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Chapter 5 - Los Secretos del Pasado

¿El talento de los hermanos Starwind es una herencia familiar... o algo más?Kai y Ash han demostrado un potencial extraordinario desde pequeños. Pero mientras uno creció como un niño normal en este mundo, el otro renació con recuerdos de una vida anterior.¿Es ese conocimiento lo que hará a Ash más fuerte... o existe un poder más profundo que aún no ha despertado?

Para entender su presente, primero hay que mirar hacia atrás... al origen de su linaje.

Su misión era peligrosa: explorar territorios desconocidos para conquistar tierras y obtener recursos. Pero, al igual que ellos avanzaban, los demás reinos también lo hacían, lo que inevitablemente los enfrentaba en batallas sangrientas y masacres brutales.

Ambos fueron temidos y respetados en todos los reinos. Ragnar era conocido como El Guardián Indomable, por su fuerza inquebrantable y su rol como escudo en la línea de frente. Morgana, por su parte, era llamada La Bruja de los Lamentos, capaz de congelar cuerpos y almas con su habilidad de hielo: Hielos del Rencor.

En aquel entonces, el reino al que servían —Arcadia— era, y sigue siendo, el más temido de todos. No solo por su dominio estratégico y sus tropas de élite, sino porque en sus filas se encontraba el héroe más poderoso entre los cinco reinos: Ezra Grimoire.

Tras innumerables batallas y victorias, Ragnar y Morgana encontraron algo más profundo que el deber… se enamoraron.Cumpliendo su última misión —defender la frontera del reino contra Etharia—, regresaron con una victoria aplastante. Aclamados y reconocidos por todos, tomaron una decisión silenciosa y firme: desaparecer del mundo militar.

Abandonaron el reino, los honores y la guerra. Se marcharon a una aldea agrícola, pacífica y olvidada, donde se cultivaban arroz, vegetales y frutas.Lo dejaron todo por amor.Y hasta el día de hoy, sus rostros reflejan que esa elección… valió la pena.

De vuelta en la casa de los Starwind, Ragnar pasaba los días cabizbajo.No solo por el regaño reciente que le dio a sus hijos, sino porque, en el fondo, sabía algo inevitable: pronto tendría que dejarlos ir.

Sus hijos crecerían.Tendrían que salir al mundo, estudiar, formarse, enfrentarse a todo aquello de lo que él quiso protegerlos.

El apellido Starwind pesaba mucho.Demasiado.

Y por eso, su ingreso a la famosa academia ArcanoBlade… sería inevitable. Y también sencillo.

Fue idea de su padre decirles con anticipación que harían una visita al reino, pues pronto cumplirían dieciséis años y tendrían que ingresar a la academia para estudiar y desarrollar todo el talento que poseían.Los hermanos, emocionados, esperaron con ansias ese día.

Durante el trayecto hacia el reino, sentados en el carruaje, Ash y Kai no paraban de hacer preguntas.

—¿Cómo comenzó la guerra entre los reinos? —preguntó Kai, curioso.

Ragnar, pensativo, respondió desde su experiencia y lo que recordaba de los libros de historia:

—Se dice que todo comenzó cuando los dioses, por razones desconocidas, entraron en conflicto entre sí... y arrastraron a otras razas a sus disputas. Aún hoy, el verdadero motivo sigue siendo un misterio.

Al decir eso, una sombra de nostalgia cruzó el rostro de Ragnar. Recordó a su abuelo y añadió con un tono más personal:

—Cuando mi abuelo fue convocado como refuerzo a una de las grandes batallas, tuvo problemas para llegar a tiempo. Iba desesperado… sentía que, si perdían, sería culpa suya por el retraso.Pero sucedió lo impensable. Desde lejos, vio cómo una luz cubría todo el campo de batalla. Una explosión tan grande que desapareció aldeas enteras.

Hubo un momento de silencio.

—Después de eso —continuó Ragnar—, los reyes de los cinco reinos convocaron una reunión de emergencia.Ahí nació la llamada Tregua de Conquista.

Ash frunció el ceño.

—¿Qué significa exactamente?

—Significa que no pueden invadir territorios reconocidos de otros reinos —explicó Ragnar—.Se permite el comercio, la negociación, incluso las alianzas... como si fueran aliados.Pero las tierras desconocidas, no reclamadas, pueden ser disputadas.Y ahí, todo está permitido.

Los hermanos se miraron con una mezcla de asombro y tensión.

Ash, curioso, cambió de tema:

—¿Y cómo es el héroe del reino? ¿Es tan fuerte como dicen?

Ragnar respiró hondo y contestó con prudencia:

—Depende. El título de "Héroe" cambia con el tiempo. Siempre nace alguien que supera al anterior. Antes de que el actual héroe de Arcadia fuera reconocido como el más fuerte, hubo otro... un guerrero del Reino de Acero.

Ragnar miró por la ventana del carruaje.

