*THYRA*
La luz en la habitación se desvaneció con la llegada de un nuevo visitante. La puerta se abrió sin un sonido, y allí, en el umbral, se encontraba un hombre alto, de presencia imponente. Su postura era firme, pero no hostil. Al contrario, había algo en su mirada que transmitía una calma decidida, casi una certeza de que estaba aquí para cumplir con una misión importante.
"Soy Harak", dijo con voz profunda y resonante, presentándose de inmediato, como si quisiera dejar claro que no había espacio para dudas. "El consejal me envió para ayudarte."
No pude evitar tensarme al escuchar esas palabras. El consejal... él había prometido que alguien vendría, que ayudarían a restaurar el equilibrio que se había roto en mi interior. Pero las promesas de otros nunca me habían traído nada más que más dolor y más preguntas sin respuesta. Aun así, algo en la mirada de Harak me decía que él no era como los demás.
"Vengo para ayudarte a recuperar el control de tu energía desestabilizada", continuó, caminando con calma hacia mí. "Y, también, para sanar tus heridas. El consejal no olvida sus promesas."
Lo miré de cerca. La fragilidad de mi cuerpo, las heridas que aún no habían sanado por completo, y la inestabilidad de mi mana, todo eso me pesaba como una carga insoportable. Había momentos en los que me preguntaba si mi cuerpo podría aguantar más. Si, al final, mi energía interna terminaría por consumirlo todo. La herida en mi abdomen seguía siendo un recordatorio constante de lo que había sucedido, de lo que había perdido en esa lucha brutal contra el patrocinado de Vaker. La regeneración que normalmente mi mana proporcionaba estaba fuera de mi alcance debido a esa inestabilidad. ¿Podría Harak ayudarme?
"Lo que prometió el consejal..." murmuré, más para mí misma que para él. "No estoy segura de que sea posible."
Harak no pareció molesto por mis dudas. En cambio, su rostro mostró una comprensión serena, como si supiera lo que pasaba por mi mente. "Es normal que dudes", dijo suavemente, su voz tranquila. "La desestabilización de tu mana es algo difícil de tratar, especialmente con la magnitud de lo que experimentaste. Pero no es insuperable. Con el enfoque adecuado, podemos restaurar el equilibrio, sanar las heridas. Esto no será fácil, pero estoy aquí para ayudarte."
Me levanté lentamente, sintiendo cómo mi cuerpo me enviaba señales de advertencia. Mis energías seguían fluctuando, y mi herida en el abdomen no dejaba de dolerme, como si la sangre misma fuera incapaz de cicatrizar. Pero miré a Harak, observando la determinación en su rostro.
"¿Cómo lo haremos?" le pregunté, mis palabras saliendo con un toque de desesperación. "¿Cómo puedo confiar en que esto funcionará?"
Harak asintió, sin apartar su mirada de la mía. "Lo primero es lo primero. Necesito que te relajes. El control de tu energía comienza con la calma. Deja que te guíe. Respira profundo. Yo estaré aquí para ayudarte a mantener el equilibrio."
Suspiré profundamente, permitiendo que el aire fresco llenara mis pulmones. Había una cierta quietud en la sala, como si el tiempo mismo estuviera esperando. Sabía que esta sería una batalla interna más.
Me concentré en mis respiraciones, intentando calmar el caos en mi interior. Mientras lo hacía, sentí cómo las sombras que habían estado controlando mi mana comenzaban a aflojar su grip. Pero no se desvanecían por completo. No aún.
Cuando Harak extendió su mano hacia mi abdomen, una oleada de tensión recorrió todo mi cuerpo. Había estado esperando algo diferente, alguna sensación de alivio, algún tipo de calma que me ayudara a dejar ir la ansiedad. Pero lo que sentí fue lo opuesto. Un dolor indescriptible, como si cada fibra de mi ser estuviera siendo desgarrada. Fue un dolor tan intenso que mis dedos se apretaron contra el suelo, y un grito quedó atrapado en mi garganta.
