Cherreads

The Devourers' Frontier

Henry_Klein0
--
chs / week
--
NOT RATINGS
4.1k
Views
Synopsis
Sinopsis de The Devourers' Frontier – Capítulo 1: Jota Morel En la ciudad fortificada de Alvoria, dentro del vasto supercontinente Frontier, Jota Morel, un joven estudiante de la Preparatoria de Combate A, se encuentra atrapado entre la rutina académica y su deseo de convertirse en un verdadero héroe. Desencantado por una educación centrada en la teoría y la defensa personal, empieza a cuestionar la autenticidad del sistema, la corrupción de sus autoridades y el futuro de una humanidad amenazada por una fuerza destructiva conocida como los Devoradores. Mientras el mundo parece hundirse en hipocresías y egoísmos, Jota busca sentido a su existencia, anhelando libertad y propósito más allá de las paredes del aula. Entre reflexiones filosóficas, momentos cotidianos con su familia, y un deseo creciente por cambiar su destino, nace en él una determinación: entrenar su energía latente llamada RN (Rotura y Nacimiento), un poder interior que podría ser la clave para acceder a habilidades especiales y enfrentar la oscuridad que se avecina. Convencido de que la respuesta no está en lo que le enseñan, sino en lo que él decida forjar por sí mismo, Jota fija su objetivo en ingresar a la prestigiosa Academia de Héroes, Hero Ragnarok. Pero con una tasa de admisión menor al 1%, su desafío apenas comienza.
Table of contents
VIEW MORE

Chapter 1 - Jota Morel

"La libertad parece un sueño lejano cuando estoy atrapado en la rutina diaria, donde cada día es una repetición sin fin de horarios y expectativas. En mi mente, los superhéroes son la encarnación de la verdadera libertad, capaces de romper las cadenas de la monotonía y forjar su propio destino. Me pregunto si hay más en la vida que seguir el camino trazado, si puedo encontrar mi propio propósito y significado en un mundo que parece estar ya definido. La realidad parece tan... gris, mientras que el mundo de los superhéroes es un lienzo lleno de colores y posibilidades".

Jota Morel, un joven de 17 años con cabello castaño claro que caía sobre su frente de manera desordenada, y ojos oscuros que parecían contener una profunda introspección. Su piel clara tenía un tono ligeramente bronceado, fruto de pasar tiempo al aire libre. De complexión delgada, con un peso de 69 kilos y una estatura de 177 centímetros que le daba un aspecto atlético y ágil. Es un estudiante de secundaria en la Preparatoria de Combate A, ubicado en la ciudad Alvoria, en la Región de Deldoria del super continente Frontier. Está cruzando su último año como estudiante de secundaria y se siente desanimado con la idea de seguir estudiando.

"Entré a esta Preparatoria de Combate porque creí que aprendería a convertirme en un verdadero héroe, alguien que pudiera marcar la diferencia en el mundo. Sin embargo, lo que encuentro es una institución que se enfoca más en la teoría y la defensa personal que en la verdadera esencia de ser un héroe. ¿Es la realidad solo una sombra de nuestros sueños?".

Al terminar de hablar, el lápiz que tenía en la mano se rompió, y los fragmentos cayeron al suelo, produciendo un sonido seco y hueco que resonó en la habitación, como si la fragilidad de sus esperanzas se hubiera hecho tangible.

"El profesor Ryker, de combate, es un hombre despiadado y arrogante, cuya presencia parece absorber la energía del aula. Su carga de trabajo es abrumadora, y los rumores sobre su comportamiento hacia las estudiantes femeninas son preocupantes. Y lo que es peor, parece que su amistad con el director Langley le permite actuar con impunidad, como si estuviera por encima de la ley. Me pregunto, ¿es la influencia y el poder lo que corrompe a las personas, o simplemente revela su verdadera naturaleza? La hipocresía y la injusticia parecen tener un precio muy bajo en este lugar, donde la amistad y el favoritismo pueden eclipsar la integridad y la decencia".

