poder
sostenerlos cuando le encadenaron a la columna.
Los geonosianos liberaron a tres bestias, una para cada uno
de ellos. Anakin no esperó a que llegaran. Las esposas que sostenían las
muñecas de Anakin se abrieron, ya que diez años de práctica trabajando con
objetos microscópicos hacían que cualquier cerradura, ya fuera mecánica o
electrónica, fuera inútil contra él.
Al caer las esposas, Anakin tomó su sable, que volvió a estar
en una pieza, y se acercó a Padmé para cortar sus cadenas, tomarla en brazos y
dar un salto hacia la cima del pilar, sentándose allí con tranquilidad.
Padmé se escandalizó cuando él la sentó sobre sus piernas,
pero Anakin fingió perder el equilibrio y ella se quedó quieta.
—Maestro, Padmé ya está a salvo, ¡usted puede hacerlo! —animó
Anakin mientras miraba a un desesperado Obi-Wan, que ahora tenía la atención de
las tres bestias solo para él.
—Anakin, ¡baja aquí en este momento! —chilló Obi-Wan.
—Maestro, el consejo me asignó la misión de proteger a Padmé…
—Anakin encendió su sable de luz y desvió un disparo de blaster que vino desde
la tribuna del Conde Dooku, disparado por el mercenario a su lado, que llevaba
una armadura mandaloriana. Él usó una simple pistola bláster, pero había
apuntado con precisión a la cabeza de Padmé, quien se estremeció.
Anakin lanzó el sable de luz a un lado sin mirar, mientras se
levantaba cargando a Padmé con la izquierda.
El sable de luz voló, cortó la cabeza de una especie de
rata-tigre-serpiente que se lanzó en primer lugar contra Obi-Wan, luego cortó
las cadenas que lo retenían y voló hacia él, para desviar otro disparo y
asegurarse en su mano.
Estas habilidades circenses no servían contra un Sith, pero
en situaciones como esta serían geniales. Ya verían los droides cuando les
tocara enfrentarlo.
—Tienes la puntería de un topo de arena —insultó Anakin
mientras Obi-Wan lidiaba con las otras dos bestias.
Anakin giró su sable de luz en su mano, sonriéndole al
mercenario. La multitud entendió el gesto y vitoreó, incitando al mercenario a
aceptar el reto.
Anakin apartó su sable de su mano, y este siguió girando por
su cuenta, a medio metro de él. La multitud casi enloquece, exigiendo que el
mercenario aceptara el duelo.
El mercenario enfundó su arma, y la multitud se apresuró a
guardar silencio. El sable seguía girando a la derecha de Anakin, ya estaba a
un metro de él y amenazaba con ir a cortarle la cabeza a otra de las bestias
con las que peleaba Obi-Wan.
El mercenario movió su mano en preparación, desenfundando a
una velocidad vertiginosa, al mismo tiempo que la espada cambiaba su dirección
de giro en paralelo, y su hoja pasó por delante de la cabeza de Anakin,
desviando el disparo, o más bien, devolviéndolo hacia el mercenario, quien,
debido a la distancia, tuvo tiempo de lanzarse al suelo. Cuando el mercenario se
levantó, el sable ya había bajado, cortado dos cabezas y regresado a la mano de
Anakin.
—¡Dooku, necesitas mejores hombres! —se burló Anakin,
mientras la multitud abucheaba al mercenario por no poder darle, a pesar de que
él retiró su sable de luz para darle ventaja.
Anakin movió el brazo a su espalda y el sable desvió un
disparo que rebotó en la misma dirección de donde vino y le voló la cabeza a un
insecto que llevaba un rifle bláster.
Anakin sonrió. Padmé tragó saliva, ya que el disparo iba
hacia su espalda.
—Tranquila, si se pone demasiado peligroso, bajamos y nos
cubrimos con el pilar —dijo Anakin.
—¿Qué pretendes? —preguntó Padmé.
—Ganar tiempo sin que los míos tengan que morir —dijo Anakin,
devolviendo otro disparo desde el lado de Padmé.
—Dooku, me equivoqué. Lo que necesitas son nuevos aliados
—dijo Anakin.
Dooku se dio cuenta de inmediato de lo que pretendía y tuvo
una discusión con el rey insecto de los geonosianos, pero este lo apartó con
indignación y señaló a Anakin mientras decía algo.