"Resiste, Thyra", me dijo Harak, su voz firme, pero con una suavidad que no alcanzaba a aliviar el sufrimiento. "Esto es necesario. Estoy cerrando la herida desde cero. Uniendo el tejido. Todo el daño interno que la inestabilidad ha causado... esto llevará tiempo."
Mi respiración se volvió errática mientras el dolor se multiplicaba, como si el fuego mismo estuviera consumiendo mis entrañas. No podía pensar. Solo podía sentir la tortura, como si cada célula de mi cuerpo estuviera gritando por liberarse de esa presión insoportable.
"No... puedo..." susurré entre dientes, mi cuerpo temblando bajo el peso de la agonía. "No... soportaré... esto..."
"Lo harás", respondió Harak, su tono inquebrantable. "Es necesario. Es el primer paso para sanar. Solo cierra los ojos, concéntrate. Trata de resistir."
Era difícil seguir sus palabras. Cada segundo que pasaba, el dolor se intensificaba, y mi energía, ya desbordada y descontrolada, parecía volverse aún más errática, como si mi cuerpo estuviera en conflicto con lo que estaba sucediendo. Mi abdomen ardía, la herida, que había estado abierta durante tanto tiempo, ahora comenzaba a cerrarse, pero no de una manera suave. El dolor era abrasador, y podía sentir cómo el tejido se unía a la fuerza, sin la suavidad que hubiera esperado de un proceso natural.
Mi visión se nublaba mientras el sudor caía por mi frente. No sabía si podría aguantar mucho más, si la agonía que me estaba consumiendo me llevaría al borde de la inconsciencia.
"Resiste", insistió Harak, sus palabras una constante en medio del caos.
Pero el dolor... el dolor era todo lo que podía sentir. Cada parte de mi cuerpo parecía rebelarse contra el proceso. Mi mana desestabilizada luchaba por encontrar su equilibrio, y en ese mismo instante, la herida que Harak trataba de sanar parecía tomar vida propia, como si quisiera mantenerse abierta, como si se negara a cerrarse por completo. Era un proceso tortuoso, lento, casi insoportable.
"Esto... está rompiendo todo...", jadeé, mi voz apenas un susurro. "No sé cuánto más pueda resistir."
Harak no se detuvo. Aun con la intensidad del dolor que me atravesaba, él continuó su trabajo, enfocando toda su energía en reparar las heridas físicas, mientras yo luchaba contra la tormenta de dolor en mi interior.
"Este es solo el principio, Thyra", dijo, como si hubiera algo reconfortante en sus palabras, aunque mi mente apenas podía procesarlas. "Una vez que la herida física esté cerrada, podremos comenzar con la estabilización de tu energía. Pero necesitas resistir este primer paso. La recuperación tomará tiempo, pero lo lograrás."
Era todo lo que podía hacer: resistir. El dolor era más que físico, era una lucha interna, una batalla por recuperar el control de mi propio cuerpo. Sentí cómo el sudor empapaba mi frente, cómo mis dientes se apretaban para contener los gritos. Cada centímetro de mi ser deseaba rendirse, pero sabía que no podía. Si quería sobrevivir, si quería salir de este agujero oscuro en el que me encontraba, tenía que resistir.
Con cada segundo que pasaba, sentía la herida en mi abdomen empezar a sellarse, el tejido volviendo a unirse, pero lo hacía con una violencia tan dolorosa que no sabía si mi cuerpo podría soportarlo mucho más. Harak estaba allí, implacable, su presencia inquebrantable, como un ancla en medio de la tormenta.
"Respira", me ordenó, con una firmeza que me ayudaba a aferrarme a algo que no fuera el dolor. "Respira profundo. Aún queda mucho por hacer."