Mencionó Jota Morel con amargura, sacudiendo la cabeza en señal de disgusto.

"Los Devoradores están apostados en los bordes de Frontier, listos para atacar en cualquier momento, y sin embargo, la humanidad sigue siendo la misma, siempre buscando sacar provecho y beneficio propio, sin importarle el bienestar de los demás". 

El escudo de alta tecnología que protege al supercontinente parece ser una barrera frágil contra la amenaza que se cierne sobre la humanidad, y aun así, aquí la prioridad parece ser la política y el poder, en lugar de la seguridad y la supervivencia de todos. Es como si la crisis que enfrentan no fuera suficiente para unir y trabajar juntos, sino que más bien dan excusas para seguir con sus mezquindades y ambiciones personales. 

"Estoy cansado de reflexionar sobre esto, al final de cuentas nada importa". Cerró su bloc de notas con un golpe seco y lo dejó en su escritorio de madera de color marrón oscuro, cuyas vetas resaltaban en la penumbra de la habitación. Luego, se levantó y caminó hacia su ropero, donde colgaban varios suéteres y pantalones de color negro y blanco, mayormente, en un orden casi militar. Encima de estos, una toalla blanca y suave parecía estar esperándolo. La tomó y se la echó al hombro, sintiendo el frescor del algodón. 

"Necesito un baño fresco y algo tibio, últimamente está haciendo mucho calor". La idea de sumergirse en agua fría parecía ser justo lo que necesitaba para despejar su mente y olvidar por un momento las preocupaciones que lo agobiaban. 

En ese momento, justo cuando estaba a punto de dirigirse al baño después de tomar la toalla de su ropero, se escucharon golpes en la puerta. Su rostro se tensó ligeramente ante la interrupción. 

"Esta es la tercera vez que tocas mi puerta en el día, ¿Qué quieres ahora, Saida?" preguntó con un tono de voz cansado y estresado, llevándose la mano a la cabeza en un gesto de frustración. Abrió la puerta y se encontró con su hermana, una chica de 16 años con cabello largo y castaño que caía en cascada por su espalda, y ojos redondos algo grandes que parecían brillar con curiosidad. Su piel clara resplandecía con un suave rubor, y su complexión delgada se notaba en su figura esbelta, con un peso de 53 kilos y una estatura de 165 centímetros. Llevaba puesto un pijama de unicornios color pastel que parecía ser su favorito, y que contrastaba con la seriedad del momento. 

"Jajajaja, ¿Por qué estás usando esa cosa? ¿No te mueres de calor?" Jota Morel se agarraba la barriga con intensidad mientras se reía y la señalaba con un dedo, su risa era contagiosa pero también irritante para Saida. La chica de 16 años se molestó y le dio un golpe en la cabeza a su hermano, haciendo que le saliera un chichón en la frente. 

"¡Ay, eso dolió! Me pegaste muy fuerte", se quejó Jota, llevándose la mano a la cabeza y haciendo una mueca de dolor. 

Saida lo miró a otro lado con los cachetes inflados y un ceño fruncido, todavía visiblemente molesta. "Eso te pasa por burlarte de mí", dijo con voz firme, aunque su mirada seguía siendo un poco infantil. Su pijama de unicornios color pastel parecía un contraste divertido con la seriedad de su expresión. 

La miró sonrientemente y se acercó a ella, posando su mano sobre su cabeza y revolviendo su cabello con suavidad, haciendo que Saida se molestara aún más. 

"Lo siento, hermanita... eres muy adorable" Mostrando una sonrisa traviesa, "pero ¿por qué estabas llamándome antes? ¿Era sobre nuestra abuela? ¿Ya salió del hospital?" Su voz era cálida y preocupada, lo que contrastaba con la burla anterior. 

