El aire nocturno en Berlín estaba cargado de incertidumbre y peligro. Las calles, una vez llenas de actividad, ahora parecían vacías, como si la ciudad misma sintiera que algo inminente estaba a punto de desatarse. Akihiko, con el fragmento del Fruto de la Revelación oculto en su bolsillo, avanzaba por un callejón iluminado solo por la luz de la luna.
El fragmento pulsaba suavemente contra su pecho, irradiando una energía que lo hacía sentirse inquieto. Había intentado ignorarlo, pero cada vez que cerraba los ojos, las visiones regresaban: el Árbol del Edén completo, su brillo deslumbrante y un caos indescriptible que lo rodeaba. En esas visiones también aparecía una figura misteriosa, envuelta en sombras, que parecía observarlo desde la distancia.
Kaede lo había contactado más temprano, indicándole que una reunión de alto nivel entre las principales mafias se estaba organizando en un lugar secreto. Todos querían respuestas, y todos sabían que el colapso del Eje y el destello de energía estaban relacionados con el Árbol. El tiempo apremiaba, y Akihiko tenía claro que no podía confiar en nadie.
La Red de Intrigas
En un lujoso hotel situado en lo alto de una colina, los líderes de las mafias habían comenzado a llegar. La sala de conferencias estaba decorada con candelabros de cristal y alfombras de terciopelo rojo, pero la tensión en el ambiente era palpable. Sentados alrededor de una mesa ovalada estaban figuras de todas partes del mundo: el capo italiano Vincenzo Moretti, la matriarca rusa Ekaterina Volkov, el influyente jefe chino Li Feng, y otros líderes cuya sola presencia intimidaba.
"Sabemos que alguien tiene el fragmento," comenzó Moretti, con una voz grave que llenó la sala. "Y también sabemos que esa energía no fue casualidad. El Fruto de la Revelación está activo nuevamente."
Ekaterina, con una sonrisa helada, replicó: "¿Y qué sugieres, Moretti? ¿Que simplemente entreguemos el control del Árbol a quien sea lo suficientemente afortunado para tener un pedazo?"
Li Feng intervino con calma, aunque sus ojos destellaban con peligro: "No estamos aquí para pelearnos entre nosotros. Debemos centrarnos en encontrar al portador del fragmento y decidir juntos qué hacer con él."
Desde una esquina oscura, un espía encapuchado observaba y escuchaba atentamente. Era Takeshi, quien había sido enviado por Akihiko para infiltrarse en la reunión. Su trabajo era claro: recolectar información y asegurarse de que nadie descubriera que Akihiko era el portador del fragmento.
En ese momento, Ekaterina giró su mirada hacia donde estaba oculto Takeshi. Por un instante, sus ojos brillaron con un destello sobrenatural, y Takeshi sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. La matriarca rusa sonrió levemente, pero no dijo nada. Takeshi sabía que había sido detectado, pero también que revelar su identidad pondría en riesgo la reunión. Permaneció inmóvil, confiando en que su cobertura se mantuviera.
Un Encuentro Peligroso
Mientras tanto, Akihiko se dirigía a un almacén abandonado en las afueras de la ciudad. Kaede había recibido información de que Lucius había sobrevivido al colapso del Eje y que se estaba recuperando en ese lugar. Si alguien tenía respuestas sobre el Fruto y su energía, era él.
El almacén estaba rodeado de silencio. Akihiko desenvainó su katana, sintiendo el frío del acero en su mano mientras avanzaba sigilosamente hacia la entrada. Su poder del vacío vibraba dentro de él, listo para ser desatado en cualquier momento.
Dentro del edificio, la atmósfera era sofocante. Las sombras parecían moverse por sí solas, y el aire estaba impregnado de una energía opresiva. Akihiko avanzó lentamente, hasta que una voz familiar resonó en la oscuridad.
"Sabía que vendrías," dijo Lucius, emergiendo de las sombras con una sonrisa maliciosa. Su traje estaba desgarrado, pero su presencia seguía siendo imponente.
"Lucius," dijo Akihiko, levantando su katana. "Dame una razón para no terminar contigo aquí y ahora."
Lucius levantó las manos en un gesto de calma. "¿Crees que puedes simplemente destruirme y obtener las respuestas que buscas? No sabes lo que tienes en tus manos, chico. El fragmento que posees es solo una pequeña fracción del verdadero poder del Árbol."
Akihiko frunció el ceño. "Entonces ilumíname."
Lucius se acercó lentamente, manteniendo las manos visibles. "El Árbol del Edén es más que un simple origen de poder. Es una entidad viva, una red que conecta a todos aquellos que alguna vez han sido tocados por su influencia. Cada fruto que produce lleva consigo un fragmento de su voluntad, y el Fruto de la Revelación... es el más peligroso de todos."
"Porque puede controlar el mundo," respondió Akihiko, con frialdad.
Lucius negó con la cabeza. "No solo eso. Puede reescribirlo. Puede borrar lo que fue y crear algo nuevo. Pero para hacerlo, necesita un portador digno, alguien que no sea consumido por su poder."
Akihiko sintió un escalofrío. "¿Y qué tiene que ver eso conmigo?"
"Tú eres un vásallo del Vacío," respondió Lucius, sus ojos brillando con intensidad. "Esa energía dentro de ti es la clave para desbloquear el verdadero potencial del Fruto. Sin ella, el Árbol no puede cumplir su propósito."
Antes de que Akihiko pudiera responder, un sonido ensordecedor resonó desde el exterior. Una explosión sacudió el almacén, y ambos se volvieron hacia la entrada. Las mafias habían encontrado el lugar.
Caos y Decisiones
Un grupo de hombres armados irrumpió, disparando sin piedad. Akihiko y Lucius se vieron obligados a luchar juntos, aunque con una desconfianza palpable. Las sombras de Lucius se unieron al Vacío de Akihiko, creando un espectáculo aterrador de poderes oscuros. En el calor de la batalla, Akihiko comenzó a sentir cómo su poder del Vacío reaccionaba de manera diferente, como si el fragmento estuviera amplificándolo.
En medio del caos, Akihiko sintió el fragmento del Fruto vibrar con una energía creciente. Su mente se llenó de visiones: el Árbol, las mafias, y una figura desconocida que parecía observarlo desde las alturas. Esta figura tenía un aura tan poderosa que hizo que Akihiko sintiera una mezcla de miedo y curiosidad.
"Tienes que decidir, Akihiko," dijo Lucius, jadeando mientras bloqueaba un ataque. "El Fruto te está llamando. Pero ten cuidado: si respondes, podrías no ser el mismo después."
Con un rugido final, Akihiko desató una oleada de energía del Vacío que derribó a sus enemigos. Cuando el polvo se asentó, Lucius había desaparecido, y Akihiko quedó solo, con el fragmento brillando intensamente en su mano.
Mientras salía del almacén, una cosa quedó clara en su mente: el Fruto estaba cambiándolo, y el destino del Árbol del Edén dependía de las decisiones que tomaría a partir de ahora.