Respiré, o al menos lo intenté. Cada inhalación era como fuego en mis pulmones, pero seguí el consejo de Harak, concentrándome solo en la respiración, solo en el hecho de que debía resistir, aunque todo mi ser gritaba en contra.
Así pasaron los minutos, o tal vez fueron horas. No podía decirlo con certeza. Lo único que sabía era que el dolor seguía allí, implacable, pero que las heridas, al menos, comenzaban a cerrarse.
Y con cada cierre, me sentía más cercana a la recuperación. Pero también sabía que esta batalla no estaba ni cerca de terminar.
***
*HARAK*
La escena frente a mí era todo lo contrario a lo que había anticipado. Thyra, con su energía desbordada, yacía en el suelo, gritando de dolor mientras luchaba por resistir cada impulso de su cuerpo. En mi rostro, mi expresión era imperturbable, pero por dentro, el conflicto era feroz. La herida que debía cerrar rápidamente se resistía, su resistencia siendo tan extraña que ni yo podía explicarlo con claridad.
Sabía que había algo más detrás de esta herida, algo que no era simplemente físico, pero mi deber era centrarme en lo que podía controlar ahora, en cerrar el daño visible. Sin embargo, el tejido de su abdomen, las heridas internas que su desestabilización había causado, se negaban a sanar con la facilidad que había anticipado. La herida no solo estaba siendo difícil de cerrar, sino que parecía... viva, de alguna manera, resistiéndose a la sanación, como si la misma energía de Thyra estuviera luchando contra mí.
Mi mano seguía firme sobre su abdomen, buscando cerrar las fisuras, uniendo los tejidos rotos. Pero cuanto más lo hacía, más sentía cómo mi propia energía empezaba a vacilar, como si el dolor que Thyra sentía estuviera conectándose de alguna manera con la mía. Había algo en su cuerpo, algo profundamente enraizado en su ser, que perturbaba mis intentos.
Afuera, mi rostro permanecía impasible, pero por dentro, mi mente luchaba con una fiereza inusual. Sabía que este proceso debería ser sencillo. Mi habilidad con la energía y la curación física me había dado la capacidad de sanar heridas incluso más graves con rapidez y sin dolor, pero esto... Esto no era normal. Algo estaba mal, y no era solo la herida de Thyra.
Puedo sentir la energía de ella, esa energía que arde con fuerza en su interior, como un fuego esperando la oportunidad de salir. Es poderosa, controlada en su mayoría, pero... al borde de la ruptura. Como si estuviera a punto de explotar, y cada vez que trataba de acercarme más a esa energía, sentía la resistencia, como si algo la protegiera de la estabilización que necesitaba. Pero aún así, tenía que seguir. No podía detenerme.
Thyra seguía luchando, cada grito arrancando mi concentración, pero no podía detenerme. Sabía que esta etapa era solo el principio. Estaba curando lo físico, pero la parte más difícil estaba aún por venir. Estabilizar su energía... eso sería otro tipo de batalla. Mi tarea no terminaba aquí.
A medida que el sudor comenzaba a formarse en mi frente, podía sentir que algo más se estaba despertando dentro de ella. Era como si su cuerpo estuviera absorbiendo todo el caos de su energía desestabilizada y, a la vez, almacenándolo para lo que vendría. Algo latente, esperando ser liberado. No sabía qué tan cerca estaba de desbordarse, pero sentía la presión. Podía ver, incluso en su estado más vulnerable, la fuerza que ella poseía.
"Resiste, Thyra", dije con firmeza, aún tocando la herida, mis palabras fluyendo con una calma calculada, aunque por dentro mi mente no podía dejar de pensar en lo que esta energía podía llegar a hacer. "Es solo temporal. La sanación es el primer paso. No dejes que el dolor te gane. No ahora."
Cada segundo se estiraba como si fuera una eternidad, y mi propia energía comenzaba a ceder bajo la carga. No era tan evidente, pero mi cuerpo sentía la fatiga, la tensión creciente. No era el dolor de una herida física lo que me afectaba, sino la energía misma, la furia de algo tan descontrolado que ni siquiera yo, que había manejado energías tan vastas antes, podía comprender completamente.