Saida se apartó de él, intentando alisar su cabello despeinado. "No es nada de eso", dijo con un tono de voz irritado, aunque su mirada todavía mostraba un atisbo de diversión. "Solo quería preguntarte si habías visto mi cargador de celular". Su voz se suavizó ligeramente al final, lo que hizo que Jota se sintiera un poco culpable por haberse burlado de ella antes. 

"Tu cargador... mmh... ¡Qué niña tan distraída!" Jota se rascó la cabeza, intentando recordar dónde había visto el cargador por última vez. "Recuerdas que ayer, sábado, vinieron tus amigas Cloe y... ¿Cómo se llamaba la otra?", preguntó, mirando a Saida con una sonrisa traviesa. "Sí, Emma, ¿no es así? Ella se quedó un rato y luego se fueron al parque, ¿no?" Su voz era relajada y nostálgica, como si estuviera recordando un momento divertido. 

Saida asintió, intentando seguir el hilo de la conversación. "Sí, sí, Emma y Cloe vinieron a casa y luego se fueron al parque. Pero ¿Qué tiene que ver eso con mi cargador?" Su voz era un poco impaciente, pero Jota continuó hablando sin darse cuenta. 

"Ah, sí, el cargador... Creo que lo vi en la mesa de la sala, donde estaban sentadas tus amigas. ¿Quieres que vaya a buscarlo?" Jota se ofreció, ya empezando a caminar hacia la sala. 

Jota se dirigió a la sala, tropezando con sus propios pies en el camino. 

"¡Cuidado, hermanita! ¡Voy a buscar ese cargador como si fuera un tesoro perdido!" Saida puso los ojos en blanco, pero no pudo evitar sonreír. 

Al llegar a la sala, Jota levantó la mesa de centro y encontró el cargador debajo de un cojín. 

"¡Eureka! ¡Lo encontré! ¡El cargador ha sido encontrado!" Saida se río y se acercó a él. 

"¡Gracias, Jota! Eres mi héroe". 

Jota le entregó el cargador con una sonrisa triunfante. 

"De nada, hermanita. Soy un experto en encontrar cosas perdidas... siempre y cuando no estén en mi habitación". Saida se río y le dio un golpe suave en el brazo. 

"No te preocupes, Jota. Te perdono esta vez". 

"Por cierto, ¿Dónde está mi toalla?" preguntó Jota, mirando por todos lados sin encontrar su toalla. Su rostro mostraba una mezcla de frustración y diversión. 

Saida, que estaba cerca, se río y le mostró una sonrisa sarcástica. 

"¿Hablas de esta?" preguntó, mientras sostenía en su mano la toalla y se la mostraba a Jota. "Se te cayó cuando te tropezaste... tonto", añadió, enfatizando la última palabra con un tono burlón. 

Jota se río y se acercó a Saida, intentando recuperar su toalla. "Ah, sí, me acuerdo. Me tropecé con mis propios pies, como siempre", dijo con una sonrisa autocrítica. "Devuélveme mi toalla, hermanita". Saida se río y le entregó la toalla, y Jota se la envolvió alrededor del cuello, sonriendo satisfecho. 

"Bien... tu hermano mayor tiene una misión que cumplir, así que se despide, bye". Jota salió de la sala rápidamente en dirección al baño, gritando "¡Hasta luego, hermanita!" mientras desaparecía detrás de la puerta del baño. Saida se quedó sonriendo, sacudiendo la cabeza ante la extraña forma en que su hermano se había despedido. Se encogió de hombros y se sentó en el sofá. 

De repente, escuchó el sonido de la ducha en el baño y sonrió. "Misión cumplida, supongo", se dijo a sí misma, riendo suavemente. 

"La la la, la la la, ¡princesa! Dame tu amor ¡Si princesa! Yo quiero ser como tú, ¡si princesa! Quiero volar como tú, ¡Sí princesa! Déjame llegar a las estrellas... ¡Como tú!" Cantaba Jota mientras se duchaba, con una voz desafinada pero llena de entusiasmo. El agua tibia caía sobre su rostro y él cerraba los ojos, dejándose llevar por la música. Su voz resonaba en el baño, haciendo que Saida se riera al escucharlo desde la sala. 

