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Cultivador en Hogwarts

SteveOl
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Synopsis
Luke: ¡Tengamos un harén! Hermione: ¡No! Luke: ¡Busquemos tesoros! Harry: ¡No! Luke: ¡Alcancemos la inmortalidad! Dumbledore: ¡No!
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Chapter 1 - Capítulo 1: El Cultivador Perdido en el Mundo de los Magos

Cuando todo comenzó, fue un día como cualquier otro, nada especial, nada del otro mundo. Al menos así era hasta que la tragedia llego a su vida. Luke Smith, con apenas seis años vio cómo su mundo se partía en dos.

Una salida con sus padres un fin de semana, jugar, comer, divertirse en familia, esas eran las cosas que más disfrutaba a esa edad. Lastimosamente los cielos son celosos de los talentos, y la felicidad de los elegidos es como una cachetada a su prestigio.

La muerte de su padre fue algo que los adultos describieron como "inesperado" y "una tragedia". Pero para Luke, que lo presenció con sus propios ojos, fue algo más. No por el hecho en sí, sino por lo que ocurrió después.

El cuento de siempre, un criminal y un policía que pasaba por ahí, un arma y un forcejeo, y finalmente, algo que sale mal.

Mientras las personas gritaban y su madre se aferraba al cuerpo como si al apretarlo pudiera evitar que el alma se escapara, Luke sintió algo. No tristeza, ni rabia. Las últimas palabras de su padre antes de ir al deber resonaban en su mente.

— ¡Ya vengo! ¡Cuida de tu madre!

Esas palabras se quedaron en su cabeza, y lo único que podía hacer al ver el cuerpo tendido de su padre en el piso fue repetirlas una y otra vez.

Él no culpó a su madre por correr en cuanto el incidente ocurrió. Solo captaba que tenía que protegerla, porque esa fue la última voluntad del hombre que tanto admiró y amo. Esa ahora era su nueva responsabilidad.

Sintió un calor en el pecho, era un latido de su corazón tan fuere que pareciera que haría vibrar a todo su cuerpo. Como si algo dentro de él hubiera despertado. Era un poder puro, no sabía cómo describirlo, pero estaba más allá de su conocimiento.

Justo cuando estaba absorto, una lluvia de recuerdos llegó a su mente, recuerdos que no eran suyos. En ellos veía mundos inmensos, llenos de bestias tan grandes como continentes enteros y personas que luchaban 1 a 1 contra ellos, plantas tan exóticas que le recordaban los fósiles que veía en las estanterías del museo, jóvenes maestros, clanes ancestrales y técnicas celestiales con nombres innecesariamente largos. No recordaba los detalles, pero sí la lógica general: el mundo era un campo de batalla espiritual, y solo los cultivadores alcanzaban la verdadera libertad.

Y Luke no era un protagonista. Eso lo tenía claro.

En ese momento, en el cual lo perdió todo, también ganó algo.

— ¿Recuerdos de mi vida anterior? Pero están incompletos… De igual forma, esta energía… Ya veo, energía espiritual eh…

Justo cuando estaba tratando de comprender todo lo que estaba pasado. La muerte de su padre, la fragilidad de su madre, sus recuerdos pasados y la energía espiritual, su cuerpo ya no pudo más y cedió. Lo último que sintió que su cuerpo en caída libre.

Al día siguiente, Luke despertó, su madre estaba echada a su lado.

El no sabía que había pasado luego de que perdió la conciencia, solo que una muerte no es tan simple, después de todo, ya había atendido funerales antes.

— Esta es mi primera tribulación, a partir de ahora, será mi turno de desafiar a los cielos. Me niego a que me quiten algo otra vez. Yo soy solo un don nadie, pero utilizaré mi imparable talento para llegar a la cima y trascender.

Pasaron los meses y solo sabia entrenar.

Siempre estaba murmurando sus metas y objetivos para motivarse cada vez que alguien lo veía en el parque, con los ojos cerrados y los dedos formando mudras inventadas.