****
Una hora. Una larga hora de lucha, de resistencia, de lucha interna que me había desgastado más de lo que esperaba. Finalmente, con un último suspiro de alivio, la herida en el abdomen de Thyra se cerró por completo. La piel se unió, los tejidos reparados, las cicatrices que se habían abierto por su energía descontrolada ya no eran más que marcas finas. La respiración de Thyra, que antes era errática y cargada de dolor, se estabilizó ligeramente, aunque aún era irregular. Su cuerpo temblaba suavemente, las ondas de dolor residuales sacudiendo su ser, pero la herida física ya no era su preocupación inmediata.
Me aparté un poco, observándola con una mezcla de satisfacción y preocupación. Había hecho lo que debía hacer, lo que se había prometido. Pero los efectos de la curación no eran inmediatos. Aunque su herida estaba cerrada, sabía que el proceso de estabilización de su energía sería más complejo. No era algo que pudiera manejar de inmediato. La energía que había mantenido sus heridas abiertas, esa desestabilización interna, aún estaba allí, pero al menos había mitigado lo peor.
Thyra estaba inconsciente ahora, su respiración algo dificultosa, pero al menos no se desangraba, y el dolor había menguado considerablemente. Su cuerpo, aunque agotado, ya no estaba tan al borde de la catástrofe. Era un consuelo, aunque sabía que aún quedaba mucho por hacer.
Me incliné sobre ella, tocando su frente para verificar su temperatura. A pesar de su estado debilitado, no parecía estar en peligro inmediato. "Descansa, Thyra", murmuré en voz baja, una última palabra de consuelo mientras mi mente se sumía en los próximos pasos.
Al levantarme, mi cuerpo también estaba exhausto, pero me sentía satisfecho, aunque no completamente tranquilo.
***
Después de asegurarme de que Thyra estuviera lo más cómoda posible en su cama, cubriéndola con una manta ligera y observando su respiración tranquila, salí en silencio de la habitación. No podía dejar de pensar en lo que había ocurrido, en la intensidad del proceso. No fue nada como esperaba. La lucha interna que había sentido, el dolor que había experimentado, tanto ella como yo, parecía haberse quedado grabado en mis huesos.
Me dirigí hacia los aposentos del consejal, el lugar donde los líderes de la facción y su sucesor me esperaban. La sensación de peso que se encontraba en el aire no era nueva, pero hoy parecía aún más densa. La noticia que tenía que darles no era fácil, y aunque la primera parte de la curación estaba completa, sabía que se avecinaban muchas más dificultades.
Al llegar a la sala, la puerta se abrió ante mí, y me encontré con los rostros atentos de los demás líderes, y la presencia firme del sucesor del consejal, que me observaba con una mezcla de expectativas y paciencia. Todos sabían que este era un momento clave, un paso crucial para comprender lo que deparaba el futuro para Thyra y para nosotros.
"Harak", comenzó uno de los líderes, un hombre de cabellos oscuros y expresión severa. "¿Cómo está ella? ¿La curación fue exitosa?"
Asentí, tomando una respiración profunda antes de hablar. "La herida está cerrada por completo. El daño físico ha sido sanado, pero..." Hice una pausa, notando cómo todos se tensaban. "El proceso no fue lo que esperaba. Su energía estaba desestabilizada de manera tan compleja que no pude evitar que sufriera un dolor intenso durante el tratamiento. Y no solo ella. Yo también sentí las repercusiones."
El sucesor, un hombre alto y de mirada penetrante, frunció el ceño. "¿Qué quieres decir con 'no lo que esperabas'? Sabemos que su energía era peligrosa, pero esto suena más grave de lo que esperábamos."