"¿Qué estás cantando ahora?", gritó Saida desde fuera del baño, riendo. "¡Parece que estás en una ópera!", añadió, burlándose de la voz de su hermano. Jota se río y siguió cantando, sin importarle que su hermana se burlara de él. 

Minutos después, Jota salió de la ducha y se envolvió la toalla alrededor de la cintura, cubriendo su cuerpo. Se paró frente al espejo del baño, que estaba empañado por el vapor de la ducha. Con la secadora en mano, comenzó a secarse el cabello, mientras se miraba en el espejo. El vapor se disipó lentamente, revelando su rostro sonriente y su cabello despeinado. 

Mientras se secaba el cabello, Jota no pudo evitar hacer algunas caras tontas en el espejo, sonriendo y sacando la lengua. Se río de sí mismo y continuó secándose el cabello, disfrutando del momento de tranquilidad en el baño. La toalla se mantenía firme alrededor de su cintura, mientras él se movía con libertad, secándose el cabello con una sonrisa en el rostro. 

De repente Jota se detuvo un momento frente al espejo y se miró a sí mismo con una sonrisa reflexiva. "A veces es mejor ser un tonto para ser feliz", se dijo a sí mismo, con una mirada profunda en sus ojos. "La vida es demasiado seria como para no disfrutar de los momentos absurdos", añadió, riendo suavemente. 

En ese momento, Jota sabía de antemano de que la felicidad no siempre se encuentra en la seriedad o la perfección, sino en la capacidad de disfrutar de los pequeños momentos y de no tomarse demasiado en serio a uno mismo. La toalla alrededor de su cintura y su cabello despeinado parecían ser el reflejo perfecto de esa filosofía. 

"Una vez que termine la preparatoria y cumpla 18 años... me inscribiré en el examen de la prestigiosa Academia de Héroes [Hero Ragnarok]", pensó Jota con determinación, desconectando la secadora de su enchufe. Su mirada se perdió en el espejo, pero su mente estaba enfocada en el futuro. "Su tasa de aceptación es menor del 1 por ciento", recordó, sin que eso lo intimidara. "Este se da una vez al año, en el mes de enero, los días no son fijos, pero es alrededor de ese mes", añadió, mentalmente planificando su estrategia para prepararse. 

Jota se imaginó a sí mismo como un héroe, salvando vidas y protegiendo a los inocentes. La idea de unirse a la Academia de Héroes lo llenaba de emoción y motivación. Se dio la vuelta y salió del baño, listo para comenzar a trabajar hacia su objetivo. La toalla alrededor de su cintura parecía ser un símbolo de su determinación, un recordatorio de que estaba listo para enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino. 

Jota caminaba por los pasillos de su casa, con la toalla todavía alrededor de su cintura, mientras se dirigía hacia su habitación. Sus pies descalzos hacían un suave ruido en el suelo, mientras su mente estaba ocupada con pensamientos sobre su futuro y la Academia de Héroes. 

"Tengo exactamente un año para tomar el examen, y siendo sincero y realista, no me siento para nada preparado", pensó Jota con una mezcla de frustración y determinación. "Esa estúpida preparatoria es una falacia", se dijo a sí mismo, sacudiendo la cabeza. "No me enseñó nada más que lo básico, teoría y defensa personal... ¿Cómo piensan que con eso puedo ingresar a Hero Ragnarok?" 

Jota se sintió engañado, como si hubiera sido víctima de una estafa. "Ingresé porque tenía buenas reseñas en su web, pero no era más que información falsa, siendo manipulada por los medios para promocionarlos", se lamentó. La decepción y la ira se reflejaban en su rostro, mientras se daba cuenta de que había sido engañado por la publicidad y las promesas vacías de la preparatoria. 

