Cherreads

Chapter 3 - Capítulo 3 – primera batalla

Mientras caminaba tranquilamente con las manos en los bolsillos, podía observar lo silencioso que estaba el pueblo. Más silencioso de lo que recordaba… o tal vez, nunca lo había recorrido en realidad.

Las casas, algunas con faroles viejos colgando torcidos, otras con tablones medio podridos que crujían con el viento, parecían resistirse a desaparecer por completo. Un pueblo pequeño, tradicional, atrapado en la pobreza y el olvido. Al menos, eso es lo que se puede apreciar.

¿Debería agradecer estar en un lugar tan acogedor?

Un niño de 10 años vagando por ahí sin despertar ningún interés… todos están demasiado perdidos en sus propias preocupaciones y pesares como para chismosear la vida de otro. Siento que, incluso si alguien terminara muerto en uno de estos callejones, no pasaría de ser comida para perros callejeros. Definitivamente no es algo que quiero presenciar.

Pero, ignorando todo eso… es un lugar bastante adecuado para mi situación actual. No tendré atención indeseada y, además, seguro no me faltarán sacos de boxeo para crecer.

Las maldiciones son el reflejo de malas emociones. Se crean debido a la alta concentración de negatividad en un solo lugar, generada por personas sin control sobre su energía maldita.

Y acá, pues, las dos cosas abundan…

No es muy ético alegrarme por ello, pero qué se le va a hacer. Además, les estaré haciendo un favor a los del pueblo: estaré trabajando gratis exorcizando esas maldiciones.

Como siempre, seguía caminando mientras pensaba en voz baja. Levanté la vista y lo vi: lo que parecía ser los restos de un hospital. Qué sorpresa.

¿Por qué será que tengo los vellos de punta? ¿Qué esconderá ese lugar tan escalofriante?

Supongo que ese chico tendrá que ir a descubrirlo.

Uno, dos. Uno, dos. Seguía avanzando con pasos lentos, pero cada vez más firmes.

Al llegar a la entrada, me topé con pequeñas manchas grotescas de criaturas, desfilando como en un concurso por el puesto al ser más feo y desagradable a la vista. Estos no podrían matar ni siquiera a una persona normal bien entrenada. No me sirven para nada, además de ser una molestia para mis ojos.

Estoy seguro de que aquí hay un pastel más grande y sabroso por probar.

Fui abriendo puertas una tras otra. En cada una, un nuevo esperpento: torsos descompuestos, insectos fusionados, extremidades con bocas… Hasta que vi algo digno de mención: un embrión deforme, con el cuerpo cubierto de ojos que parpadeaban descoordinados, como si buscaran algo, y una baba espesa de color verde vómito que colgaba de su mandíbula partida en dos. Su piel era pálida, casi transparente, dejando ver lo que parecía un sistema nervioso palpitante.

Ese me miró. Quería matarme. Pero no tenía ganas de ensuciarme limpiando esa cosa, así que cerré la puerta rápidamente.

Mi linda aventura continuó por los pasillos hasta que llegué al final del primer piso. Enfrente de mí, una escalera.

—No queda de otra —me dije a mí mismo mientras comenzaba a subir.

Pero cuando me quedaba solo un peldaño…

¡Bum!

Un estruendo sacudió todo. Polvo y fragmentos de concreto llovieron desde lo alto. Un enorme cuerpo se estrelló contra el muro y la escalera, destruyéndolos por completo.

—¡Maldita bestia, casi me matas! —grité mientras retrocedía—. Si no fuera por mis reflejos, habría terminado hecho trizas. Esta habilidad mía de ver en cámara lenta es una bendición… ¿Será que desbloqueé completamente el sharingan? …No, definitivamente sigue siendo Kamui. Pero parece que vino con otras cositas incluidas. Eso lo hace aún mejor.

Una masa grotesca de carne y tentáculos emergió del polvo. El espíritu maldito era enorme, cubierto por una piel viscosa de color gris oscuro, sus ojos eran múltiples y desproporcionados, y de su espalda salían tentáculos gruesos como pilares, cubiertos de espinas cortas.