"Es cierto", respondí, sintiendo cómo las palabras salían pesadas de mi boca. "Su energía es mucho más volátil de lo que imaginamos. Intenté estabilizarla lo mejor que pude, pero al principio, no podía controlar los efectos. La cantidad de mana que se desbordaba de su interior era inusitada. Yo me encontraba luchando contra algo más grande que una simple herida. Su dolor, su descontrol, me afectaron a un nivel más profundo. Lo que debería haber sido una curación rápida se convirtió en una batalla."
"Y los gritos", agregó otro líder, con un tono grave. "Podíamos escucharlos desde aquí, y el mana que usaste... fue más de lo que solemos ver en estos pasillos."
"Asi fue", admití. "La cantidad de energía involucrada fue abrumadora. Pero no era solo su herida. Había algo más... algo dentro de ella que estaba aguardando, como una fuerza contenida, dispuesta a salir si le daban la oportunidad."
Hubo un silencio en la habitación mientras todos digerían mis palabras. El sucesor, que se mantenía al margen de la conversación hasta ahora, dio un paso adelante, su mirada fija en mí.
"¿Y qué pasa con su energía ahora?" preguntó. "¿Está estabilizada?"
"Lo peor ha pasado", respondí. "La herida está completamente cerrada y la energía parece más calmada. Pero el trabajo real aún está por venir. El verdadero desafío será estabilizar por completo su mana. No sé qué ha estado pasando dentro de ella, pero puedo decir que no ha sido un proceso sencillo."
El consejal había estado observando en silencio, pero ahora, su voz grave cortó el aire. "¿Y qué más harás con ella, Harak?"
"Eso no tiene importancia por ahora", respondí rápidamente. "Lo que importa es que sobrevive. Y aunque aún queda mucho por hacer, he hecho lo que prometí. Ahora, debemos ser pacientes. El tiempo será un factor crucial."
Los líderes intercambiaron miradas, y el sucesor asintió lentamente. "Paciencia", murmuró. "Sí, parece que eso es lo que más necesitaremos. Agradecemos tu trabajo, Harak. Pero debemos estar preparados para cualquier cosa que venga. ¿Cómo procederemos con el siguiente paso?"
"Le daré tiempo para descansar", respondí. "Lo más importante ahora es que recupere su fuerza. Después de eso, podemos comenzar a trabajar en estabilizar su mana. Pero debemos ser cautelosos. Cualquier intento de forzar su energía podría resultar catastrófico."
"Entendido", dijo el consejal, su voz llena de gravedad. "Vamos a prepararnos para cualquier eventualidad."
Finalmente, el sucesor, con un tono cauteloso pero firme, rompió el silencio. "Consejal," dijo, mirando al hombre que lideraba la facción con tanta seguridad. "¿Qué es lo que realmente sabes sobre ella? ¿Por qué hay tanto interés de los otros consejales en esta mujer? Ya sabemos de su poder, de su habilidad. Pero quiero saber más. ¿Por qué hay tanto misterio?"
El consejal, sin alterar su postura ni su expresión, hizo una leve pausa antes de responder, como si estuviera eligiendo sus palabras cuidadosamente. "Lo que saben es lo que puedo compartir," comenzó, su voz grave. "Ella tiene un poder inmenso, y su habilidad es algo que hemos visto pocas veces. Pero, lo que la hace aún más interesante es que hay poca información sobre su origen. Un enigma. Eso la hace más valiosa para aquellos que buscan entender la magnitud de lo que realmente puede hacer."
Hubo un murmullo entre los líderes presentes, todos sabían que el consejal no estaba diciendo todo lo que sabía, pero también entendían que, en este mundo de poder y secretos, algunos detalles no se podían compartir tan fácilmente.