Su madre, Elizabeth, lo observaba desde la ventana con esa mezcla de confusión y ternura que solo una madre puede lograr. Desde la muerte de su esposo, su hijo se había vuelto introspectivo, pero también extrañamente determinado. No lloraba. No preguntaba por su padre. Solo estudiaba, leía y… se sentaba. Horas. En silencio. En el jardín. Bajo la lluvia. Bajo el sol. A veces frente a una roca, como si esperara que le hablara.

Elizabeth consultó con un psicólogo.

—¿Y dice que cree que está "cultivando energía espiritual"? —el doctor preguntó sin levantar la ceja.

—Sí, y también dice que quiere entrar en el 'Refinamiento de Qi inicial'… ¿eso es algún tipo de filosofía?

—No exactamente… —respondió el especialista, hojeando su libreta—. Pero su hijo parece altamente funcional, extremadamente inteligente y… bueno, un poco raro. Pero no peligroso, es normal en los niños, sobre todo en los que sufrieron un trauma.

Y con eso, Elizabeth decidió no interferir demasiado.

Luke, por su parte, se entregó a su nuevo camino con la seriedad de un monje. Meditaba todas las mañanas, entrenaba técnicas de respiración profunda (aunque terminara hiperventilando y mareado), y comenzó una dieta estricta de arroz, pescado y té verde. A los siete años, se convenció de que los carbohidratos simples bloqueaban el flujo del Qi. A los ocho, dejó el azúcar. A los nueve, descubrió las galletas de avena naturales y tuvo una crisis existencial.

Pero no todo era entrenamiento físico. Como cultivador autodidacta, sabía que el conocimiento era un recurso más valioso que el jade celestial y las escrituras sagradas. Así que estudió con la pasión de un basquetbolista a punto de clavarla.

Mientras otros niños jugaban al escondite, Luke memorizaba mapas geopolíticos. Mientras sus compañeros leían cuentos ilustrados, él devoraba tratados sobre historia antigua y botánica medicinal. Luke sabía que mientras más avanzara en su cultivo, más recursos necesitaría, y tener dinero y entender el mundo eran vitales para amasar las riquezas necesarias.

Podía distinguir entre una flor silvestre y una posible hierba espiritual, eso lo supo cuando fue a visitar a un amigo y encontró una hierba verde en la habitación de su hermano mientras jugaba, una vez se la comió, sintió que había alcanzado la iluminación, así que fue emocionado a contárselo a su madre. No sabe que paso, solo que nunca volvió a ver al hermano de su amigo. Era una lástima, seguro fue reclutado por alguna secta.

Pero desde ese día, se convirtió en fan de Jimmy Hendrix, un poderoso cultivador especializado en el tao de la música. Volvió a sentirse como en un avión.

Y cuando escuchó a Pink Floyd por primera vez, supo que había una secta en algún lugar para enseñarles. Solo esos sabios podían crear sonidos tan increíbles.

Leía sobre física con la esperanza de entender el mundo. La meditación y manipulación de la energía dentro de él fueron esenciales para potenciar su cerebro, memorizar se le hacía cada vez más fácil, si bien no era como una memoria fotográfica, era mucho mejor que en el pasado,

Poco después de la muerte de su padre comenzó con la mecánica clásica (cinemática, dinámica, gravitación, etc.,), cuando le tocaba estudiar, no se separaba de los libros y cuadernos, resolviendo problemas todo el día, de simples a complejos. Le tomó 6 meses el dominarlos bien.

De ahí paso a termodinámica, electromagnetismo, óptica, relatividad, física cuántica, física de partículas, física estadística y teoría de la información, física de la materia condensada, física de la gravedad cuántica y cosmología, todo hasta llegar a la vanguardia con la teoria de cuerdas, computación cuantica, materia oscura, energía oscura y fenómenos exóticos como el tiempo negative y partículas hipotéticas como los taquiones, aunque estos últimos solo eran teoria.

