La llamada de Franklin finalmente llegó una tarde mientras Michael revisaba los últimos detalles de la reestructuración de ByteWare Solutions. El teléfono vibró con el identificador "Franklin C.". Michael respiró hondo, un último recordatorio mental de su preparación para el caos.
"¿Tienes la información, Franklin?", preguntó Michael, con su voz calmada y profesional.
"Sí, Michael. Lamar y yo hemos estado observando. Es el Adder de un tipo llamado Chad. Es un coche de lujo, vale una fortuna. Está aparcado en una casa de lujo en Vinewood Hills, la de un tal D. Weston. Seguridad ligera, solo un par de guardias, nada sofisticado. Lamar dice que podemos entrar y salir sin problemas, rápido y sucio." La voz de Franklin era impaciente, con ese entusiasmo imprudente que Michael recordaba.
"Rápido y sucio es lo que te mete en la cárcel, Franklin", replicó Michael con firmeza. "Y Devin Weston no es un 'tal D'. Es un tiburón. Un tipo peligroso. No vamos a robar un coche. Vamos a recuperar un activo. Y lo haremos de forma limpia."
Franklin soltó una carcajada incrédula. "¿Limpia? ¿Para un robo de coches? ¿Cómo vamos a hacer eso, Michael? ¿Pedirle las llaves con una sonrisa?"
"No. Vamos a simular un problema mecánico", explicó Michael, su mente ya visualizando los pasos. "Tú, Franklin, vas a acercarte a la casa como si tu coche se hubiera averiado justo enfrente. Pides ayuda, te ganas la confianza de los guardias. Mientras tanto, yo estaré listo para entrar. Desactivaremos la alarma y los sensores. Cero disparos, cero alertas, cero testigos."
Franklin guardó silencio por un momento. La idea era tan fuera de su habitual estilo de "arrancar el coche y salir pitando" que le costaba procesarla. "Eso es… diferente, Michael. Muy diferente. ¿Estás seguro de que funcionará?"
"Estoy seguro", afirmó Michael. "Hemos hecho cosas más complicadas con menos planificación. Consigue un coche que parezca que está fallando. Nos vemos en la calle de al lado de la mansión de Weston en una hora. No Lamar. Solo tú y yo."
La idea de ir solo con Franklin era crucial. Michael necesitaba establecer su autoridad, no solo como el cerebro, sino como el estratega. Además, no quería la volatilidad de Lamar en su primera operación de esta nueva era.
Una hora más tarde, Michael estaba aparcado en una calle residencial arbolada en Vinewood Hills, a poca distancia de la lujosa propiedad de Devin Weston. Veía el Adder, resplandeciente bajo el sol de la tarde, a través de la valla. Minutos después, Franklin llegó en un coche viejo y destartalado que emitía un humo sospechoso por el capó. Parecía genuinamente averiado.
Franklin se bajó, gesticulando frustrado y pateando un neumático. Uno de los guardias de seguridad de la mansión, un tipo musculoso con un pinganillo, se acercó con cautela.
"¿Todo bien, amigo?", preguntó el guardia, con una mano en su arma.
"No, hombre, el coche se me ha muerto aquí mismo", Franklin actuaba la parte a la perfección, su voz llena de frustración. "Pensé que llegaba a casa, pero no. ¿Hay alguna forma de que me echen una mano o me dejen usar el teléfono para llamar a una grúa? Esto es Vinewood Hills, hombre, no me van a robar el coche si lo dejo aquí tirado."
Mientras el guardia se distraía con Franklin, Michael se movió. Con la sutileza de un fantasma, se deslizó por el lado de la casa, utilizando los arbustos y la sombra. Desactivar las alarmas no fue difícil para alguien con su experiencia, y en un minuto, estaba dentro del garaje, donde el Adder esperaba.
Abrió el coche, desactivó la alarma interna y revisó el salpicadero. Sin disparar un tiro, sin romper nada, había accedido a un vehículo de lujo valorado en millones.
Desde su comunicador, le dio la señal a Franklin: "Entra. Nos vamos."
Franklin, que ya había logrado sacar al guardia de seguridad de su puesto, se despidió con una sonrisa forzada y se dirigió a la parte trasera de la casa, entrando por una puerta lateral que Michael había dejado abierta. En segundos, Franklin estaba en el asiento del conductor del Adder.
"Joder, Michael. Esto es… es increíble. ¡Está limpio como una patena!", exclamó Franklin, su voz llena de una mezcla de asombro y pura adrenalina. "Esto es de otro nivel."
"Así es como se hacen las cosas, Franklin", dijo Michael, sentándose en el asiento del pasajero. "Con cerebro, no con músculos. Ahora, conduce con calma. No hay prisa. Somos solo un par de tipos ricos saliendo de una mansión."
Salieron de la propiedad de Devin Weston con el Adder, la alarma del garaje desactivada por completo, sin un rasguño, sin una mancha de sangre. Los guardias ni siquiera se dieron cuenta de lo que había pasado hasta que fue demasiado tarde. Michael había ejecutado el "golpe" con una precisión quirúrgica, algo que el Michael del guion rara vez hacía.
Mientras se alejaban, Michael se permitió una pequeña sonrisa. La primera gran victoria en su nueva vida. No fue un caos. Fue una operación.