Anakin supuso que ofrecía una recompensa por su cabeza,
porque al terminar de hablar, la multitud chilló de alegría y sacaron pistolas
bláster para dispararle. Al principio eran unos veinte tipos, ya que las armas
de los geonosianos eran diferentes y pocos de ellos tenían pistolas bláster,
pero dos minutos después parecieron encontrar un arsenal, y a pesar de que
Anakin ya había matado a unos diez, devolviendo algunos disparos, la cantidad
de personas que le disparaban aumentó a treinta, y sin pensarlo, Anakin saltó.
Padmé gritó, pero el aterrizaje fue suave. Al empujar a Padmé
contra el obelisco y quedar emparedada entre este y su espalda, la cantidad de
personas apuntándoles disminuyó a la mitad, lo que le hizo más fácil desviar
los disparos blásters y matar a siete enemigos en un minuto.
Después de acabar con la mitad de los enemigos de un lado,
Anakin rodó con Padmé hacia el otro lado, donde los tiradores exigían que se
mostrara para poder dispararle. Anakin se mostró y ellos dispararon.
—Anakin, ¿cuánto tiempo puedes desviar esos disparos?
—preguntó Padmé asustada.
—Padmé, están a más de cien metros de mí, puedo estar aquí
durante días. Solo finjo tener problemas para ganar más tiempo —explicó Anakin,
quien no desviaba todos los disparos hacia sus atacantes, ya que si se mostraba
demasiado invencible, podían enviar al ejército de droides contra él.
…
Diez minutos después, el rey pareció darse cuenta del engaño
y, con indignación, señaló a Obi-Wan, quien trataba de pasar desapercibido en
su propio pilar a veinte metros de ellos.
—Parece que se acabó el juego —dijo Anakin con un suspiro,
tomando a Padmé con su brazo izquierdo y corriendo a toda velocidad hacia
Obi-Wan, quien ya corría hacia él. Ellos se encontraron en el pilar central, y
Anakin detuvo cinco disparos mientras pateaba a Obi-Wan y lo estrellaba contra
el pilar central, para volver a poner a Padmé a su espalda. Mientras detenía y
esta vez devolvía todos los disparos que podía, Anakin tenía a sus dos
protegidos cubiertos por el pilar.
La multitud rugió de furia al ver que seguía vivo y trajeron
más armas, gritándole indignados que saliera y dejara de cubrir su espalda.
…
Así pasaron otros cinco minutos hasta que el rey se dio por
vencido y le dio permiso a Dooku para sacar los droides, pero ya era tarde. Una
sombra en el cielo disparó a las puertas por donde pretendían salir los
droides, y se lanzaron disparos de advertencia sobre la multitud en las gradas,
que salieron volando en todas direcciones, como cucarachas escapando de su
nido. Eran transportes de clones, armados hasta los dientes, que se apresuraron
a crear un perímetro mientras los jedi saltaban desde las gradas hacia ellos.
Los jedi habían llegado para ganar tiempo, pero Dooku había montado un circo y
Anakin se había apoderado de él, convirtiéndose en el maestro de ceremonias.
Los droides que salieron por todas partes fueron abatidos
fácilmente por los transportes armados. No eran un ejército capaz de
enfrentarse a naves de asalto, sino infantería, y carecían de apoyo de
artillería, por lo que fueron barridos sin remedio. Anakin presenció un breve
enfrentamiento de sables entre Dooku y Windu, pero el mercenario intervino y
Windu decidió no arriesgarse, lo que llevó a Anakin a suponer que consideraba a
Dooku como un oponente al que no podía derrotar sin centrar toda su atención en
él, así que se retiró.
—Anakin, déjame salir de aquí de una vez —gruñó Obi-Wan,
quien estaba siendo aplastado contra el pilar. Anakin se apartó, liberándolos a
ambos, y ellos le miraron con gestos de ofendida dignidad mientras se
arreglaban la ropa.
—Anakin, ¿por qué me estrellaste de cara contra ese pilar?
—se quejó Obi-Wan mientras otro Jedi le entregaba un sable de luz para unirse a
la batalla.
—Maestro, si no hubiera hecho eso, usted habría disfrutado
demasiado de la situación —explicó Anakin mientras retrocedía hacia una de las
naves de transporte.
Como no había jedis muertos, las naves estaban llenas de
ellos y era difícil encontrar un lugar. Obi-Wan se detuvo por un segundo y miró
a Padmé, luego carraspeó incómodo y dejó de quejarse. Padmé se puso roja al
darse cuenta de que haber quedado de espaldas frente a un hombre habría sido
muy incómodo.
—Ven, he pensado en todo y he traído a todos a salvo —dijo
Anakin al subir a la nave.
—¡Anakin, cállate! —reprendieron Obi-Wan y Padmé al mismo
tiempo. Anakin se encogió de hombros.