Y la quimica le seguía el paso…

Por supuesto, es imposible que haya dominado todo, pero la cantidad de libros que leyó le dió una base teorica sólida, lo suficiente como para que pueda usarla.

No era un niño normal.

Sus profesores estaban divididos entre el asombro y la preocupación.

—Su ensayo sobre la termodinámica es… inquietantemente detallado —comentó la profesora de ciencias, casi sin comprender lo que decía ahí, en una junta escolar del Key Stage 1 (5-7 años en Inglaterra)

—¿Alguien más se dio cuenta de que dibujó un diagrama básico sobre economía empresarial? —añadió el profesor de letras, visiblemente confundido.

A decir verdad, ninguno de ellos entendía muy bien lo que decía ahí. La primera vez que presentó un trabajo así, su madre fue llamada a dirección porque creían que lo que decía no tenía sentido y era un ejemplo de niño con problemas en el hogar. En sus cabezas pasaba el pensamiento de que su madre ni siquiera revisaba los deberes de su hijo. De hecho, el problema fue que no creían que un niño pudiera entender tal cosa, de otro modo, era simple preguntar por ahí hasta encontrar a alguien que entienda, después de todo había varios profesionales en el colegio.

Se quedaron asombrados cuando su madre llegó a la escuela y, junto a Luke, les explico de forma simple las fórmulas físicas y empresariales. Eso libró a Luke de ser castigado en su colegio, pero su madre fue la que obtuvo el dolor de cabeza. Por suerte había aprendido un poco, después de todo, teniendo un hijo que se la pasa leyendo cosas raras te enseña algo, al menos tienes que entenderlo un poco para que la gente no crea que está loco.

Luke no se inmutaba ante los comentarios. Sabía que el camino del cultivador era solitario, incomprendido. Solo los verdaderamente sabios sobrevivían al desprecio inicial del mundo mundano.

Así siguió su vida, pero todo cambió cuando conoció a Harry.

Fue una tarde, mientras recolectaba flores (con el objetivo de elaborar una píldora espiritual, hecha de una flor que limpia la boca llamada menta y otra que huele bien llamada lavanda). Ahí lo vio, un niño de su edad, con gafas, cabello revuelto, y una cicatriz en la frente.

Luke lo miró fijamente durante tres segundos y, sin decir palabra, giró sobre sus talones y se fue corriendo.

—¡Es él! —gritó en casa, mientras cerraba puertas y ventanas.

—¿Quién, cariño?

—El MC. El protagonista de este plano. ¡Lo vi! Tiene el aura. Tiene la mirada. ¡Tiene una cicatriz profética!

Desde ese día, Luke investigó a Harry, averiguó donde vivía, que hacía, su edad, todo lo que pudiera, y con cada cosa que averiguaba, se convencía más y más de su deducción. Harry lo tenia todo, menos padres, lo cual era un plus.

Pero igual decidió evitarlo como si fuera una tribulación. Lo vigilaba de lejos. Tomaba notas. Analizaba patrones de movimiento. Sospechaba que podía tener un espíritu ancestral sellado o que estaba acumulando técnicas divinas. Incluso pensó que su cicatriz podía ser una formación celestial.

Pero no se amilanó. Al contrario, redobló sus esfuerzos.

—Si voy a sobrevivir al arco del protagonista… debo alcanzar la Fundación Espiritual antes de que cumpla once —se dijo mientras hacía flexiones sobre piedras calientes (una mala idea).

A sus diez años, Luke ya había escrito más de trescientas páginas sobre teoría de cultivo aplicada a la realidad, usando los conocimientos que había obtenido. En su mente habían recuerdos de incontables mundos de cultivo, y en todos ellos se menciona que para ascender, tienes que entender las leyes del mundo. Siendo ese el caso, ¿por qué no usar el conocimiento ya a disposición?

