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El Precio del Futuro

Sin_igual722
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Synopsis
Go ahead, use a translator, you won't regret it. En un mundo donde el tiempo puede quebrarse, la verdad ha sido enterrada en acero, sangre… y silencio. E-34 despierta en una cámara sumergida en un líquido verdoso, sin nombre, sin memoria, y con ecos de visiones que no le pertenecen. A su alrededor, las instalaciones de la Orden del Hierro tiemblan, fracturadas por explosiones, mientras él intenta escapar de un lugar que lo ha convertido en algo más —o menos— que humano. La Orden del Hierro, una organización clandestina, divide su poder entre cinco Altos Clavos, cada uno gobernando un dominio de poder: la guerra, la mente, la carne, el juicio... y el tiempo. Bajo el dominio del Clavo Rojo, el temido Doctor Zane, se llevaron a cabo experimentos para alterar el flujo del tiempo dentro del cuerpo humano. De estos rituales científicos surgieron criaturas rotas, videntes fracturados, y niños como Ofelia, una pequeña con ojos verdes y un alma que se apagaba lentamente en nombre del futuro. Mientras E-34 huye, fragmentos del pasado y del porvenir lo invaden, visiones que lo vinculan con Ofelia y con un destino que aún no comprende. Fuera de las instalaciones, una guerra silenciosa se gesta entre la Orden del Hierro y las antiguas Iglesias del Sol, la Luna y el Destino, quienes buscan liberar a los últimos videntes antes de que su luz sea extinguida. Pero el tiempo ya no fluye como debería. Y E-34 podría ser la llave… …o el fin de todas las líneas posibles.
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Chapter 1 - La orden del hierro>>

Bit. Bit. Bit...

En una habitación oscura, el sonido mecánico de los teclados llenaba el aire.

Varias figuras encapuchadas en batas blancas tecleaban frenéticamente, sus rostros iluminados por las luces parpadeantes de los monitores.

En las pantallas danzaban datos, fórmulas y líneas de código incomprensibles para cualquier mente ordinaria.

De pronto, una voz retumbó por encima del caos:

—¡Prueba número 347! ¡Proceso experimental del sujeto E-34! —gritó un hombre de bata roja, claramente de mayor rango—. ¡Rápido, sector Q, inicien la inyección del inhibidor PRAN-7!

La orden fue seguida por una ráfaga de actividad aún más frenética.

Luces rojas se encendieron. Alarmas sutiles destellaban en los rincones.

La línea de comando en una de las pantallas comenzó a llenarse de símbolos ilegibles: si3i3@!#$&*&&&*(())_++.

En aquel laboratorio clandestino, un grupo de científicos renegados trabajaba en un proyecto prohibido: crear individuos capaces de prever el futuro.

Después de años de teoría y controversia, habían llegado a una hipótesis tan audaz como peligrosa: si una mente humana pudiera almacenar suficiente conocimiento sobre el mundo, sería capaz de simular la realidad entera en su interior.

Y, al acelerar dicha simulación, el individuo podría predecir eventos futuros con una precisión estimada de entre el 60 y el 70%.

Pero había un gran problema: no cualquier persona podía soportar tal carga de información.

Para ello se necesitaban sujetos especiales, personas con una afinidad natural con el tiempo y las revelaciones.

En su mayoría, estos perfiles solo se encontraban entre los videntes de las iglesias antiguas, aquellos capaces de percibir lo que la lógica no alcanzaba.

La organización lo intentó todo: robo de archivos sagrados, secuestros, infiltraciones... La búsqueda fue larga y brutal. Pero tanta actividad dejó un rastro. Y finalmente, fueron encontrados.

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Mientras los investigadores en la oscuridad trataban desesperadamente de alcanzar su cometido, lejos de allí, en la cima de una montaña azotada por la tormenta, las antiguas iglesias se agrupaban bajo un mismo estandarte.

La nieve caía con furia, golpeando las armaduras y capuchas, pero no detenía el avance de los que venían por justicia —o venganza.

Entre ellos, un hombre con sotana caminaba con paso apresurado, abriéndose camino entre la ventisca. Al llegar a una llanura blanca y silenciosa, se detuvo frente a una figura que sobresalía del paisaje como una sombra entre la escarcha.

La mujer llevaba una armadura oscura que absorbía la luz.

Su cabello blanco caía como seda helada sobre los hombros y sus ojos, dos abismos azul cielo, capturaron por un momento el alma del sacerdote, dejándolo paralizado por una mezcla de admiración y miedo.

Entonces, su voz, tan melodiosa como el canto de una profecía y tan fría como el viento de la montaña, cortó el aire:

—Sacerdote Miguel, informe la situación.

Sacudiéndose de su trance, el sacerdote respondió con tono urgente:

—Obispo Aila, nuestros paladines, diáconos y sacerdotes ya están en posición.

Lo único que nos separa de esos malditos blasfemos son las matrices de encubrimiento que cubren la llanura... pero ya están debilitándose.

Hizo una pausa antes de continuar:

—El Arzobispo Raulio ha confirmado la cooperación con la Iglesia del Sol y la del Destino.

