Narrado por Hinata Hoshino.
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> Te contaré algo que no debería decirte.
Algo que no leerás en libros… ni escucharás en templos.
Este mundo… no es lo que crees.
No te fíes de los dioses que sonríen demasiado.
Ni de los héroes que no dudan.
No creas en las verdades talladas en piedra,
Porque toda piedra puede ser tallada por una mano equivocada.
Este mundo está hecho de recuerdos rotos,
De ciclos que se repiten,
De decisiones que no parecen importar… pero que lo cambian todo.
Y tú, al escuchar mi voz… ya estás dentro.
No importa si crees o no en ángeles, en fragmentos,
En un alma que pueda cambiarlo todo.
Este es un mundo donde incluso el amor puede volverse maldición.
Donde la esperanza puede nacer entre la sangre.
Y si alguna vez sueñas con un cielo sin estrellas…
Quizás estés recordando lo mismo que yo.
Así que, si decides seguir leyendo esta historia, hazlo sabiendo esto:
>Aquí, hasta el más dulce de los sueños… puede ser el preludio del fin.
•••
A veces sueño con un lugar que no existe.
Un cielo sin color. Un mar sin reflejo.
Una tierra sin horizonte, quebrada en pedazos que flotan en una eternidad sin nombre.
Todo cubierto por una niebla que respira, que murmura… que observa.
Allí, el tiempo no fluye…
Sólo se repite, como una canción que nadie puede dejar de tocar,
Aunque ya nadie recuerde por qué comenzó.
Y en medio de ese lugar que no es un lugar, escucho una voz.
Una voz que no es mía, pero que nace dentro de mí.
No habla en palabras.
Habla en ecos.
En memorias que no me pertenecen.
En cicatrices que no viví… pero siento.
No sé cuándo empezaron estos sueños.
Tal vez antes de nacer.
Tal vez antes de que mi hermano naciera.
Tal vez…
Antes de que el mundo mismo abriera los ojos por primera vez.
En ellos, veo cosas que no debería ver.
Una guerra.
Pero no una guerra de ejércitos.
No de hombres ni de monstruos.
Es una guerra de luz contra luz.
Una verdad contra otra verdad.
Una voluntad contra otra voluntad.
Un ser de alas infinitas que cae con el corazón en llamas.
Otro que permanece arriba, con el rostro oculto y el silencio absoluto.
Uno llora lo que ha perdido.
El otro espera… y calla.
Dicen que todo comenzó cuando el ángel más hermoso deseó el trono de los cielos.
Que fue castigado.
Que fue arrojado.
Que su caída trajo oscuridad al mundo.
Pero en mis sueños… yo veo otra cosa.
Veo amor.
Dolor.
Culpa.
Un deseo de proteger, no de gobernar.
Veo un alma. Una sola.
Un alma tan pura que todo lo demás parecía pequeño a su lado.
Y veo cómo se rompió.
Como un espejo que cae desde lo alto,
El alma estalló en siete fragmentos.
Siete estrellas que cayeron como lluvia maldita sobre la tierra.
Y donde tocaron… el mundo cambió para siempre.
Cada fragmento se escondió dentro de una raza.
Y lo que debía ser salvación… se convirtió en perdición.
Virtudes convertidas en pecados.
Recuerdos convertidos en maldiciones.
Una historia contada mil veces…
Pero siempre mal contada.
He sentido esos fragmentos.
Moverse bajo mis pies.
Respirar dentro del mundo.
Raíces muertas buscando volver a crecer.
Y a veces…
Los escucho.
Sus voces están rotas.
Confundidas.
Olvidadas.
Me llaman por nombres que desconozco.
Me muestran vidas que no viví.
Me exigen cosas que no comprendo.
Y siempre… siempre repiten lo mismo:
>"Cuando el portador despierte, el mundo temblará por octava vez."
Yo no sé quién soy en estos sueños.
A veces soy una niña, con miedo a despertar.
A veces soy un reflejo atrapado entre dos espejos.
A veces… soy una llave.
Una que gira sola, buscando una cerradura que nadie recuerda haber construido.
Pero siempre estoy ahí.
Esperando.
Oyendo.
Y escucho esa voz.
No la del ángel caído.
Ni la del dios falso que habla a través de templos de oro.
Una voz más antigua.
Más suave.
Más real.
Una voz que no quiere ser adorada… sino entendida.
Que no exige obediencia… sino memoria.
Y me llama.
Por un nombre que olvidé hace mucho…
O que aún no he recordado.
Un nombre que me hace temblar el corazón.
Despierto cada vez empapada en sudor.
Con la almohada húmeda.
Las manos temblando.
Y una sola pregunta, bailando en el eco de mi alma:
Si esto ya ha pasado siete veces…
¿por qué sigo soñando como si pudiera cambiarlo?
Tal vez…
Porque soy el octavo fragmento.
Tal vez…
Porque alguien confió en mí.
O tal vez…
Porque aunque todos los hilos estén rotos,
Todavía hay uno que no se ha cortado.
Y ese hilo… lleva directo hasta él.
Hasta mi hermano.
Me llamo Hinata Hoshino.
Y esta historia… no es sobre mí.
Es sobre mi familia.
Sobre mi hermano mayor.
Sobre un libro que debió permanecer sellado…
Y un nombre que nunca debió ser recordado.