Luke razonó que el problema de los mundos anteriores era que su entendimiento era todo instintivo, pero en este mundo había un sistema claro de estudio. Eso era un ventaja porque las bases eran mucho más sólidas, lo cual impediría un desvío en su cultivo e incluso personas normales era capaces de hacer uso de ellas para construir osas increibles, pero la desventaja es que debido a que cada paso es tan sólido como Mt. Tai, el desarrollo del conocimiento avanzaba a paso de tortuga.

Aun así, no se guió solamente de eso. Un día, en su medio de su meditación, trato de percibir el exterior. Era un intento crudo y sin técnica, peor aún así logró captar a su madre, concentrándose más, encontró algo raro, una especie de color rosa la envolvía. Sin entender lo que significaba, decidió practicar más.

Un carnicero tenía bajo espíritu: aura roja, energía violenta. Una bibliotecaria anciana tenía energía dorada: alma iluminada por el Dao del Conocimiento.

Cuando volvió a analizar a su madre, reconoció que tenía una energía cálida y envolvente. Un Qi que lo hacía sentir seguro. Era la razón por la que entrenaba tanto.

—Protegeré a mamá. Aunque la Tribulación Final consuma este mundo.

Elizabeth, por su parte, seguía sin saber si debía preocuparse o no. A veces, encontraba a Luke hablándole al microondas, o enterrando cristales en macetas "para reforzar las formaciones espirituales". Otras veces, lo veía dibujar sellos en las ventanas con sal, porque "había soñado con un invasor del Reino de las Sombras".

Y luego… llegó la carta.

Una lechuza, una lechuza gigante golpeó su ventana.

Luke abrió la puerta lentamente, con la respiración contenida. Observó al animal, leyó el sobre que traía, y sus ojos se abrieron como platos.

—¿Un mensaje de una bestia espiritual mensajera? ¡¿Una técnica de invocación de correspondencia?!

Despegó la carta con manos temblorosas y leyó:

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA

Y ahí, el mundo colapsó. O renació. Todo dependía de cómo lo miraras.

Luke releyó la palabra "magia" al menos cinco veces.

—¿Ma…gia? ¿Qué es eso? ¿Es algún dialecto de un plano superior?

Buscó la palabra en diccionarios. La analizó fonéticamente. Concluyó que debía ser una mala traducción de "cultivo profundo" o "energía arcana".

—Debe ser una secta. ¡Sí! Hogwarts… suena como 'Wog-arts', probablemente una transcripción rúnica. Es una secta ancestral que acepta discípulos jóvenes para entrenarlos en el arte del Dao. ¡Por fin! Alguien reconoció mi talento.

Se arrodilló en medio de la sala y, entre lágrimas de emoción, juró lealtad a la secta Hogwarts, convencido de que su destino como cultivador finalmente estaba a punto de cruzar su primer gran umbral.

—Mamá… me han elegido. No soy el MC… pero seré el que sobrevive.

Elizabeth solo asintió, sin comprender nada, y fue a buscar una libreta para empezar a anotar las citas con psicólogos. Tal vez un psiquiatra, la última vez que le dio esas pastillas dijo que eran píldoras de entrenamiento y tuvo que internarlo por un tiempo.

Luke, por su parte, se calmó debido a que llegó a una terrible conclusión. Sabía que era una secta, por lo que seguramente tendría que dejar a su querida madre para embarcarse en un peligroso viaje lleno de peligros y faceslaping en busca de oportunidades y esposas.

Pero él no era un MC que cree que abandonar su mundo en busca de planos superiores este bien. Así que decidió hacer lo más difícil para cualquiera, negociar para dejen a su madre entrar a la secta también.

Sabía que sería muy difícil y casi imposible, por lo que tendría que demostrar un talento excepcional. Pero tenía que hacerlo sí o sí. Estaba a punto de ingresar a una secta legendaria… y haría todo lo posible para no morir en el primer arco.

—Al menos no soy un joven maestro, ni tengo una prometida lista para ser robada por el MC.

Eran sus pensamientos de consuelo.

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¿Qué tal esta novela?

¿Qué tan rápido la seguiré? Depende de la acogida y de si me apoyan.

Espero que la disfruten.