El sucesor, no satisfecho con esa respuesta, insistió: "Pero sabemos que su fuerza quedó evidenciada durante el evento de ascenso en el Sur, donde incluso los más grandes como Thalen, Darin, Lysder y Vaker se interesaron por ella. Después ese enfrentamiento contra el patrocinado de Vaker dejó claro que no es alguien con quien se pueda tratar a la ligera. Sin embargo, aún no comprendo por qué, con todos estos detalles, se mantiene en secreto lo que ella representa."
El consejal asintió lentamente, sabiendo lo que venía. La verdad que había estado guardando era inevitable. Cerró los ojos un momento, como si tomara aire antes de lo que estaba por decir. "Ella proviene del continente vecino," dijo finalmente, y las palabras cayeron con peso en la sala. "De una familia de alto poder. Lo que me contó, su historia, me hizo entender que es alguien mucho más grande de lo que su presencia aquí podría sugerir."
Los murmullos aumentaron, pero el consejal continuó, manteniendo su tono firme. "Según lo que Thyra me reveló, ella es una figura temida incluso por el propio consejo en su continente. Su capacidad de crecimiento y su poder son temidos. Pero lo que no busco, lo que no tengo intención de hacer, es usar su posición en su continente para dominar o controlar. No la traje aquí con intenciones de conquistar ni de imponerse. Lo que buscó en ella es que nadie la posea. Lo que ella quiere es crecer, y es precisamente eso lo que la hace valiosa."
Los presentes se quedaron en silencio, escuchando atentamente, pero el sucesor, algo desconcertado, preguntó: "Entonces, ¿por qué estás tan interesado en ella, consejal? ¿Qué esperas de esta mujer?"
El consejal lo miró fijamente, y sus palabras salieron con una sinceridad que sorprendió a todos. "Quiero verla crecer. Así como lo hice con ustedes, quiero que ella crezca, que se fortalezca. No para que se convierta en una herramienta de poder, sino para ver lo que puede llegar a ser por sí misma. Su energía es incontrolable, sí, pero tiene un potencial tan grande que no puedo ignorarlo."
"¿Y cómo sabes que ella no se convertirá en una amenaza?" preguntó otro de los líderes, su voz llena de cautela. "Si tiene tanta fuerza, ¿cómo aseguramos que no será peligrosa?"
El consejal hizo una leve sonrisa. "Esa es precisamente la razón por la cual ella es tan valiosa. La verdadera pregunta no es si puede ser peligrosa, sino si es capaz de cambiar el equilibrio de poder en este continente. Lo que necesitamos ahora es un cambio. Este equilibrio que hemos mantenido, este orden... tiene que alterarse. Y lo que quiero es que ella sea el principio de ese cambio."
Un profundo silencio se apoderó de la sala, mientras las palabras del consejal resonaban en los corazones de todos los presentes. Sabían lo que implicaba lo que acababa de decir. El futuro de Thyra, y lo que representaba, podría alterar todo lo que conocían.
"Entonces," comenzó el sucesor, con una expresión grave. "¿Qué deseas que hagamos? ¿Qué quieres de nosotros?"
El consejal los miró a todos, su voz ahora llena de determinación. "Quiero que la apoyen. Ayúdenla a crecer. No la vean como una amenaza, sino como una oportunidad. Ella puede ser la pieza que cambie el curso de este continente. Pero si quieren que esto funcione, deben ser parte de su proceso de crecimiento, de su fortalecimiento. Ella será el inicio de lo que debe ser una nueva era."
La sala permaneció en silencio unos momentos, cada uno procesando lo que acababa de decir el consejal. Finalmente, uno de los líderes se levantó y habló en voz baja, pero firme: "Si eso es lo que deseas, consejal, entonces aceptamos. La apoyaremos."
"Entonces," dijo el consejal, con una ligera sonrisa que no alcanzaba a esconder la intensidad de su mirada, "es un hecho irreversible."
Y con esas palabras, todos supieron que lo que había comenzado con Thyra ya estaba fuera de sus manos. La decisión estaba tomada. Ahora, el futuro se extendería ante ellos, incierto pero lleno de posibilidades.