—Oe, imbécil con cara de pulpo y tentáculos de elefante —le dije, alzando la voz—. Lamento decirte que con esa horrenda cara no te ganas ni el tercer lugar del concurso.

—¿Por qué no dices nada? ¿Acaso tu mamá no te enseñó el abecedario? No me digas que además de feo eres imbécil.

Un tentáculo fue lanzado con fuerza brutal, cortando el aire con un zumbido agudo. Esquivarlo fue casi instintivo. Mi cuerpo se volvió intangible justo a tiempo.

Esa velocidad… no puedo tomarme esto a la ligera.

El espíritu maldito rugió con un sonido grave y húmedo, como si su garganta estuviera inundada por barro.

Parece que no puede hablar, menos mal. En parte la inteligencia del espíritu maldito es un reflejo de su fuerza, así que seguro que estaría jodido.

Aun así, algo me decía que no era completamente idiota. Su reacción a mis provocaciones había sido rápida… precisa.

—Bueno, manos a la obra.

Corrí hacia él. Mi figura cruzó el polvo en línea recta. Mis pies resonaban sobre el suelo agrietado del hospital.

El maldito chilló y lanzó tres tentáculos al mismo tiempo. Rodé hacia un costado, girando el torso para evitar el impacto. Sentí el viento cortar a centímetros de mi cabeza. Una de sus extremidades golpeó la pared, arrancando pedazos de concreto podrido.

Desenvainé mi espada con fluidez. El filo cortó uno de los tentáculos que se aproximaba. Pero la carne era dura… y el corte, poco profundo.

Esto no será rápido.

El espíritu cargó hacia mí, haciendo vibrar el suelo. Aproveché el impulso para acercarme bajo su guardia, y lancé una estocada al centro de su cuerpo. No fue suficiente. Un tentáculo me barrió como una ola.

¡Kamui!

Atravesó mi cuerpo sin tocarme por completo, pero la fuerza del impacto inicial me arrastró contra una camilla oxidada. Rodé por el suelo, recuperando el equilibrio.

Mi respiración se volvió pesada. El cuerpo pequeño de este chico no era el más resistente… pero la adrenalina lo mantenía activo.

El espíritu se agitó, bufando por varios orificios. Sus ojos me enfocaron con odio. Esta vez, saltó.

—¡Tsk!

Rodé a un lado, corrí por el pasillo y me deslicé bajo una columna rota. Otro tentáculo me siguió, golpeando una lámpara que cayó chispeando.

Debo usar su tamaño contra él…

Me oculté tras un muro, regulando mi respiración. No debía mantener el Kamui activo todo el tiempo. Consumía energía rápidamente.

El maldito embistió la pared, destruyéndola, pero yo ya no estaba allí. Corrí detrás suyo y corté una de sus piernas traseras. Esta vez, el corte fue más profundo. El espíritu chilló, cayendo sobre uno de sus costados.

No me detuve. Salté encima de su lomo y comencé a cortar con precisión. Heridas pequeñas, pero múltiples, buscando puntos débiles. Su piel era gruesa, pero no impenetrable.

Uno de sus tentáculos me agarró del tobillo.

—¡Mierda!

¡Kamui!

Mi pierna se volvió intangible justo a tiempo, y el tentáculo atravesó mi cuerpo sin arrastrarme. Rodé hacia atrás, jadeando. Mi control era cada vez más natural. Fluido.

El espíritu se arrastraba, ya más lento. Sangraba un líquido oscuro y espeso.

—Lo siento, amigo. El concurso terminó.

Con un último impulso, corrí hacia su frente, giré la muñeca y atravesé su único ojo central con la espada. El cuerpo convulsionó una vez… y luego se desplomó.

Silencio.

El hospital volvió a quedar en penumbra, solo con el eco de mi respiración.

Me mantuve agachado un momento, sintiendo el ardor en los músculos, el sudor corriendo por mi nuca.

Estoy lejos de estar satisfecho. Pero esto… es un buen comienzo.

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