Al llegar a su habitación, Jota se detuvo frente a la puerta y se apoyó en el marco, mirando hacia adelante con una expresión pensativa. "Tengo que encontrar una manera de prepararme de verdad", se dijo a sí mismo, con una determinación renovada. "No puedo depender de la preparatoria para lograr mis objetivos. Tengo que tomar el control de mi propio destino". Con un suspiro profundo, Jota entró en su habitación, listo para comenzar a planificar su próximo paso. 

"Primero que nada, tengo que aumentar mi RN [Rotura y Nacimiento] al entrenar el RN de manera correcta y pasarlo al siguiente nivel", pensó Jota con determinación. "RN1... eso suena prometedor. Según lo que había leído y escuchado, alcanzar el nivel RN1 me permitiría acceder a estados de conciencia más altos y conectar con otros seres de una manera más profunda". 

El RN es un poder latente que se despertó en las personas después de la llegada de los [Devoradores], y su crecimiento depende del esfuerzo y la dedicación que cada persona le ponga, así como de su conexión con un ser o entidad específica. 

Esto sugiere que el RN es una respuesta a la amenaza de los [Devoradores], y que las personas pueden desarrollar este poder para protegerse y defenderse. La conexión con un ser o entidad específica podría ser un factor clave en el desarrollo del RN, y podría determinar las habilidades y poderes que se desbloquean. 

"Con RN1, podré acceder a conocimientos sobre habilidades ocultas dependiendo de la conexión de la persona y el ser", se dijo a sí mismo, emocionado por la perspectiva de descubrir nuevos poderes y habilidades. La idea de poder conectar con otros seres y acceder a conocimientos ocultos era emocionante y aterradora al mismo tiempo. 

Tras una breve reflexión, Jota se agachó y extrajo una vela cilíndrica de cera de debajo de su cama. La luz tenue de la llama danzaba en sus ojos, como si desafiara la oscuridad que se cernía sobre su mente. Su calor acogedor, y sus llamas las cuales no mostraban signos de producir quemaduras. 

"Recuerdo que en la preparatoria nos advirtieron que, al alcanzar los 17 años, el cuerpo humano alcanza una madurez suficiente para soportar la práctica del RN. A esa edad, la estructura física es más resistente, capaz de manejar la concentración de energía sin sucumbir. Pero si alguien se aventura antes de tiempo, el resultado es fatal: el cuerpo se desintegra desde adentro. Primero, los ojos sangran como si la visión misma se rebelara. Luego, un frío intenso recorre la piel, como si la muerte misma tocara cada célula. Finalmente, el dolor se convierte en punzadas internas, como si los órganos lucharan por escapar de su prisión, hasta que la presión interna los hace estallar." 

Jota suspiró, su mirada perdida en la llama. 

"Es curioso", murmuró, "cómo buscamos trascender nuestros límites, cómo desafiamos las leyes naturales en busca de poder o conocimiento. Pero, al final, la muerte es la única certeza que poseemos. Nos recuerda que, por más que intentemos escapar de ella, siempre nos alcanza. Es el recordatorio constante de nuestra fragilidad". Dando un suspiro profundo.

"Solo los estudiantes de 17 años tienen permitido acceder a esta información. Si chicos menores a esa edad la conocieran, las muertes en todo Frontier serían exorbitantes. Además, para aumentar tu RN, necesitas ir a una agencia de héroes a verificar tu edad; solo así te entregarán estas velas" Mencionó Jota mientras una gota de sudor le recorría lentamente el rostro. 

"Después, deberás firmar un contrato en el que se deja claro que cualquier cosa que suceda con estas velas recaerá únicamente sobre tus hombros. No importa en qué circunstancias se presenten los hechos, ya sea que las pierdas por accidente, las robes, o incluso si simplemente caen de tu mochila sin que te des cuenta y alguien más las encuentra y las utiliza, la responsabilidad será completamente tuya. La ley no hace excepciones ni reconoce excusas cuando se trata de estos objetos. Ya sea por negligencia o por intención directa, las consecuencias serán las mismas. La justicia en Frontier es estricta, y una vez que firmas, aceptas que el peso total de cualquier incidente recaerá sobre ti, sin importar la situación". 

