Cherreads

Chapter 1 - Acto I — Capitulo 0 — El silencio de seis años

Las estrellas flotaban inmóviles sobre los restos de la ciudad flotante de Kaelis. Entre sus ruinas reconstruidas y torres envueltas en barreras de luz azul, la noche se deslizaba como un espectro silencioso. En la residencia Zacofs, un palacio esférico de arquitectura luminaria y cristal biointeligente, Ilya contemplaba la ciudad desde la terraza de su habitación. Lo hacía como todas las noches, en silencio, con una copa de vino rojo olvidada en la mano.

Seis años. Seis inviernos de bodas vacías, de cenas para uno, de promesas que se hicieron humo.

Sera Reyford... su esposa, por título, no por acto. La misma que no le dirigía una mirada, que se escabullía en las sombras de la noche para ir a los brazos de otro.

De él.

El primero.

El intocable.

El amigo de infancia al que Sera aún pertenecía en cuerpo y alma.

El no tenía necesidad de espiar la vida de su “esposa" era muy evidente, llegadas tardes todos los días y con su ropa y cabello desordenados, mientras dormía balbuceaba el nombre de su amante.

Y las IAS le reportaban todo lo que le pasaba a Sera aunque el les prohibió muchas veces que no lo hicieran.

—Señor, los signos cardíacos de la señora de-

—Basta —murmuró. Callando el reporte de la IA.

Dejó la copa sobre el barandal de obsidiana lunar y se giró hacia el holopanel flotante. Su dedo tembló un segundo antes de presionar el número cifrado. No por miedo. Por cansancio.

El rostro de Elara Reyford, la madre de Sera, apareció segundos después. Su cabello plateado caía como seda por sus hombros, y sus ojos celestes estaban cargados de sabiduría... y tristeza.

—Ilya... ¿qué ocurre cariño? —preguntó ella, aunque en su tono ya había una intuición.

—Quiero el divorcio —dijo él, directo, sin adornos.

Hubo un silencio largo, respetuoso.

—¿Estás seguro?

—Lo estuve desde el segundo año... solo que no quería intentarlo. Pero ya es suficiente. El contrato exige que hable contigo primero. Así que aquí estoy.

Elara asintió lentamente. Se acomodó en su asiento, como si la pesadez de la verdad fuera un abrigo que ya había llevado demasiadas veces.

—Lo lamento, Ilya. Sera... pensar que al principio se le veía contenta, fue mi error unirlos.

Él negó con suavidad.

—No lo fue. Tu intención fue buena. Solo que no somos el futuro del otro.

—Te enviaré los documentos mañana por la mañana. El protocolo tardará dos días en oficializarlo.

—Gracias, Sra.Elara. Por todo. Y... no te preocupes por mí.

Ella sonrió apenas. Una sonrisa amarga.

—Lo haré de todos modos. Porque tú fuiste mejor esposo del que mi hija mereció.

La llamada se cerró en silencio. Ilya se quedó de pie, mirando las luces de Kaelis, ahora distorsionadas por un campo de niebla flotante. Se sentía más liviano, pero no mejor. No aún.

Un largo suspiro salió de los labios de Ilya, se dió la vuelta para dirigirse al interior de la casa, pero entonces.

—Señor, la general Zamora está en la línea. Desea hablar con usted.

Se detuvo en seco y miro el panel de IA a su lado derecho, un poco sorprendido de tal llamada.

—Pasala a mi celular con línea privada.

Dijo y con un movimiento de su mano derecha, el reloj en su muñeca se transformoben un celular de pantalla digital.

—¿General? Es inusual que llames a estas horas —dijo Ilya, apoyándose contra el marco de la puerta, con el celular proyectando el rostro severo y sereno de una mujer de mirada metálica y uniforme impecable. La General Zamora no era una persona que jugara con formalidades innecesarias.

—También es inusual que el mejor agente táctico de la División Estelar esté retirado, encerrado en un matrimonio fantasma —replicó ella con una sonrisa ladeada, de esas que se usaban para abrir puertas cerradas a fuerza de sarcasmo.

—Ya no importa —respondió Ilya con una voz ronca. Los trazos de una vida emocional erosionada pintaban su rostro como cicatrices invisibles.

Zamora soltó una risa seca. No burlesca, sino áspera, como si también doliera.

—Entonces no te molestará si te cuento el nuevo jueguito del día. Tenemos una asesina en serie suelta. No cualquier fanática con delirios, Ilya. Esta es una cazadora profesional. Está yendo por nobles imperiales... y empresarios con conexiones multinacionales. Siete muertos en seis semanas. Todos de alto perfil. Ningún patrón claro, excepto... que todos están vinculados con la antigua red de control de Kaelis.

Ilya enmudeció. Una brisa fría se coló desde la terraza. La ciudad, ahí abajo, seguía respirando en luces azules.

—¿Quieren que vuelva al campo? —preguntó él sin sorpresa.

—Por supuesto. Eres el único que aún recuerda cómo se mueven los fantasmas de esa red. Y francamente, si esta asesina sigue su curso, va a colapsar más de una alianza entre casas mayores. Esto puede escalar a guerra civil intersectorial. —Zamora hizo una pausa, luego agregó—. ¿Qué dices, comandante dormido?

Ilya bajó la mirada por un instante. Luego, cerró el puño.

—Primero... necesito resolver algo. Un último asunto personal.

Zamora arqueó una ceja.

—Esta bien, tienes 72 horas, una vez cumplidas te quiero en mi oficina vistiendo lo más elegante que puedas.

Ilya rio un poco cerrando sus ojos para poder disfrutar de la fuerte brisa fría que comenzaba a hacer.

—Cuidate guapo.

Se despidió Zamora, la pantalla holográfica del celular se apagó, volvió a su estado natural de reloj.

Ilya saboreo este momento frío, como una calma. Antes de una fuerte tormenta.

More Chapters