La noche en Konoha era un lienzo de sombras y luces tenues. Naruto, impulsado por la promesa de Mizuki y el ardiente deseo de obtener su protector de frente, se movía como una sombra por los tejados de la aldea, sus pies descalzos apenas haciendo ruido. El edificio del Hokage, una fortaleza para él, no parecía tan intimidante con la adrenalina corriendo por sus venas. Se infiltró con una agilidad sorprendente para alguien de su torpeza habitual, entrando por una ventana que había dejado abierta.
El Pergamino de los Sellos Prohibidos era más grande y pesado de lo que imaginaba, su antigüedad palpable en el pergamino amarillento y los intrincados sellos que lo adornaban. Con cuidado, lo descolgó de su pedestal y salió tan sigilosamente como había entrado.
Corrió hacia el claro del bosque, un lugar apartado donde Mizuki-sensei lo esperaba. El aire nocturno era fresco y el ulular de un búho rompía el silencio. Al llegar, Mizuki ya estaba allí, su silueta recortada contra la luna creciente.
"¡Mizuki-sensei, lo tengo!", exclamó Naruto, jadeando, levantando el pergamino con orgullo.
La sonrisa de Mizuki era más amplia que antes, casi depredadora. "Bien hecho, Naruto. Ahora, antes de que te enseñe el jutsu, abre el pergamino y lee lo primero que veas. Es parte del entrenamiento."
Naruto, sin sospechar nada, desenrolló el pergamino. Sus ojos se posaron en los primeros caracteres. "Jutsu... Multi-Clones de Sombras..."
En ese instante, un kunai silbó en el aire, rozando la mejilla de Naruto y clavándose en el árbol detrás de Mizuki. Iruka-sensei apareció de entre las sombras, su rostro contraído por la furia.
"¡Mizuki! ¡¿Qué crees que estás haciendo?!" gritó Iruka, su voz resonando en el bosque.
La sonrisa de Mizuki se desvaneció, reemplazada por una mueca de desprecio. "Iruka-sensei, siempre tan entrometido. Este mocoso es un tonto. Solo lo usé para obtener el pergamino."
El mundo de Naruto se detuvo. Las palabras de Mizuki lo golpearon como un puñetazo en el estómago. ¿Usado? ¿Un tonto? La promesa de poder se desmoronó, revelando la amarga verdad de la traición.
"¡Naruto, Mizuki te está mintiendo! ¡Él es el verdadero peligro!", advirtió Iruka, poniéndose en guardia.
La risa de Mizuki resonó con una malicia escalofriante en el claro del bosque. Su voz se alzó, cargada de veneno. "¡Mentira! ¡Yo solo le estoy diciendo la verdad que ustedes, los hipócritas de la aldea, le han ocultado durante años! ¡Dile, Iruka! ¡Dile a este mocoso por qué todos lo odian, por qué lo evitan como a la peste!"
Iruka apretó los dientes, su mirada llena de dolor y una desesperación creciente. "¡Cállate, Mizuki! ¡Es una regla! ¡La gente no debe saber!"
"¡Oh, vamos, Iruka! ¡Es hora de que sepa la verdad sobre el monstruo que lleva dentro!", Mizuki no contuvo su burla, señalando a Naruto con un dedo acusador. "¡Él es el contenedor del Kyubi, el Zorro de Nueve Colas! ¡El demonio que destruyó nuestra aldea hace doce años! ¡Por eso los adultos lo desprecian y lo temen! ¡Por eso los mayores de Konoha lo evitan! ¡El Cuarto Hokage selló a la bestia dentro de un bebé recién nacido, y ese bebé... eres tú, Naruto!"
Las palabras de Mizuki golpearon a Naruto como una ráfaga de mil kunais. El Kyubi... el Zorro de Nueve Colas... ¿él era eso? La historia del demonio que había diezmado Konoha, la razón del dolor y la pérdida de tantos. El odio y el miedo en los ojos de los adultos, los susurros de los mayores, la soledad insoportable... todo cobró un significado terrible y repentino, aplastante y visceral. Sintió como si el suelo bajo sus pies se abrumara, su identidad despojada de cualquier inocencia. ¿Él era el monstruo del que todos huían? ¿La encarnación de la calamidad?
Iruka se interpuso aún más entre Naruto y Mizuki, su rostro lleno de una determinación feroz y lágrimas asomando en sus propios ojos. "¡No le creas, Naruto! ¡Mizuki solo te usa! ¡Tú no eres el Kyubi! ¡Tú eres Naruto Uzumaki de la Hoja Escondida!"
"¡Claro que sí!", se burló Mizuki. "¡Lleva la destrucción en su interior! ¡Él es la razón por la que tanta gente murió! ¡Un arma, no un ninja!"
A pesar del shock, el dolor punzante en su pecho y el torbellino de emociones, Naruto vio la angustia genuina y el afecto innegable en los ojos de Iruka. Por primera vez, comprendió el peso de las miradas de los adultos de la aldea, pero también percibió la calidez protectora de su maestro, una figura que lo veía más allá de la bestia que supuestamente era.
Mientras Mizuki se preparaba para un ataque final, un kunai gigante brillando ominosamente en su mano, Naruto recordó las palabras en el pergamino. "Jutsu Multi-Clones de Sombras". No era el clon patético que siempre hacía. Era algo más. Cerró los ojos un momento, concentrando todo el chakra que sentía dentro de sí, un chakra ahora teñido de una furia fría y una determinación naciente. La revelación del Kyubi, en lugar de paralizarlo, encendió una llama feroz. Sintió una inmensa, casi ilimitada, reserva de energía bullendo en su interior, un poder diferente a todo lo que había experimentado. Formó los sellos que había visto en el pergamino, sus manos temblorosas por la emoción pero extrañamente firmes.
