La brutalidad del entrenamiento había cesado por el día, dejando a Ryuusei en ese estado familiar de agotamiento extremo y regeneración dolorosa. Se encontraba en su alojamiento discreto dentro de la base canadiense, el aire olía a antiséptico y a la extraña dulzura metálica de su propia curación forzada. Estaba solo, lidiando con las secuelas físicas y el eco de la implacable voz de Snow.
Pero la soledad fue breve. La presencia imponente y silenciosa de Snow se materializó en la habitación. No estaba allí para entrenar ahora. Su postura, aunque calmada, indicaba una conversación.
—Ryuusei —la voz de Snow era baja, resonando con una profundidad inusual en el espacio confinado.
Ryuusei se incorporó con dificultad, la regeneración de sus costillas aún enviaba punzadas de agonía ardiente. Miró a Snow, sus ojos dorados llenos de fatiga pero atentos. —¿Snow? ¿Necesitas algo?
—He observado tu forma de pelear —dijo Snow, yendo directo al grano. Sus ojos, de un color indescifrable, parecían penetrar la fatiga de Ryuusei—. Tu potencial es vasto, lo sé. Tu aura es poderosa, tu voluntad inquebrantable. Tu regeneración… formidable, aunque costosa.
Snow dio un pequeño paso, su presencia llenó aún más la habitación. —Pero te limitas. Dependes de la fuerza bruta, de esa aura defensiva básica, de tu resistencia al daño y de tus armas. ¿Por qué? ¿Por qué no utilizas… todas tus habilidades? Siento que hay más, mucho más, contenido.
La pregunta dio en el blanco. Ryuusei dudó. Había mantenido este secreto, esta restricción, incluso de su equipo. Pero Snow no era su equipo. Era su mentor forzado, enviado por Lara, el Heraldo Titán que lo empujaba más allá de los límites de la muerte. Quizás a él podía decírselo. Quizás él entendería. O quizás… podría ayudarlo.
Respiró hondo, el aire aún dolía un poco al entrar en sus pulmones en regeneración. —Tienes razón, Snow —admitió, la voz baja—. Tengo… otras habilidades. Poderes… que van más allá de la fuerza y la curación básica.
Describió cómo tuvo acceso a este conocimiento. —Las descubrí… cuando usé la Máscara del Ying-Yang por primera vez, al final de… al final de mi rebelión. Al activarla, vi… vi mis poderes manifestados en mi mente. Divididos. Como dos caminos. Dos lados.
Ryuusei explicó la división, la dualidad. —Están los Poderes de Caos. Del lado Yin. Oscuridad. Destrucción. Puedo imbuir mis Martillos con el Toque de la Entropía… corroer casi cualquier cosa, detener la regeneración de un enemigo con un golpe. Tengo la Visión del Abismo… puedo ver los miedos de un enemigo y hacer que alucinen con ellos. Hay Llamas del Ocaso… un fuego oscuro que no se apaga hasta que yo lo decida o la víctima muera. Y la Distorsión del Destino… alterar la probabilidad a mi favor por un corto tiempo.
Hizo una pausa, la descripción de esos poderes oscuros pareció tensar el aire. Luego habló del otro lado.
—Y los Poderes de Paz. Del lado Yang. Luz. Creación. El Aura de Resistencia… ya la uso, reduce el impacto del daño. Puedo usar la Curación Ajena… sanar a otros, aunque no a mí mismo. Existe la Zona de Equilibrio… crear un área donde las habilidades de todos, las mías incluidas, se reducen a la mitad. Y el Eco de la Vida… ver destellos del pasado y futuro de alguien con solo tocarlo.
La lista de habilidades era impresionante, formidable. Un arsenal de poder y versatilidad. Snow escuchó en silencio, su mirada inescrutable. Pero sabía que la revelación no estaba completa. Faltaba la parte crucial.
Ryuusei llegó al punto que lo atormentaba, la restricción autoimpuesta que lo ataba a la brutalidad constante de su entrenamiento actual en lugar de permitirle usar herramientas más directas.
—Las usé una vez… Snow —dijo Ryuusei, y la voz se tensó, un matiz de miedo se filtró por primera vez—. La plenitud de esos poderes. Al activarlos con la Máscara… fue inmenso. Poderoso. Pero… la Máscara [o la visión que tuve] me mostró el precio. Una advertencia. Clara.
Ryuusei miró a Snow, sus ojos dorados ahora reflejaban el miedo que ocultaba a los demás.
—El precio… es la vista —declaró, la verdad salió al fin—. Si utilizo la plenitud de esos Poderes de Caos y Paz de nuevo… la próxima vez… podría perder la vista para siempre. La Máscara… la fuente de ese conocimiento… lo exige como pago. No he estado dispuesto a pagar ese precio.
La revelación resonó en la habitación. El Guerrero Legendario con un arsenal de poderes increíbles, pero con el miedo de quedar ciego si los usa de nuevo. Era una vulnerabilidad devastadora.
Snow guardó silencio por un momento largo, procesando la información. Su postura no cambió, pero Ryuusei sintió un cambio sutil en el aire alrededor del Heraldo Titán, una evaluación más profunda.
—Un precio alto —dijo Snow finalmente, su voz era neutral, sin juicio, solo reconocimiento—. Una limitación significativa. Especialmente considerando los desafíos que enfrentarás. Aurion… no peleará con restricciones.
La discusión se abrió. ¿Cuál era el origen de ese precio? ¿Estaba ligado a la Máscara? ¿A su propia biología? ¿Era una maldición, una protección, un equilibrio cósmico? Snow, con su conocimiento de Heraldo Titán y el contexto de Lara, podría ofrecer alguna perspectiva.
—Las visiones de Lara…—dijo Snow—. Ella vio tu sufrimiento. Quizás esto… es parte de ello. El camino para obtener el poder que necesitas… exigirá un sacrificio.
Exploraron si había forma de mitigar el riesgo. ¿Podría el entrenamiento de Snow ayudarlo a ganar el control necesario para usar los poderes sin pagar el precio? ¿O el entrenamiento era para prepararlo para aceptar el precio y encontrar una forma de pelear incluso si quedaba ciego?
—El entrenamiento hasta ahora… te prepara para soportar lo insoportable—dijo Snow—. Para funcionar cuando tu cuerpo se quiebra. Pero la siguiente fase… se centrará en el control. En integrar esos Poderes. En manejar esa dualidad de Caos y Paz… y enfrentar el riesgo de ceguera. O encontrar una forma de mitigarlo.
Snow miró a Ryuusei. —Ese es el desafío ahora. Tu miedo es comprensible. Pero el camino de Lara… el destino que ella vislumbró para ti… requiere que enfrentes ese miedo. Y que uses esos poderes. O encuentres la manera de no tener que pagar el precio.
La conversación terminó con un nuevo entendimiento mutuo. Ryuusei había revelado su mayor miedo y la fuente de su limitación. Snow ahora sabía exactamente qué problema debía ayudarlo a resolver con el entrenamiento.
No se trataba solo de hacerlo físicamente invencible, sino de permitirle acceder a la plenitud de su poder sin perder su visión, o de prepararlo para la lucha en la oscuridad. El viaje a Rusia continuaba, pero el verdadero campo de batalla para Ryuusei ahora era el control de su propia dualidad y el miedo a la ceguera.