Por fin podremos rescatar, aunque sea a un sobreviviente de nuestra Iglesia de la Luna. Y si no... entonces que ardan todos esos hijos de puta de la Orden del Hierro.

Aila asintió, girándose hacia sus tropas y aliados. Alzó su espada carmesí, una hoja viva con pulsaciones de maná oscuro que vibraban en el aire, y gritó:

—¡Inicien el pulso de maná! ¡Desactiven sus defensas!

Los diáconos se movieron con precisión militar. Desde las retaguardias trajeron artefactos semejantes a balistas, cubiertos con una amalgama de metales mágicos que brillaban con reflejos lunares.

Cuando Aila notó que todo estaba listo, habló con serenidad implacable:

—Fuego.

La llanura se iluminó con ráfagas de energía azul pálido. Los proyectiles impactaban con estruendos que deformaban el terreno, terraformando el paisaje mientras los sellos defensivos de la Orden crujían.

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Dentro del laboratorio subterráneo, el investigador de la bata roja temblaba de emoción. Sujetos experimentales fallaban uno tras otro, pero eso ya no le importaba. Solo uno era importante ahora.

E-34.

Su obra maestra.

Con una sonrisa torcida, el Doctor Zane observó los cables y cristales que rodeaban la cápsula central. Gritó:

—¡Sector A, inicien la sobreproducción de neuronas! ¡Sector X, inyecten las células GABA!

Y luego, entre dientes, murmuró para sí mismo:

—Ya casi... ya casi, maldita sea... ¡Por fin!

Una risa histérica brotó de su garganta. Pero no duró mucho.

Las luces comenzaron a titilar. Del azul tranquilo pasaron al rojo agresivo. Las alarmas chillaban como animales heridos. Algo iba mal. Algo iba muy mal.

Zane apretó sus manos enguantadas con tal fuerza que el cuero crujió.

—¿Qué carajos está pasando? ¿¡Quién de ustedes jodidos arruinó mi experimento!?

Entonces las puertas del laboratorio se abrieron con un golpe metálico. Un hombre cruzó el umbral.

Vestía una bata azul. Su rostro estaba marcado por la guerra: mandíbula cuadrada, cabello rubio sucio, peinado hacia atrás, y una cicatriz grotesca que le cruzaba el cuello de lado a lado.

Sostenía un puro entre los labios y una vibra letal lo envolvía.

—Zane —dijo, exhalando humo—. El Clavo que Ve... estamos siendo asediados. Las matrices van a caer en menos de diez minutos.

Zane lo miró incrédulo.

—Belial... El Martillo del Silencio. ¿¡Cómo mierda es esto posible!? Estamos en tierra de demonios. ¡Esas plagas no se atreven a venir aquí! ¿Qué pasó con nuestros acuerdos? ¡Les dimos sacrificios!

Belial soltó otra bocanada de humo. Luego dejó caer su martillo de guerra dorado sobre su hombro con un movimiento cansado.

—Ese es el problema. Nuestros Speculatores Mentis —los Vigilantes de la Mente— apenas obtuvieron las noticias.

Los Arzobispos no usaron redes normales, solo informaron a los tres Obispos Representativos. Nada de caras visibles. Nos organizaron una redada en silencio... y se nota que hay una rata entre nosotros.

El aire se volvió denso.

—Ya se encargarán de eso los Ferrarii Damnati —gruñó Belial—. Pero ahora, tenemos otro problema.

Un estruendo sacudió los cimientos del complejo. Polvo cayó del techo. Luces chispearon.

Zane palideció.

—¡No, no, no! ¡Faltan 20 minutos para que E-34 despierte! ¿¡Puedes ganar tiempo!?

Belial negó con la cabeza.

—Mis Custodes Ferri están al máximo. Y aunque lo odie, no puedo ganar esta vez. Hay un cardenal con ellos... y no soy estúpido.

Torció el gesto con desprecio.

—Decide, Zane. ¿Nos vamos o te hundes con tu puto juguete?

Zane apretó la mandíbula. Sabía que los otros Clavos despreciaban a su división. Que para ellos, los rojos eran débiles, parásitos del dogma del sacrificio. Pero no moriría aquí. No todavía.

Con resignación, alzó la voz:

—Chronolythi. Inicien el código: El mañana se dobla al saber.

Luego se giró hacia Belial, con una expresión sombría.

—Ya está. Tenemos 19 minutos. Y cuando esto vuele, nadie sabrá qué era real... y qué era futuro...

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hola buenas, vamos a aclarar, estudio medicina así que publicaciones seguidas... difícil.

Después realmente me gusta leer novelas y esto es lo que me llevó a empezar este viaje de escribir la mía, porque no les ha pasado, está parte sería mejor si, porque no hizo tal, etc etc.

Pues exacto, lo quiero intentar así que tengan paciencia porque realmente este será mi primer intento y agradecería mucho que me dejarán ideas para poder seguir con este proyecto hecho por amor, amor al arte, ya como de hecho no se ni como funciona esta app, creo que estoy haciendo esto sin muchos planes, pero bueno, en la vida hay que arriesgar, deseenme suerte. Posdata: Los nombres de los personajes tienen significados con los que moldee su personalidad, iré dejando que significan cada uno al fin de página gracias