Las advertencias del sentido arácnido de Peter se habían vuelto más frecuentes y, extrañamente, más específicas cuando estaba cerca de las propiedades de Oscorp o, más preocupante, cerca de Norman Osborn. La paranoia y la obsesión del magnate por "recuperar la grandeza" habían transformado su oficina y su laboratorio personal en un búnker de actividad febril.
Peter, utilizando sus habilidades de sigilo y su incipiente red de arañas rastreadoras, había logrado infiltrarse en las afueras de los laboratorios privados de Norman Osborn. No era un robo; era una vigilancia. Necesitaba saber qué estaba cocinando Norman. Lo que encontró lo puso aún más en alerta.
Había planos de armaduras de vuelo más avanzadas que las del Buitre, prototipos de explosivos con forma de calabaza y, lo más perturbador, fórmulas químicas de sueros que Peter reconoció con un escalofrío: el suero Duende. No era idéntico a las versiones de los cómics, pero los componentes eran inconfundibles. Norman estaba experimentando con algo que buscaba potenciar la fuerza y la mente, pero con una advertencia clara de efectos secundarios psicológicos.
"Está construyendo algo. Algo terrible," murmuró Peter para sí mismo, mientras recopilaba imágenes discretas de los planos con una de sus mini-cámaras. La velocidad de Norman en este proceso era alarmante, impulsada por la humillación pública tras el incidente de Octavius.
Peter sabía que no podía simplemente desmantelar el laboratorio de Norman; no sin pruebas irrefutables que pudieran ser usadas en un tribunal, y sin exponer su propia identidad. Necesitaba una estrategia más inteligente. Su objetivo era doble: evitar que Norman se convirtiera en el Duende Verde por completo, o al menos mitigar su impacto si lo hacía, y proteger a Harry.
Pasó más tiempo con Harry, intentando ser una influencia estabilizadora. A menudo lo encontraba ensimismado, preocupado por el comportamiento errático de su padre.
"Mi padre apenas duerme, Peter," le dijo Harry una tarde, sus ojos cansados. "Lo he oído hablar solo en su laboratorio por las noches. Cosas extrañas. Se obsesiona con la fuerza, con el poder. Es como si otra persona se apoderara de él."
Peter escuchó con el ceño fruncido. Esa "otra persona" era la que más temía. Intentó desviar la conversación hacia cosas más ligeras, pero sabía que el tiempo se agotaba. Su sentido arácnido no dejaba de zumbar cada vez que se mencionaba el nombre de Norman o de Oscorp.
Peter también comenzó a desarrollar contramedidas específicas. Si Norman creaba bombas de calabaza, Peter investigaría cómo neutralizar explosivos químicos. Si diseñaba planeadores, Peter buscaría formas de inutilizarlos en el aire sin causar una caída fatal. Ya había comenzado a experimentar con una nueva variante de telaraña, una que podría conducir electricidad o anular ciertos tipos de energía si era necesario.
La sombra del Duende se cernía sobre Nueva York, y Peter lo sentía. No era una amenaza que pudiera ser resuelta con una simple batalla. Era un juego de ajedrez, un enfrentamiento de intelectos, con la estabilidad de una de sus personas más cercanas en juego. Peter Parker, el héroe proactivo, estaba listo para su mayor desafío hasta el momento: enfrentar el lado oscuro del genio, un lado que conocía demasiado bien.