—Desde mi perspectiva, un verdadero héroe debería proteger a su reino cueste lo que cueste. Imponer respeto, pero también justicia.Y Ezra... bueno, Ezra era lo contrario.

—¿Cómo así? —preguntó Kai, algo preocupado.

—Cuando lo conocí —continuó Ragnar, en voz baja—, era un niño sin emociones.No dudaba en matar si lo consideraba necesario. No era alguien con quien se pudiera razonar fácilmente.

Los hermanos se quedaron en silencio. Un escalofrío les recorrió la espalda.

Pero Ragnar sonrió y soltó una carcajada.

—Tranquilos. Eso fue hace años. Estoy seguro de que ha cambiado... o al menos, eso quiero creer.

Tras recorrer un largo tramo en su camino hacia el reino, comenzaron a cruzarse con carruajes y elfos montando majestuosos caballos.

Kai, sorprendido, no pudo contener su curiosidad:

—Padre… ¿y esas cosas qué son? —preguntó con inocencia, hablando desde el desconocimiento.

Ash, respondiendo lo que para él era obvio, intervino:

—Son elfos… claro, lo leí en los libros que nuestra madre nos hacía leer —añadió rápidamente, solo para evitar que su padre le preguntara cómo lo sabía.

Ragnar se puso serio de inmediato:

—Es una falta de respeto decir "cosas", Kai. Existen muchas razas en este mundo, y tu hermano tiene razón: pertenecen a la raza de los elfos.Y verán muchas más cuando lleguemos al reino.

Como siempre, a Ragnar le gustaba añadir más de lo necesario:

—Como les mencioné, existen cinco reinos que se distribuyen formando una cruz. Imagina el primer punto en la parte superior: ahí está nuestro reino, Arcadia.En el centro exacto de esa cruz —aunque no es un reino— se encuentra la famosa Ciudad Elyndor.Es una ciudad neutral donde todos pueden entrar. Solo existe la paz ahí: todo aquel que ingresa debe abstenerse de causar problemas.Incluso si llegas en medio de una pelea, continuarla dentro de sus límites está totalmente prohibido.

Mientras les hablaba, Ragnar dibujaba con palabras un mapa mental en sus mentes, cada vez más interesados.

—Desde ese centro, si vas hacia el brazo derecho de la cruz, encontrarás el Reino de Alquimia. En el lado izquierdo, Acero.Ambos reinos son hogar de una gran variedad de razas que conviven en armonía.

Debajo del centro está Etharia, un reino donde solo habitan humanos. Son muy cerrados, limitan sus negociaciones y rara vez aceptan forasteros.

Y, finalmente, en la parte más baja de la cruz... se encuentra el Reino de las Sombras.Como su nombre lo sugiere, allí solo existen demonios.O al menos, eso se dice. Hasta hoy, nadie entra ni sale. No comercian. No se relacionan. Solo existen... y observan.

Ash y Kai lo escuchaban con atención. Ambos estaban intrigados, pero Ash, como siempre, ya había procesado la información y no quiso perder tiempo. Levantó la voz con otra pregunta:

—Padre, disculpa la interrupción… pero ¿qué tan prestigiosa es la academia a la que ingresaremos?

Ragnar sonrió, llevándose una mano a la boca para reprimir una carcajada.

—A veces siento que hablo demasiado… Jajaja.No te preocupes, hijo. La verdad es que ArcanoBlade es la única academia de nuestro reino.Pero no una cualquiera. Allí ingresan los hijos de nobles, prodigios, y también aquellos que lucharon incansablemente hasta ser reconocidos como dignos.

Es una academia que busca exprimir el máximo potencial de sus estudiantes y llevarlos a otro nivel…Y no hablo solo de fuerza o magia. Me refiero también al conocimiento, al liderazgo, a la estrategia.

Tu madre y yo estudiamos allí. Por eso fuimos parte del ejército y, con el tiempo, ascendimos hasta liderar escuadrones enteros…

Mientras Ragnar hablaba maravillas de la academia, los ojos de sus hijos brillaban de emoción.Y entonces, entre colinas y árboles, finalmente lo vieron.

Frente a ellos se alzaba una fortaleza de piedra tan antigua como la historia misma.

Sus murallas, construidas con bloques de roca gastados por el viento y el tiempo, parecían haber resistido siglos de guerras y silencios.

Dos torres redondas custodiaban la entrada como colosos dormidos, con almenas afiladas que recortaban el cielo nublado.

En lo alto, banderas ondeaban al ritmo de la brisa: una roja, otra azul... los colores de la diplomacia.

El portón principal estaba flanqueado por dos columnas defensivas, cada una decorada con cruces talladas en piedra: símbolos de neutralidad... y advertencia.

La puerta, de arco gótico y madera reforzada, se abría sobre una escalera blanca, pulida por generaciones de pasos que nunca dejaron huella de conflicto.

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