"¡Jutsu Multi-Clones de Sombras!"
Una explosión de humo llenó el claro. Cuando se disipó, no había uno, ni dos, sino cientos de Narutos, todos idénticos, todos con la misma expresión de furia y una determinación inquebrantable. Mizuki retrocedió, su rostro pálido de asombro. Naruto nunca había sentido tanto chakra salir de él, una energía poderosa y salvaje que fluía a través de cada clon. Había logrado el Kage Bunshin no Jutsu, un jutsu de alto nivel que incluso muchos jounin encontraban difícil de dominar debido a la gran cantidad de chakra que requería. Su cuerpo, acostumbrado a las pequeñas explosiones de chakra del clon básico, se sentía ahora como un conducto para una fuerza descomunal.
"¡Ahora te daremos una paliza por mentirle a Iruka-sensei y por intentar robar el pergamino!", gritaron todos los Narutos al unísono, su voz cargada de una rabia recién descubierta, y se lanzaron sobre Mizuki.
La paliza fue legendaria. Cuando terminó, Mizuki yacía inconsciente y magullado, y los clones de Naruto se disiparon, dejando al verdadero Naruto de pie, jadeando, el peso de la verdad sobre el Kyubi aún presente, pero ahora mezclado con una nueva sensación de poder y la certeza inquebrantable del apoyo de Iruka.
Iruka-sensei se acercó a él, una sonrisa de orgullo y alivio en su rostro, las lágrimas brillando en sus ojos. "Naruto... lo hiciste."
"Iruka-sensei...", comenzó Naruto, las lágrimas de gratitud y una confusión persistente brotando de sus ojos.
"Naruto Uzumaki", dijo Iruka, quitándose su protector de frente y colocándolo suavemente sobre la cabeza de Naruto, "felicidades. Te has graduado."
El protector de frente, el símbolo de un genin, se sintió pesado y correcto en su lugar. Las lágrimas de Naruto se mezclaron con una alegría agridulce. Ahora sabía la verdad de por qué era diferente, de por qué siempre había estado solo, pero también sabía que, al menos para Iruka, él era más que ese monstruo. Él era un ninja de Konoha.
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A la mañana siguiente, la noticia del incidente con Mizuki y la increíble hazaña de Naruto, junto con los rumores oscuros sobre la "verdadera" naturaleza de Naruto (que solo los adultos de la vieja guardia conocían y la prohibición de hablar de ello), se extendieron como la pólvora por toda la aldea. Naruto, ahora un genin oficial, caminaba con una nueva pesadez en sus pasos mientras se dirigía a la Academia para la formación de equipos. El sol parecía brillar con menos intensidad, como si el cielo mismo se hubiera teñido con su nueva y dolorosa verdad.
Mientras caminaba por los pasillos, vio a Ino Yamanaka. Ino, con su cabello rubio atado en una coleta alta y sus ojos azules, era una de las chicas más populares de la clase. Cuando Naruto pasó, sus ojos se encontraron. Esta vez, en la mirada de Ino había una mezcla de sorpresa y una cautelosa curiosidad. Había escuchado los rumores sobre su proeza con el Jutsu Multi-Clones de Sombras, pero no la verdad subyacente.
Naruto bajó la mirada, sintiéndose de repente avergonzado y expuesto por las miradas de los adultos que pasaban. Esperaba la habitual indiferencia o incluso el miedo, pero no llegó de sus compañeros.
En un momento, sintió una suave punzada en el hombro. Levantó la vista y vio a Ino.
"Naruto", dijo su nombre con una suavidad que lo tomó por sorpresa. Su expresión no era de miedo o disgusto, sino más bien... contemplativa, casi de examen. Los ojos de Ino eran increíblemente agudos. "Lo que pasó anoche... ¿es cierto? Lo de que venciste a Mizuki-sensei y usaste ese jutsu de clones... es increíble."
Naruto apretó los puños. "Yo... hice lo que pude", respondió, su voz apenas un susurro, aliviado de que ella no preguntara sobre el Kyubi.
Ino lo observó en silencio por un momento, con sus ojos azules escrutándolo con una intensidad inusual. Luego, inesperadamente, asintió. "Parece que siempre te subestimamos. Si Iruka-sensei confía en ti, entonces... supongo que eso dice mucho." Le dedicó una pequeña sonrisa, una que no parecía forzada, sino más bien una señal de un entendimiento incipiente. "Solo... ten cuidado, ¿sí? Parece que estás atrayendo problemas." Y con eso, se giró para hablar con Sakura, dejando a Naruto con el corazón latiendo más rápido de lo que la adrenalina de la noche anterior había logrado.
La verdad sobre el Kyubi era una carga pesada, una sombra que se cernía sobre él. Pero la inesperada reacción de Ino, su pequeña muestra de comprensión centrada en sus acciones como ninja, fue un pequeño rayo de esperanza en su incipiente camino como genin. Tal vez, a pesar de todo, no estaría completamente solo. El sendero del zorro se presentaba ahora más empinado y oscuro, pero también con la tenue promesa de que incluso en la oscuridad, podían florecer la comprensión y, quizás, el afecto.