"Estas velas son la puerta de entrada para iniciar tu RN, y conectar con tu verdadero ser. No se trata solo de un poder que se activa, sino de un viaje hacia lo más profundo de tu esencia". 

Murmuró Jota con un tono sombrío, dejando escapar un suspiro mientras varias gotas de sudor descendían por su frente y caían al suelo, reflejando la gravedad de sus palabras. 

A través de la llama, no solo se enciende una fuerza dormida, sino también las verdades ocultas que habitan en tu interior. Porque solo enfrentando la oscuridad dentro de uno mismo, es posible encender la luz que transforma. El RN no es un simple despertar: es un pacto con lo que eres, lo que has sido, y lo que estás dispuesto a ser. 

Sin más demora, Jota se sentó en el suelo con gesto decidido y colocó una vela en cada esquina a su alrededor, formando un cuadrado perfecto que lo encerraba en el centro. Cada movimiento lo hacía con cuidado, como si conociera bien el peso de cada paso. Luego, cruzó las piernas en posición de loto, apretó sus manos con fuerza sobre su regazo y cerró los ojos. En cuestión de segundos, como si una sombra hubiera caído sobre el lugar, todo su entorno se volvió oscuro. El aire pareció tornarse más denso, y el silencio lo envolvió por completo, anunciando que el ritual estaba a punto de comenzar. 

"Mi cuerpo está comenzando a arder demasiado... ¿Esto es normal?", pensó con preocupación, sintiendo cómo el calor se intensificaba con rapidez. De pronto, un fuego azul emergió a su alrededor, envolviéndolo por completo. Las llamas no quemaban su piel como el fuego común, pero el ardor se volvió insoportable, como si sus músculos y huesos estuvieran siendo forjados desde dentro. 

"Maldita sea, cabrón, me duele todo el cuerpo", pensó mientras apretaba los dientes con fuerza, intentando no gritar. El sudor le corría por la frente, y cada segundo se sentía como una eternidad dentro de ese infierno azul que lo consumía sin dejar marcas visibles. 

"Si quería convertirme en un héroe, tengo que soportar esto... no voy a rendirme", se repetía Jota mientras el fuego azul seguía devorando cada rincón de su ser. 

El ardor era como mil agujas clavándose a la vez en sus músculos, siendo destruida y reconstruida a la fuerza. Pero no gritaba. No lloraba. Solo apretaba los dientes con una furia callada, sus ojos cerrados con fuerza mientras sentía que su alma misma era puesta a prueba. 

En medio del dolor, sus pensamientos no se dispersaban. Se aferraban a un solo hilo: su propósito. 

"Protegeré a mi hermana Saida… a mi abuela… y vengaré a mis seres queridos, que los llevo siempre en mis recuerdos todos los días...", murmuró para sí, no con desesperación, sino con la fuerza inquebrantable de quien ha elegido un camino del cual no hay retorno. El sufrimiento no era solo físico. Era una confrontación con su propio límite, con su miedo, con la parte de él que temía no ser suficiente. Pero incluso en medio de esa oscuridad abrasadora, algo dentro de él seguía brillando. Era rabia, sí, pero también amor. Amor por quienes aún vivían, por quienes creían en él. Y por eso, su determinación se volvió más fuerte que el dolor. 

"Malditos Devoradores… los mataré a todos, cueste lo que cueste", pensó, su mandíbula temblando por la presión. No era una promesa hecha al aire. Era un juramento sellado con fuego, dolor y una voluntad que ni el infierno azul podría quebrar. 

En ese instante, Jota no solo soportaba el ritual. Lo dominaba. Porque entendía que los verdaderos héroes no son los más fuertes, sino los que eligen seguir de pie cuando todo les dice que se rindan.